Diario del Mar

"Me llamo Katherine Greenwood Wells, tengo dieciocho años. Nací en una cuna hecha de olas, mecida por el vaivén del maravilloso océano. El mar corre por mis venas. Mi madre se llamaba Anne Wells, y falleció cuando yo había cumplido seis años. Mi padre, Alfonso Greenwood, me enseñó todo lo que sé sobre el mar, pero por desgracia, desapareció hace dos años, sin dejar rastro. Y desde entonces, no he dejado de buscarle."




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miércoles, 4 de septiembre de 2013

DDM: Capítulo 81

¡Hola a todos!


Ante todo...:


  • Siento haberos hecho creer que el capítulo 80 era el último capítulo de DDM, si es que queríais más.


  • Y siento deciros que estoy subiendo el capítulo 81, si lo que queríais era que terminara.


Sí, estoy subiendo bastante pronto, porque quería que supierais que el final aún no ha llegado. ¿Cómo iba a acabar una historia sin agradaceros todo lo que habéis hecho por mí? ¿Cómo iba a acabar la historia si aún faltan cosas por explicar?

Lo que no os puedo confirmar es qué pasará con la relación entre Dan y Kathy, más que nada porque es probable (según los comentarios que he leído...) que no os vaya a gustar demasiado. :)

Básicamente, quería saber cuál era vuestra opinión; si estabais de acuerdo con cómo acababa o si esperabais otra cosa. :) Así que sí, muchísimas gracias por darme vuestras opiniones, pero sea cual sea, os confirmo que NO era el último capítulo y que las cosas no acaban así. :) (Obviamente, dado que estoy subiendo el 81... JAJAJA)

POR CIERTO: Ha habido un pequeño cambio en el capítulo anterior, y es el siguiente; NO atracan en el puerto de Santander, sino en un puerto cercano a Biarritz, Francia. Perdonadme, revisando este capítulo me he dado cuenta del fallo.

No os entretengo más, y os dejo con el capítulo 81. :) (Espero que sepáis perdonar mi anterior crueldad)








Me eché a reír, mientras el viento me apartaba el cabello del rostro. Sostuve con más firmeza a Kathlyn entre mis brazos, y no pude evitar volver a sonreír cuando la pequeña soltó una risita enternecedora.
Tenía sus grandes ojos color miel abiertos, y con ellos nos observaba a mí y a su madre.

- Feliz cumpleaños, Kathlyn. -murmuré, y la pequeña rió como si le hiciera gracia lo que decía.

Kathlyn cumplía ya ocho meses. Lo que significaba que habían pasado siete meses desde que zarpamos de Inglaterra. No pude evitar sentir una punzada en el estómago; el tiempo pasaba demasiado rápido, y no te dabas cuenta hasta que era demasiado tarde.

- No puedo creer que hayan pasado ocho meses desde que nació mi niña. -dijo Diana, acariciándole la mejilla. -Si fue ayer cuando la tuve entre mis brazos por primera vez...

- Lo sé. El tiempo pasa sin que nos demos cuenta.

Nos quedamos en silencio, sintiendo el viento a nuestro alrededor y el frío mordiéndonos la piel.

- Harry estaría orgulloso. -murmuró de pronto Diana.

Clavé la mirada en sus ojos azules, los cuales miraban la madera de la cubierta como si tuviera algo interesante.

- No. -dije con firmeza. -Harry está orgulloso.

No soportaba que hablaran de él en pasado. Más que nada porque me hacía sentir más culpable, y nadie podía hacerme sentir lo contrario; yo podría haberle salvado. Podría haberle obligado a quedarse, pero estaba tan confusa que cuando quise darme cuenta, ya era demasiado tarde.

Sentí un leve tirón en el pelo y cuando giré el rostro vi la manita de Kathlyn sujetando un mechón de mi cabello. Sentí una cálida sensación en el pecho, algo que llevaba sintiendo bastantes días cada vez que miraba a Kathlyn. De vez en cuando el fugaz pensamiento de tener hijos atravesaba mi mente.

Kathlyn cerró sus enormes ojos color miel, mientras hacía ruiditos que a mí personalmente me sonaban a "mamá".

- Tengo la ligera sensación de que quiere dormir. -comenté, sonriendo.

- Eso parece, así que me la llevo a dormir.

Le coloqué a Kathlyn en sus brazos, y de pronto me sentí vacía. Inexplicablemente. Diana me dedicó una dulce sonrisa y observé cómo desaparecía en la bodega. Sabía que no se atrevía a hablar, no después de haber mencionado a Harry. Y poco a poco, comencé a sentir que aquella pequeña conversación había hecho mella en mí, porque la culpa y el dolor se arremolinaban en mi pecho.

Me apoyé en la barandilla y me arrebujé en el abrigo marrón que habíamos comprado en la última ciudad que habíamos visitado. Durante aquel último mes, después de ayudar a aquella familia la cual era maltratada por el padre y marido, recorrimos la costa de Francia, haciendo justicia. Lo que la Princesa de los Mares debía hacer.

Aquel día sería el último que pasaríamos en Francia. Después, recorreríamos la costa norte de España.

- Katherine. -pronunció una voz a mi espalda.

Me giré levemente, lo justo para vislumbrar la cabellera rojo fuego de Liv. Esta se acercó y se colocó a mi lado con una sonrisa.

- Te veo bien. -comentó.

- Mejor que antes. -corregí, esbozando una sonrisa que duró unos segundos.

Olivia enarcó una ceja, interrogante.

- ¿Problemas?

- Uno siempre tiene problemas. -y volví a esbozar una débil sonrisa.

Yo trataba de ser fuerte. Pero a veces era difícil, y aquel momento era una de esas veces.

- ¿Quieres hablar?

Me encogí de hombros y me giré, deslizando la mirada por la cubierta; algunos de mis tripulantes estaban fuera, ayudando a Dan. Otros hablaban observando el mar, y el resto supuse que se encontraban en la bodega.

- En mi escritorio. -murmuré.

No sabía si aquella conversación acabaría en lágrimas (y suponía que sí), porque hablar de Harry (que era lo que me dolía ahora) era muy difícil para mí.

Olivia me cogió del brazo y me acompañó hasta mi escritorio, sin decir palabra. En el trayecto, Dan me miró y se acercó a nosotras.

- Eh, ¿estás bien?

Sus cálidos ojos castaños estaban posados sobre los míos y sentí todo el cariño que emitían.

- Sí. -contesté.

Sonrió y me besó con suavidad, gesto que me reconfortó. Después me acarició la mejilla y sin decir nada se giró y volvió al trabajo de conducir la nave. Olivia tiró de mí y por fin llegamos hasta mi escritorio.

Caminé hasta el catre y me senté sobre el colchón hasta apoyar la espalda en la pared. Olivia cerró la puerta con llave y se giró hasta que sus ojos estuvieron a la altura de los míos.

- Echo de menos a Harry. -susurré, sin darle tiempo a hablar.

Olivia siempre estaba dispuesta a hablar conmigo cuando me sentía abatida y siempre conseguía animarme.
Bajé la mirada hasta el suelo, frunciendo los labios para frenar las lágrimas.

- Sé que fue mi culpa. -murmuré, tapándome la boca con el dorso de una mano. -Yo... le abandoné.

Olivia sacudió la cabeza y cuando alcé la cabeza hacia ella, vi que se acercaba a mí sin dejar de sacudir la cabeza. Las lágrimas brotaban de mis ojos, y no hice nada para frenarlas.

- ¿Ahora resulta que te vas a echar la culpa? -inquirió.

El colchón se hundió bajo su peso y se arrastró hasta estar a mi altura.

- Entiendo que lo pienses. Pero no fue tu culpa. Fue decisión de Harry, y en vez de torturarte y creerte que podías haberle salvado, estáte agradecida. Harry dio su vida por ti y por...

Me temblaba el labio inferior y mi corazón se aceleró de pronto. Alcé la mirada hasta Olivia, esperando a que continuara esa frase. Pero ella bajó la cabeza.

- Harry dio su vida por ti y por Jacob, para que pudierais estar juntos. -completó sin mirarme.

Eché la cabeza hacia atrás hasta apoyarla en la pared. Cerré los ojos con fuerza, sintiendo el desbocado latir de mi corazón. Lo había superado. Pero oír aquello me hizo dudar de mí misma.

- Pues ya ves cómo le salió. -murmuré.

- Salió como tenía que salir. Tú estás aquí, puedes disfrutar de la vida.

- Precisamente por eso, Liv. Porque es Harry el que tendría que estar disfrutando de la vida. Es él el que tenía que ver a su hija crecer, no yo. Diana y él tenían que haberse casado y haber vivido felices para siempre.

- Todo ocurre por una razón. Tal vez, si tú te hubieras ofrecido como sacrificio, algo malo le hubiera pasado, y entonces serían dos muertes, no una. Piénsalo. Piensa que de esta manera, estás tú para ayudar a Diana.

- Pero, Liv... aún sigo sin saber de qué nos sirvió el sacrificio de Harry.

La pregunta pilló a Olivia por sorpresa, que boqueó tratando de decir algo coherente.

- Aún sigo sin saber para qué fuimos a aquella isla. Sigo sin saber qué quería la reina, qué hubiera pasado si ella y su séquito hubiera conseguido entrar. Porque después del sacrificio, no pasó absolutamente nada, ni siquiera un tesoro. Nada. Nos fuimos.

Olivia tragó saliva y comenzó a asentir. Después carraspeó y comenzó a hablar:

- La Isla de las Voces... es una historia muy larga, y difícil de explicar. Pero se puede resumir en que es el... centro, el corazón de la Sangre Marina. El sacrificio de un miembro de la Sangre Marina es crucial para asegurar su supervivencia.

- ¿A qué te refieres?

- Que en aquellos sacrificios, la Sangre Marina no se deshecha. No desaparece, sino que los recién nacidos allí reciben parte de la sangre sacrificada. Un miembro de la Sangre Marina muere, pero otros nacen.

- Quieres decir que...

- Quiero decir que todos los habitantes de la Isla tienen Sangre Marina corriendo por sus venas. Incluida yo.

Me quedé boquiabierta, y observé fijamente a Olivia, mientras esta comenzaba a asentir.

- Podría decirse que es una reencarnación, pero no exactamente. Lo único que ocurre es que la Sangre se vuelve a usar, en su estado más puro y virgen. Es un ciclo.

- ¿Y qué pasaría si la Isla no recibiera más sacrificios?

- Que el ciclo pararía y entonces la Sangre Marina sólo podría sobrevivir si se reprodujeran, tal y como naciste tú, o Jacob, o Harry.

- Entonces, si dos humanos con sangre normal tuvieran un hijo en la Isla de las Voces... ¿sería parte de la Sangre Marina, a pesar de la condición de los padres?

- En teoría sí. -hizo una pausa, y continuó explicando. -No les ocurre a todos los habitantes de la Isla, pero sí a algunos; en un momento determinado de tu vida, sabes que es tu hora de abandonar la Isla, sabes que tienes que sustituir a alguna Princesa de los Mares, o a algún Príncipe. Eso es lo que ocurre cuando alguien externo a la Isla y con Sangre Marina muere; estamos nosotros para sustituirlo.

- ¿Y tú...? -susurré.

- Yo no tengo que sustituir a nadie, no salí de la Isla porque me hubiera llegado el momento. Salí porque tú me lo ofreciste y quise. -hizo otra pausa antes de continuar. -Harry se ofreció como sacrificio en cuanto le contamos lo que te estoy contando a ti.

- ¿Y para qué nos quería la reina? ¿Por qué nos necesitaba?

- Porque ella no sabía dónde estaba la Isla, y antes de todo, trató de ganarse vuestra confianza actuando de manera inocente, como si lo que hubiera oído fuera que había un gran tesoro. Escucha, cada doce años, es cuando la Isla necesita un sacrificio de Sangre Marina. Si no lo recibe, digamos que su poder está desprotegido. Y eso lo sabía la reina. Ella sabía que era el momento de actuar. Quería que la guiarais hasta la Isla, y después os usaría para entrar en el corazón de la Isla.

- ¿Por qué?

- Porque la Isla sólo permite el paso si un miembro de la Sangre Marina está presente. Y eso es lo que quería la reina; utilizaros para llegar al corazón.

Parpadeé, desconcertada, sin saber aún para qué querría la reina entrar.

- Verás, que la Isla deje de recibir sacrificios no es lo peor que le puede pasar a la raza Marina. Lo peor que le puede pasar es que gente con fines oscuros penetre en la Isla justo en el momento en que necesita  un sacrificio. Es entonces cuando la Sangre Marina está en peligro de extinguirse.

- ¿La reina quería destruir la Sangre Marina? ¿Ése era el poder que albergaba la Isla?

- Exactamente.

- Pero, cuando nos secuestraron, me dijeron que nosotros éramos los últimos, y que cuando nos mataran, la Sangre Marina habría desaparecido. ¿Por qué iban a querer entrar en la Isla si al parecer ya habían matado al resto?

- Eso es lo que os dijeron, pero sólo os estaban amenazando. La reina, cuando seguía viva..., sabía perfectamente que aún había Sangre Marina por el mundo. Tal vez había eliminado a aquellos que tenían Sangre Marina pura, como tú o Jacob, pero... ¿qué hay de los hijos que tienen Sangre Marina por parte de padre o madre, como el hijo de Harry y Diana...? Esos son imposibles de encontrar. Y tampoco saben que la Isla de las Voces está repleta de Sangre Marina. Vosotros conseguisteis libraros de vuestros perseguidores e impedisteis que destruyeran la Sangre Marina ofreciendo un sacrificio. Pero la reina no se iba a rendir, así que estoy segura de que su plan era esperar otros doce años para completar su plan fallido. Pero me temo que a eso tampoco llegó...

Cogí aire, y traté de asimilar toda la información.

- Puede que la reina esté muerta, y puede que pensemos que estamos a salvo, pero sé que aún quedan algunos de sus secuaces, y también estoy segura de que no dejarán de buscaros para completar su plan.

Tragué saliva; si aún había secuaces de la reina, seguramente querrían terminar lo que empezaron. Así que debíamos estar alerta, porque sin nosotros, no podrían entrar en la Isla. Así que no teníamos que bajar la guardia; en cualquier momento podían aparecer.


                                                                          ***

Le di las gracias a Liv, y minutos más tarde, se marchó, dejándome sola, tratando de asimilar lo que me había contado. Mientras pensaba, me surgió otra pregunta; si la Isla sólo aceptaba Sangre Marina, ¿por que tuvo Harry que ofrecerse como sacrificio? ¿Por qué no un habitante de la misma?

Además, ¿por qué vi una versión malvada del fantasma de mi madre? ¿Y qué ganábamos nosotros después de ofrecer un sacrificio, aparte de nuestra supervivencia? ¿Había algún tesoro?

Me apunté todas aquellas preguntas en la mente para preguntárselas a Liv más tarde. En aquel momento sólo quería estar sola.

Me tumbé sobre la cama y cerré los ojos, dejando que un millar de imágenes atravesara la oscuridad de mis párpados. Suspiré largamente, pero mi tranquilidad se vio interrumpida por el ruido de la puerta de mi escritorio abriéndose.

Me incorporé con rapidez, y vi a Dan de espaldas, cerrando la puerta con llave, tal y como había hecho Liv.

- ¿Molesto? -preguntó.

Sacudí la cabeza y me levanté de la cama. Me alisé la camisa blanca y esbocé una leve sonrisa en cuanto vi la de Dan.

- Me estoy tomando un pequeño descanso, y he pensado en venir a verte.

Se acercó a mí y rodeó mi cintura con un brazo, acercándome a él.

- Espero que no te importe.

Se inclinó sobre mí y rozó mis labios con los suyos en un beso suave y cálido.
Colocó ambas manos sobre mis caderas y me acercó aún más a su cuerpo. Sonreí en medio del beso, al igual que él, y seguidamente sentí sus dedos acariciando mi mejilla. Se separó de mí unos centímetros y me apartó el cabello del rostro con una sonrisa algo traviesa.

Seguidamente volvió a unir sus labios con los míos y sentí sus manos recorriendo con lentitud mi espalda. Me empujó con suavidad hacia atrás, hasta que la cama estuvo justo detrás de mí. Ejerció presión sobre uno de mis hombros, sin dejar de besarme, obligándome a sentarme sobre la cama. Separó sus labios de los míos unos centímetros y me di cuenta de que estaba jadeando.

Clavó sus ojos en los míos, e hizo que me tumbara en la cama. Se inclinó sobre mí, nuestros cuerpos estaban a escasos centímetros el uno del otro y entonces volvió a besarme. Sentí su mano derecha sobre mi cadera, y después fui consciente de que tiraba de mi blusa. Se me encogió el estómago cuando recordé que había cerrado la puerta con llave.

Sus dedos recorrían mi estómago desnudo mientras trataba de deshacerse de mi blusa. Y justo cuando sus manos llegaron a mis costillas, le agarré con suavidad de la muñeca, parándole. Abrió sus ojos castaños y me miró con intensidad, sin decir nada.

Sabía a la perfección lo que Dan esperaba de mí. Sabía perfectamente lo que él deseaba en aquel momento.

- No sé si estoy preparada. -susurré con un hilo de voz.

Tragué saliva, esperando su reacción, temiendo lo que pudiera decirme. Se limitó a cerrar los ojos y a suspirar levemente, para después erguirse y darse la vuelta. Me incorporé, sin atreverme a decir nada. Sabía que eso no era lo que él esperaba, pero decía la verdad cuando decía que no estaba preparada.

Me coloqué bien la blusa blanca, y atisbé que mi mano temblaba ligeramente. Me levanté de la cama con lentitud y le agarré de la muñeca a Dan desde detrás.

- Dan...

Él se giró, frunciendo los labios.

- Perdona, es sólo que no sé cuando vas a olvidar a Jacob. -dijo con una voz carente de sentimientos.

Sus palabras fueron como un golpe en el estómago. Me quedé boquiabierta, observándole. Entonces se giró, zafándose de mi mano y abrió la puerta.

- Tengo que volver al trabajo. Siento haberte molestado. -añadió, todavía sin ningún sentimiento.

Y desapareció, dejándome sola en mi escritorio, mientras sus palabras retumbaban en mi cabeza. ¿Tenía Dan razón? ¿Todo aquello era por Jacob? No, no lo era. Yo había superado lo que pasó. Jacob no era nadie.

Pero hasta yo dudé de mis palabras.


                                              ***


Me quedé dormida en mi camarote. Aquella tarde no recibimos ninguna visita, más que nada porque no "abrimos" nuestro puesto "ofrece-ayuda". No estaba de buen humor. Pero tampoco zarpamos, sólo nos quedamos en el puerto de aquella pequeña ciudad desconocida para mí.

Al salir, no miré a nadie, simplemente caminé hasta la barandilla este, y me apoyé sobre ella para poder observar el anochecer. El sol estaba posado sobre el horizonte, y se podían vislumbrar los destellos naranjas que pintaban las nubes grises. El contraste de ambos colores me produjo una enorme sensación de paz.

Me temblaban ligeramente las manos, mientras mi dolido corazón trataba de bombear la sangre de mi cuerpo. Y no estaba del todo dolido por lo que había ocurrido anteriormente entre Dan y yo, sino porque Jacob volvía a ocupar mi mente.

Y eso me aterrorizaba.

Me aterrorizaba el hecho de volver a ser débil, de volver a sentir el dolor que sentía días atrás. Me aterrorizaba el hecho de no ser capaz de superar lo que nos pasó. Porque Dan se merecía algo mejor, Dan se merecía otra cosa.

Estaba tan sumida en mi frenético terror, que no me di cuenta de que alguien se había colocado a mi lado.

- Perdóname, Kathy. -susurró.

Parpadeé para disipar las lágrimas que se habían acumulado de pronto en mis ojos. Giré el rostro hacia él y sus dedos acariciaron mi mejilla.

- Me he comportado como un estúpido, no debería haberte dicho eso... Perdóname. No sabía lo que decía. -hizo una pausa, en la que vi el arrepentimiento en sus ojos. -Te quiero, Kathy. Y no soy quien para presionarte ni para obligarte a nada si tú no quieres. Perdóname.

Me secó una lágrimas con el dorso de su mano y esbozó una triste pero sincera sonrisa. Estaba arrepentido. Pensé en pedirle perdón yo también, en decirle que lo sentía, por no ser lo suficientemente buena para él. Pero decir eso sería admitir que Jacob aún ocupaba mi corazón.

Y ni siquiera yo estaba segura de ello.

Así que me limité a sonreír, y a depositar un largo y suave beso sobre sus labios, que aceptaron los míos con calidez.

Pero entonces una voz femenina nos interrumpió.

- ¿He llegado demasiado tarde? ¿O aún hay un hueco para mí en mi antigua tripulación?

Era imposible. Era prácticamente imposible que en aquellos momentos estuviera escuchando aquella voz, porque... los muertos no vuelven a la vida.

A no ser que nunca hubiera muerto.

3 comentarios:

  1. Diooooooos, es Gwendolyn no? A QUE SI?! A QUE SI?!!!! :')
    SOLO PUEDO DECIR JEDANGVFSDÑXHNFLZSDNXCKVDSNVKJFCDXNHKBVSHDEPIVGNJAKEDWWWWWWWOOOOOOOOOOOOOOOOOOWWWWWWWWWJBIDSCJVOIJSOPEJDMHVGKLS+CNJVKSDIHVN

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  2. MA-TA-ME. GWENDOLYN.......................................................... JKHDBKJEVDKJRVGKFVJRFJHVKFJVKHFVEKJHVDKRHVDK Claro que no ha olvidado a Jacob ¡CLARO QUE NO! JAJAJAJAJAJA No puedo hablar más porque el final me ha dejado tonta. Perfecto. Fin.

    Un besito cielo

    Jane.

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  3. Madre mia, que ganas de que saque el siguiente capitulo de verdad... adoro a Dan, en serio, tengo que admitir que yo siempre quise que se quedara con el y esto es.... puuuf! En serio, me has dejado mordiendome las uñas, no nos puedes hacer esperar mas! Lo queremos yaaa! Bueno... despues de calmarme y de tomar unas cuantas respiraciones profundas, te digo que te he nominado en mi blog, pasate:
    http://turincondecultura.blogspot.com.es/2013/09/premios.html
    Besos :3

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