Diario del Mar

"Me llamo Katherine Greenwood Wells, tengo dieciocho años. Nací en una cuna hecha de olas, mecida por el vaivén del maravilloso océano. El mar corre por mis venas. Mi madre se llamaba Anne Wells, y falleció cuando yo había cumplido seis años. Mi padre, Alfonso Greenwood, me enseñó todo lo que sé sobre el mar, pero por desgracia, desapareció hace dos años, sin dejar rastro. Y desde entonces, no he dejado de buscarle."




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domingo, 30 de septiembre de 2012

DDM: Capítulo 38

Hola a todos! ^^
Bueno, primero, daros las gracias por los que habéis leído esta historia hasta aquí, de verdad, sois un gran apoyo, y gracias a vosotros, sigo escribiendo Diario del Mar. Un beso para todos vosotros :)

Segundo; Una amiga, la escritora de Primer Vasallaje de los 25, ha creado otros blog, cuya idea me apasiona, en serio. Se llama Bethkatil. Os recomiendo leer este blog, de verdad. :)

Tercero; bueno, creo que debo avisaros de que... bueno, tampoco queda mucho para acabar este blog. Unos cuántos capítulos, que intentaré hacer lo más largos y entretenidos posibles, porque me da pena acabar esta historia... Y bueno, tenía pensado hacer otro blog, pero no de historias, simplemente hablando de sentimientos. Aunque es una vaga idea, algo que tengo en mente y que probablemente no haga jajajaj

Bueno, no os entretengo más, y os dejo con el capítulo :)





Por un momento creí que mi corazón se había parado. Creí que moría. No oía nada, tan sólo sonidos lejanos y distorsionados. ¿Estaba soñando? ¿Es esto real? ¿O es que morí nada más llegar a la isla, y esto es lo que me gustaría que hubiera pasado? Miles de preguntas, miles de sentimientos indescifrables. ¿Qué pasará? O mejor, ¿qué me pasa?

Cero respuestas, nada que me ayudase a entender lo que ocurría.

Pero había algo claro, y era que aquel esqueleto, era el cuerpo de mi padre.

Mis ojos ardían, al igual que mi garganta, a punto de echarme a llorar como nunca lo había hecho antes.  Los recuerdos atravesaban mi mente como lanzas puntiagudas, y no podía pararlos.



"- La niña más guapa del mundo tiene nombre y apellidos; Katherine Greenwood Wells. Como su madre."



"Mi padre me da la mano, y su contacto, cálido como siempre, me hace sentir mejor.  

- Tengo una sorpresa para ti. Ven, acompáñame. 

Yo sonrío, con los ojos iluminados, mirándole. No pierdo tiempo, y echo a correr tras de él, guiado por sus movimientos. Corremos entre la gente, sin importarnos sus comentarios desagradables. 

- Ya casi estamos, Kat. 

Yo asiento, y sigo corriendo detrás de mi padre, hasta que llegamos al puerto. Da un salto, y cae sobre el muelle donde tiene su barco atracado. El imponente e increíble Greenwood. 

- ¿Qué es? -susurro, curiosa. 

- La Princesa de los Mares no puede navegar en un simple bote, ¿no?

Yo reí, y negué con la cabeza, más impaciente que nunca.

- Bien, pues creo que...

- ¿Me vas a regalar un barco? -le interrumpo, gritando.

Le miro con los ojos muy abiertos, y él se ríe, sacudiendo la cabeza. 

- No, pequeña...

Me desilusiona tan rápido como me ilusioné. 

- Es algo mejor que eso. 

Entonces alzo la vista hacia él, con los ojos brillantes, y entonces él dice.

- Katherine, el Greenwood es tuyo. 

Entonces todo a mi alrededor se para. ¿Cómo reaccionar? No sabía. ¡El Greenwood era mío!
Pego un salto de alegría, y me abalanzo sobre mi padre, abrazándole con fuerza:

- Papá, ¡eres increíble!

Oigo su suave risa, mientras me envuelve con sus brazos. Yo cierro los ojos, aspirando el olor salino del mar. Abro ligeramente los ojos, mirando hacia el horizonte, aún abrazada a mi padre, y veo el color. Ese color tan importante para mí. Ese naranja llamado el color del anochecer. 
Una lágrima rueda por mi mejilla, mientras recuerdo el hermoso rostro de mi madre, muerta hace unos años. 

- Papá. 

- Dime. 

- Ya sé cómo se va a llamar. El barco. 

Noto que asiente, y entre sus brazos, con voz muy baja, susurro:

- Greenwood Wells. Por mamá. 

Yo ya tengo dieciséis años, y ya puedo decir que soy, oficialmente la Princesa de los Mares."


Una lágrima rodaba por mi mejilla, mientras yo estaba a cuatro patas sobre el suelo, sin fuerzas, sin nada donde agarrarme para no derrumbarme del todo.
Noté una mano sobre mis hombros, voces que gritaban mi nombre. Pero yo no respondía, porque no sabía cómo.

- ¡Katherine! ¡Katherine, por favor, responde!

Pero yo no iba a responder.
No por ahora.


Mi querido padre. Mi único apoyo en la vida desde que nací, el que me lo dio todo, el que me cuidó lo mejor que pudo. El que me hizo ser quien era.
Él.
Que ya no está. Ha abandonado este mundo, y parecía que hace bastante tiempo.

Mi mundo se derrumbó más aún de lo que estaba, y yo sólo supe llorar. Tanto tiempo, dos años, con la esperanza de que mi padre siguiera vivo. Con la esperanza de encontrarle, cuando la realidad era que estaba en una cueva, en una isla perdida, muerto. Sin vida.

Y por el frío que sentí de pronto, me puse a temblar.

No podía ser. Nada era real. Eso no podía estar ocurriendo. Mi padre... mi padre no... él no había podido morir... No allí.

Una mano sobre mi espalda, y una voz que me llamaba, que no pude situar.
Hasta que sus palabras fueron claras para mí.

- Ven aquí, Kat.

Incapaz de articular una palabra, incapaz de hacer algo, incapaz de sollozar, me di la vuelta con extrema lentitud, y con la mirada vacía, acudí a los brazos que pretendían abrazarme.

Me picaba la nariz, tal vez por las lágrimas, y apoyé la barbilla en el hombro de Harry.

- Tranquila, Kat, no pasa nada.

Oí sus palabras, pero no atendía a lo que me decían. Ni a los que me miraban con pena por detrás. Ya no podía pensar en nada claro.

Temblando, abracé el cuerpo de Harry, pero sin la misma fuerza que él a mí. Su contacto me sirvió de algo, por mínimo que fuera.

- No llores, Kathy, no pasa nada...

Y sin poder frenarlas, las lágrimas brotaron de mis ojos. Lloré en silencio, sin decir palabra, sin hace ni un solo ruido. Simplemente, me limitaba a parpadear, sobre el hombro de Harry, en estado de shock, mientras las lágrimas rodaban por mis mejillas.

- Por favor, no llores... -volvió a susurrar él, abrazándome con fuerza. -Todo está bien, no pasa nada Kat...

Pero ya era muy tarde para esas palabras, porque yo era consciente de que no todo iba bien. Nada iba bien en mi vida, básicamente.

***

Harry colocó sus manos sobre mis mejillas, húmedas por las lágrimas.

- Mírame, Kathy, mírame.

Tardé en reaccionar, en hacer lo que me pedía, hasta que desvié los ojos hacia su rostro preocupado. Tenía la mirada vacía, perdida en la nada.

- Escúchame, Kathy. Reacciona, no puedes quedarte así.

Mi labio inferior tembló ligeramente, mientras escuchaba lo que decía Harry.

- No llores más, ¿me oyes? Eres una chica fuerte, eres la Princesa de los Mares. No debes derrumbarte.

Nos quedamos en silencio, y entonces, me atrevía a hablar.

- No puedo. -musité, incapaz de decir más.

- Kathy, estamos contigo. Tú eres fuerte, esto no te puede hundir. No ahora. Ya casi estamos, y lo podemos conseguir. Podremos salir. Lo haremos, pero debes ser fuerte, ¿me oyes? Debes ser fuerte.

Y otra vez tardé en reaccionar.
Asentí con extrema lentitud.

- Kathy, estamos juntos en esto, desde siempre.

Asentí, esta vez más rápido, y Harry me abrazó con fuerza.

- No podemos quedarnos aquí, Kathy, debemos avanzar. -susurró, minutos después, aún abrazados.

Aunque me costase hacerlo, asentí.
Sabía que debíamos avanzar, pero yo no quería dejar atrás a mi padre. No quería, no ahora que le había encontrado.
Pero llevarle conmigo, no iba a servir de nada. ¿Y después? ¿Qué haría después? No serviría de nada.

Harry se separó de mí con lentitud, y me acarició el pelo.

- Venga. Dormiremos más tarde, en otro sitio.

- Sí, por favor, aquí no. -musité con un hilo de voz.

Recogieron las provisiones, y mientras tanto, yo me acerqué al esqueleto, con miedo y dolor.
Me arrodillé ante él, y una lágrima rodó por mi mejilla.

- Papá... -susurré. -Lo siento.

Otra lágrima.

- Lo siento tanto... No he llegado a tiempo, debí de haberte buscado en cuanto desapareciste, debí haberlo sabido...

Enterré el rostro entre mis manos, y dije acto seguido:

- Debiste haberme avisado...

Volví a mirar a las cavidades del cráneo, lo que antes eran los ojos de mi padre, y susurré:

- Te quiero mucho, papá Oso.

Bajé la mirada, mordiéndome el labio inferior, y me sequé las lágrimas con la palma de la mano. Seguidamente, agarré la daga que había pertenecido a mi padre, y me la guardé en el cinto. Al menos, estaría, de alguna manera, siempre conmigo.

***

Me costó dejar atrás el esqueleto de mi padre, los restos de lo que había sido mi gran apoyo en la vida, pero fui capaz de hacerlo con ayuda de Diana y de Harry.
No me sentía con demasiada fuerza, pero sabía que debía ayudar a Harry a cargar con Jacob, que estaba medio inconsciente. Y a eso me refiero a que decía palabras ininteligibles, y parecía estar moribundo.

Elizabeth estaba pálida, pero cargaba con una de las cajas medio vacías de nuestra comida. Diana caminaba con dificultad, mareada por el embarazo. Emily estaba pálida, y no podía dejar de toser. Dan gemía por sus heridas, y Gwendolyn parecía estar la que mejor.

Harry me estuvo tranquilizando durante el trayecto, me estuvo contando cosas, anécdotas que yo ya conocía, pero que seguían haciéndome gracia. Gracias a él, alejarme de los restos de mi padre se me hizo más llevadero, aunque el dolor seguía ahí.

Jacob se resbalaba infinidad de veces, haciéndonos perder el equilibrio, aunque éramos rápidos, e impedíamos nuestra caída y la suya.
Seguía murmurando palabras que nadie entendía, y sudaba. Tenía la frente ardiendo, por culpa de la fiebre, y la "venda" improvisada que le habíamos hecho, estaba cubierta de sangre.

- Saldrá de esta. -me dijo Harry, cuando me pilló mirándole fijamente.

Yo asentí, teniendo mis dudas, pero quise creer en sus palabras. Yo deseaba que se recuperara, que no sufriera más.

Casi media hora después, fue Elizabeth la que recomendó que parásemos.

- Creo... que deberíamos dormir ya...

Harry asintió, y entre él y yo, tumbamos a Jacob sobre el frío suelo, ya que creíamos que ese frío le vendría bien para la fiebre.

Emily se acomodó contra la pared, pálida y sin dejar de toser fuertemente. ¿Se habría acatarrado?

Dan se tumbó en el suelo, cerca de Emily y de Elizabeth, que no tardó en dormirse.

Harry se acomodó cerca de Jacob, por si necesitaba algo, y yo, en cambio, me alejé de todos ellos.
Sabía que no iba a poder dormirme, así que me senté sobre la roca, y apoyé la espalda en la pared.
Miré hacia la luz que arrojaba el fuego de la antorcha, e intuí que tardaría poco en apagarse del todo, desgraciadamente.

Suspiré largamente, y pensé en mi padre, en todo lo que vivimos juntos. Y en que ya no estaba a mi lado.
Cerré los ojos, abatida, y enterré mi rostro entre las rodillas.

Desde siempre le había querido, y desde que desapareció, le busqué por todos los lados, sin éxito alguno. ¿Quién hubiera imaginado que había muerto en esta isla? Nadie.

Haberle encontrado, había supuesto un duro golpe para mí. Ya no había esperanzas de encontrarle vivo. Porque ya era demasiado tarde. Fue demasiado tarde, quizá hace un año y medio.
El caso es que ya no podía hacer nada más que lamentarme, llorar, seguir adelante, y salir de aquí.

Me froté las manos, intentando así ganar algo de calor, ya que hacía mucho frío, y apenas notaba mis extremidades.

Después dejé caer la cabeza sobre la pared, con los ojos cerrados, y sin pensar en nada.
Seguí frotando mis manos con rapidez, o con toda la que fui capaz, pero no servía de mucho.

- ¿Qué, tienes frío? -su susurro me sobresaltó.

Abrí de pronto los ojos, y le miré, con la poca luz que había.

- Sí. -respondí solamente.

Él sonrió levemente, y me pasó un brazo por los hombros, en un medio abrazo. Me acurruqué contra él, y cerré los ojos.

- Gracias.

- ¿Por esto? Ya ves. -contestó.

- Por todo. -dije finalmente. -Por estar a mi lado siempre.

Él sonrió.

- Lo intento.

- Lo consigues. -le corregí.

Nos quedamos en silencio, nadie dijo nada.

- Oye, Kathy. -dijo él.

Abrí los ojos, algo desorientada, y contesté.

- ¿Sí?

Me mordí el labio inferior, para intentar eliminar el dolor de mi cuerpo, aunque me fue casi imposible.

- ¿Qué sientes por Jacob?

Esa pregunta me paralizó. No supe que contestar, así que me limité a boquear levemente, sin poder murmurar nada.
Sus palabras fueron las que expulsaron temporalmente a mi padre de mi cabeza.

- ¿A... a qué te refieres? -conseguí preguntar.

- La pregunta es fácil, Kathy.

Sacudí la cabeza, y me incorporé, alejándome de Harry y su calor. Me retorcí las manos, pensando en qué responder.

- No lo sé. -musité.

Él suspiró.

- Venga, he visto cómo le miras. ¿Por qué no lo admites? ¿Es posible que aún sigas enamorada?

Abrí la boca para replicar, pero enseguida me callé, sin argumento alguno. Me quedé en blanco, aunque mi cerebro trabajaba a toda prisa para pensar en algo.

Aunque era verdad que le seguía queriendo, una parte de mí no quería admitirlo, y menos en público. Yo siempre había sido la chica que detestaba el amor, que lo rechazaba siempre. No podía admitir que ahora estaba enamorada del que me hizo odiar el amor.

- No. -dije, secamente.

Me sorprendí del tono de mi voz.

- Kat, deja a un lado tu orgullo. No tienes que ser eternamente la chica fría que todos conocen. Ambos sabemos que tienes tus sentimientos, las cosas te duelen, te molestan, o te hacen feliz. Ese muro de frialdad no aguantará mucho, créeme. Muéstrate como eres, no hay por qué ocultarse más tras esa máscara de piedra.

Otra vez me dejó sin habla. No supe que responder, ni qué pensar. Tal vez Harry tuviera razón, pero aún así, me parecía algo muy imposible de conseguir.

- Mira, Kathy. -susurró. -Eres una de esas personas que creen que el amor es odioso. Que es malo para el humano. Que es un sentimiento que hay que arrancar de raíz. Que el amor es soledad, que es dolor y tristeza, que sólo hace daño.

Me mordí el labio inferior. Mientras tanto, mi mente se sentía identificada con esas palabras. Así pensaba yo, y me parecía muy difícil cambiar de opinión.

- Pero no es así, Kathy. -hizo una pausa, en la que cogió aire. -El amor no es solo eso.

Se quedó en silencio, antes de continuar.
Mi mente procesaba sus palabras con lentitud y dificultad.

- El amor es lo único que puede hacerte sentir maravilloso otra vez.

Esa frase quedó suspendida en mi mente, rebotando en cerebro. "El amor es lo único que puede hacerte sentir maravilloso otra vez". Algo en mi interior se movió. No sabría cómo explicarlo, pero así fue. Algo hico "click". No sé. Mi corazón se aceleró, y asentí levemente.

En el fondo, eso ya lo sabía. Estaba enamorada de Jacob, y me sentía el ser más feliz del mundo. Me sentía yo misma, me sentía... maravillosa. Me sentía como la primera vez que vi a Jacob. Sentía que a su lado, todo era perfecto. Un sentimiento indescriptible, que mi corazón ansiaba por aceptar del todo.

- Dime, Kathy. ¿Te hace sentir eso Jacob? Dime la verdad. -susurró.

Me mordí el labio inferior, y no me atreví a hablar.

- Kathy, no me voy a enfadar, ni nada por el estilo. Eres como una hermana para mí, te quiero de una forma diferente. ¿Entiendes? Sólo quiero que aceptes lo que sientes, y que te des cuenta de lo que increíble que puede llegar a ser el amor.

Tragué saliva, y le miré. En sus ojos vi ternura y cariño. Yo sabía que Harry me consideraba como una hermana, y yo a él como tal. Nada más. No le haría daño. Ni a él, ni a mí.

Y entonces, sacando fuerzas de no sé dónde, asentí. Primero con miedo, con timidez. Pero luego acabé haciéndolo con seguridad.

- Sí, Harry. -susurré. - Le quiero.

Él esbozó una amplia sonrisa, y murmuró "Lo sabía".
Es seguridad en mí misma me hizo sentirme bien, por lo que sonreí. Nos quedamos en silencio, mientras yo saboreaba esa experiencia. Era el primer paso. Había admitido lo que sentía, mi corazón ya aceptaba que estaba realmente enamorada de Jacob.

- Kathy. -suspiró él. -Imagínate que este es el último momento que tendremos a solas. El último momento que podríamos llamar íntimo.

- No lo va a ser.

- Tú imagínatelo.

Asentí, alzando una ceja, y extrañada por lo que me pedía.

- No puedo imaginarme eso, Harry. -susurré.

Él suspiró, sonriendo, y sacudió la cabeza.

- ¿Harías lo que te pidiera? -dijo.

Y me extrañó, porque noté algo de tristeza en sus palabras.

- Por supuesto, Harry. Cualquier cosa.

- Cuando salgamos de aquí, cuéntale la verdad a Jacob. Sé fuerte, y atrévete.

Tardé en asentir.

- No es el último momento que vamos a tener, Harry.

- Lo sé, pero de todas maneras, prométemelo.

- Te lo prometo. -susurré.

Y después de eso, nos abrazamos, para darnos calor, hasta que nos dormimos.

***

Cuando despertamos, me vi sola. Harry se encontraba tumbado al lado de Diana, así que supuse que había dormido junto a ella.

Cuando estuvimos preparados, no perdimos tiempo en ponernos en marcha.
Jacob parecía estar mucho mejor, ya no tenía fiebre, y parecía consciente del todo. Emily, en cambio...
En silencio, nos despedimos de su cuerpo vacío, y nos marchamos dejándola atrás, con tristeza.
No había sobrevivido, aunque yo ya lo tenía claro.
Dan y Elizabeth estaban igual que ayer, así que no nos preocupamos.

Cargamos con lo que nos quedaba de comida, y con Jacob, que ya podía medio caminar, y nos pusimos en marcha.

El tiempo se pasó bastante rápido, y de vez en cuando yo miraba a Harry, pero él no me correspondía a la mirada. Le notaba algo diferente. ¿Triste? ¿Cansado? No sabría decir qué.

La antorcha ya no nos servía, y caminábamos a oscuras. No era muy difícil, ya que las rocas eran menos pronunciadas, y tampoco había oscuridad total.

Todo era normal, hasta que vimos una leve luz al fondo del camino.

- ¿Qué es eso? -susurró Gwendolyn, girándose hacia nosotros.

Harry no respondió, simplemente echó a caminar, con lo que nos obligó a mí y a Jacob a ir más deprisa.
Los demás nos siguieron, algo sorprendidos por aquella luz, y por la actitud de Harry.

- ¿De qué se trata? -preguntó Jacob con un hilo de voz, mirándome.

Me encogí de hombros.

- No lo sé. -le contesté.

La luz se iba haciendo más brillante, y por un momento, tuve la esperanza de que fuera la salida. Pero... Aún faltaba el supuesto tesoro, ¿no? O algo, algo que encontrar o que hacer ahí dentro.

Poco a poco, todo se hizo más claro y nítido para nosotros. Pronto, nos encontramos ante dos grandes antorchas, con un luminoso fuego rojo y naranja, enmarcando una gran puerta redonda.

- Hemos llegado. -dijo Harry, tristemente.

Y me pregunté que por qué parecía triste.

- ¿Aquí está el tesoro? -preguntó Elizabeth.

Harry la miró, y volví a mirar hacia la puerta.

- No exactamente... -susurró.

Gwendolyn miró a todos, y tragó saliva. Parecía igual que Harry.

- Ya hemos llegado... -repitió Harry.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Premio! :D

Bueno, nominada a mi primer premio, gracias a Rea y a Criskti! Lo primero, es darlas las gracias, porque me alegra mucho haber sido una de las nominadas, y saber que les ha gustado mi historia me hace muy feliz :') AY, QUE FELIZ :3
Pasad por sus respectivos blogs, son... simplemente increíbles.

Rea
http://alexanewbeginning.blogspot.com.es

Criskti
http://eneljuegodemivida.blogspot.com.es




1- ¿cuál es tu color favorito?
El azul, en todas sus tonalidades, aunque también me gusta mucho el rojo.

2- ¿ porque has creado el blog?
Bueno, me encanta escribir. Me gustaría llegar a publicar, y ser escritora, y por algo se empieza. Me encanta escribir e inventar historias, sobre lo que me gustaría que pasara, o sobre cualquier cosa. Así que más que nada ha sido porque lo veo como un comienzo :)

3-¿cual es tu sueño?
No tengo una meta fija, la verdad, ni tampoco un sueño como tal. Sí que me gustaría llegar a publicar alguna de mis historias :)


4-¿un deporte arriesgado que te gustaría hacer?
Escalada. ¿Se considera de riesgo? xD

5-¿cantante favorito?
Taylor Swift, sin duda.

6- libro preferido:
Buf, muchísimos. Los Juegos del Hambre, Memorias de Idhún, Delirium, Pandemonium, Los Guardianes Ocultos, y un largo etc.

7-canción favorita:
Todas las de Taylor Swift son mis favoritas, me es imposible elegir una.

8-Frases que te gusten:
Aparte de frases de libros, no tengo ninguna favorita jajaja.

9-¿que es lo que más te gusta de tener un blog?
Bueno, aparte de dar a conocer alguna de mis historias, es que comenten, y me digan qué les parece. Eso es lo mejor.

10-Tocas algún instrumento:
¿La flauta en el colegio cuenta? xD

11-¿a qué país te gustaría viajar?
Mi preferencia es a Estados Unidos, pero en realidad quiero ir a muuuchos sitios, por no decir todos.

12-¿te gustan las pelis románticas?
Sí, sí que me gustan. Tampoco me apasionan, pero sí, sí me gustan.

13¿hobby preferido?
Tengo varios. El principal es escribir. Luego leer, escuchar música, etc.

14-¿cual es tu estación favorita?
El invierno. El invierno me encanta. Aunque el verano no me disgusta. Y entre Primavera y Otoño, me quedo con el Otoño.


Yo nomino a:


Y por último, aunque ya haya realizado el cuestionario, nomino a A New Beginning, que no podía faltar.

Muchísimas gracias a todos! :D
April. 

jueves, 13 de septiembre de 2012

DDM: Capítulo 37

Bueno, chicos, aquí os dejo el capítulo 37. Me sobra algo de tiempo, y prefiero escribirlo ahora, y no más tarde. Espero que lo disfrutéis, y bueno, muchísimas gracias a todos, de verdad, a todos los que pasáis por este blog, y me dejáis vuestros comentarios... En serio, os estoy MUY agradecida, no sabéis cuánto. :)
Disfrutad del capítulo :)




- No, Jacob, no...

Me cambié de postura, desorientada.
Notaba un calor tremendo, y no sabía a qué venía. Ni tampoco sabía quién estaba hablando.

- Jake, no, por favor...

Me acurruqué sobre mí misma, dormida, y oyendo esa voz hablando.

- No te vayas, no lo hagas. No me abandones.

Quería gritar que se callase, que por qué decía esas cosas.
El corazón me latía a mil por hora, y sentía que en cualquier momento, iba a salírseme del pecho. De pronto, sentí un dolor abrasador, en el pecho, y luego, en la cabeza. Una explosión de calor, que terminó haciéndome gritar.

Me incorporé, asustada, empapada en sudor, y abrasada por el calor. Miré a los lados, en busca de esa voz que hablaba en mis sueños, pero nadie estaba despierto.
¿Qué estaba pasando? Me levanté, pero había algo extraño en el ambiente. La oscuridad era todavía más densa, y nadie parecía estar respirando. Caminé unos cuantos centímetros, y me fijé en que llevaba un vaporoso vestido blanco...

- No, Jake, no me dejes...

Me giré, movida por el miedo, y me vi a mí misma sobre el suelo, temblando, y hablando en sueños. Jake se encontraba a mi lado, profundamente dormido.

Y de pronto, un frío helador me envolvió, y ante mis ojos, arrodillada al lado de Jake, apareció una mujer. La figura blanca de una mujer, que reía malvadamente.
Enseguida la reconocí.

- ¡Mamá! -grité, con miedo.

Sus ojos parecían tener un color rojizo, y su rostro estaba contraído en una terrible expresión de maldad. Sabía que no era ella, que era ese espíritu malvado que había intentado ahogarme.
Colocó una mano sobre su propio pecho, cubierto por el mismo vestido que yo, y de la nada, apareció una daga clavada en su pecho. Era extraño, porque me resultaba familiar...

Lanzó una risa maligna, y con un leve tirón, se sacó la daga del pecho. De su piel comenzó a brotar sangre, lo que me hizo gritar de miedo. Su vestido de gasa se tiñó con rapidez de rojo.

- ¡Mamá! -exclamé.

Me tapé la boca con las manos, y mis ojos se humedecieron. Aquello era muy raro, y era una auténtica tortura.

Giró la cabeza con lentitud hacia mí, y con la daga en alto, me sonrió de una forma salvaje, propia de un asesino psicópata.

- ¿Le quieres...? -susurró, con una voz gutural y profunda.

Miré en dirección a Jake, y me dio un vuelco el corazón. Claro que sí, le amaba.

- S... sí... -musité.

Entonces se rió con fuerza, y sin dejarme tiempo a pensar, dejó caer la daga sobre el pecho de Jake, el cual gimió de dolor, y abrió los ojos.
Yo grité de miedo, y caí al suelo, temblando como una niña pequeña. Y en eso me convertí. Me vi en el suelo, con un vestido azul y blanco, sobre la hierba, y llorando. Reconocí ese momento; cuando mi madre murió. Cuando me lo contaron.

- ¡PARA! -exclamé, llorando. -Para, por favor...

Sabía que era cosa del espíritu que había visto al llegar a la isla, y sólo deseaba que parara esa tortura.
Y de pronto, me sumí en una densa oscuridad.

***

Me incorporé con rapidez, y jadeando. Me llevé la mano a la frente, y me acaricié la piel, perlada de sudor.

- Sólo ha sido una pesadilla... -susurré, para consolarme a mí misma.

Cerré los ojos, para intentar frenar las lágrimas, cosa que conseguí. Cuando los abrí, lo primero que hice fue mirar hacia Jake, que estaba boca arriba, y profundamente dormido. Pero estaba a mi lado, y bien. Con lo cual, lo que había pasado, había sido producto de mi imaginativa mente. Suspiré, tranquila, y me dejé caer sobre el suelo frío y duro.

Sabía que no podría dormirme, así que me limité a esperar. En ese tiempo, me pasé suspirando y conteniendo las lágrimas con bastante frecuencia.

- ¿Green...? -musitó Jake.

Ladeé la cabeza para mirarle, pero él no tenía los ojos abiertos. Me asusté, ya que me había llamado, pero no estaba despierto.

- ¿Me estoy volviendo loca, o qué? -susurré.

Cerré los ojos, para intentar descansar, cuando un ligero gimoteo me hizo volver a mirar a Jake.

- ¿Green...? ¿A dónde vas...? -un gemido, algo parecido a un llanto. -No me dejes... Quédate conmigo, por favor...

Por extraño que pareciera, Jake también estaba soñando con que me perdía.

- No... no la hagas daño, no lo hagas... -sollozó. -Déjala, por favor, mátame a mí...

Me incorporé sobre un brazo, y le observé atentamente. Una parte de mí quería despertarle, decirle que era una pesadilla, que yo seguía a su lado. Pero por otra, quería quedarme mirándole, observando cómo actuaba, y qué pasaba.

Se empezó a mover, y su cuerpo empezó a temblar. Gotas de sudor perlaban su pecho desnudo, justo encima de su herida vendada.

- ¡No! -exclamó. -¡No!

Y entonces supe que era cruel por mi parte. No despertarle.

- Eh, eh, Jake, despierta, vamos. -le dije.

Coloqué una mano sobre su hombro, y le zarandeé.

- Jacob, estoy aquí.

Un gemido como respuesta, y entonces vi que sus ojos verdes me miraban fijamente.

- Oh, Green, estás aquí... -musitó.

- Siempre he estado aquí, Jake. Siempre. -contesté, sonriendo con ternura.

A los dos nos habían asaltado las malditas pesadillas, y los dos habíamos soñado que nos perdíamos el uno al otro.

- Pensé que... que habías... muerto... que te había perdido...

- Sssh, no digas nada. Ha sido una pesadilla, yo sigo aquí.

Le sonreí levemente, y coloqué una mano sobre su mejilla.

- Duérmete, anda. -le aconsejé.

Él asintió, con los ojos cerrados, y yo me incliné hacia él. Me quedé a escasos centímetros de su rostro, dudando, hasta que al final me decidí, y deposité un suave beso sobre su mejilla, cerca de la comisura de sus labios.

***

Parpadeé varias veces, desorientada. Tardé en hacerlo, pero finalmente, me situé. Jacob seguía dormido a mi lado, y alcé ligeramente la cabeza para ver si había alguien más despierto.

- ¿Kathy? ¿Estás despierta? -era claramente la voz de Harry.

- Sí. -sonreí.

Harry se incorporó, para mirarme desde su rincón. Oímos que alguien más se levantaba, y vimos que se trataba de Gwendolyn, Dan y Diana.

Harry y yo nos levantamos del suelo a la vez, sólo que yo me arrodillé al lado de Jacob, para despertarle.
Mientras tanto, Harry se acercó a Jessica, para despertarla.

- Eh, Jess, vamos. Es la hora.

Se levantó, y fue hacia Roger y Valentina, que se habían dormido juntos, y les dijo exactamente lo mismo. Seguidamente, repitió el mismo proceso con Jason y Emily.

- Jake, despierta. Partimos ya.

Jacob parpadeó varias veces, y sacudió la cabeza con extrema lentitud. Asintió, para decirme que ya había oído mis palabras. Yo me giré, y me encontré a Harry arrodillado ante Jessica, con expresión de terror.

- Kathy, ayúdame.

Enseguida me coloqué a su lado, y miré a Jessica.

- No despierta... -susurró Harry.

Me apresuré a tomarla el pulso. Tenía el rostro pálido, y una expresión terrorífica; puro dolor.
Me horroricé al ver la dura realidad; Jessica había perdido la vida. Tenía los ojos entrecerrados, y parecía llevar bastantes horas sin vida.

- Harry, comprueba a los demás. Estaban igual, o peor que ella. -dije atropelladamente.

Este se levantó, y asintió. Se fue corriendo hacia Roger y Valentina, y yo hacia Jason y Emily.
Coloqué dos dedos sobre el cuello de Jason, pero al ver lo frío que estaba, supuse que estaba exactamente en el mismo estado que Jessica.
Pero con Emily tuve más suerte.

Su piel aún seguía cálida, aunque parecía inconsciente. Pude sentir el ligero pulso en su cuello, y eso me llenó de alegría. Al menos, ella seguía viva.

- ¡Emily sigue con vida! -exclamé.

Harry se acercó a mí por detrás, y me dio un susto cuando habló.

- Roger y Valentina no han tenido la misma suerte.

Los tres fallecidos, el día anterior, habían empeorado notablemente, y yo ya me temía que perderían la vida. Ahora sólo quedábamos Emily (aunque no en muy buen estado), Jacob, Gwendolyn, Dan, Diana, Elizabeth, Harry y yo.
El número de personas iba disminuyendo cada vez más. Y me temí lo peor.

Harry me cogió de la mano y me levantó del suelo.

- Debemos irnos. Ya están muertos.

Asentí a duras penas, y miré hacia Gwendolyn y Diana, que miraban a los cadáveres. Dan, en cambio, se había levantado y se disponía a coger lo que quedaba de provisiones y las mantas.

Y así, entre todos, recogimos el improvisado "campamento", junto a una antorcha que aún aguantaba.

Harry y yo nos acercamos para ayudar a levantar a Jake, que gimió de dolor.

- Me duele mucho. -dijo, apretando las mandíbulas.

- Lo sé. -susurré, preocupada. -Lo sé, Jake. Pero te pondrás bien, y saldremos de aquí. Ya lo verás.

Me dirigió una mirada cargada de tristeza, como diciendo; "Sabes que no saldré de esta. Que es casi imposible". Y esa mirada me derrumbó. Me limité a mirar hacia delante, y a servirle de apoyo, junto a Harry, para que no cayera al suelo.

A partir de ese momento, nadie dijo nada. Abandonamos a Jessica, Jason y Roger atrás, los tres juntos, y tumbados sobre el suelo. Era difícil, pero no podíamos hacer nada más.
Y Dan se encargaba de llevar a Emily, que seguía inconsciente, en brazos.

***

Las horas se arrastraban con extrema lentitud, y todos estábamos más débiles. Yo y Harry apenas podíamos con Jacob, que no podía poner mucho más de su parte, y Dan se tambaleaba con frecuencia, ya que no podía con Emily. Pero debíamos ser fuertes, y seguir adelante. Aunque era fácil decirlo.

Estaba centrada en mis pensamientos, cuando un golpe sordo me sacó de ellos. Con los ojos muy abiertos, miré en la dirección de donde provenía el ruido, y estuve a punto de soltar a Jacob, si no fuera porque no quería hacerle daño.

- ¡Diana! -exclamé, preocupada.

Y cuando dije eso, Harry soltó a Jacob, y corrió hacia Diana.

- ¡Di! ¿Ocurre algo? ¿Te encuentras bien? -exclamó, fuera de sí.

Ella se limitaba a asentir, con los ojos cerrados, y sentada en el suelo.

Jacob estuvo a punto de caer, de hecho colocó las rodillas sobre este, pero yo me mantuve firme. Me costó volver a levantarle, pero lo hice.

- Venga, Jacob... -susurré en su oído. -Di, ¿te encuentras bien? -exclamé.

Ella asintió, con la mano sobre la cabeza.

- Me he mareado, ahora se me pasa. No os preocupéis... -musitó.

Harry la tomó en brazos, y la ayudó a levantar. Después, Gwendolyn se acercó para ayudarme a cargar con Jacob, ya que Harry tenía que ayudar a Diana.
El camino iba descendiendo, y ahora era más difícil caminar por la pendiente que había.

- ¿Crees que se pondrá bien? -susurré.

- Sólo se ha mareado. Todos estamos cansados, hambrientos, y sedientos. -contestó Gwendolyn.

Yo asentí, y juntas, echamos a caminar, llevando a Jacob sobre nuestros hombros.

***

- No puedo más. -susurró Elizabeth.

Y dicho esto, yo me desplomé sobre el suelo, haciendo que Gwendolyn perdiera el equilibrio, y que Jake cayera al suelo a mi lado. Gimió de dolor.

- Deberíamos parar... Y comer algo... -musité.

Harry estaba algo pálido, y tenía el rostro demacrado. Por no hablar de Diana. Gwendolyn asintió, de acuerdo con mi propuesta.
Llevábamos horas caminando, y nos habíamos saltado el desayuno y la comida porque no había casi alimentos. Y teníamos que aguantar lo máximo.

- Está bien. -susurró Harry, con algo de tristeza.

Nos dejamos caer, y Harry dejó a un lado la antorcha, contra unas piedras. Juntos, con movimientos torpes y temblorosos, repartimos trozos de pan duros, fruta ya casi podrida, y nos pasamos un odre de agua.
Aunque la fruta tuviera mal aspecto, nos daba igual. El hambre era mayor que eso, así que nos lo tomamos sin problemas y con gran avidez.

Una vez terminamos de comer, nos dispusimos a descansar, y a dormir. Me levanté, para ir hacia Jake, pero en ese momento, vi un leve destello a mi izquierda, por el rabillo del ojo. Me giré, alzando una ceja, y sorprendida. ¿Qué había sido eso? ¿Mi imaginación?
Cogí la antorcha, segura de que lo que había visto era real, y apunté en esa dirección.
Me quedé boquiabierta al comprobar que efectivamente, no había sido mi imaginación.

Algo brillante, probablemente un objeto, se encontraba en el suelo, a varios metros de distancia, cercano a una roca. Entrecerré los ojos, para ver si podía adivinar que era desde mi sitio, pero llegué a la conclusión de que me era imposible, así que me acerqué con paso lento pero firme.

- ¿Qué ocurre, Kat? -preguntó Harry, que intentaba que Diana se durmiera.

- Nada, nada, no te preocupes. -le calmé.

Seguí caminando, hasta que estuve lo suficientemente cerca como para ver qué era.

Una daga.

Una daga que me era muy familiar.

Me arrodillé, y la cogí por el mango con delicadeza. Cuando la luz del fuego chocó contra el oro, este brilló con gran intensidad, reflejando la luz.
Acaricié las formas que tenía talladas en el mango, y entonces una lágrima rodó por mi mejilla.

Esa daga me era muy familiar.

Era la daga que había salido en mi pesadilla, la que mi madre había utilizado para asesinar a Jake.

Las lágrimas brotaban de mis ojos con rapidez, y entonces susurré:

- Padre...

Aquella daga, era la daga de mi padre.
Y cuando alcé la vista, por casualidad, se me calló la antorcha al suelo. Me quedé boquiabierta, y sólo oí el latido de mi corazón. No podía respirar.

Me picaba la nariz, y la garganta. Tenía ganas de gritar y de llorar por el miedo y el dolor.

Había un esqueleto. Pero no era un esqueleto cualquiera.

- Papá... -musité, sollozando, a punto de caer al suelo cuan larga era.

Era el esqueleto de mi padre.


domingo, 9 de septiembre de 2012

DDM: Capítulo 36

Hola! ^^ Sé que también he tardado en subir este capítulo, pero quería daros mas tiempo a leer los anteriores, por si no estabais al día. Y además no he tenido mucho tiempo, y bueno, no me sentía con ganas de escribir el siguiente. Pero aquí lo tenéis :) Espero que os guste, y que si lo leéis, dejéis vuestro comentario. Mil gracias! <3





Tenía los ojos cerrados, y mi mente viajaba a través de miles de recuerdos relacionados con Jake. Estaba tumbada sobre su pecho, llorando, gimiendo palabras inteligibles, maldiciéndome por todo, insultándome por mi cobardía, y arrepintiéndome de lo que no había hecho; ser más valiente.

Ahora, ya nada valía la pena. Ahora ya no valía que me lamentara, ni que deseara decirle todo lo que sentía, porque sólo había una realidad, y esa realidad era que Jacob estaba muerto. Muerto. Lejos de mí, ya no estaba conmigo.

Los demás se habían apartado, y miraban con tristeza el cuerpo inerte de Jake, y a la estúpida que lloriqueaba derrumbada sobre él. Mi muro de piedra y frialdad había caído al ver sus ojos cerrarse con lentitud. Ya no era Katherine la chica dura y fuerte que todos creían conocer. Ahora era yo, simplemente. La chica embargada por la tristeza y la soledad, la chica que creía que siendo despreciable con todos, sería querida. La chica que creía que siendo fría y distante, ocultaría todos sus sentimientos para siempre.

Pero ahora todos veían quién era en realidad. Me había quitado la máscara de hierro ante ellos, y les mostraba mi rostro verdadero. Ahora me daba igual ser quién era. Me daba igual que me vieran tal y como era yo. Porque yo sólo pensaba en Jake, y en lo que fuimos, en lo que pudimos ser, y en lo que nunca seremos. Me habían arrebatado otro pedazo de mi congelado corazón, y ya apenad quedaba rastro de él. Primero mi madre, luego mi padre, y ahora Jake. Sólo faltaban Harry, o Diana, y entonces yo sería la siguiente en abandonar este estúpido mundo.

- ¡¡VUELVE!! -rugí, sollozando. -Por favor... No me dejes...

Los demás apartaban la vista, llenos de pena, para no mirar a la estúpida que hablaba con un cadáver, a la estúpida que había perdido a su amor por culpa de su orgullo. A la estúpida que lloraba, a secas.

Noté una mano sobre mi hombro, la primera atrevida a apartarme de Jake.

- Kat, por favor, vamos. No llores. -era un susurro apenas audible, pero sabía que era Harry.

- No. No. ¡No! No... no puede irse... así, sin más...

Oí el suspiro de Harry, y noté cómo apartaba su mano con lentitud, y se alejaba unos pasos.
Si era necesario, me quedaría allí con él. Moriría allí con él. Porque ya me daba igual la reina de Inglaterra, me daba igual mi barco, me daba igual todo, el maldito tesoro.

Y de pronto, algo normal y corriente, algo que a mí me pareció un auténtico milagro, encendió una pequeña llama de esperanzas en mi helado corazón.

Una tos.

¿Cómo algo tan normal, tan corriente, tan común, se podía convertir en un milagro, en una gran esperanza para alguien?
Porque esa tos, significaba que Jake no me había abandonado.

Perpleja, y con el corazón en un puño, deseando que hubiera sido él, levanté la cabeza de su pecho, para observar sus rostro, contraído por el dolor.
No había notado su pecho moverse al toser, porque había estado demasiado concentrada en mí y en mis problemas. Pero había sido él.

Aún tenía los ojos cerrados, pero movía ligeramente sus labios, a punto de toser otra vez. Me incorporé ligeramente, sin apartarme mucho de su pecho, como si esa fuera la única manera de que no se alejara más de mí.

- ¿Jake...? -susurré con un hilo de voz. - ¿Jake...? -volví a susurrar, mientras una lágrima de pura felicidad y sorpresa rodaba por mi mejilla.

No la estaba mirando, pero la víbora se secaba las lágrimas, y miraba desde su rincón a Jacob de la misma manera que yo; sorprendida, perpleja. Pero había algo más en su mirada. En esa sorpresa y esa perplejidad. ¿Tal vez no quisiera que Jacob viviera? ¿Tal vez deseaba que hubiera muerto, para hundirme en la miseria, para que no fuera mío? Era probable.

Coloqué mis manos sobre sus mejillas, arrodillada a su lado, y casi tumbada con él, sonriendo tristemente, pero feliz.

- Jake... -volví a susurrar, pero esta vez convencida de que seguía conmigo.

Tosió otra vez, y entonces parpadeó con lentitud. Tenía los ojos entrecerrados, pero supe que su mirada estaba clavada en mí. Y lo que dijo después me lo confirmó.

- ¿Green...?

- Sí, sí, sí, Jake, soy yo, estoy aquí. -musité, demasiado feliz de volver a verle.

Su mano tembló cuando la levantó, hacia su mejilla, y la colocó sobre la mía. Noté su calor, que había sustituido esa frialdad de antes. Seguía vivo, a mi lado, conmigo, y jamás volvería a perderle. Aunque él ya no me diera una segunda oportunidad, aunque ya no pudiéramos ser lo que yo deseé siempre. Pero estaría a su lado hasta el fin de mis días, protegiéndole, impidiéndole abandonarme.

Y supe que eso era lo que debería de haber hecho desde el principio, cuando le conocí.

- Estás aquí... -susurré. -No me has abandonado.

- Tú... tú a mí tampoco. -contestó él, cerrando los ojos para descansar.

Y entonces, en un arrebato de felicidad extrema, no pude contenerme, y me abalancé sobre su cuello, rodeándole con mis brazos. Apoyé la cabeza sobre su hombro, y cerré los ojos, con una gran sonrisa, mientras las lágrimas humedecían mis ojos.

- De... después de todo... Seguimos jun... juntos... -consiguió decir.

Hipé como respuesta, llorando de felicidad. Le tenía entre mis brazos, le tenía conmigo. Había sido un milagro, un milagro. Una segunda oportunidad para hacer las cosas bien, para olvidar todo lo que pasó, y aceptarle a mi lado, tal y como habíamos deseado los dos desde que nos conocimos.


***

Lo demás, pasó muy rápido. Harry me tuvo que apartar de él, para ayudarle a levantar, y seguir con nuestro camino. Decían que no debíamos perder más tiempo en esta cueva, si queríamos sobrevivir los que quedábamos.

Fui consciente por primera vez, de que quedaba poca comida y bebida, y que teníamos que abstenernos. Sólo comeríamos si era un caso extremo. Así que teníamos que aguantar.

Las horas pasaban con lentitud, y no parecíamos avanzar. Pero a mí eso no me importaba. Lo que más deseaba en este mundo, seguía a mi lado, permanecía en pie, en esta batalla que era mi vida, luchando por seguir conmigo. Y eso era lo que necesitaba en estos momentos.

Diana había agarrado mi mano, y me miraba más radiante que nunca. Ella también era un gran apoyo para mí, y si a ella le ocurría algo... no sabría qué hacer.

Aquella noche, decidimos parar, ya que todos estábamos muy cansado, tanto física como emocionalmente, y seguir caminando solo significaría alargar nuestra agonía.

Tumbaron a los heridos en el suelo, y utilizaron las mantas para ellos.

Jessica estaba pálida y sudaba demasiado. Tenía un aspecto demacrado, y deseé que durara hasta salir de aquí, al menos. Roger, Valentina, Emily y Jason habían empeorado notablemente, y gemían de dolor. Supuse que no aguantarían mucho, al igual que Jessica. Pero no había nada que hacer, nada que nosotros pudiéramos hacer por ellos, desgraciadamente.

Intenté dormir, pero la felicidad seguía ahí, y tenía ganas de hablar con Jacob. Así que eso hice.
Cuando creí que todos estaban dormidos, o al menos a punto de hacerlo, me arrastré por el suelo con lentitud, hasta llegar al cuerpo de Jacob.

No podía apartar la mirada de su rostro bronceado, y de sus ojos verdes ahora cerrados. Su pecho subía y bajaba con regularidad, aunque parecía costarle trabajo. Había tenido demasiada suerte, porque esa herida era la más grave de todas, y podía haber muerto al instante. Pero no. Seguía en pie en la batalla, que era mi vida, a mi lado, aguantando por mí. O al menos, eso quería creer yo, que lo había hecho por mí.

Me recosté a su lado, sin perder de vista su rostro. Creí que ya se había dormido, así que deseché la idea de hablar con él, por muchas ganas que tuviera, y así dejarle descansar. Pero se movió, y parpadeó con lentitud.

- ¿Eres t... tú, Green...?

Yo asentí, esbozando una ligera sonrisa, y contesté:

- Cómo lo has sabido... -susurré.

Él rió cansadamente, con los ojos cerrados. Y un pensamiento cruzó mi mente. "Aún estando al borde de la muerte, y sufriendo a más no poder, su sonrisa sigue siendo realmente maravillosa. Él sigue siendo igual de increíble".

- En rea... realidad no lo sabía... Simplemente era lo que... lo que yo deseaba. -alcanzó a decir, intentando abrir los ojos.

Sus palabras me hicieron sonreír, e hicieron que mi corazón brincase de felicidad.

- ¿En... en qué... piensas? -susurró.

Abrió los ojos, e intentó ladear la cabeza hacia mí.

- En ti. -me atreví a susurrar. -En que estás a mi lado.

Oí el suave sonido de algo rozando la tela, y pronto sentí el contacto de la piel de Jake; su mano buscando la mía. No perdí tiempo, y aferré su mano con fuerza.

- ¿He... he tenido que estar a... a punto de morir... para que te dieras... cuenta de que me... quieres? -dijo recuperando su sentido del humor.

Gruñí levemente, con una sonrisa. Tenía razón, pero me limité a contestar otra cosa:

- Me has dado un buen susto.

Él rió levemente, con los ojos cerrados, y nos quedamos unos segundos en silencio, antes de que él respondiera.

- No pretendía... que lo pasaras mal...

Yo sonreí, y sacudí la cabeza, sin soltar su mano.

- Mientras... bueno, mientras... estaba inconsciente... creo que soñé algo.

- ¿Cuál? -susurré, apoyando mi cabeza sobre mi mano.

Tragó saliva, y comenzó a hablar con dificultad.

- No sé... Estabas tú. Llorabas... Y me decías muchas cosas. Recuerdo que...

Se quedó callado, y por un leve momento me asusté, así que le insté a seguir.

- ¿Qué?

- Que dentro de... de lo que cabe... estaba feliz. -hizo una pausa, en la que cogió aire con dificultad. -Me llamaste... Jake.

Y entonces supe que se refería a todo lo que yo le había dicho. Se me encendieron las mejillas, de vergüenza. ¿Lo había oído? Me mordí el labio inferior, sin dejar de mirarle.

- Me... me contabas muchas cosas...

Me revolví levemente, para cambiar de postura, sin dejar de mirarle. Y supe que debía atreverme. Le tenía conmigo, y no quería perderle más.

- Jake. -le llamé en un leve susurro, apenas audible.

Entonces él contestó, sin abrir los ojos, descansando.

- ¿Mmm...?

Tragué saliva, y carraspeé, retrasando el momento. Pero eso era de cobardes, yo tenía que decirle la verdad, tenía que decirle lo que sentía.

- No era un sueño. -acabé susurrando.

Nos quedamos en silencio, y entonces él abrió ligeramente los ojos. Sacó fuerzas, y movido por mis palabras, ladeó la cabeza, dejándola caer hacia mí, para mirarme por primera vez en esa noche, por primera vez desde que cerró los ojos para estar a punto de morir.

Parpadeó, pero me miraba fijamente. Sus labios se curvaron en una increíble media sonrisa, y sus ojos verdes brillaban con una intensidad irreal.

- No era un sueño. -repitió él.

Yo asentí con extrema lentitud, bajo la presión de su mirada.

- Lo dijiste. -susurró, perplejo.

Volví a asentir, clavando mi mirada en sus ojos verdes.

- Lo dije. -musité, intentando ser valiente, mientras mi corazón latía con fuerza.

Él balbució algo que no entendí, hasta que su pregunta quedó clara.

- ¿Por... por qué? -preguntó.

Tragué saliva. Estaba claro que no se creía que Katherine Greenwood Wells, iba a derrumbarse ante él, y a decirle todo lo que sentía. Estaba claro que no se creía que yo sintiera eso por él, después de todo.

- Yo... Tuve miedo. -comencé a decir, después de haber cogido aire, y sacado fuerzas de no sé dónde. -Creí que te iba a perder del todo, y tuve mucho miedo. Más miedo del que he tenido nunca.

Pero entonces, vi que había cerrado sus ojos verdes, y que respiraba con la boca abierta.
Sonreí ligeramente, sintiendo una ternura infinita, y una felicidad extrema.
Durante lo que llevábamos de viaje, después de lo ocurrido, Harry me había explicado que era normal que se quedase de repente inconsciente, ya que estar despierto, significaba ejercer una fuerza increíble, y él no tenía semejante fuerza ahora.

Me arrimé a él, y le di un suave beso en la frente, después de apartar su pelo. Me quedé mirándole una vez más, con ternura, y cerré los ojos.

Recordé su radiante sonrisa, esa que me dedicaba cada vez que nos veíamos, y así, agarrada a su mano, me quedé dormida.