Diario del Mar

"Me llamo Katherine Greenwood Wells, tengo dieciocho años. Nací en una cuna hecha de olas, mecida por el vaivén del maravilloso océano. El mar corre por mis venas. Mi madre se llamaba Anne Wells, y falleció cuando yo había cumplido seis años. Mi padre, Alfonso Greenwood, me enseñó todo lo que sé sobre el mar, pero por desgracia, desapareció hace dos años, sin dejar rastro. Y desde entonces, no he dejado de buscarle."




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domingo, 13 de enero de 2013

DDM: Capítulo 63

¡Hola a todos! :3

Sí, aquí os dejo el capítulo 63 :3 Y bueno, como siempre os digo, espero que os guste ^^

Y buf, sé que soy pesada, pero vosotros sois los únicos que podéis hacer esto realidad: dar a conocer Diario del Mar. ¿Sabéis lo importante que sería para mí? Indescriptible. ¿Y qué tenéis que hacer, si aún no habéis votado? En esta entrada os lo explico todo. Por favor, las encuestas cierran dentro de poco... (por ahora)

                                                          ¿Me ayudáis?


¡POR FAVOR POR FAVOR POR FAVOR! :(

Y bueno, después de esto... ¡El capítulo 63! :3





Elizabeth bajaba la rampa con lentitud y elegancia, y tampoco faltaba ese aire de superioridad que siempre la envolvía. Hasta sus ojos azules irradiaban superioridad. Cogí aire, y me pregunté una última vez qué narices hacía Elizabeth Gray con mi barco. Pero no había respuesta. Ninguna que encajara con el perfil malvado de la rubia. Sólo había una real; que había robado mi barco. Y no necesitaba más. Respiré con fuerza, y apreté las mandíbulas, sintiendo el calor de ira en mi interior.

- Tranquilízate, Kathy, escúchame... -susurró Jacob a mi lado, sin soltarme.

Y a pesar de que lo intenté, no pude aguantarlo más.

- Estoy tranquila, Jacob. De hecho, estoy demasiado tranquila.

La ira se estaba formando, y la notaba en mi estómago, la notaba ardiendo bajo mi piel. Pronto, mi cuerpo se vería guiado por ella. Comencé a caminar, hacia el muelle paralelo, donde iba a desembarcar Elizabeth, sin que Jacob me soltara.

Sentí una ola de furia en cuanto vi que Elizabeth tenía la cara de saludar a la gente que estaba mirando, como si fuera la Princesa de los Mares.

- No hagas nada de lo que puedas arrepentirte. -musitó Jacob a mis espaldas.

Apenas le oí. Pero sí lo suficiente como para pensar; "Me es imposible arrepentirme de algo que le haya hecho a esa víbora, así que tranquilo."

- ¡¡Eh, Gray!! -exclamé con todas mis fuerzas.

Jacob apretó aún más fuerte mi muñeca, y eso sólo sirvió para retenerme. La furia seguía creciendo. La gente había desviado su atención hacia mí, pero yo no quería esa atención.

Yo quería captar la atención de la rubia de ojos azules que sonreía altivamente.

Por eso, cuando Elizabeth posó su mirada de hielo sobre mí, al oír mi grito, esbocé una media sonrisa lo más arrogante y prepotente que fui capaz de esbozar. Todo el orgullo que desprendía su mirada pareció congelarse, a la vez que el terror bañaba su rostro. Tragó saliva, sin apartar su helada mirada de mí.

Jacob me acarició la muñeca con suavidad, para intentar calmarme, pero ninguna caricia sería capaz de apagar aquella furia que ardía en mi interior. Ni un beso. Nada. Jacob no podía pararme; no iba a pararme.

- Espero que no te importe que le haga unos rasguños. -siseé entre dientes, sin mirar a Jacob.

- No, Kathy, estate quieta, cálmate... -susurró, agarrándome los dos brazos.

Tragué saliva y apreté las mandíbulas con fuerza, para mantenerme tranquila. O todo lo tranquila que podía estar.

- Suéltame, Jacob Fellon. -comencé a decir, con lentitud y calma. -Suéltame antes de que tenga que hacerte daño a ti.

Elizabeth también tragó saliva, y se cruzó de brazos, como si no tuviera miedo. El terror había desaparecido de su rostro, y sus ojos me volvían a mirar con superioridad. Me empecé a poner nerviosa, porque Jacob no me soltaba. Y tenía que hacerlo.

- ¡Suéltame, Jacob! -exclamé. -¡He dicho que me sueltes!

- Dios, Kathy, cálmate. Nos está mirando todo el mundo. -dijo Jacob en un susurro.

- Me da igual que me estén mirando. Es más, es mejor. Así verán como esa impostora y ladrona recibe lo que se merece.

Agité mis brazos, y estuve hasta por pegarle una patada a Jake, pero me contuve, ya que él no había hecho nada. Ofrecí resistencia, y fui consciente de que no estaba agarrándome con su máxima fuerza. Conseguí soltarme, y esperé unos segundos, para tratar de recuperar mi respiración normal. Pero por culpa de la furia, fue una tarea imposible.

Caminé hacia la rampa de madera, acercándome cada vez más a Elizabeth. Tragué saliva.

- Cuánto tiempo, Gray. -susurré, mirándola, y con una sonrisa bastante tierna.

Elizabeth dio unos pasos hacia atrás, a la vez que yo subía por la rampa de madera. Sólo se oía el crujido de la misma, ya que la gente se había callado a nuestro alrededor. Jacob me había seguido a una distancia prudente, y me observaba con preocupación.

No sería nada... Sólo iba a quedarme a gusto.

Seguí caminando, y solté una suave carcajada bastante falsa, porque en realidad la ira hervía en mi interior. Y eso desencadenó el miedo en su cuerpo. Se giró con rapidez y corrió rampa arriba, hasta el barco. Cerró de un portazo la puerta de la barandilla, apartando a los tripulantes. Pero eso no era impedimento.

Me sorprendí de mi rapidez, y mi agilidad, al saltar por la barandilla, y seguirla corriendo. Pero no me sacó mucha ventaja. Antes de que bajara las escaleras de la bodega, la agarré del pelo, y gimió de dolor. Frenó, y caminó hacia atrás, colocándose a mi lado, ya que no dejé de tirar. Solté su melena rubia, quedándome con un mechón pequeño de pelo, y la agarré por el cuello de la camisa que llevaba.

- ¿Por qué corres, Elizabeth? -inquirí, desafiante, entre dientes. -¿Es porque tienes miedo?

Vi cómo tragaba saliva, y negó con la cabeza, algo dubitativa.

- Bueno... ¿No crees que hemos empezado con mal pie? Bien, volvamos a empezar, tratemos de ser agradables, y de ignorar el hecho de que tienes mi barco. -comencé a decir. -¿Qué tal te va la vida?

Esa que estaba hablando era la verdadera Katherine. O al menos, la antigua. Esa joven desafiante y altiva a la que todos temían. Esa joven que no tenía miedo de nada. Esa que era fuerte, y que salía victoriosa en cualquier situación. Y esta vez, no iba a ser una excepción.

- B... bien... -contestó, mirándome.

- Eso es bueno. Eso es muy bueno. -añadí.

Y seguidamente, con la mano libre, le pegué un puñetazo en la mandíbula, tal vez demasiado fuerte. Elizabeth gimió, y cayó al suelo con un golpe seco. Cerró los ojos y apretó las mandíbulas con fuerza. Me arrodillé junto a ella, y la aparté el pelo de la cara.

- ¿Sabes qué? Voy a dejar a un lado el buen comienzo, no quiero perder el tiempo con estupideces. Y apuesto a que tú tampoco. Así que... Dime, Elizabeth; ¿qué hacías con mi barco?

Lo dije con bastante tranquilidad, tal vez para controlar la rabia que esperaba para dirigirme. Tenía que mantener la cordura. ¿O no...?

- Elizabeth, te he hecho una pregunta. -repetí, para que me oyera.

Ella abrió los ojos, y me fulminó con la mirada.
No la iba a pegar una paliza. Y menos como las de Patrick. Sólo... sólo iba a hacer que me contestara. Estaba más que justificado.

Nada más recibir esa mirada suya, la agarré del cuello de la camisa con ambas manos, y la levanté del suelo, contando con su ayuda. Se tambaleó, y la empujé, sin soltarla, hasta la barandilla opuesta a la rampa de mi barco. Tal y como había hecho meses atrás, aquella noche en la que se rió de mí por lo que me hizo Jacob.

- Verás, Elizabeth... Toda esa gente está ahí abajo... mirándonos. No quiero darles un espectáculo con tu sangre, así que voy a volver a hacerte la pregunta de antes, y tú vas a contestarme. ¿De acuerdo? Bien, allá voy. -hice una pausa, mirándola a los ojos. -¿Qué, demonios, haces, con, mi barco? -repetí, haciendo una pausa entre cada palabra.

- Es... mi barco... -consiguió contestar.

Cerré los ojos y sacudí con la cabeza.

- No es la respuesta que esperaba escuchar. -susurré.

Abrí los ojos, y la pegué contra la barandilla, con mi antebrazo sobre su cuello, haciendo que se arqueara de espaldas hacia el mar. Su pelo ondeó como si se tratara de la bandera del barco. El mar, algo revuelto por la brisa que se había levantado, esperaba a varios metros de nosotras.

- Es la respuesta... que yo he decidido darte, y por lo tanto... la verdadera. -rebatió, intentando coger aire.

Ejercí más presión, y su espalda se arqueó demasiado.

- ¡Para! -exclamó.

Negué con la cabeza, y empujé más su cuerpo hacia el vacío, con mi antebrazo en su cuello para que no se moviera.

- ¡Por favor, para, te prometo que te lo contaré! -gritó.

Dejé de ejercer presión, y Elizabeth se incorporó. Se acarició la espalda, con una mueca de dolor. Sangraba por el labio a causa de mi anterior puñetazo.

- ¿Y bien? -apremié.

Resopló, y me miró fijamente. Sostuve su mirada, con una expresión de auténtica furia. "Me estoy conteniendo bastante. Estás teniendo suerte, víbora."

- Quizás... quizás ya es demasiado, Kathy, déjala. -murmuró detrás de mí Jacob.

Colocó una mano sobre mi hombro, y tiró de mí levemente, pero me deshice de su contacto.

- Déjame, Jacob. Déjame. -ordené, sin apartar la mirada de Elizabeth.

Elizabeth esbozó una media sonrisa de superioridad hacia Jacob, y recorrió su cuerpo de arriba abajo con una mirada de deseo.
Sentí demasiado calor en mi interior. Y ese calor se convertía en rabia, y más rabia.

Sentí unas ganas terribles de desviar su atención de él, y que me contestara de una maldita vez. ¿Estaba la Katherine de siempre aflorando, finalmente, del interior...? Cogí aire con fuerza, y eso hice. De una manera poco delicada.

Alcé el puño y golpeé su rostro con todas mis fuerzas. Elizabeth se tambaleó hacia atrás, cubriéndose el rostro con las manos. Se apoyó en la barandilla, y aproveché para volver a empujarla contra la madera, y arquear su espalda hacia el mar, con mi antebrazo, como antes, sobre su cuello.

- ¡Qué haces con mi barco, Elizabeth! -grité, dirigida por la ira.

Gimió de dolor, pero yo seguí apretando con fuerza su espalda contra la barandilla. Jadeé por el enfado. Oí que empezó a gritar de dolor, y quise seguir. Quise seguir hasta que su grito fuera más alto, hasta que me suplicara que parara. Por todo lo que había hecho.

- ¡Kathy, para! -exclamó Jacob, para hacerse oír detrás de mí.

Me agarró por ambos brazos, y tiró de mí hacia atrás. Ofrecí bastante resistencia, pero en aquel momento sí estaba utilizando toda su fuerza, y yo no tenía nada que hacer contra él.

- Tranquilízate, ¿vale? Escúchame, Kathy, hacerla daño no solucionará nada.

"Solucionará más cosas de las que te imaginas." respondí mentalmente.

- Solucionará su actitud. -siseé.

Elizabeth se incorporó con dificultad, y se volvió a acariciar la espalda.

- ¡No te he hecho nada! -gimió.

Gruñí, y entrecerré los ojos, sin dejar de mirarla. Ella hizo una mueca de dolor, como antes, y se estiró. Le sonó la espalda, y pareció sentirse algo mejor. Se cruzó de brazos, y se apoyó levemente en la barandilla, con expresión de dolor.

- ¿Cómo que no? Has robado mi barco. -murmuré entre dientes. -Tienes mi barco.

Elizabeth resopló, y sacudió la cabeza.

- ¡Eso no te da derecho a hacerme daño!

"Claro que me lo da. Has robado mi barco, has robado una parte de mí. Tienes algo que me corresponde."

- Este barco es mi vida. - "Aparte de Jake, claro" pensé fugazmente. -Y lo has robado. Así que sí, Elizabeth, tengo derecho a pisotear tu vida.

Sacudí levemente la cabeza en cuanto pensé aquello sobre Jacob, porque estaba algo enfadada con él. ¿Lo que había hecho había sido... en defensa de la víbora? Me estaba sujetando, y me estaba impidiendo hacer daño a la víbora. Aunque tal vez Jacob tuviera razón.

Elizabeth fue a decir algo, pero boqueó, y finalmente decidió cerrar la boca. "Mucho mejor". Me miró fijamente, con una expresión de animal herido, que no me creí, y que tampoco se creía ella. Pero desgraciadamente, sí otros...

Me sacudí para que Jacob me soltara, pero no me soltó. Apreté las mandíbulas, sin dejar de mirarla.

- ¿Por qué no me sueltas, Jacob? -pregunté, con toda la calma que fui capaz de reunir.

- Créeme, es mejor.

Resoplé.

- ¿Qué ocurre aquí? -gritó, de pronto, una voz masculina.

Dan.

Me giré, y vi que salía... de mi cuarto-escritorio. Y entonces la furia siguió creciendo. ¡¿QUIÉN LE HABÍA DADO PERMISO PARA METERSE EN ESA HABITACIÓN?!

Me revolví con todas mis fuerzas, soltando gritos de furia, cegada por la rabia. Dan se quedó helado al vernos, y caminó hacia nosotros.

- ¿Katherine...? -musitó, casi sin voz.

- Serás capullo... -siseé. -¡Qué hacéis en mi barco! ¡Qué demonios hacéis en mi barco! ¡Quién demonios te ha dado permiso para entrar en esa habitación! -exclamé, poniéndome roja de la furia.

No me lo podía creer... Aquel cuarto-escritorio era mío, sólo mío, y dentro estaba toda mi vida, todas mis propiedades importantes, el viejo espejo de mi madre... todo. Y Dan había entrado como si nada. Me sentí completamente ofendida, traicionada y humillada. Como si hubieran entrado en mi corazón, y me sentí de pronto demasiado vulnerable. A pesar de que sólo era una habitación... Pero era una habitación demasiado importante para mí.

Jacob tiró de mí hacia atrás en cuanto quise echar a correr hacia Dan, para ver si me soltaba, pero no lo hizo. Me pegó contra su cuerpo, y me hizo daño en los brazos.

- ¡Cálmate! -exclamó.

Pero no me iba a calmar. Iba a matarles a ambos. A Dan y a Elizabeth. Y me daba igual hacerlo.
Se me nubló la vista por las lágrimas, pero no me eché a llorar. Frené el llanto, y seguí mirándoles con rabia.

- Suéltame... Jacob, por favor, suéltame... -susurré entre dientes, temiendo que se me quebrara la voz.

- Cuando te calmes, Kathy. -contestó.

- Ya estoy calmada. -siseé.

- Sé que no. -añadió.

Resoplé, y miré a Dan.

- Ninguno de los dos me habéis contestado. -hice una pausa, y señalé a Dan con la mirada, herida. -Jamás pensé que me traicionarías de esta manera.

Dan sostuvo mi mirada, y vi la tristeza en sus ojos. ¿Era falsa?

- No... lo hice sin querer, Kathy... Tú no estabas... -respondió, bajando la mirada.

- ¿Qué? ¿Y qué más da que yo no estuviera? -bramé, temiendo que se me quebrara la voz.-Tú sabías perfectamente que este barco es sagrado para mí, y que ese cuarto-escritorio es mío. No tenías que entrar

Jadeé, casi sin respiración, y con un terrible nudo en la garganta. No me lo podía creer. ¿Cómo me había hecho esto? Nos quedamos en silencio, y volví a repetirle a Jacob que me soltara.

- Por favor, suéltame. -murmuré.

La ira y el dolor de haber sido traicionada se mezclaban en mi interior, junto a la humillación, para dar lugar a una mezcla explosiva. E iba a dejar que me guiara ese odio resultante. Aunque fuera por una vez. Pero en ese justo momento no, para que Jacob viera que estaba "calmada".

Jacob accedió, y me soltó los brazos con lentitud. Dejé de sentir la presión que ejercían sobre mi cuerpo para pegarlo al suyo e inmovilizarme, y sentí que en breves momento, el odio me iba a conducir. Me acaricié los brazos donde me había apretado, para calmar el picor que sentía. Bajé la mirada, como si de una niña buena me tratara.

Pero el odio subió hasta mi cabeza, recorrió mis venas, mi cuerpo entero, junto a la adrenalina, y entonces le fulminé con la mirada. Con extremada rapidez, me abalancé sobre él, con el puño en alto, y lo descargué contra su rostro, sin preocuparme dónde daba. Debido a la fuerza, Dan se tambaleó y cayó al suelo de espaldas, medio tumbado, y medio apoyado en la barandilla. Se llevó la mano al rostro, y con la otra se agarró el borde de la barandilla, para tratar de levantarse.

Y Jacob volvió a agarrarme con fuerza por los brazos. Pero yo ya me había desahogado. Jadeé, con una mirada que echaba chispas. Sentía el llanto en la garganta, y sólo quería que Jacob me soltara, e irme a mi cuarto-escritorio para llorar tranquila. Sola.

- ¡Qué haces, Kathy! -exclamó, con los ojos llorosos por el golpe.

Se apartó la mano del rostro, y vi que tenía sangre; le sangraba la nariz.

- No me llames Kathy. Soy Katherine Greenwood Wells. Capitana para vosotros. -dije, con toda la firmeza posible. -Soy la Princesa de los Mares, y este es mi barco.

Dan y Elizabeth me miraron alzando las cejas.

- Salid de mi barco. -murmuré.

Dan se levantó del suelo con ayuda de Elizabeth, y volvieron a mirarme.

- Y tú, Jacob, suéltame. Suéltame ahora mismo. -le ordené, girando levemente la cabeza hacia él. -No me impidas hacer lo que tengo que hacer.

Me revolví, y debí cogerle distraído, por lo que conseguí zafarme de sus brazos. Me giré hacia él con rapidez, y le empujé lejos de mí para que no tuviera tiempo de cogerme otra vez.
La tristeza y la ira me hacían actuar así. Era como si no supiera quién era Jacob. No me importaba quién fuera, tampoco me importaban quiénes fueran Dan y Elizabeth.

- Estoy en mi barco. Soy la capitana. Y el que no obedece las órdenes, sufre las consecuencias.

Tal vez la antigua Katherine afloraba a la superficie en momentos como este; en los que requerían violencia. En los que el odio me cegaba.

- ¿No me habéis oído? -inquirí, acercándome a ellos.

Pero se quedaron en el sitio, mirándome, tal vez con recelo. Me acerqué más a ellos, pero me puse enfrente de Elizabeth. Sostuvo mi mirada, y esa vez con un aire de superioridad.

- Cuánto tiempo, Green. -dijo, imitándome, en un susurro apenas audible, el cuál sólo pude oír yo.

Había burla en su voz. En un maldito susurro. En su susurro había burla y odio. Y no lo dudé más. Que me llamara así era odioso, porque aún se acordaba de lo que pasó entre nosotras y Jacob. Y sabía que odiaba que me llamara así, porque Elizabeth conocía nuestra historia. Y llamándome así, lo demostraba.

- La salida está ahí. -dije, en un tono algo más alto que el suyo.

- ¿O debería llamarte... Green, la huérfana? -siseó, demasiado bajo para que los demás lo oyeran.

El odio me recorrió de arriba abajo, y no lo pude evitar. Quise golpearla, quise pegarla una paliza como las de Patrick, porque se lo merecía. Pero en vez de golpearla hasta dejarla inútil, hice otra cosa: la saqué de mi barco.

Con toda la rapidez y fuerza que fui capaz de sacar, la agarré por la camisa, y sin dejar de apoyarla en la barandilla, la elevé de la cubierta y la empujé hacia el mar. Elizabeth gritó, y Jacob me apartó de ella cuando ya caía. Oímos sus gritos, y un escalofrío de placer me recorrió de arriba abajo en cuanto oímos el golpe de su cuerpo contra el mar.

Me sacudí, y me quité la mano de Jacob encima, tratando de esconder el temblor de mis piernas. El llanto se agolpaba en mi garganta, y clavé mi mirada en algún punto lejano del mar.

- Voy a ayudarla, al menos, a salir del agua. -dijo Jacob, refiriéndose a Elizabeth.

Mi corazón saltó en uno de sus temblorosos latidos, y me quedé de pie, con expresión congelada. "Va a ayudarla". Desvié la mirada hacia la cubierta, y tragué saliva para deshacer el tremendo nudo de mi garganta. Oí sus pasos alejándose hacia la salida.

Miré a Dan, mientras me obligaba a caminar hacia él.

- ¿Sabes salir del barco tú sólo, o necesitas que te ayude? -pregunté, con voz carente de sentimientos.

Dan negó con la cabeza.

- Creo que sé hacerlo sólo, gracias.

Y dicho esto, me esquivó sin mirarme, y salió del barco con rapidez. No hice ningún gesto, simplemente me limité a acercarme a la barandilla, y me asomé ligeramente, lo justo para ver a Elizabeth nadando en el agua, para acercarse al muelle. Parecía que jadeaba de frío, o que le costaba respirar. Jacob estiró el brazo hasta ella, y le tendió la mano. Una mano que Elizabeth aceptó. Jacob tiró de ella, y se ayudó con la otra mano para sacarla del agua. Elizabeth tenía una expresión de angustia y horror, y chorreaba agua. Parecía estar... ¿llorando? Hasta que vi que apoyaba su cabeza en el pecho de Jacob, como si acabara de ver un terrible accidente.

Y Jacob... Jacob había pasado una mano por su espalda.

Apreté los dedos en torno a la barandilla, y me giré, sin querer ver más. Quise negarlo, quise negar lo que había visto, y lo que estaba sintiendo. "No te preocupes, sólo la ha ayudado a salir del agua." me dije. Sacudí la cabeza, para quitar esa imagen de mi mente, y traté de ocultar lo que mi corazón estaba sintiendo;  más traición. Humillación. Dolor. Todo demasiado intenso.

Como lo que Dan me había hecho, pero de manera diferente.

Y las ganas de querer encerrarme en mi cuarto-escritorio para llorar aumentaban cada vez más. Alcé la mirada, y me topé con la incrédula tripulación que estaba en mi barco.

- ¿Vosotros tampoco sabéis cómo salir? -solté.

Los hombres me miraron durante unos segundos, y yo apreté las mandíbulas.

- ¿Por qué íbamos a salir? -rebatió un hombre de expresión feroz.

- Porque es mi barco. Es mi barco y yo elijo quién trabaja aquí. -contraataqué.

Tal vez, si no me estuviera controlando la tristeza y la traición que sentía por la imagen de Jacob y Elizabeth juntos, habría visto con claridad que en una pelea, aquel hombre me habría podido matar al segundo golpe. Pero me daba igual. Me daba igual discutir con alguien así. En ese momento me daba igual todo, me daba igual ser borde y fría. Así había sido siempre, ¿no? ¿A quién le importaba que recuperara ese muro de frialdad que antes me caracterizaba?

- Nosotros trabajamos aquí, en este barco. -rebatió.

- ¿No me has oído bien? -inquirí, dando unos pasos hacia él. -Soy la capitana, ¿entiendes? Y yo digo que salgáis de mi barco.

- Los capitanes son Dan y Elizabeth.

¿Quién les había dejado ser capitanes de mi barco? Apreté los puños, y me concentré en el rostro del hombre.

- Los capitanes de este barco han salido de él, uno de ellos por la borda. ¿Te digo por qué? Porque yo soy la capitana, y tengo poder sobre ellos, por lo que también lo tengo sobre vosotros. -hice una pausa, cogiendo aire. -Ahora, te repito, ¿sabes por dónde se sale, o te saco yo?

El hombre me fulminó con la mirada, y soltó el palo de madera de la fregona que llevaba en la mano.

- ¡A qué estás esperando! -exclamé, fuera de mí, queriendo estar completamente sola.

El hombre me echó una última mirada cargada de veneno, y se giró, con pasos firmes y no muy rápidos. Salió el primero de mi barco, y los demás le siguieron, la mayoría fulminándome con la mirada. Una vez a solas, comprobé que la gente se había ido dispersando, hasta alejarse completamente de mi barco. Miré hacia mi cuarto-escritorio, y caminé hacia el mismo. La puerta no estaba cerrada con llave, ya que Dan había estado dentro. ¿Cómo había encontrado las llaves...? Entré, y cerré la puerta tras de mí. Eché un vistazo. Todo estaba como la última vez que lo dejé, salvo porque Dan había dejado sus cosas sobre la mesa.

Suspiré, y me acerqué a mi escritorio. Tenía las plumas que yo solía utilizar, y la mesa estaba manchada por pequeñas gotitas de tinta, que yo jamás en mi vida había derramado. Resoplé y sacudí la cabeza. La ira no se apagaba, y menos al ver las cosas de Dan sobre la mesa. Su chaqueta de cuero, una brújula, varios mapas, todos ellos diferentes, y... oro. Varias bolsas llenas de monedas de oro. Alcé las cejas, y bufé. Eso no era mío. No tenía que estar ahí.

Me acerqué al espejo de mi madre, que estaba oxidado, con pequeñas manchas. Me miré, y me quedé varios minutos observando mi reflejo. Estaba más delgada, con los pómulos algo más marcados. Mis ojos aguamarina tenían un brillo diferente, y no era de extrañar, no después de lo que había vivido. Pero deseé recuperar mi brillo habitual. Me pasé los dedos por el cabello, para peinarlo ligeramente, como solía hacer cuando nada de esto había ocurrido.

Solté todo el aire de una sola vez, y apoyé las manos en la pared. Tenía miedo. Miedo de perder a Jacob por culpa de Elizabeth. Sacudí la cabeza para apartar esos pensamientos de mi mente, y entonces agradecí que en aquel momento, alguien abriera la puerta. En parte.

Sólo en parte.

- Vamos a la posada, Kathy. -la voz de Jacob me hizo abrir los ojos. -Elizabeth tiene mucho frío.

Me aparté de la pared, para mirarle. Mi corazón palpitó de miedo en cuanto dijo su nombre.

- Espero que esté fuera de mi barco. -dije, simplemente.

- Sí, Kathy. Están abajo. -contestó él. - ¿Quieres venir?

¿Dónde había quedado eso de "no te voy a soltar"?
Asentí, y caminé hacia la puerta. Al pasar por su lado, dije, cortante:

- Pensé que no me ibas a soltar nunca.

Seguí caminando por la cubierta, y oí el ruido de la puerta al cerrarse. Jacob corrió para colocarse a mi altura, y se interpuso en mi camino, colocándome las manos en el vientre para frenarme, ya que yo no paraba. Alcé la vista hacia él, sin miedo, aparentemente.

- Y no lo voy a hacer. -dijo. -Pero sé que Elizabeth no te cae bien, y ahora menos. Y no te voy a obligar a estar con ella.

Desvié la mirada, y apreté las mandíbulas. Daba igual lo que dijera. El miedo a perderle seguía allí anclado, anclado en mi estómago y en mi corazón.

- ¿Estás bien? -susurró.

- Sí. -mentí. -Perfectamente.

"No, no lo estoy. No quiero perderte por culpa de Elizabeth. Y sé que puedo perderte."

Esbocé una leve sonrisa para ver si así se lo creía más. Me acarició el pelo, y me apartó un mechón de la cara, colocándomelo detrás de la oreja. Se inclinó, y me besó suavemente en la comisura de los labios. Se apartó unos centímetros de mí, y me miró fijamente a los ojos.

- Si te remplazara por Elizabeth, no habría duda de que soy estúpido. -susurró.

Fruncí los labios en una leve sonrisa, y asentí. Jacob bajó las manos de mi vientre, hasta mi mano derecha, y entrelazó sus dedos con los míos. Me condujo por la cubierta, hasta la rampa, y cerramos tras de nosotros la pequeña puertecita. Bajamos la rampa, hasta Dan y Elizabeth. Miré a mi alrededor, y vi que la tripulación anterior había desaparecido del lugar.

Elizabeth temblaba, y tenía una expresión de miedo en el rostro.

- Vaya. -dije. -Lo siento, Elizabeth. Pensé... que a las víboras les gustaba el agua. Pero veo que no.

Jacob sacudió la cabeza con una amplia sonrisa y los ojos cerrados. Elizabeth me dirigió una mirada cargada de dolor.

- No te he hecho nada, Katherine. -susurró.

Después de eso, nadie dijo nada. Nos limitamos a caminar, hasta que llegamos a la posada. Dan y Elizabeth pasaron primero, y después nosotros. Subimos las escaleras, hasta la habitación contigua a la de Diana y Liv -no la de Jacob-. Es decir, la de Brittany.

Pero Brittany no estaba en la habitación.

- ¿Dónde está Brittany? -pregunté, mirando a Jacob.

- La verdad es que no lo sé. -contestó. -Pero no te preocupes. Habrá salido a tomar el aire.

Preferí no preocuparme, tal y como me había sugerido Jacob. Brittany era un ser humano libre, capaz de hacer lo que quisiera, así que no tenía por qué darme explicaciones sobre nada.

Las habitaciones de la última planta eran las más "lujosas", puesto que todas tenían bañera con acceso a agua caliente. Jacob entró en el baño, seguido de Elizabeth, que temblaba. Dan se sentó en la cama, a esperar. Yo me apoyé en el marco de la puerta, sin perder de vista los movimientos de Elizabeth. La rubia se abrazó a sí misma, mientras Jacob accionaba el grifo, esperando a que saliera agua caliente.

Vi que Elizabeth observaba la espalda de Jacob mientras llenaba la bañera, tal vez con deseo. Yo tampoco pude evitar fijarme en cómo se movían sus músculos cuando movía los brazos para tocar el agua.

Una vez llena la bañera, Jacob se levantó, y le dejó paso a Elizabeth, que le miró a los ojos. Desvió la mirada, algo azorada, y esbozó una tímida sonrisa.

- Muchas gracias, Jacob.

- No hay de qué.

Jacob se giró, y se secó las manos con una toalla gris que había. Elizabeth agarró los pliegues de su blusa empapada, y la levantó, hasta sacársela por la cabeza, de espaldas a nosotros. En cuanto lo vi, tiré del brazo de Jacob fuera del baño, para que fuera más, rápido, y cerré la puerta con fuerza.

- ¿Qué pasa? -preguntó Jacob, alzando una ceja.

Al menos no había visto nada.

- Ah, perdona, eres libre. Así que si quieres vuelve a entrar para ver cómo Elizabeth se desnuda. -resoplé, sacudiendo la cabeza.

Me crucé de brazos, y cerré los ojos, mientras me giraba y le daba la espalda. ¿Podía parecer envidiosa? Tal vez, porque Elizabeth era una joven hermosa, para qué engañarnos, y era muy atractiva. Y no, no quería que Jacob posara sus preciosos ojos en el cuerpo desnudo de Elizabeth la víbora.

Jacob rió, divertido. Miró a Dan, algo más frío, pero sin dejar de reír.

- Dan, Liv y Diana están en la habitación de al lado. Creo que sería bueno que fuerais a saludaros, después de tanto tiempo, ¿no?

Dan asintió, con una leve sonrisa, y no tardó en ir corriendo a la habitación de al lado; Diana y Dan se llevaban muy bien.

- ¿Qué te hace tanta gracia? -pregunté con frialdad, sin apartar la mirada de sus ojos.

- La tontería que acabas de decir. -rió.

- Ah, sí, perdóname por evitar eso. Perdóname por tratar de evitar que mires a otra chica desnuda. Sí, la verdad es que ha sido una tontería. -hice una pausa, y me acerqué a la puerta cerrada del baño para volver a abrirla. -Es más, vuelve a entrar y báñate con ella, si quieres. -añadí.

Jacob me agarró de la muñeca y me impidió abrir la puerta. Me empujó hasta apoyarme en el marco de la puerta, sin soltarme la muñeca, y me miró.

- Efectivamente, es una tontería. -repitió. -¿Crees que tengo algún interés en verla... desnuda? ¿Y en bañarme con ella? Por Dios, Kathy.

Me encogí de hombros, y desvié la mirada, enfadada. "Puede, Jacob. No serías el único."

- ¿Qué? No sería tan raro, Jacob. No te culparía. -murmuré, desviando la mirada.

Alzó una mano, y la colocó en mi barbilla, obligándome a mirarle.

- Deberías preocuparte si esa joven que está bañándose ahora mismo fueras tú. Entonces sí, deberías sacarme de la habitación.

Uno. Dos. Tres latidos demasiado rápidos en intensos. Sentí el calor extendiéndose bajo mi piel. Los ojos verdes de Jacob clavados en los míos, y sus palabras zumbando en mi mente.

- Dios, Jake. -susurré, sin poder evitar esbozar una pequeña sonrisa, sacudiendo la cabeza.

- Era uno de mis secretos, pero me has obligado a contarlo. -se encogió de hombros.

Me soltó la muñeca, y me acarició la mejilla con dulzura. Volví a clavar mis ojos en los suyos, justo en el momento en que se inclinaba sobre mí. Sentí sus labios rozando los míos con suavidad, pero intensamente. Colocó una mano en mi mejilla, e introdujo los dedos en mi pelo, sujetando mi cabeza, y un escalofrío me recorrió de arriba abajo. Se me encogió el corazón, y me concentré en no desfallecer.

- Respira. -susurró en mi oído, con una sonrisa.

Apoyó el antebrazo en el marco de la puerta, sobre mi cabeza, sin apartar la otra mano de mi mejilla

- No puedo. -contesté. -No si estás tan cerca.

- ¿Quieres que me aleje? -preguntó, apoyando su frente contra la mía.

- No. Al contrario. No me permitas respirar. -respondí, cerrando los ojos.

Jacob sonrió, y volvió a besarme, esta vez con un poco más de intensidad.

- Es una pena que esté Elizabeth aquí. -murmuró, sin apenas separarse de mis labios.

No pude evitar reírme de su comentario.

- Espero que no te importe, ya sabes, impedirte respirar más a menudo.

Negué con la cabeza, sonriendo levemente. Su presencia me hacía olvidar todo lo que había ocurrido antes. Pero recordé mi empujón.

- Siento lo de antes. -susurré. -Siento haberte empujado... No sé en qué estaba pensando.

- No tienes que disculparte por nada. Perdóname a mí por haber tratado de calmarte. -rió.

Preferí no decir nada más. Necesitaba otra vez sentir sus labios sobre los míos, como si nada malo fuera a ocurrir. Y eso hice. Reduje la distancia que había entre nuestros labios, y rocé los suyos con urgencia.
Jacob tuvo que apartarse unos centímetros para calmar su respiración.

- Veo que a ti también te cuesta respirar. -bromeé, sonriendo.

- Sí, maldita sea. -cerró los ojos, y cogió aire con fuerza. -Cuesta abstenerse. Cuesta mantener el control de uno mismo contigo delante.

Fruncí los labios, para intentar no sonreír. Observé su piel fijamente, observé todos sus gestos mientras trataba de calmar su respiración. También me costaba a mí mantener el control con él tan cerca. Volvió a inclinarse sobre mí, sin importarle su entrecortada respiración, y sus labios buscaron los míos, acariciándolos con suavidad.

Hasta que se abrió la puerta del baño.

- Lo siento. -dijo simplemente Elizabeth.

Jacob se apartó de mí a duras penas, y miró a su alrededor. Se pasó una mano por el pelo, y miró a Elizabeth, frunciendo el ceño. Elizabeth estaba envuelta en la toalla, y se había peinado. Bajó la mirada, azorada, y susurró:

- Necesito ropa.

Carraspeé ligeramente, y Jacob despertó.

- Ah, sí. Ahora voy.

Se giró con rapidez, y vi que Elizabeth me dedicaba una media sonrisa bastante burlona. No pude evitar observarla de arriba abajo en cuanto dejó de mirarme, y me crucé de brazos. Y volví a sentir miedo.
Jacob volvió con un montón de ropa, y se lo tendió mirándola a los ojos.

- Aquí tienes.

- Gracias, Jake. -apreté los puños en cuanto dijo "Jake".

Elizabeth se giró, y se metió en el baño otra vez. Yo desvié la mirada, y me apoyé en la pared, mordiéndome la lengua. No podía evitar tener miedo. Y por esa y otras miles más razones, había odiado enamorarme. Te hunde. Te cambia. Te hace daño. Aunque si es correspondido, es el sentimiento más bonito.

Jacob me miró, y se acercó a mí otra vez.

- Voy a ver a Diana y a Liv. No me fío mucho de Dan, ya lo sabes.

"Ni yo de Elizabeth."
Se inclinó hacia mí, y me dio un beso corto y suave, que me dejó con ganas de más.

- ¿Serás capaz de no matarla? -preguntó, con una sonrisa.

Me encogí de hombros, y le sonreí levemente. Jacob me observó durante un rato, y se giró, mordiéndose el labio inferior. No le quité la vista de encima hasta que desapareció por la puerta de la habitación. Una vez sola, me acerqué a una silla de mimbre, y me dejé caer. No sabía exactamente para qué me quedaba ahí, tal vez para adivinar por qué demonios tenían Dan y Elizabeth mi barco. O para reírme de su actitud conmigo.

Minutos más tarde, Elizabeth salió, con andar elegante y atractivo, mirando a su alrededor.

- Qué pena, ¿eh? Jacob no está aquí para mirarte. -dije, cruzándome de brazos, y alzando las cejas.

- No sé ni cómo sigue contigo... He de admitir que me ha sorprendido. Pensé que, al fingir que te quería sólo por pena, no duraríais mucho.

¿Por pena...? Apreté las mandíbulas, pensando en qué decir.

- Tu actitud cambia considerablemente dependiendo de con quién estés. Por lo que he visto, te vuelves una joven inocente y tierna delante de Jake. Y una víbora conmigo. -dije.

Tenía que dejarle claro que Jake era mío. Que no conseguiría nada.

- ¿A qué viene eso? -preguntó. -¿No será que... tienes miedo de una niña inocente?

"¿Inocente? Ojalá fueras una niña inocente."

- ¿Tener miedo? ¿De qué? ¿De ti? -solté una suave carcajada, y sacudí la cabeza.

- No de mí. Sino de lo que una joven tierna e inocente puede quitarte. -contestó, con una pequeña sonrisa.

Sabía que se refería a Jacob. Pero no le iba a perder, no esta vez. Así que entrelacé mis manos, y apreté las mandíbulas. Me obligué a esbozar una sonrisa falsa, una sonrisa que sólo se mostró en mis labios, ya que mis ojos siguieron igual de serios.
Pero una pequeña parte de mi corazón latía con miedo. Por miedo a perder. Por miedo a que aquella niña inocente me quitara lo que más quería en el mundo.

- ¿Qué es lo que puedes quitarme? -inquirí, haciendo como que no sabía a quién se refería. -¿El sueño? ¿Una camisa?

- A Jacob.

- ¿A Jacob? -repetí, con una firme media sonrisa. -Me temo que eso es algo imposible, Elizabeth.

- ¿Cómo lo sabes? ¿Cómo sabes que no le puedes perder?

- Simplemente lo sé. Y menos por tu culpa. -contesté entre dientes.

- ¿Por qué? ¿Es que acaso crees que Jacob es diferente? ¿Es que acaso crees que todo lo que te dice es real? -inquirió Elizabeth.

- Sí. -contesté fríamente, con la firme media sonrisa en los labios.

- ¿No te has parado a pensar que todo eso puede ser falso? -susurró. -Dime la verdad. ¿Crees que es diferente?

- No lo creo, lo sé. -contesté con firmeza, alzando la cabeza.

Elizabeth soltó una leve carcajada, a la vez que sacudía la cabeza.

- ¿Vas a caer otra vez en su trampa? ¿Por segunda vez? Te creía más lista, Katherine, sinceramente... Consigue lo que quiere con cosas como esas. Y todas nos lo creemos. Pero es igual que todos los demás.

- Jacob es diferente. -murmuré, bastante firme.

- ¿Es que acaso no sabes cómo es?

- Claro que sé cómo es. Mejor que tú. -contesté, perdiendo la calma.

- Si le conocieras, sabrías que para conquistarle sólo necesitas ser atractiva. Y seguro que lo sabes mejor que nadie, Katherine. ¿O no te acuerdas de lo que te hizo? Oh, venga, vamos.

- Las personas cambian. Y sé que ha cambiado. No sabes cómo es...

- No tengo ningún problema en demostrarte que estás equivocada. -me cortó Elizabeth. -En demostrarte que todo es falso.

- No necesito que me demuestres tus mentiras, Elizabeth.

Elizabeth sacudió la cabeza, y cambió el peso de su cuerpo de una pierna a otra.

- Es una estupidez sufrir dos veces por lo mismo. Y más aún si se trata del mismo joven.

- Confío en él. Sé que ha cambiado.

- Tranquila, yo te demostraré que todo es falso. Que cae babeando ante cualquier chica. Tal vez sea lo mejor, y así te ahorres más sufrimiento del debido.

Sus ojos brillaron, y su voz retumbó en mi cabeza. Me obligué a cerrar los ojos durante unos segundos. Cuando los abrí, me humedecí los labios, y tragué saliva. Confiaba en Jacob, y no necesitaba que una víbora se metiera en mi camino y lo estropeara todo.

- No me vas a demostrar nada... -siseé, perdiendo la calma que me quedaba.

Sabía lo que quería. Sabía lo que intentaba. Me levanté de la silla de mimbre, y caminé hacia ella con paso desafiante, y continué diciendo en tono amenazador:

- ... Porque no te vas a acercar a él. ¿Me has oído?

- Si tanto confías en él, ¿qué más te da lo que yo haga? Si tan verdadero es su sentimiento hacia ti, te daría igual lo que yo hiciera. ¿O no? Se supone que si te ama, no tendrías que preocuparte por lo que hacen las demás jóvenes al estar con él.

Me mordí la lengua. ¿Tenía razón Elizabeth? Yo deseaba pensar que así era, que Jacob había cambiado de verdad. Odiaba pensarlo, pero tal vez la víbora tuviera razón. Y haría cualquier cosa por demostrarle que no tenía razón. Que Jacob me quería de verdad.

- ¿O es que al final resulta que no ha cambiado? ¿Eh, Katherine? -inquirió, igual de desafiante. -Pensaba que con una vez te valdría, que con eso aprenderías. Pero veo que eres igual de estúpida que todas las mujeres con las que ha estado.

- ¿Te incluyes? -pregunté.

- Me incluía. Pero yo ya he aprendido, ya sé cómo es. Sin embargo, veo que tú no has aprendido. Y necesitas que vuelva a hacerte daño una segunda vez, con otra mujer.

- No sabes nada de lo que siente por mí, Elizabeth. -fruncí el ceño. -Sé lo que pretendes. Pero deberías saber que no vas a conseguir nada, Elizabeth. Jacob es mío. No sé que cosas se te estarán pasando por la cabeza, pero te estoy avisando; no te acerques a él. No te metas entre nosotros.

- Estás dudando de él, Katherine. -contraatacó. -Estás dudando de la fortaleza de vuestro amor. Tienes miedo de lo que pueda conseguir, ¿verdad? No lo niegues. Vamos, Katherine, sabes que tengo toda la razón.

Me mordí la lengua. Una parte de mi corazón estaba de acuerdo con esas palabras, porque en el fondo tenía miedo de lo que podía ocurrir por su culpa.
Recordé que en su día, Elizabeth me dijo exactamente lo mismo que yo la acababa de decir.

- Recuerdo que un día, hace varios meses, me dijiste lo mismo. Que no me interpusiera en vuestro camino. ¿Tú también dudabas de la fortaleza de vuestro amor?

- Sí, pero por su parte. Porque sabía cómo era, sabía que se fijaría en cualquier ser humano con la condición de que fuera hembra y más o menos de su edad. -escupió.

Sus palabras parecían serias y verdaderas, y empecé a creer en lo que decía. Tal vez ése fue mi error; una víbora jamás deja de ser una víbora, se ponga la máscara que se ponga.

- Así que sí, Katherine. Sé lo que piensas, y sé cuál es tu miedo. Mejor no pongas más excusas.

- No pongo excusas. Te estoy avisando, Elizabeth. No quiero que por tu culpa, nos ocurra algo. Y sé perfectamente que no me es, ni será, infiel, y que ha cambiado. Así que de eso no tengo miedo. Tengo miedo de las tonterías que puedas inventarte para fastidiarlo todo. -solté, en parte verdad.

- Perfecto. Entonces olvídate de mí y de cómo me comporte a su lado, Katherine, si tanto confías en él y en su supuesto amor por ti.

Resoplé, y me acerqué a la puerta para salir, no sin antes girarme, y decir desafiante:

- Adelante, Elizabeth. Compórtate de la manera más seductora posible ante él. Pero como lo estropees todo, te juro que me encargaré de que no te olvides de mí en tu maldita vida. ¿Me oyes, Elizabeth?

La rubia asintió, y pude notar un ligero rastro de miedo en su rostro. Pero desapareció en cuanto esbozó una media sonrisa burlona.

Y dicho aquello, salí de la habitación, cerrando de un portazo.

Sabía lo que Elizabeth pretendía. Pero obligarla a alejarse de él era como admitir que tenía razón, y yo no quería eso. Estaba de acuerdo en que se comportara de la manera que quisiera, porque en el fondo confiaba en Jacob, confiaba en que no era estúpido, y en que no se dejaría llevar por la víbora.

Pero si por alguna razón, le perdía, Elizabeth jamás me olvidaría.


14 comentarios:

  1. Se esta poniendo muy muy interesante y yo tengo que hacer deberes ! Quiero el siguiente ya, no puedo creer que lo dejes así :(
    Me encaaaanta, la antigua Kathy es genial, pero Elizabeth es agggggggggggggggggggggg la mataría ahora mismo
    A ver que le tienes planeado a mi pobre Jake :(
    Y Dan ? En parte me da pena, por otra NINGUNA !
    Espero el siguiente con ansias, este me ha encantado, muchísimo en serio. Esos momentos Jake - Kathy son geniales


    Un saludo enorme magnifica escritora !

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    1. Hoy mi comentario es cortito porque llevo prisa y no tengo tiempo pero creo que no hace falta que te escriba todo lo que pienso de tu historia ;)

      Un saludo April :3

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    2. Me alegra que pienses que se pone interesante :3
      La antigua Kathy sale cuando le da la gana, la verdad xD Yo también mataría a Elizabeth, pero vamos a esperar... a ver qué ocurre :)
      Tengo planeado para todos, la verdad jajaja
      Dan... Bueno, ya me diréis que tal os cae :3
      Necesito escribir algo romántico, no puedo evitarlo xD
      ¿Corto? Ya sabes que con un hola, me ha gustado, me vale!

      Muchíiiiiiisimas gracias por todo, Andrea, de verdad :') ¿O debería decir... la mejor escritora? ;)

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  2. QUE DEJES DE SER PERFECTA,JOPELINES. Reparte esa perfección con la que escribes caps para los demás,anda.

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  3. oooooooooh!
    que gran capitulo me gusto mucho
    bueno queria decirte que te he nominado para los mejores 15 blogs pasate por mi blog a verlo es http://amoresenpaginas.blogspot.com/

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    1. Wow, me he emocionado :')
      Ahora mismo me paso, y jo, en serio, que emoción :') Muchísimas gracias, Cata!
      Un besazo!

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    2. bueno pues de nada april de verdad que te lo mereces con esta fantástica historia que tienes te mereces al menos la nominacion

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  4. Aprillllllllllllllllllllllllll! Que echaba muchísimo de menos tu maravillosa forma de escribir!!!!! Es super interesante dios, espero tener más tiempo! De verdad, ESCRITORAZA! Eres expreta en escribir momentos bonitos :)

    Te echo de menos por el blog, por cierto... Tengo uno nuevo... Si quieres pasarte ;)
    Ah... Te tengo afiliada !
    Un besazo!!

    http://tansolounanochemas.blogspot.com.es/

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    1. JAAAANEEEEEEEEEEE! :') Yo te echaba mucho de menos a ti! Porque a tu blog... la leo siempre que subes, así que sólo la echo de menos cuando no subes (e.e) :) Jo, que me emociono! Y más siendo tú, que tiene una de las mejores historias...

      No te voy a mentir. Me he pasado. Varias veces. Acosando. Sólo falta mi comentario. Así, siendo sincera :3
      Ahora mismo te afilio, faltaría más!
      Un besazo Jane!

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    2. ju!! Ahora voy a leer el siguiente cap ¿Dónde hay que votarte, que no me entero? Sí, coméntame que así no te echo de menos :)

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    3. Ah... Ya me he enterado de dónde jajajaja Sorry :)

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  5. Tiaaaa!!
    Presiento que va a ver camorra!!!!
    El sisiguiente ya guapísima!!!

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    1. Bella! ^^ Te echaba de menos :')
      Buf, tengo varias cosas preparadas... :)
      El siguiente hoy, eso espero!

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