Diario del Mar

"Me llamo Katherine Greenwood Wells, tengo dieciocho años. Nací en una cuna hecha de olas, mecida por el vaivén del maravilloso océano. El mar corre por mis venas. Mi madre se llamaba Anne Wells, y falleció cuando yo había cumplido seis años. Mi padre, Alfonso Greenwood, me enseñó todo lo que sé sobre el mar, pero por desgracia, desapareció hace dos años, sin dejar rastro. Y desde entonces, no he dejado de buscarle."




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jueves, 25 de abril de 2013

DDM: Capítulo 71

¡Hola a todos! ^^

Os traigo el capítulo 71, y sí, me vuelvo a disculpar por haber tardado tanto... :( Pensé que podría haberlo subido antes, pero no ha sido así.
Como siempre os digo, espero que os guste, y agradezco mucho que dediquéis unos minutos para leer esta pequeña historia. :)

Ah, os aviso de que he "renovado", más bien editado, las fotografías de los personajes, aparte de añadir al blog un banner y algunas imágenes :) Tengo previsto cambiar el blog, así que las demás imágenes que tengo ya las colocaré. :)








Mi corazón latía con excesiva velocidad, y lo sentía por todo mi cuerpo. Un torbellino de sentimientos me atravesó, y recorrió todas y cada una de mis células, haciéndome recordar una y otra vez el beso que Jacob me había dado; aún sentía sus labios sobre los míos, tan reales, como si siguiera besándome.

Después del beso, su mano buscó la mía, y la apretó con fuerza. Yo me limité a relajarme, a disfrutar de su presencia, de la suavidad de su mano, y de la promesa que hacía unos minutos había sellado con un beso.

Por eso me quejé en cuanto Jacob me recordó que debíamos volver. Me tendió una mano, y me ayudó a levantarme de la cubierta. Lancé un gemido de queja, ya que no quería que aquello terminara. Deseaba poder congelarlo todo, y quedarme ahí para siempre.

Y más tarde lo desearía aún más...

Caminamos juntos por las calles solitarias, bajo la luz plateada del cielo nocturno. No dijimos nada, aunque tampoco hacía falta. Nos bastaba con estar juntos. Al menos a mí.

¿Cómo calmar un corazón que está a punto de salírsete de pecho? ¿Cómo apagar una sensación que se asemeja a un incendio? ¿Cómo tratar de evadir un sentimiento que te rodea con la máxima fuerza posible? ¿Cómo?

"No puedes".

Los ojos verdes y brillantes de Jacob eran la única luz en mi oscuridad. Y sus labios, suaves y dulces sobre lo míos, eran mi auténtica perdición.

Pero la confusión se apoderó de mí en cuanto vi a su lado los ojos castaños de Dan.


***


(Jacob)



No lo había podido evitar. Necesitaba sentir sus labios contra los míos, aunque sólo fuera una sola vez. Aunque fuera la última.

Sentía un cosquilleo por todo el cuerpo, y más al sentir su mano agarrando la mía. Había echado de menos aquello. Y me daba igual que sólo fuera por un día, que aquella fuera la última vez que pudiera acercarme a ella de esa manera.

Su contacto era cálido, suave. Inocente. Caminaba a mi lado, y al mirarla, seguí viéndola frágil. Seguí viendo a una Katherine frágil y vulnerable, como una rosa recién abierta. Y temí volver a hacerla daño. Temí volver a hacerla infeliz. Temí volver a hacer que sufriera por mi culpa. Así que aferré aún más fuerte su mano, acercándola más a mí, y traté de olvidarme de esos pensamientos.

Me centré en ella, pensando que tal vez pudieran ser los últimos minutos a su lado.

Cuando llegamos a la posada, me dio un vuelco el corazón, porque nuestra despedida estaba a punto de llegar. Ella también parecía algo nerviosa, tal vez incómoda. No sabría descifrar su expresión, la verdad.
Una vez en el pasillo indicado, el de nuestras habitaciones, suspiré levemente de alivio al ver que Dan no estaba esperándonos allí. Algo era algo.

Katherine se giró levemente, y no pude apartar la mirada de sus ojos aguamarina, posados sobre el suelo, con timidez. Parecía otra.

- Gracias por lo de esta noche... Kathy.

Mi débil y pequeña esperanza se desvanecía cada vez más con el paso de los días. Y eso me dolía y me entristecía. Trataba de aferrarme a lo que quedaba de dicha esperanza, con todas mis fuerzas, y por eso la llamaba "Kathy", como si ese nombre fuera a traerla de vuelta.

- No, gracias a ti, Jacob. De verdad, no está mal salir de vez en cuando de esta habitación. -rió suavemente.

Sentí el impulso de rodearla con los brazos, y suplicarla que volviera. Pero reprimí esas ganas, y me limité a parpadear, en silencio.

- No es para tanto. Tampoco es que me cueste. -sonreí levemente. -Buenas noches, Kathy.

Ella alzó una mano con timidez y se despidió de mí. Me giré, pero antes de hacerlo del todo, clavé mis ojos en los suyos, y conseguí murmurar:

- Te quiero, Kathy.

El silencio nos rodeó, y ella bajó la mirada, con una sonrisa forzada. Se llevó la mano a la frente, con los ojos cerrados, y supe que al haber pronunciado esas palabras, le había pedido demasiado.

- Buenas... buenas noches, Jacob. -susurró.

Apretó las mandíbulas, y yo asentí, frunciendo los labios. Me di la vuelta, con la mirada baja, deseando eliminar de mi mente esa expresión de tristeza y agobio en sus ojos. ¿Qué esperaba? ¿Que me respondiera lo mismo, como si me conociera de toda la vida? ¿Como si recordara lo que sentía por mí?
Me obligué a caminar, apretando los puños. Después, me pasé la mano por el cabello, pero dejé caer el brazo al escuchar la suave voz de Katherine diciendo algo totalmente inesperado.

- Quédate, Jacob. Quédate conmigo.

Me giré con lentitud, y vi sus ojos llenos de súplica. Se retorció levemente las manos, temblorosa. Volví a desear poder abrazarla, y suplicarla que volviera. Pero en vez de eso, asentí, con una sonrisa, y me acerqué a ella.


***


(Katherine)



Aquella petición había salido sin que yo lo pensara. Había sido un pensamiento poco meditado. Pero algo me decía que hacía bien.
Sentí un cosquilleo al observar cómo los ojos de Jacob se volvían más brillantes, y una sonrisa asomaba de sus labios.
Entramos juntos en la habitación, en silencio, sin decir absolutamente nada. Me dejó unos minutos para que me acomodase en la cama, y después él se sentó sobre la silla de mimbre que solía ocupar por el día, al igual que Dan.

Me dedicó una media sonrisa de lo más suave y dulce, y me giré, dispuesta a dormir. Me sorprendió no tardar mucho.
Sin embargo, no me sorprendió que su nombre fuera lo último que pensara antes de que la negrura me engullese.

***

Todo está oscuro. Siento un agobio inexplicable. Me cuesta respirar, la oscuridad es asfixiante, y hace que un miedo inmenso me inunde. Pero todo se vuelve aún peor en cuanto oigo un sonido metálico. Siento pánico, y miro a los lados, totalmente desorientada. Una fina línea de luz se abre en la oscuridad, y va aumentando cada vez más, hasta que me doy cuenta de que es una puerta abriéndose. Una alta figura negra recortada contra el haz de luz que me ciega.

Trato de moverme, y es entonces cuando me doy cuenta de que estoy encadenada. Vuelvo a mirar a la figura, la cual está cada vez más cerca de mí. Y puedo ver su rostro, pero no sé quién es. Me observa con unos ojos inquisitivos, amenazadores. Y sonríe. Sonríe de una forma horrible, que hace que tiemble, sin saber muy bien por qué. Alza la mano, con el puño cerrado, y lanzo un grito en cuanto golpea mi rostro. Recibo otro, esta vez en las costillas. Y otro. Cierro los ojos, y me limito a gritar de dolor. Y cuando los abro, veo sangre. Mucha sangre, rodeándome, bañándome. Entonces me doy cuenta de que es mi sangre, de que está brotando de mi propio cuerpo. Grito de puro terror, a la vez que un inmenso dolor me inunda y me impide moverme. El hombre ríe con maldad, lo oigo. Y recibo aún más golpes, golpes que siento en la piel como si fueran cuchilladas. Grito y grito.

Y entonces, las cadenas que me retienen se transforman en largos tallos verdes que me abrazan y me oprimen. Abro los ojos, y con sorpresa, veo que el hombre ha desaparecido. Miro a mi alrededor, gimiendo de dolor, y veo a mi lado a un joven, tal vez un poco más mayor que yo, pero muy poco. Tiene unos increíbles ojos castaños, y me da un vuelco el corazón. Me sonríe, a la vez que ladea la cabeza. Al principio, su sonrisa es amable, dulce, tierna. Pero poco a poco va cambiando, hasta transformarse en una mueca horrible, que hace que tiemble de miedo. 

"Me dejaste morir. No lo impediste."

En realidad no entiendo por qué lo dice, pero la culpa se apodera de mí, como si realmente lo supiera. Y quiero detener todas esas sensaciones, toda esa tristeza, todo es pánico. Porque no sé a qué vienen, no lo entiendo. 
Y entonces los tallos verdes tiran de mí, y la tierra me traga, volviendo a quedarme a oscuras. Grito, pero no me sale la voz. Sólo veo dos enormes ojos castaños frente a mí, pero no son los de Dan. 

Mi espalda choca contra un suelo frío y duro, y soy consciente de que los tallos verdes han desaparecido. Un frío helador me rodea, y me siento indefensa en aquella terrible oscuridad. Otro haz de luz ilumina la sala, tan fuerte y brillante, que me ciega. Me obligo a cerrar los ojos, y siento una mano en mi hombro, que me acaricia con suavidad. Pero siento un escalofrío. 

"Te tengo preparada una sorpresa. Sinceramente, creo que te encantará."

La luz se va apagando, y veo una sala que bastante espaciosa. En el centro, un joven. Rubio, de increíbles ojos verdes, y atado a una barra de hierro; Jacob. Un Jacob cansado, con heridas que aún sangran, y con una expresión de puro dolor. Contengo el aliento justo en el momento en que me mira, con urgencia. Mueve los labios y sé que me pide que me acerque a él. 

"Sálvame, Katherine. Ven aquí y sálvame."

Intento correr, decidida a hacer lo que me pide, porque necesito salvarlo. Pero entonces a su lado aparece otro joven, también herido y terriblemente abatido. Dan. Alza sus ojos castaños hacia mí, suplicante, casi sollozando. 

"No, sálvame a mí, Katherine. Por favor."

Jadeo, divida y temblorosa. Necesito salvarlos a los dos. Pero no puedo hacerlo, y lo sé en cuanto una voz a mi espalda me lo confirma. 

"Sólo uno, querida Princesa."

Las lágrimas caen de mis ojos, y humedecen mis mejillas. Miro a ambos jóvenes, mientras mi cerebro trabaja a toda velocidad, tratando de encontrar una solución que no existe. 
Pero todo se ve interrumpido con mi grito de angustia y de furia en cuanto ambos cuerpos caen al suelo, atravesados por una espada. Muertos. 

***

- Eh, Kathy, tranquila, estoy aquí. Shhh... Estoy aquí. ¿Me oyes? Vamos, despierta.

Abrí los ojos de golpe, temblando y empapada en sudor. Las lágrimas rodaban por mis mejillas, y no podía frenarlas.

- Venga, vamos... Shh, tranquila. Estás bien.

Alcé la mirada, desorientada, y jadeando, creyendo que aún estaba ante dos cadáveres que no había salvado.
Vi a Jacob a mi lado, de rodillas sobre la cama, inclinado sobre mí y acariciándome el rostro. Me secó las lágrimas con ambos pulgares, mientras susurraba:

- Estoy aquí, Kathy.

Cerré con fuerza los ojos, sollozando, aliviada porque fuera un sueño. Más bien una pesadilla.
Allí sólo estábamos Jacob y yo, no había ni rastro de lo que había vivido hacía unos minutos. Pero la angustia y el pánico me oprimían el pecho, y mi corazón no se calmaba. Muchas de aquellas cosas me habían parecido... demasiado reales.

- Sólo ha sido una pesadilla, ¿me oyes? Estás bien. Estás bien. No ha pasado nada, sólo ha sido una pesadilla...

Su voz era suave y dulce, y eso me ayudó a calmarme. Me mordí la lengua, y me atreví a mirarle a los ojos, aún sintiendo las cálidas lágrimas bajando por mis mejillas. Suspiró y me incorporó de la cama, para abrazarme.
Yo rodeé su cuello, y enterré mi rostro en el hueco de su cuello, para tratar de apartar aquel temor. No era muy consciente de lo que hacía, pero me daba igual. Necesitaba abrazarle, y convencerme de que seguía allí, de que no le había perdido. De que todo había sido una pesadilla.

Jacob me acarició el pelo con suavidad, y entonces fui consciente del fuerte latido de mi corazón. Cerré los ojos, y me limité a sentir su calidez, hasta que me vi capaz de no llorar. O al menos, de no tirarme al suelo para hacerlo.

Jacob se apartó de mí y clavó sus ojos verdes en los míos.

- ¿Estás mejor? -murmuró, apartándome un mechón de pelo del rostro.

Asentí, temblorosa. Jacob sonrió, de manera reconfortante, y no apartó su mirada de la mía.

- Ahora trata de descansar un poco, anda. Aún es muy pronto, no ha amanecido.

No dije nada, e hice lo que me pedía, obediente. Me tumbé en la cama otra vez, sintiendo la camisa pegada al cuerpo a causa del sudor frío. Tragué saliva, y me obligué a cerrar los ojos, mientras sentía los dedos de Jacob rozando mi piel y apartándome el pelo de la cara. Yo estaba de espaldas a él, y aunque no le veía, intuí que se estaba levantando. Y en un impulso, me giré y le agarré de la mano.

Se volvió hacia mí, sorprendido, y me miró con dulzura.

- Quédate aquí. -supliqué. -A mi lado.

- No me voy a ninguna parte, Katherine. Estoy aquí, a tu lado.

Negué con la cabeza, sin apartar la mirada, y tiré levemente de él.

- A mi lado. -repetí, sin dejar de tirar de él.

Jacob se quedó boquiabierto, y lentamente se acercó a mí, inseguro. Volví a darle la espalda, hasta sentir su cuerpo cerca del mío, tumbado a mi lado.

No sabía por qué se lo había pedido, pero en aquel momento, nada me parecía normal. Simplemente me limitaba a seguir los impulsos de mi confuso corazón, como si eso fuera a ayudarme a salir de aquello. Algo en mi interior, en lo más profundo de mi ser, me pedía aquello. Necesitaba sentirle cerca de mí, para estar segura de que no le perdía, aunque fuera en sueños.

- Descansa. -oí su voz muy cerca de mi oído. -Yo estoy aquí, y por eso las pesadillas no volverán.

No pude reprimir una pequeña sonrisa, y gracias a Jacob, no me costó dormirme.
No sin antes recordar a Dan y a Jacob muertos sobre el suelo por mi culpa, y pensar que era demasiado débil.


***

(Jacob)


Me limité a acariciarle el pelo con suavidad, hasta que se quedó profundamente dormida. La observé con profundidad, como si tratara de ver lo que había en su interior, en su cabeza. Como si tratara de encontrar aquellos recuerdos perdidos.

Entonces recordé la pesadilla, y me pregunté sobre qué habría sido.

Suspiré largamente, y me acomodé a su lado, a una distancia prudente. Clavé la mirada en su largo pelo, desparramado sobre la almohada, y fruncí los labios.

- Antes de que esto ocurriera, también tuviste una fuerte pesadilla. Veo que a pesar de que lo hayas olvidado todo, las pesadillas no se han ido... -susurré. -Espero ser yo el que trate de calmarte cada noche que tengas una.

Me llevé la mano a la frente, y después me pellizqué el puente de la nariz, algo cansado.

- No, espero no. Te lo prometo. -murmuré.

Cerré los ojos, y me imaginé los ojos aguamarina de Katherine en la oscuridad, llenos de sentimientos, al igual que antes de aquel accidente. Sonreí para mis adentros, y me recordé que en cuanto se despertase, la preguntaría de qué había tratado la pesadilla.


***

(Katherine)


La luz que entraba en la habitación no era tan radiante como otras veces, y me di cuenta de que era porque el cielo estaba cubierto por nubes de un color gris muy claro. Me estiré, desorientada, y miré a mi alrededor. Mi mirada se posó sobre una figura recortada contra la ventana, y enseguida supe de quién se trataba.

Jacob se giró hacia mí, y me dedicó una amplia sonrisa.

- Buenos días, Katherine.

Contesté algo parecido, y volví a cerrar los ojos, aún medio dormida.

- Anoche tuviste una pesadilla. ¿Lo recuerdas? -preguntó, acercándose al borde de la cama.

Volví a abrir los ojos, justo en el momento en que pequeños fragmentos de dicha pesadilla aparecían en mi confusa mente.

- Sí.

Jacob esbozó una leve sonrisa, y asintió.

- ¿Qué era?

Tardé varios segundos en contestar, ya que recordar el miedo que había sentido no me era muy agradable.

- Alguien... alguien me daba una paliza. Me golpeaba. -me encogí de hombros. -Después aparecía un joven, creo recordar que tenía los ojos castaños... Y me decía que le había dejado morir. -hice una, y sentí un escalofrío recorriéndome de arriba abajo. -Y luego me daban una sorpresa. Bueno, "sorpresa".

- ¿Una... sorpresa? -murmuró Jacob.

- Sí. Aparecías tú, atado. Y luego Dan, y tenía que escoger entre uno. Al final... llegaba tarde. -susurré.

Jacob desvió la mirada, boquiabierto. Volvió a clavar sus ojos en los míos, y distinguí un brillo especial en ellos... Algo parecido a la esperanza.
Nos quedamos en silencio, y fue Jacob el que se atrevió a romperlo.

- Bueno, el caso es que fue una pesadilla. Estás bien.

Yo asentí, sonriendo, y Jacob me tendió una mano.

- Ven, vamos. Los demás están esperando fuera, ya que quieren desayunar contigo.

Me ayudó a levantarme de la cama, y después me dejó algo de intimidad para que me cambiara de ropa. Una vez lista, salí de la habitación, donde me encontré a Diana, la de pelo negro, Elizabeth, la rubia, Dan y Jacob. Todos salvo la pelirroja... Olivia. Supuse que se había vuelto a ofrecer para cuidar de la hija de Diana.

Me saludaron con calidez, y me dirigieron dulces miradas, lo que me hizo sentir muy agradecida. Y a la vez dolida. ¿Cómo podían ser así, después de yo haberles olvidado? Sacudí la cabeza, y me obligué a disfrutar de aquel momento, junto a esas personas que me querían, a pesar de todo, y a pesar de lo que me costara creerlo.

Echamos a caminar hacia las escaleras de madera, cuando alguien me agarró de la muñeca. Me giré, sorprendida, y me encontré cara a cara con Elizabeth. Sus ojos chispeaban, tal vez de superioridad. No lo sabía muy bien, la verdad, pero de lo que sí estaba segura era de que aquella expresión de su rostro no era la misma tan suave y amable de antes.

- ¿Qué ocurre? -inquirí.

Una media sonrisa, llena de orgullo, se formó en sus rosados labios.

- Esta vez no saldrás ganando, Greenwood. Esta vez no.

Me quedé en el sitio, congelada y sorprendida, sin saber a qué venía eso.
Elizabeth me lanzó una última mirada llena de veneno, y continuó con su camino. Segundos después, hice yo lo mismo, tratando de serenarme.

¿A qué se refería? ¿De qué hablaba? ¿Por qué?

Aquella joven de ojos azules y pelo rubio me había caído bien desde el principio, desde que desperté. Aparentemente era una joven sincera y agradable, inocente. Me había parecido simpática, ya que había parecido preocupada por mí y por lo que me había ocurrido.

Por eso en aquel momento me sentía tan confusa; su voz, su sonrisa y su mirada, todo en ella estaba teñido de superioridad y orgullo, odio y rabia. Y esa última mirada envenenada... Nada que ver con la chica agradable e inocente que hacía unos minutos había visto, justo antes de transformarse en algo tan diferente y... retorcido.

Me obligué a caminar para no quedarme atrás, aunque estuviera tan sorprendida. No entendía nada. Así que decidí olvidarme, dejarlo pasar, y disfrutar de un desayuno agradable con aquella personas.



miércoles, 17 de abril de 2013

DDM: Capítulo 70

¡Hola a todos! :3

Os traigo el capítulo 70, por fin. :) Espero de verdad que os guste, como siempre os digo. ^^ El próximo intentaré subirlo antes, aunque he de admitir que aún no está terminado... Pero intentaré ser rápida :)

(Ah, he añadido dos encuestas más, por si queréis votar. :))

Un besazo, y espero que disfrutéis de este capítulo ^^




(Katherine)


Cuando me metí en la cama, minutos después de que Jacob se hubiera marchado, no pude conciliar el sueño. A pesar de que intenté dormirme. Los ojos verdes de Jacob estaban clavados en los míos, mientras me hablaba bajo las estrellas. Mientras me confesaba que él y yo...

Traté de imaginármelo. Pero era incapaz. No... no podía, era imposible. Era una idea que no tomaba forma en mi cabeza.
Tampoco podía sacar de mi cabeza los últimos instantes de mi vida. Lo que me había recorrido de arriba abajo en cuanto Jacob me besó en la frente al despedirse. Y entonces aparecía Dan dándome un beso en la mejilla, haciéndome sentir algo totalmente distinto, pero a la vez parecido.

Y eso me hacía estar muy confusa.

Pero a pesar de todo, a pesar de mi activa mente, tratando de procesar todo lo que había ocurrido recientemente -la confesión de Jacob sobre su amor, Jacob y Dan discutiendo y sus respectivas formas de despedirme-, a pesar de todo eso, conseguí dormirme.


***


Los rayos de sol que se colaban en la habitación fueron los culpables de mi despertar. En mi mente aún persistía el recuerdo de los colores de la puesta de sol y de las millones de estrellas en el cielo nocturno.
Me estiré, y sentí un leve pinchazo en el vientre, a causa de la herida. Aunque muy leve.

Me levanté de la cama con lentitud, y dirigí una fugaz mirada al baño. Podía darme un baño, aunque fuera sola. Estaba segura de que no necesitaba ayuda. Me acerqué a la puerta de madera, y me metí en el baño, antes de cerrarla tras de mí.

Caminé hasta dicha bañera, y accioné el grifo metálico, algo oxidado. El agua que salió durante los primeros minutos era agua fría, pero después comenzó a salir caliente. No me importaba haber esperado, aunque hubiera tardado tanto.

Me desvestí con lentitud, y observé la venda que tenía alrededor del vientre, y no sabía si quitármela o no. Preferí dejarla donde estaba, para no tener que ver la herida o lo que quedaba de ella.
Me metí con lentitud, dejando que mi cuerpo se fuera acostumbrando al agua caliente. Dejé caer la cabeza sobre el borde de la bañera, y sentí cómo el agua limpiaba mi piel de cualquier tipo de suciedad.

Me sumergí en el agua, dejando que mi pelo también se mojara para lavarlo, y después, me levanté para alcanzar la pequeña pastilla de jabón que había sobre una mesita. Me pasé el jabón por la piel, y después me lavé el pelo. El jabón olía a... lavanda.

Y ese olor me hizo sentir extraña, hizo que se me encogiera el estómago, y no supe por qué. Cuando hube terminado de lavarme, decidí quedarme unos minutos en el agua, pensando y disfrutando de la soledad.

Cerré los ojos, y sobre la oscuridad que ahora me rodeaba, se proyectaron miles de millones de puntitos luminosos, semejantes a las estrellas que había visto la noche anterior.

Inspiré el aroma a lavanda, y de pronto, algo me recorrió de arriba abajo. Una sensación de terror. Algo atravesó mi mente, y cerré los ojos con más fuerza, tratando de descifrar lo que estaba ocurriendo en mi mente.

Estoy en una bañera. Huele a lavanda. Alguien frota mi piel. Un grito, un grito mío. Sangre. Después, otra vez en la bañera, mientras alguien limpia mi piel con el jabón de lavanda. Un golpe, más oscuridad, dolor y más sangre. Después, tela rozando mi cuerpo, un vestido blanco a mi alrededor. Un gemido, y dolor, entre una densa oscuridad. Chirridos. Una mano que me acaricia el cuello, y me aparta le cabello de la espalda. Unas manos que se trasladan a mi cintura. Dolor. Temor. Lágrimas. 

Abrí los ojos con rapidez, a la vez que me incorporaba, jadeando por la intensidad de aquello que estaba sintiendo. Miré a mi alrededor, sin saber qué ocurría. Me llevé la mano al pecho, tratando de calmar mi corazón. ¿Qué había pasado? ¿Qué había sido todo eso? Ninguna de las imágenes de mi cabeza parecían estar relacionadas. Eran cosas totalmente distintas entre sí. ¿Qué había pasado?

Cerré los ojos, a la vez que jadeaba. Después, me froté los ojos, para intentar alejar esa sensación de mi cuerpo.

Minutos después, algo más calmada, decidí salir del agua. Suspiré, y busqué con la mirada la toalla. La agarré con la mano, y me disponía a envolverme con ese trozo de tela desgastado, cuando alguien abrió la puerta. Me apreté más contra la tela, sobresaltada y con algo de miedo. Me giré con rapidez, y observé al joven que me miraba desde la puerta del baño.

- Oh, perdona.

- Dios, Jacob, ¡qué susto me has dado! -exclamé, intentando que la toalla me tapara lo máximo posible.

Jacob se echó a reír. Y eso me puso más nerviosa. Sentí el rubor extendiéndose por mis mejillas, y me obligué a cerrar los ojos.

- Perdona, de verdad. No lo he hecho aposta, no pretendía... entrar para encontrarte así. -hizo una pausa, en la que frunció los labios y se concentró en mirarme a los ojos. -Dan y yo nos hemos puesto un poco nerviosos... porque cuando entramos, no estabas. Y bueno, no se nos ocurrió mirar en el baño.

- Vaya, lo siento. -se me ocurrió contestar.

Desvié la mirada, y me encogí ligeramente sobre mí misma, tratando de no fijarme en que Jacob me estaba mirando de arriba abajo.

- ¡Eh, tú! -gritó, refiriéndose a Dan. -¡Está aquí!

Enseguida apareció el único que faltaba, Dan. Me miró, y suspiró, más tranquilo.

- Eres inútil hasta para mirar en un baño. -añadió Jacob, poniendo los ojos en blanco y sacudiendo la cabeza.

Dan apretó las mandíbulas e hizo caso omiso del comentario, para centrarse en mí.

- Menos mal que estás bien.

- Sólo... sólo estaba dándome un baño. No creí que por eso iba a preocuparos tanto.

- Y efectivamente, Katherine, no pasa nada. El único problema es que Dan es un neurótico que cree que estás muerta o que te ha pasado algo cada cinco segundos. Y ya ni hablar de su pésima manera de buscar. -interrumpió Jacob, sacudiendo la cabeza.

Dan apretó las mandíbulas, y se cruzó de brazos, algo ofendido por el comentario. No pude evitar reprimir una sonrisa. Y me hizo feliz ser capaz de sonreír, porque por unos segundos, aquella extraña sensación de temor y dolor había desaparecido.

- Bueno, ahora que la hemos encontrado sana y salva, y que sabemos que no está muerta ni la ha secuestrado una tripulación enfurecida... ¿qué tal si la dejamos tranquila? Creo que ha tenido suficiente con esta interrupción por tu maldita inutilidad y torpeza.

Dan resopló y le fulminó con la mirada, mientras caminaba hacia la puerta del baño.

- Ya nos ha quedado claro, Jacob. Nos ha quedado clarísimo. -refunfuñó mientras salía.

- Lo repetiré cuantas veces haga falta, porque esto es digno de recordar. ¡Por Dios, Dan! Sólo tenías que mirar en su habitación, que es lo que se dice muy pequeña. ¿Tan difícil era abrir la puerta del baño?

- Perdona por no ser tan perfecto como tú, Jacob. -repuso Dan, algo enfadado.

Su voz se iba apagando a medida que se alejaban del baño, pero fui capaz de escuchar la contestación de Jacob, llena de sarcasmo:

- Oh, no te disculpes. No es tu culpa.

Y después, ya no fui capaz de escuchar más. Suspiré, agradecida porque me hubieran dejado terminar lo que en un principio había sido un inocente baño y había acabado en un supuesto secuestro.
Salí de la pequeña habitación, y busqué ropa nueva en la cómoda. Había muchas camisas blancas iguales, y varios pantalones, casi todos del mismo color.

Cuando me hube vestido, me observé la venda húmeda, y me quedé varios minutos ahí parada, pensando en qué hacer. Había perdido la cuenta de cuánto tiempo había pasado desde aquella noche en la que supuestamente, me atacaron y perdí la memoria. Lo del ataque era indudable, pues tenía una herida como prueba. Pero lo de la memoria... Quería creerlo. Quería creerlo porque era mucho más fácil que dudar sobre todo lo que me contaban y preguntarme qué había sido de mi vida.

Me decidí por quitarme la venda, al final. Me atreví a observar la herida, que no era más que una línea de color rojo, una costra sobre lo que había sido la apuñada. Los alrededores estaban rojos, tal vez algo inflamados por lo que podía estar ocurriendo en el interior de mi abdomen, a causa de dicha apuñalada. Pero no dolía, o al menos, no demasiado.

Dejé la venda húmeda sobre la cómoda de madera, sin importarme si lo mojaba todo o no. Salí de la habitación, y miré a ambos lados del pasillo, desorientada. A pesar de haber comido con ellos durante casi todos los días, no sabía dónde estaban sus habitaciones. Pero no tuve que preocuparme, porque justo en ese momento, alguien abría una puerta cercana. Y el que la estaba abriendo era Dan.

Me observó con una tierna sonrisa, mientras sus ojos brillaban, y se acercó a mí.

- ¿Qué tal estás? -me preguntó, colocándome un mechón de pelo húmedo detrás de la oreja.

- Me siento mejor. Y la herida va bien. -contesté, enseñándole el corte.

- Me alegro. Mucho. -hizo una pausa, mientras observaba mi herida. -Tienes razón, está casi curada.

Después de que Dan acabara su frase, de la habitación salieron Elizabeth, Diana y Jacob. No estaba muy segura de saberme del todo sus nombres, salvo los de Jacob y Dan. Pero sí sabía que faltaba la pelirroja... Liv. Olivia.
Íbamos todos juntos a desayunar, y por alguna extraña razón, aquella misma mañana, en aquel momento, un sentimiento de felicidad me inundó. Pero era una felicidad que ni yo sabía descifrar.

***

Esa mañana me enteré de que la de pelo negro, Diana, tenía una hija pequeña, un bebé de muy poca edad, recién nacida. Y me explicaron que Olivia era la que se había ofrecido a cuidar de la pequeña esa mañana, para que Diana pudiera descansar un rato.

Por la tarde, Jacob volvió a aparecer en mi habitación, ofreciéndome otro pequeño "viaje".

- Supongo que no te viene mal salir de vez en cuando de la posada, así que me pregunto si te apetecía venir conmigo... a un lugar.

- Qué misterio. -susurré, sonriendo.

- Bueno, no es para tanto. De hecho, es bastante común. Simplemente quería sacarte de esta habitación.

Asentí, y sin pensarlo dos veces, me levanté de la cama, y le sonreí.

- Me parece buena idea. Vayamos a donde vayamos. -murmuré.

Jacob estiró su brazo, tendiéndome su mano, la cual agarré sin miedo. Me condujo hasta la puerta, y antes de abrir, se giró una última vez hacia mí.

- Esta vez sin pañuelo.

Y siguió adelante. Me guió por los pasillos, y por las mismas escaleras de madera que crujieron de la misma manera de siempre. En cuanto salimos fuera, me permití alzar la vista y observar el cielo medio despejado, y respirar el aire del exterior.

Tiró de mí con suavidad, y observé a las personas que caminaban ajenas a nosotros.
No sé cuánto tiempo pasó, porque estaba demasiado ocupada contemplando todos aquellos edificios, y a toda aquella gente que caminaba con prisa.

Comencé a notar esa salinidad en el aire, y supe que nos acercábamos al mar. Sentí un cosquilleo en el estómago, porque tenía muchas ganas de volver a ver aquella masa inmensa de agua salada. Y no tenía ni idea de por qué.

Llegamos al puerto, y pude observar todos los enormes barco atracados en el muelle, y la diminutas barquitas comparadas con dichas naves.
Me asombraba ver tantas diversidad de cosas. Todas las personas eran diferente, y lo eran incluso los barcos allí atracados.

Jacob me guió por el muelle, y me intenté quedar hasta con el crujido de la madera bajo nuestros pies. Todo era un nuevo mundo para mí, y daba la sensación de que jamás lo descubriría del todo.
Nos acercamos a un barco inmenso, imponente, recortado contra el cielo del atardecer. Sus velas estaba abombadas a causa del viento, y se balanceaba con firmeza sobre el agua, como si se tratara de tierra firme. Sentí una extraña punzada de añoranza en el corazón al observarlo.

- Estás frente al barco de la Princesa de los Mares.

"Princesa de los Mares."
Era un nombre que imponía respeto, al menos a mí. Parecía propio de alguien importante.

- ¿Qué es la Princesa de los Mares?

- La Princesa de los Mares es una mujer que lleva en sus venas Sangre Marina. Es una pirata encargada de la justicia, libre, que no está bajo la ley. Todo el mundo conoce la Sangre Marina. -hizo una pausa, en la que se giró para mirarme. -Hay varios Reyes, Reinas, Princesas y Príncipes de los Mares, al menos una pareja de cada tipo por continente. Bueno, mejor dicho, al menos dos. Cuando los Reyes de los Mares mueren, el Príncipe y la Princesa de los Mares del mismo continente adquiere su cargo.

Parecían casi tan importantes como los propios reyes de los continentes, a juzgar por esos nombres y por la... Sangre Marina.

- Y este es el barco de la Princesa de los Mares del continente europeo. -completó Jacob.

Tragué saliva, y volví a observar la embarcación. Hasta ese trozo de madera imponía respeto. Bueno, trozo de madera...

Jacob echó a correr hacia la rampa que llegaba hasta le barco, y yo me quedé paralizada.

- ¡Jacob, vuelve aquí! ¡Qué haces! -exclamé, poniéndome nerviosa.

Estaba claro que eran personas realmente importantes, y estaba segura de que habría alguien vigilando el barco las veinticuatro horas del día, como pasaba con los barcos de los reyes. Y lo que Jacob estaba haciendo, podía ser peligroso. ¿Y si le cogían preso por esta infracción?

- Voy a meterme en el barco de la Princesa de los Mares. Y tú vas a venir conmigo. -respondió, como si nada.

Miré hacia los lados, más nerviosa que antes, deseando mentalmente que Jacob reculara y volviera a mi lado, y que no estuvieran los tripulantes observándonos.

Cuando se acercó a mí, creí que se lo había pensado mejor, y suspiré de alivio. Pero me volví a poner nerviosa en cuanto agarró mi mano y tiró de mí hacia la rampa de madera. Él empezó a subir la rampa, y yo no pude contenerme.

- Jacob, nos pueden ver, y no creo que el castigo sea bueno.

- ¿Crees de verdad que te van a castigar por entrar en tu propio barco? -inquirió de pronto, con una media sonrisa.

Me quedé paralizada, y boquiabierta.

- ¿Qué?

- Tú eres la Princesa de los Mares. -sentenció.

Oí el latido nervioso de mi corazón, y sentí que me fallaban las piernas.

- Es broma, ¿no?

Jacob se limitó a sacudir la cabeza, sin perder la sonrisa. Después, tiró de mí hacia arriba, y acabé accediendo, aunque sin poder creerme aquello.

¿Yo? ¿La Princesa de los Mares? ¿Sería eso una pista de que en realidad todo aquello era mentira, y que Jacob y Dan se estaban inventando mi vida?

Me daba vueltas la cabeza, por todo. ¿Cómo podía ser eso cierto? ¿Cómo podía ser ese barco mío?

Jacob abrió la puerta de la barandilla, y entramos. Cuando pisé la cubierta de mi supuesto barco, sentí un escalofrío. Un escalofrío que me puso la piel de gallina, y me erizó el vello de la nuca. Pero ese escalofrío no era un simple escalofrío, sino un torbellino de miles de sentimientos que no pude ni descifrar.

Solté la mano de Jacob, y observé toda la superficie que se extendía ante mí, y que supuestamente era la cubierta de mi barco. Jacob se quedó al lado de la entrada, mientras yo daba pasos inseguros sobre la madera, hacia la barandilla opuesta de donde estábamos.

Cuando llegué, pasé la punta de los dedos sobre la barnizada madera, y cerré los ojos justo en el momento en que una sensación extraña me inundaba.

Cañonazos. Fuego. Sangre. Gritos de furia, pero también gritos de dolor. Espadas. Metales entrechocando. Metales atravesando carne. Golpes sobre la madera. Más cañonazos. Más gritos. Humo, ceniza. Y otro barco hundiéndose frente al nuestro. Yo. Yo agarrándome a la barandilla. Yo sintiendo el impulso de tirarme al mar, para ir hacia el barco que se hundía. Yo agarrando la barandilla. Yo sintiendo el suave barniz bajo la palma de mis manos, y finalmente, yo impulsándome hacia el mar. Frío. Hielo. 

Abrí los ojos justo cuando sentía un frío helador, y contuve el aliento. Me llevé la mano al pecho, agitada y nerviosa por lo que acaba de ocurrir en mi mente.

- Eh, ¿estás bien?

- Sí, sí... tranquilo. -contesté a duras penas.

Supuse que simplemente me lo había imaginado porque Jacob me acababa de decir que era la Princesa de los Mares y que era un pirata que buscaba la justicia. Así que mi mente había decidido imaginarse una escenita que tuviera que ver con barcos, mar y espadas. Y piratas, al parecer.

Pero de pronto, un vocecita habló.

"También has sentido algo parecido mientras te bañabas. ¿Por qué?"

Sentí la mano de Jacob sobre mi hombro, y eso me hizo volver a la realidad.

- Perdona. -me disculpé.

Sacudí la cabeza a la vez que cogía aire. Mi mirada se centró en un pequeño camarote que se encontraba justo detrás del timón, en una especie de tercer piso, por decirlo así.

- ¿Qué hay ahí?

- Tú lo deberías saber mejor que yo, ya que es tu camarote.

Le miré, sorprendida. Y seguidamente, caminé hacia dicho camarote. Agarré el picaporte, pero me derrumbé al ver que no se abría.
Me giré, para comunicárselo a Jacob, desazonada. Pero cuando me giré del todo, me encontré a Jacob con una media sonrisa y una llave de metal oxidada colgando de su mano.

- Creo que buscas esto.

- Es... es probable. -contesté en sun susurro.

Me tendió la llave, y nada más tocar el metal oxidado de aquella llave, otro torbellino de sentimientos me inundó, pero esta vez no apareció nada en mi mente. O al menos, nada de demasiada importancia.
Metí la pieza metálica en la cerradura de la puerta, y sentí una inmensa alegría en cuanto la puerta se abrió.

La luz del atardecer inundó todo lo que había dentro; una mesa con numerosos planos y sacos de dinero, un armario que debía contener ropa, un catre, y un oxidado espejo colgado de la pared.

No sabía por qué, pero sentí algo en mi interior. No debería haberme importado, dado que últimamente lo único que hacía era sentir y ver cosas que no conocía. Pero ese sentimiento era... por alguna razón, diferente. Algo latió en mi interior con intensidad, como tratando de salir al exterior, como tratando de emerger de unas inmensas profundidades. No sabía de qué se trataba, pero por alguna razón, me sentí... en paz. No sabría explicarlo. También sentí añoranza, y algo que me llamaba y me decía algo que no entendía.

Ojalá pudiera entenderlo algún día.

- ¿Esto era mío? -susurré, inmersa en la habitación.

- Todo. -contestó Jacob. -Bueno, salvo esos sacos de dinero y algunos mapas nuevos. Y la ropa que estoy seguro que hay en el armario. Salvo eso, todo es tuyo.

- ¿Y por qué todo salvo eso? -inquirí, dándome la vuelta hacia él.

- Digamos que después de ti, alguien tuvo este barco.

- ¿Quién? -pregunté.

- Dan y Elizabeth. -contestó Jacob, clavando sus ojos en los míos.

Volví el rostro y recorrí el camarote con la mirada. Era espacioso, y aún no podía creerme que fuera mío.

Di un paso hacia delante, temerosa, sin motivo alguno. Cogí aire, y tratando de despejar mi mente de esa extraña sensación que me había inundado, entré en el camarote. Me acerqué a la mesa, y recorrí la mesa con la punta de los dedos, extasiada. Observé los mapas que había sobre el escritorio, y el mundo me pareció demasiado grande.

Contemplé el catre, donde se suponía que yo dormía antes de todo esto. Después, caminé hacia el espejo, atraída por su marco dorado, y su cristal algo oxidado por el paso de los años. Observé mi reflejo en el espejo, y me acaricié un mechón de pelo algo ondulado. Tenía la piel pálida, y estaba bastante delgada. Seguidamente, rocé el marco dorado con la punta de los dedos, y otra sensación volvió a invadirme.

No sabía por qué, pero me entraron unas enormes ganas de echarme a llorar ahí mismo, delante del espejo. La voz de mi interior volvía a gritar, pero aún seguía sin entender lo que me decía. Fruncí los labios, y desvié la mirada, tratando de olvidar lo que acababa de sentir.

Me giré hacia Jacob, y esbocé una pequeña sonrisa.

- Todo esto... es imposible que fuera mío.

- Es tuyo, Katherine. En presente. -me corrigió.

Sacudí la cabeza, y antes de cerrar la puerta del camarote, eché un último vistazo. Y después de aquello, Jacob y yo nos sentamos en la proa, y observamos otra increíble puesta de sol. Y después, contemplamos la estrellas. ¿Qué más podía pedir?

- Una de tus cosas favoritas eran las puestas de sol y las estrellas. De hecho, si alguna vez me he parado a observar alguno de estos increíbles fenómenos, ha sido por ti. Tú querías que los viera contigo. Y después, cuando te marchaste, los veía yo solo para recordarte.

Estábamos sentados en la cubierta, apoyados en la barandilla de madera, y observando el cielo y el horizonte.

Una suave brisa nocturna nos envolvía, pero no teníamos frío. El ruido del mar era lo único que podíamos oír, aparte de los crujidos de la madera que producían los marineros al caminar sobre el muelle.

También oímos unas risas, y me giré para ver de quién se trataba; una pareja atravesaba el puerto, riendo, dados de la mano. Parecían jóvenes y... felices.
Volví la cabeza al frente justo en el momento en que ambos se empezaban a quitar la ropa para tirarse al agua.

- Me gustaría poder volver a ser yo misma. Me gustaría recordarlo todo, para saber por qué actuaba de una manera u otra. -susurré, retorciéndome las manos.

- Eso no es imposible, Katherine. Te aseguro que tarde o temprano, todo volverá a ser como antes. Y todos seguiremos aquí, a tu lado, esperándote.

Nos quedamos en silencio durante unos segundos, pero seguidamente, Jacob continuó hablando.

- No tienes que tener miedo, Katherine. Yo... te prometo que yo estaré siempre a tu lado, que jamás me alejaré de ti. Además, seguro que no soy el único que pretende esperarte aquí.

Suspiré, y cerré los ojos durante unos instantes, procesando sus palabras. Volví a abrirlos, y me atreví a mirarle.
Sus ojos verdes relucían con la luz plateada de la luna y las estrellas, y me quedé paralizada. Contuve el aliento justo en el momento en que Jacob alzaba una mano, y la colocaba en mi mejilla. Sentí la calidez de sus dedos sobre mi piel, y sus ojos me absorbían cada vez más y más.

- Te lo prometo. -hizo una pequeña pausa. -Kathy.

Mi corazón iba a mil por hora, y se aceleró aún más en cuanto Jacob comenzó a inclinarse hacia mí. Cerré los ojos con lentitud, justo cuando sus labios rozaron los míos en un dulce y suave beso.

Una corriente eléctrica me recorrió de arriba abajo, pero desapareció en cuanto Jacob se alejó ligeramente de mí.
Sus ojos penetraron en los míos, y yo ni siquiera supe qué hacer, porque estaba totalmente paralizada.

- Y así es como cierro mi promesa. -susurró, bajo las estrellas y la luna, que nos observaban desde la lejanía, siendo testigos de aquella dulce promesa.


lunes, 8 de abril de 2013

DDM: Capítulo 69

¡Hola! ^^

Aquí os traigo el capítulo 69, ya sé que he tardado bastante... Espero que no os importe mucho ;) Bueno, espero que os guste, como siempre os digo. Muchísimas gracias por todo, aunque los agradecimientos los dejo para otro momento más especial. :)

¿Qué pasará con Katherine? :3





Después de aquello, Jacob me secó las lágrimas, y me dedicó una de sus mejores sonrisas, mientras decía:

- Lo importante es que tú estás aquí. Conmigo.

Y seguidamente, nos limitamos a observar la puesta de sol, en silencio, juntos. Sentí la necesidad de ofrecerle mi apoyo, de demostrárselo de alguna manera, porque sabía que a pesar de todo, le dolía. Dijera lo que dijera. Así que sin decir nada, descansé la cabeza en su hombro, y él sonrió dulcemente.

Y después, simplemente esperamos. Esperamos a que el sol se ocultase del todo, a que la explosión de colores desapareciese del todo, dejando paso al cielo oscuro de la noche.

- Espera, aún no ha terminado lo que te quería enseñar. -susurró.

La noche estaba medianamente despejada, y las nubes que había eran muy pequeñas y borrosas. Con lo cual, dejaban ver a la perfección... las estrellas.
Jacob se giró hacia mí con una sonrisa, y yo no podía despegar la mirada de las estrellas. Millones de puntitos luminosos recortados contra el oscuro cielo nocturno, con la luna como capitán de su enorme ejército.

- Túmbate. -ordenó con suavidad.

Sus ojos estaban clavados en los míos, y sonreía levemente.

- Para ver mejor las estrellas. -aclaró, ampliando la sonrisa.

Y eso hice. Ambos nos tumbamos sobre la hierba, y observamos las estrellas, como si fuera lo mejor de este mundo. Y posiblemente lo fuera. Hacía algo de frío, pero por el momento, lo podía aguantar.
De pronto, contuve el aliento, en cuanto sentí sus dedos rozando los míos. Entrelazó su mano con la mía, y giré el rostro hacia él, para mirarle. Jacob también me miraba a mí, y esbozó una dulce sonrisa.

- ¿Alguna vez antes había visto las estrellas...? -pregunté en voz baja.

Sólo se oía el murmullo que producía el viento al agitar las hojas de los pocos árboles que teníamos a un lado, y también el susurro del oleaje, a nuestros pies, chocando con las rocas de aquel bajo monte.

- Sí. Muchísimas veces. -contestó Jacob.

Se movió, hasta tumbarse de lado, para verme mejor. Apoyó el codo en el suelo, y dejó caer su cabeza sobre su mano. Tenía una leve sonrisa, mientras sus ojos recorrían todo mi rostro, y se posaban finalmente en mis ojos.

- De hecho, la primera vez que me dejaste besarte en el viaje que tuvimos que empezar juntos, lo hice bajo las estrellas. En un bosque. -añadió Jacob, sin apartar la mirada. -Y bueno, no sólo fue un beso. Digamos que el beso fue a más. Mucho más.

- Espera... -murmuré. -¿Quieres decir que tú y yo...?

La idea estaba en mi mente. Y en cuanto vi que la sonrisa de Jacob se ensanchaba por segundos, y parecía cada vez más divertida, supe que estaba en lo cierto. Y entonces sentí el rubor extendiéndose por mi rostro, y por todo mi cuerpo.

Me encogí sobre mí misma con lentitud y disimulo, y me tapé el rostro con una mano, a la vez que soltaba una carcajada algo nerviosa.

- No lo dirás en serio... -reí, nerviosa.

Saber que Jacob y yo... saber que Jacob me vio... El simple hecho de pensarlo hizo que el calor me invadiera.

- Me temo que he de decirte que... sí, es en serio. -sonrió dulcemente.

Sacudí la cabeza, y fruncí los labios, para tratar de tranquilizarme. Parecía tan irreal... No podía ser cierto, eso que me decía no podía ser mi vida. La idea ocupaba toda mi mente: Jacob y yo solos en un bosque, por la noche, bajo las estrellas. Un beso. Y después...
Tal vez sentía algo de tristeza. Porque pensar en eso, pensar que eso ocurrió, y en ese momento tenerle a mi lado y que no fuera más que un extraño para mí... dolía.

- ¿Cómo...? -comencé a preguntar, pero mi mente estaba demasiado revuelta como para formular la pregunta con claridad.

- ¿Quieres saber cómo fue? -completó Jacob, riendo.

- Oh, Dios, ¡no! -resoplé, sin poder evitar reír. -Quería decir que cómo es que no lo recuerdo...

- Oh, eso no es problema para mí...

Y enseguida le di un suave golpe en el pecho, para evitar que terminara esa frase. Se rió, divertido.
El rubor se extendió por todo mi cuerpo con tan sólo pensar en lo que Jacob había estado a punto de decir. Y no ayudaba nada su sonrisa arrogante ni su tono burlón. Sostuve su mirada, mientras empezaba a sonreír, a punto de reír por su respuesta.

Sacudí la cabeza, y volví a posar la vista sobre el cielo coronado por la luna y las estrellas. Su luz plateada bañaba nuestro alrededor, y le confería a todo un aspecto fantasmagórico.
Agradecía que Jacob hiciera ese tipo de bromas, tal vez porque me ayudaban a relajarme y a dejar de pensar en todo lo que probablemente mi mente había borrado de mi vida. Pero su voz, aunque fueran bromas, llevaban un ligero punto de seriedad y verdad... Pero, ¿cómo no lo iban a hacerlo, si me había dicho que seguía amándome? Y tan sólo pensar en que él seguía amándome, y en que hubo un tiempo en que yo le amé a él... Me hizo replantearle la pregunta que había intentado hacerle hacía unos segundos, cuando él había bromeado sobre volver a yacer conmigo.

- Quería decir... que dónde está.

De pronto, mis ojos se humedecieron, e intenté dejarlo pasar, para no obcecarme en que probablemente, me pondría a llorar.

- ¿El qué, Katherine? -inquirió.

- Todo lo que he vivido. Dónde está toda mi vida. -completé, mientras me temblaba el labio inferior.

Jacob se incorporó con rapidez al ver mis ojos húmedos, y me obligó a incorporarme a mí también. Estábamos sentados, con la negrura rodeándonos, con el sonido del mar, con el viento envolviéndonos. Enmarcó mi rostro con ambas manos, y me secó las lágrimas con los pulgares.

- No... no llores... -me pidió. -No lo hagas.

- No puedo, Jacob, no puedo...

Jacob me apartó el pelo del rostro, y volvió a colocar su mano en mi mejilla.

- Yo sé dónde está. Yo sé dónde está tu vida, y dónde están todos tus recuerdos. -susurró.

Le miré fijamente, mientras mi labio inferior temblaba. Apoyó el dedo índice sobre mi piel, sobre mi pecho, en el lugar donde se encuentra el corazón.

- Están aquí. Están en tu corazón. Todos ellos. -hizo una pausa, en la que se humedeció los labios. -Yo sé que siguen ahí. Sé que no has olvidado nada.

Negué con la cabeza, y él asintió, para hacerme entrar en razón.

- Yo sé que es mentira. Que no has olvidado nada. Que todos tus recuerdos están en tu corazón, y apuesto lo que quieras a que también están en alguna parte de tu mente. Sólo tienes que buscarlos.

- He buscado. -susurré. -He buscado miles de veces. Me he pasado noches enteras intentando encajar lo que tú me contabas, intentando buscar algo que me hiciera recordar todo aquello. Lo he buscado todo de manera incansable, pero no hay nada. No me queda nada.

- Es por eso por lo que comencé a relatarte tu propia vida. -me interrumpió Jacob. -Porque, a pesar de todo, te necesitaba de vuelta. Necesitaba que recordaras quién eras, y qué habías vivido. Necesitaba intentar traerte de vuelta, necesitaba despertar esos recuerdos. Porque sé que no han desaparecido. Algo tan grande como lo que sentimos el uno por el otro, algo tan grande como todo lo que has sentido a lo largo de toda tu vida, no desaparece así sin más. No puede desaparecer.

- ¿Y si resulta que ha desaparecido? ¿Que ya no existe? ¿Que ya no hay nada que hacer?

- La idea de empezar una nueva vida no es mala. Para nada.

- Pero yo... yo... me angustia la idea de saber que tuve una vida. Que me llevaba bien con unas personas, tal vez mal con otras, que tuve unos padres... Que me enamoré. Me angustia saber que todo eso existió, si es verdad lo que me dices, y que ahora ya no esté.

- No tengo por qué mentirte. No entiendo por qué querría yo mentirte sobre tu vida. -hizo una pausa, en la que suspiró. -Puedes volver a tener buena relación con unas personas, y llevarte mal con otras. Puedes volver a enamorarte.

Y en cuanto pronunció esa última frase, acercó aún más su rostro al mío. Nuestras frentes casi se tocaban. Y sabía lo que estaba insinuando, sabía a qué se refería. Mis músculos se tensaron, y mi corazón se aceleró con el simple hecho de tenerle tan cerca. No sabía exactamente qué sentía.

- Pero, y si no me enamoro de la misma forma que antes. Y si no me enamoro de la misma persona. -se me quebró la voz, y me tembló el labio inferior.

Jacob suspiró abatido, y bajó la mirada.

- Eso da igual. Lo que de verdad debería importarte es si serás feliz o no enamorándote de unos u otros. Si... si lo decías por mí... No debes preocuparte. -esbozó una sonrisa un tanto forzada. -Ya te he dicho que me basta con tenerte cerca... Y prefiero infinitas veces más que seas tú feliz, a que intentes hacerme feliz a mí, si eso conlleva tu miseria.

Bajé la mirada, tratando de obligarme a asentir. Su dedo pulgar acarició mi mejilla, y mis labios, mientras los ojos verdes de Jacob se clavaban en los míos.

- Nada importa, Katherine. Todo se arreglará. Y si no, es porque vendrá algo mejor. -susurró Jacob, justo antes de envolverme entre sus brazos, en un cálido abrazo.

Cerré los ojos, y me apoyé en su hombro, agradeciendo el abrazo y su calor. Apenas nos conocíamos. Y me extrañaba que me dejara abrazar por él, me extrañaba que yo me riera de sus bromas, que le dejara tratarme tan bien. Pero había algo... algo en mi interior que me lo permitía. Y sólo me pasaba con Dan y con Jacob.

Y no sabía por qué. No sabía a qué venía este rápido vínculo y esta confianza.

- Vamos, hace frío. Y seguro que Dan me arranca el cuello en cuanto llegue y me vea contigo.

- ¿Por qué te iba a matar?

Era una pregunta realmente estúpida viniendo de mí, y más habiendo escuchado su discusión sobre mí.

- Eso es lo que suelen hacer los jóvenes que se fijan en la misma persona. -posó sus verdes ojos sobre mí, y vi otra vez el amor que irradiaban. Me extrañó no ver ira. -Te prometo que te llevaré más noches a ver las estrellas.

Asentí, y me obligué a dedicarle una sonrisa. Se separó de mí, y me ayudó a levantarme. Eché un último vistazo a las estrellas, y deseé poder quedarme allí tendida, iluminaba por su luz, siendo yo misma, habiendo recuperado mi vida...

¿Podrá eso ocurrir? ¿Llegará el día en que pueda decir quién soy, sin dudar de mis apellido o mi propia edad?

Ojalá.


***

(Jacob)



Caminamos en silencio hacia la posada, y al ser de noche, no pude evitar pasarle un brazo por los hombros, en un ademán protector. Quería que la posible gente que hubiera en la calle, viera que Katherine no estaba sola. Que yo estaba a su lado, y que si querían tocarla, antes tenían que enfrentarse a mí. Por si acaso. Porque no quería que volvieran a intentar darle una paliza, la verdad.

Ella pareció agradecerlo, pero más que por miedo a que pudiera pasarle algo, por el frío que tenía. Ninguno de los dos dijo nada en todo el trayecto, y ni cuando llegamos a la posada la solté.

Katherine estaba algo cansada, así que se apoyó en mí, y ya sí que no la solté. La conduje por las escaleras de madera y por los pasillos, y fue entonces cuando vi a Dan apoyado en la pared, moviéndose con intranquilidad.

- ¿Te parece normal? -exclamó al verme. -¿Te parece normal?

Katherine se despejó levemente, y se estiró, separándose ligeramente de mí. Había clavado sus ojos en los de Dan, y sentí una punzada de... celos y envidia.

- ¿Qué? -inquirí.

- ¡Eso! -exclamó, señalándonos.

- Creo que te estás equivocando, Dan. No sé en qué estás pensando, pero no es lo que ha pasado. La he llevado a ver la puesta de sol y las estrellas. Solamente eso. Ahora, si me disculpas, voy a meterla en la cama. Es tarde, y necesita descansar.

Me giré con ella, a punto de abrir la puerta de su habitación, pero la voz de Dan me frenó.

- No sé si fiarme de ti, y dejarte solo con ella en esa habitación. -rebatió Dan.

- ¿Qué insinuas? -contesté, girándome lentamente hacia él.

- Ambos conocemos tu pasado, Jacob. Sí, ese en el que eras tan caballeroso de estar con todas las damas a la vez.

- ¿Y eso qué tiene que ver? -exclamé, furioso. -No sé si es esto a lo que te refieres, pero jamás en mi vida me he aprovechado de una joven, para tu información. Y Katherine jamás será la excepción.

Apreté las mandíbulas. ¿Acaso creía que yo iba por la calle y me aprovechaba de cualquiera?

- Siento que te moleste el hecho de que yo pudiera estar con cualquier dama que quisiera. Pero eso es una cosa, y otra muy distinta creer que me aprovechaba de ellas o que lo hacía en contra de su voluntad. ¡Por Dios, Dan!

- Te estoy advirtiendo, Jacob. Qué se yo sobre lo que se te puede pasar por la cabeza. Quién sabe si de pronto se te cruzan los cables y resulta que es Katherine la que está cerca.

Katherine parpadeaba algo confusa, sin saber muy bien si decir algo o no. Y no me extrañaba que estuviera confusa.

- Mira, Dan. A estas alturas, deberías tener claro que a Katherine jamás se me ocurriría tocarla. -"No soy tan imbécil de herir y de hacer daño a los que quiero." -Jamás se me ocurriría aprovecharme de su vulnerabilidad y de lo que pueda sentir o directamente de hacerlo en contra de su propia voluntad. ¿Crees de verdad que yo sería capaz de hacerlo? Venga, buenas noches.

- Oh, tranquilo, ya me las darás en cuanto salgas de la habitación, que yo te puedo esperar aquí. -Dan se cruzó de brazos, burlón y desafiante.

¿De verdad creía que sería capaz de hacerla daño? Tal vez... tal vez lo hiciera inconscientemente, quizá volvería a portarme como un imbécil, pero jamás la heriría siendo consciente de ello. Porque no quería arriesgarme a perder lo único que me quedaba en la vida,

- Dan, tranquilo. -murmuró Katherine.

En cuanto oímos su voz, los dos rompimos el contacto visual y nos centramos en ella. Odié el hecho de que Dan la estuviera mirando.

- No me va a hacer nada. Confía en él. Y en mí.

Su voz no era muy alta, pero lo suficiente para que Dan la escuchara y acabara asintiendo.

- Está bien. -susurró.

Caminó hacia nosotros, concretamente hacia ella, y le dio un suave beso en la mejilla.

"Tranquilo. Tranquilo. Tranquilo."

- Buenas noches. -le susurró con una sonrisa.

Katherine sonrió, y asintió, emitiendo un débil "Igualmente". Tenía que calmarme. Dan se irguió, y al darse la vuelta, me dirigió una mirada desafiante. Y no me molesté en ocultar mi envidia. Ni mi rabia. Ni nada.

Seguidamente, rompí el contacto visual, y agarré a Katherine por el codo, empujándola con suavidad dentro de la habitación, una vez abierta. Cerré dicha puerta, acompañado de un resoplido de furia. Me giré hacia Katherine, y vi que se estaba quitando el chaquetón que le había dado.

Ella también se giró hacia mí, y me sonrió con dulzura. Mi corazón se aceleró, y no pude evitar mirarla de arriba abajo. Como siempre hacía, sin poder evitarlo.

Esa Katherine parecía más vulnerable, parecía más frágil. Tenía un aspecto demacrado, y sus ojos no estaban tan llenos de emociones como antes. Pero sabía que eso cambiaría. Que dentro de poco, volverían a brillar como antes, porque Katherine recordaría todo.

- Gracias por lo de hoy, Jacob. De verdad. -susurró.

Me acerqué a ella, y se quedó quieta, esperando. Coloqué una mano en su nuca, y después de sonreírle, deposité un corto y suave beso en su frente.

- Buenas noches, Katherine.

Ella rodeó mi cintura con sus brazos, en un abrazo, y apoyó unos segundos su cabeza en mi pecho.

- Buenas noches, Jacob.

Alzó su mirada hacia mí, con una sonrisa, y sentí unas enormes ganas de poder despedirla con un beso. Pero pude contener ese deseo. Le aparté unos mechones de pelo de la cara, y esbocé una media sonrisa.

- Nos vemos mañana. -murmuré.

Y me giré, apretando las mandíbulas, odiando tener que dejarla atrás. Salí de la habitación  obligándome a mí mismo a no mirarla, para no aumentar el deseo de volver hacia atrás y besarla.

- Vaya, qué pronto has salido. Eres rápido.

Dan estaba delante de mí, con los brazos cruzados. Yo solté una carcajada.

- Dios, Dan, ¿aún sigues aquí? Vete a dormir, anda. -contesté, decidido a apartarle de mi camino.

- Voy en serio con mis advertencias. -dijo Dan, cuando yo estaba a unos metros de él.

Me paré en seco, y me gire hacia él.

- ¿Qué advertencias? -me burlé de él.

- Las de que si le haces daño, te juro que te mataré con mis propias manos. -contestó con frialdad.

- ¿Desde cuando te crees con el suficiente derecho para decirme a mí esto, que he pasado más tiempo junto a Katherine que tú? ¿Desde cuando?

- Desde que nos vimos la primera vez. Desde aquella vez en que intentaste besar a Katherine en la cubierta, cuando sabías que eso le haría daño, cuando sabías que habías sido un estúpido con ella.

- Ah, hablas de esa noche en la que tú también intentaste besarla, ¿no? -solté, cansado de Dan.

- Exacto, ¿pero sabes cuál es la diferencia? Que yo no la había roto el corazón en ningún momento, y, ¿adivina quién sí? Tú, Jacob.

- Eso es algo entre Katherine y yo, algo que por cierto, ya arreglamos. Y por esa razón, Katherine y yo estábamos juntos, ¿sabes? Era por eso por lo que podía besarla, y por lo que podía compartir cama con ella. No porque la obligara a hacerlo, como debes creer tú.

- Ahórrate los detalles. Me da igual lo que fuerais. El caso es que ahora ya no sois pareja, ni nada parecido. Y ahora tengo la oportunidad de impedir que puedas hacerla daño, o algo por el estilo.

- O igual ya es tarde.

- ¿A qué te refieres? -inquirió.

- Igual yo ya... la he tocado. He tardado poco, pero como tú dices, soy rápido.

Y seguidamente, abrí la puerta de mi habitación. Dan caminó hacia mí furioso.
No estaba mal burlarme un poco de aquel paranoico Dan... ¿Por qué no? Sólo iba a divertirme, tampoco me iba a portar muy mal.

- ¡Qué has hecho, Jacob!

Antes de cerrar la puerta, le dediqué una media sonrisa burlona, acompañado de un:

- Te dejo que lo imagines tú en tu habitación, mientras duermes. Buenas noches, Dan.

Y cerré la puerta, no sin antes oír un insulto.



lunes, 1 de abril de 2013

¡Premios!



¡Hola, lectores!

Siento deciros que esta entrada no es el capítulo 69... Pero tranquilos, prometo que el 69 vendrá dentro de muy poco, teniendo en cuenta que ya está escrito... :)

Lo que quería deciros es que Diario del Mar ha tenido la inmensa suerte de haber sido nominado a este premio...





¡Por tres blogs diferentes!

                                                                 Hijos de Agua y Fuego

                                                             En una Familia del Capitolio

                                                                   Amores en Páginas




Pero vayamos por partes...

Las reglas son muy sencillas:
¿Qué tengo que hacer si me han nominado a este premio?

1) Nombrar y agradecer a la persona que te nominó.
2) Responder a las once preguntas que te formulan.
3) Enumerar once cosas sobre ti.
4) Conceder el premio a once blogs con menos de 200 seguidores.
5) Formular once preguntas para que te respondan los blogs a los que les concedes el premio.
6) Visitar los blogs que hayan sido premiados junto con el tuyo.
7) Informar a los blogs de su premio.


Estoy muy agradecida, no sabéis cuanto, de haber sido nominada a este premio por tres blogs totalmente increíbles. ¡Es irreal! Y más sabiendo que no son los únicos premios a los que me han nominado a lo largo de este tiempo que llevo con Diario del Mar, y aún sigo sin creérmelo...

(Como me han nominado tres blogs, voy uno por uno)


Hijos de Agua y Fuego, de Julia M. (Pincha en el enlace para visitar su increíble y original historia) 

MIS RESPUESTAS:

1) ¿Por qué creaste el blog y qué ha sido lo mejor de él?

Desde siempre me ha gustado escribir, y un día, gracias a que una amiga (carolpiscis1803, ahora DreamHunter18) se creó un blog, decidí hacerlo yo también. ¿Por qué? Porque quería compartir esta historia, Diario del Mar, (una de las muchas que tengo...) para saber si a alguien le gustaba lo que leía. Para saber si lo que escribía, merecía la pena. Lo mejor, sin duda, ha sido ver que sí que hay gente a la que le gusta la historia, ver cómo me han apoyado y me siguen apoyando para que siga, y haber conocido a unas personas increíbles que me han ayudado mucho a seguir adelante.

2) Tu mayor pasión:

Escribir. Escribir, sin duda. También adoro leer y dibujar, pero escribir es lo primero de mi lista.

3) Último libro que has leído que: te haya hecho reflexionar, te haya gustado mucho, te haya hecho reír y te haya hecho llorar. (puede ser un mismo libro para todos; o uno para cada apartado)

- Que me haya hecho reflexionar: Bajo la misma estrella, de John Green.

- Que me haya gustado mucho: Despierta y Tan cerca, las dos primeras partes de la trilogía "Across the Universe" (y no menciono la tercera porque aún no la he leído, ya que aún no está en España).

- Que me haya hecho reír: No sabría decir uno concreto, creo que en la mayoría de los que he leído había partes que me han hecho reír.

- Que me haya hecho llorar: Bajo la misma estrella.

4) ¿Cuál es tu película favorita?

Cada vez que veo una película buena, se convierte en mi película favorita, la verdad... Así que puedo decir que ahora, es Todos los días de mi vida. (Aunque para ser sincera, desde pequeña, mi película favorita ha sido Spirit, el corcel indomable...)

5) ¿Tu plan perfecto para la tarde de un sábado?

Leer todo lo que pueda, y luego, escribir mientras escucho música. Ese es mi plan perfecto.

6) El mejor recuerdo de tu infancia:

Tengo la suerte de decir que todo lo que recuerdo de mi infancia, para mí, es lo mejor. No tengo ningún recuerdo determinado que me parezca mejor que otros.

7) ¿Por qué empezaste a escribir?

Porque descubrí que me gustaba hacerlo, que me relajaba, que me ayudaba a olvidarme de todo. Descubrí que plasmar mis ideas en un papel era mi pasión.

8) ¿Qué es lo mejor de leer?

Poder vivir infinidad de historias, con sus respectivas sensaciones y sentimientos, que, desgraciadamente, es probable que en la realidad no puedas vivir. Poder viajar a sitios increíbles sin salir de tu habitación. Poder ver el mundo desde diferentes puntos de vistas. No hay nada que sea "lo mejor de leer"; leer es lo mejor, directamente. Por todo lo que puedes hacer, sentir y vivir con un solo libro.

9) Lo que más te gusta de ti y lo que menos:

(No sé si tengo que responder en función de lo físico o lo psíquico, así que contesto a ambas) 
Lo que más me gusta de mí, físicamente, es el color de mis ojos (aunque sea la única persona, exceptuando a mi familia, que sepa de qué color son); no, no os imaginéis unos ojos azules, o algo que se vea a la legua. Es una mezcla de verde, marrón y algo azulado/grisáceo, que se ve más con luz. Pero a mí me gusta. Y también me gusta mucho mi altura :3. Psíquicamente... supongo que me gusta el hecho de que tengo algo de imaginación. Aunque no sea mucha.
Y lo que menos me gusta de mí... supongo que toda la gente tiene algún complejo, ¿no? :) Y psíquicamente, estoy contenta con cómo soy, la verdad... Y ya no me extiendo más en esta respuesta JAJAJAJA.

10) ¿Quién es tu cantante/grupo musical favorito?

TAYLOR ALISON SWIFT.

11) ¿Algún sueño pendiente, planes para el futuro...?

Ver algún día, alguno de mis relatos publicado, creo que ese es mi sueño principal. Terminar mis estudios bien, y poder estudiar medicina :') Viajar a los lugares que quiero, y disfrutar, simplemente.
Y no falta poder ir a un concierto de Taylor Swift. Tenía que decirlo.



En Una Familia del Capitolio, de Criskti. (pincha en el enlace para visitar su maravillosa historia, un fanfic de los Juegos del Hambre, relacionado con el capitolio)

MIS RESPUESTAS:

1) ¿Te afecta lo que los demás digan de ti?

Hay algunas cosas (muy pocas...) que me son indiferentes, la verdad, pero sí suele afectarme lo que digan de mí. Y sé que en verdad, no tendría que hacerlo.

2) ¿Cuál es tu canción favorita?

¿"Todas las de Taylor Swift" vale como una? No puedo elegir, la verdad. Sparks Fly es una canción que siempre escucho, Enchanted, Fearless, All Too Well, Firefly, Your Face, All Night Diner... jo, es que no puedo elegir. :(

3) ¿Tienes sueños por cumplir?

Publicar un libro, al menos.

4) ¿Qué te inspiró para crear el blog?

Alguna vez lo había llegado a pensar, porque siempre he querido saber si a la gente le gustaría lo que escribo. Y un día, una amiga se creó uno, y gracias a eso, me decidí yo también a hacerlo, finalmente.
Crear el blog simplemente fue para compartir con la gente una de mis historias, y para ver si merecía la pena lo que escribía.

5) ¿Cuál es tu libro favorito?

Otra pregunta muy parecida a la de tu canción favorita, la verdad. Me he leído muchísimos libros que me han encantado, y no sabría decir simplemente uno... Bajo la misma estrella, la trilogía de Los Juegos del Hambre, y la trilogía de Across The Universe (técnicamente sólo los dos primero, pues el tercero aún no ha salido en España...) son algunos de mis favoritos.

6) ¿Qué buscas nuevo en tu vida?

Supongo que conocer mundo, y conocer más gente. Aunque la verdad es que no lo sé.

7) ¿Qué sensación sientes más a menudo?

Felicidad. Y a veces inseguridad.

8) ¿Tu vida ha cambiado desde que creaste el blog?

En el ámbito de la escritura, es probable que sí. Gracias al blog, he conocido a gente que me ha dado su opinión sobre lo que escribo, y que me apoya y me ayuda a seguir adelante. Eso es algo que me ha venido MUY bien, algo que necesitaba. De hecho, ése era mi propósito al crear el blog, así que estoy muy contenta.

9) ¿Cuál es tu animal favorito?

El caballo siempre ha sido mi animal favorito, y también lo ha sido el lobo.

10) ¿Cuántos novios has tenido? (Se me acaba la imaginación)

Seguro que si dejo en blanco esta pregunta, nadie se dará cuenta de ello JAJAJA
¿En serio es importante? ¿No? Pues eso, en blanco.

11) ¿Te gusta comer?

SÍ. SÍ. SÍ. *___*



Amores en Páginas, de Nicole Gomez. (Pincha en el enlace para visitar su increíble blog.)
               
MIS RESPUESTAS:

1) ¿Cuáles son tus 3 libros favoritos? ¿Y tus personajes favoritos de cada libro?

Divergente, la trilogía de Los Juegos del Hambre y la trilogía Across The Universe. (Dejémoslo en que las trilogías cuentan como uno.)

Divergente: Tobias y Tris, sin duda.

Los Juegos del Hambre: Katniss y Peeta.

Across The Universe: Elder y Amy.

2) ¿Por qué empezaste a escribir?

No hay ningún motivo especial, simplemente vi que escribir me encantaba; surgió, sin más. Me atraía escribir, me ponía de buen humor, y simplemente disfrutaba.

3) ¿Qué te motivó a leer?

¿Vale yo misma? No sé si hubo una razón determinada, pero el caso es que simplemente empecé a leer porque sí, desde muy pequeña. Supongo que porque salgo a mi madre, ya que a ella le encantaba y encanta leer.

4) ¿Hay algo o alguien que te inspire? ¿Qué o quién es?

Sí, mi familia. Y mis verdaderos amigos. Y supongo que en parte, a veces, yo misma.

5) ¿Noche o día, qué prefieres? ¿Por qué?

La verdad es que no tengo preferencia, pero tal vez la noche. Por el cielo nocturno, con las estrellas y la luna. Pero depende del momento, porque otras veces prefiero el día.

6) ¿Hay algo o alguien que extrañes? ¿Qué es?

A mi abuelo.

7) ¿Si pudieras cambiar algo del mundo, qué sería?

La maldad de muchas personas, la falsedad, y sin duda, la injusticia. En cuanto a la maldad de muchas personas... me refiero a criticar por criticar a la gente, a criticar sin saber, a hacerlo para hundir a la gente, a intentar hacer daño a los demás, a dejarles de lado por lo que son... Creo que esas son las principales cosas que cambiaría si pudiera. Pero hay muchas. Demasiadas. Y no puedo olvidar la guerra y el hambre, eso también lo cambiaría.

8) ¿Cuál es la frase de libro, de película, o de algo que más te ha gustado? ¿Por qué?

"People throw rocks at things that shine (and life makes love look hard)". Es una frase de una canción. Y me gusta por su significado, básicamente.
También tengo de libros y películas, pero ahora mismo no me acuerdo de ninguna... ._.

9) ¿Qué es lo mejor de tu vida?

Mi familia, y mis verdaderos amigos. Eso es lo mejor.

10) ¿Cuál es tu color favorito?

No tengo color favorito, la verdad, pero diría que el rojo. Y el azul.

11) ¿Cuál es tu lugar favorito?

Mi casa, la verdad (jajajaja). Bueno, en realidad, cualquier lugar donde esté mi familia.



En teoría, tendría que decir tres veces once cosas sobre mí, todas ellas distintas, y como creo que no soy tan interesante, espero que me dejéis hacerlo sólo una vez :)

ONCE COSAS SOBRE MÍ:

1. Me encanta llorar en la películas y en los libros. Sí. Mucho.
2. Me gustan las películas románticas, al igual que los momentos del mismo tipo en los libros.
3. Cuando leo, me paso horas seguidas.
4. Después de leer un libro que me ha gustado mucho, suelo molestar a todo el mundo fangirleando a su lado. :3
5. Me gusta mucho ir de compras. Lo admito.
6. Siento debilidad por los animales.
7. Soy muy afortunada por la familia que tengo. Y por la gente que de verdad me quiere.
8. Siempre me ha gustado dibujar.
9. Soy muy vaga. Tenía que decirlo.
10. Me encanta pasar el tiempo con mi familia, la verdad.
11. Me gustaría mucho estudiar medicina, y más aún en el extranjero.



MIS ONCE NOMINADOS:

1. BethKatil, de DreamHunter18 (carolpiscis1803)
2. Hijos de Agua y Fuego, de Julia M.
3. Primer Vasallaje de los Veinticinco, de DreamHunter18.
4. En Una Familia del Capitolio, de Criskti.
5. Los Juegos del Hambre, de Andrea Everdeen.
6. Quédate una noche más, de Jane.
7. Mi Pequeño Sinsajo
8. Solo Andrea, de Rea.

Em... Bueno, no son once. No me peguéis, por favor. Tengo el cerebro hecho papilla a estas alturas de la entrada, y es probable que se me olvide alguno. Si es así, lo iré añadiendo a la lista de nominados.



Y MIS ONCE PREGUNTAS PARA LOS NOMINADOS:

1) ¿Por qué creaste el blog?
2) ¿Cuál es tu sueño?
3) ¿Frío o calor? ¿Por qué?
4) ¿Cuándo empezaste a interesarte por la lectura?
5) ¿Cuándo empezaste a escribir? (Me refiero a historias. No a qué edad aprendiste a escribir. xD)
6) ¿Tienes película favorita?
7) ¿Cuál es tu cantante o grupo favorito?
8) ¿Qué te gusta leer en una historia?
9) ¿Último libro que te has leído?
10) ¿Libro y película que te hayan hecho llorar?
11) ¿Aficiones, pasiones?



Muchísimas gracias a estos tres blogs que me han nominado a este premio, es un ENORME honor para mí, pues los tres son blogs INCREÍBLES. Es irreal...

Y también aprovecho para agradecer a todos mis lectores, por seguir a mi lado después de 68 capítulos, por haberme apoyado, algunos desde el principio, otros a la mitad, pero todos habéis conseguido que siguiera hacia delante, y que continuara con esta pequeña historia, Diario del Mar, de la cual me estoy sintiendo muy orgullosa, y todo gracias a vosotros.


Un enorme besazo, y muchísimas gracias a todos. :)