Diario del Mar

"Me llamo Katherine Greenwood Wells, tengo dieciocho años. Nací en una cuna hecha de olas, mecida por el vaivén del maravilloso océano. El mar corre por mis venas. Mi madre se llamaba Anne Wells, y falleció cuando yo había cumplido seis años. Mi padre, Alfonso Greenwood, me enseñó todo lo que sé sobre el mar, pero por desgracia, desapareció hace dos años, sin dejar rastro. Y desde entonces, no he dejado de buscarle."




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martes, 8 de enero de 2013

DDM: Capítulo 62

¡Hola a todos! :3

Quería daros una sorpresita, subiendo este capítulo, aunque tal vez lo haga para animarme a mí... u.u Sí, no tenía nada de ganas de empezar las clases, y bueno, ver que leéis el capítulos y que comentáis, ayuda bastante :)

Aquí os dejo el capítulo 62. Espero que os guste, como siempre os digo ^^

Por cierto, ya sabéis, que si aún no habéis votado, o no sabéis cómo, en esta entrada os lo explico todo :) Y en serio, muchísimas gracias a los que ya habéis votado :)

                                                          ¿Me ayudáis?


Y no molesto más, espero que os guste. :3




Tuve que parpadear varias veces para apartar el sueño de mi cuerpo, y lo conseguí. Alcé la vista, y vi que Jake seguía dormido, abrazándome. Esbocé una pequeña sonrisa, pues todo lo que necesitaba estaba frente a mí, por fin. Después de tantas tragedias, y tanta distancia. Y ojalá no se repitiera nunca. Nunca.

Cerré otra vez los ojos por unos instantes, y los volví a abrir. Suspiré, y aparté sus brazos con suavidad, tratando de no despertarle. Y no abrió los ojos. Parecía muy cansado.
Cuando ya no hubo contacto entre nosotros, lo eché de menos, ya que con él acariciándome o abrazándome me sentía segura, a salvo.

Con cuidado de no hacer ruido, me levanté, y caminé hasta la ventana. El sol brillaba, no muy lejos del horizonte, y supe que me había conseguido dormir unas horas después de mi pesadilla. Sonreí levemente, porque al menos le tenía a él para que me calmara.

Había pasado los últimos meses inconsciente, y aún estaba algo desorientada. Había estado al borde de la muerte, y he de admitir que tenía miedo. Pero Harry había estado a mi lado. Gracias a él había sobrevivido, y por eso le debía la vida. Ni más ni menos. Y así, delante de la ventana, comencé a recordar. Recordé a Jacob cuando nos vimos en Vigo, por primera vez desde hacía años. Recordé a Harry, apoyado en la barandilla del barco de Jake, sonriéndome, después de años sin verle.

- Veo que ya estás despierta. -dijo una voz a mis espaldas.

Me giré, y sonreí, asintiendo. Jake me dedicó una de sus cálidas sonrisas, y se incorporó.

- Estaba... estaba recordando. -contesté, volviéndome hacia la ventana.

Todo había cambiado, y el tiempo había pasado. Pero yo lo recordaba como si hubiera sido ayer. Recordé a la antigua Katherine, esa joven dura, fría, que jamás lloraba ante nada ni nadie. ¿Había muerto? ¿Podría recuperarla algún día? ¿O nunca había existido como tal? Tal vez... tal vez nunca existió realmente. Sólo era una máscara, una coraza que me protegía de todo, pero no sirvió contra Jacob.

- ¿Qué estabas recordando?

Oí el ruido de su ropa rozando la tela de las mantas, y también el sonido de sus pasos acercándose a mí.

- Todo lo que ocurrió desde aquel día en que nos encontramos en medio del mar, cerca del puerto de Vigo. -contesté, sin apartar la mirada del cielo azul.

Jake se apoyó contra el cristal de la ventana, a mi lado, y entonces no pude evitar mirarle. Se cruzó de brazos, y me dedicó esa media sonrisa tan arrogante suya, que tanto me gusta, y que tanto llegué a odiar... o eso creía. Porque en el fondo, jamás la odié. Me dije a mí misma que lo hacía, pero desde siempre me había gustado. Independientemente de lo que me hubiera hecho en un pasado.

- Recuerdo a la perfección aquel día. -dijo, sonriendo. -Recuerdo a una Katherine desesperada por mi culpa.

No pude evitar sonreír, yo también lo recordaba, como si hubiera ocurrido ayer. Exclamé su nombre, y después me puse a gritar como si estuviera desquiciada.

- Sí, un recibimiento muy cálido para haber estado separados durante varios años. -rió Jake. -Me gritaste, y te negaste a saludarme.

- Te has olvidado de una cosa; pensé en saltar a tu cubierta y matarte. -añadí, con una tierna sonrisa.

- Me lo imaginaba por la expresión de tu rostro, la verdad. También me llamaste... babosa sin cerebro muerta para ti. Sí, eso me llamaste. -dijo Jacob, pensativo.

Sacudí la cabeza, sonriendo. Me acordaba a la perfección de aquello.

- Tu venganza fue confundirme. -rebatí, mirándole. -Recuerdo esa noche en la que me dijiste que no me metiera con tu nueva pareja, la víbora. Y luego trataste de besarme.

- Sí, fue una pena que no me dejaras besarte aquella noche. -se encogió de hombros, cruzándose de brazos. -A ti no te faltaban ganas para matarme, y a mí no me faltaban ganas para besarte.

- Y tampoco para besar a la víbora. -añadí, en un leve gruñido, mirándole de reojo.

Jake dirigió su mirada hacia mí, y soltó una leve carcajada.

- ¿Es que aún no te he dicho que sólo era para llamar tu atención?

- ¿Diste por hecho que eso iba a atraer mi atención? -contraataqué, cruzándome de brazos, y alejándome unos centímetros de la ventana para colocarme a su lado.

- La verdad es que no. -contestó él, sacudiendo la cabeza. -Lo deseaba, no lo di por hecho.

Sacudí la cabeza, riendo, sin apartar la mirada de sus ojos verdes.

- Pero admítelo, Kathy. Te encantaba que hablara contigo. Aunque fuera... prepotente. Como suelo ser.

Desvié la mirada, y fruncí los labios.

- Tal vez. -contesté. -Pero eso no me quitaba las ganas de matarte.

- Ni a mí las de besarte, la verdad. -añadió, encogiéndose de hombros. -Sólo aumentaban, así que no ganaba mucho confundiéndote. Bueno, sí. Era divertido. Y sigue siendo divertido alterarte. Ya sabes, hacerte sentir algo incómoda.

Me quedé boquiabierta durante unos segundos, respondiendo mentalmente. "No, también aumentaban las mías. Aparte de las de matarte, claro." 
Fruncí los labios, y desvié la mirada durante unos segundos.

- Nunca... nunca me has alterado. -conseguí decir con firmeza. -Y nunca me he sentido incómoda.

Jake esbozó su típica media sonrisa, y eso bastó para acelerar mi corazón. Pero me mantuve firme, sosteniendo su mirada.

- Comprobémoslo.

Me encogí de hombros, y asentí, frunciendo los labios, y aún con los brazos cruzados, aceptando su reto. Jake me miró fijamente, y yo negué con la cabeza. Mi corazón iba rápido, sí, pero no lo suficiente como para estar alterada, o sentirme incómoda.

- No. -dije, orgullosa.

- ¿No? Bueno, pues ahora en serio. -susurró, mientras me dedicaba una de sus medias sonrisa, tal vez la más increíble que haya podido ver.

Se apartó de la ventana, y acortó la distancia que había entre nosotros, esta vez serio. No me moví, y decidí quedarme donde estaba, observándole. A cada que paso que daba, mi corazón se aceleraba cada vez más. No.

Cuando estuvo a escasos centímetros de mi cuerpo, alzó una mano, y con el pulgar, me recorrió la piel desde la sien hasta la mandíbula. Notaba mi corazón latir demasiado rápido. Pero me mantuve firme, con una respiración tranquila y acompasada.
Jacob era ancho de hombros, y bastante alto, así que me sacaba varios centímetros, y tenía los músculos del cuerpo bien definidos.

Su mirada hacía el mismo recorrido que su pulgar; se deslizó por mi mandíbula, y bajó por mi cuello, hasta mi clavícula. En ese momento sentí que mi corazón dio un brinco, y me concentré en no respirar de manera entrecortada. No iba a ganar.

Siguió por mi hombro, acariciando mi piel por debajo de la blusa blanca, y sentí un escalofrío que me recorrió de arriba abajo. Cerré los ojos durante unos segundos, orgullosa de mi autocontrol ante esa situación. Entonces, Jake me echó unos mechones de pelo hacia atrás, que cayeron por mi espalda, dejándome todo el cuello descubierto. Me dirigió una leve mirada, tal vez de victoria anticipada, y se inclinó hacia mí.

Mi corazón dio otra salto, seguido de varios más.

Sus labios rozaron mi clavícula, y recorrieron mi cuello.

Y no pude aguantar más. Mi respiración se pronunció, y me obligué a cerrar los ojos. Comencé a respirar por la boca y de manera entrecortada. ¿Cómo podía ejercer ese poder sobre mí?

Jacob se apartó de mí unos centímetros, y sonrió victorioso.

- Creo que has perdido, Green.

- Has tenido suerte. -me excusé.

- Ya. -dijo simplemente.

Nos callamos con rapidez, a la vez que nos girábamos, en cuanto oímos la puerta abrirse.

- ¿Interrumpo algo? -dijo la joven pelirroja.

Jake se encogió de hombros, girándose y caminando hacia el viejo catre.

- Tal vez. -contestó simplemente.

Yo sonreí, y negué con la cabeza. Liv esbozó por su parte otra sonrisa y caminó hacia mí. Sin decir nada más, me envolvió entre sus brazos con fuerza. Cerré los ojos durante unos segundos; todo iba bien.

- Buenos días, Kate. -murmuró contra mi pelo.

Que me llamara de ese modo me transportó al pasado, y otra vez recordé a Jacob y sus ganas de confundirme, a Harry y su apoyo, a Liv la primera vez que la conocí.

- ¿Has dormido bien? -preguntó, separándose unos centímetros de mí.

- Mejor que otros días. -contesté.

Frunció los labios, y asintió, satisfecha.

- Diana también está despierta. -añadió, encogiéndose levemente de hombros.

Asentí, comprendiendo lo que pretendía. Sabía que las preguntas llegarían, y no sería agradable volver a recordar a Patrick, y peor aún si era despierta. Me daba miedo, no podía ocultarlo. Patrick había dejado huella en mí, y todos y cada uno de sus golpes también.

Liv me hizo un gesto para que la siguiera, y miré suplicante a Jake, tal vez con algo de terror. Pero suavicé con rapidez la mirada, porque no quería preocuparle. Y todos se merecían respuestas. Jake tal vez más que nadie. Así que debía ser fuerte.
Jacob se levantó del borde de la cama, y caminó hacia mí. Estiré la mano, en busca de la suya, y él no tardo en aferrarla con fuerza. Su calidez me recorrió, y el miedo disminuyó un poco.

Seguimos a Liv por el pasillo, hasta la habitación contigua. Abrió la puerta, y nos invitó a pasar. Diana estaba sobre la cama, y parecía algo más fuerte que ayer. Tenía una enorme sonrisa pintada en la cara, lo que le dio brillo a su mirada, azul como el hielo.

Nos acercamos a ella, solté la mano de Jake, y me incliné sobre ella para abrazarla con fuerza. También recordé a Diana cuando le dijeron que estaba embarazada.

- ¿Qué tal has dormido? -me adelanté.

- Se podría decir que bien. Kathlyn ha llorado por la noche, aunque agradezco que haya sido sólo una vez. -respondió Diana, suspirando.

Me aparté de ella unos centímetros, y miré hacia la cuna de Kathlyn. Caminé hacia ella, y me asomé sobre ésta para ver a la pequeña hija de Diana. Tenía los ojos cerrados, y dormía plácidamente. Su respiración era acompasada y lenta, y no pude evitar sonreír. Alcé la mano y le acaricié la mejilla con la punta de los dedos, de manera suave y casi imperceptible.

Me giré, y me senté al borde de la cama de Liv y Diana. Diana me miraba fijamente, parpadeando de vez en cuando, y supe que las preguntas no tardaría en llegar.

- Kathy... -comenzó.

Yo la paré, asintiendo.

- Lo sé. -contesté, simplemente.

Jake se cruzó de brazos, y se apoyó en la puerta de entrada, sin apartar la vista de mí. Liv se sentó al lado de Diana, y también me observaron fijamente.

- Se supone que debería estar muerta. -dije, bajando la mirada. -Patrick... Patrick me mató. -pronunciar su nombre me dio náuseas.

- ¿Qué... qué ocurrió? -susurró Liv.

Tragué saliva, y traté de respirar por la boca, aunque también me costaba. Tenía que recordar a Patrick, y todo lo que me hizo.
Cerré los ojos, y me le imaginé delante de mí, en la habitación, alzando el puño para golpearme. Y justo antes de recibir el golpe, abrí los ojos, asustada. Sólo había sido una imaginación.

- Le supliqué la muerte. -murmuré, desviando la mirada. -Fui yo la que le supliqué que me matara.

Diana se retorció las manos, boquiabierta. Sí, no encajaba. Katherine, la Princesa de los Mares, una joven (aparentemente) fuerte y valiente, que jamás se rinde, que siempre lucha y gana en cualquier pelea, rindiéndose.

- Sé... que os parece extraño. Pero después de todo, a mí me pareció lo más normal del mundo. Ya... ya no podía más, ¿sabéis? Era continuamente.

Bajé la mirada, mientras mi corazón se aceleraba de terror por el simple hecho de pensarlo. Decidí alzar la mirada, y miré primero a Diana, luego a Liv y por último a Jake. Su presencia me calmó, porque sabía que él, por ahora, me protegería de cualquier cosa.

- Quise rendirme. Creí que eso era lo más valiente que podía hacer. Porque en el fondo... en el fondo yo no soy valiente.

- Claro que lo eres. -me interrumpió Diana.

Al oírla, sentí el deseo de recuperar a la antigua Katherine. De volver a ser lo que era al principio de toda esta... aventura. ¿Podría volver a serlo?

- El caso es que me rendí. Me rendí ante él, porque no podía soportarlo más. No había un día de descanso, siempre creía que moría. Y más cuando Patrick bajaba a mi sótano y me dejaba medio muerta con una de sus palizas. -susurré.

Atisbé por el rabillo del ojo un movimiento de Jacob. Desvié la mirada hacia su cuerpo, y vi que se había erguido, de brazos cruzados, y que tenía una expresión de auténtica ira, furia. Enfado. Sentí el llanto en la garganta, pero fui lo suficientemente fuerte como para frenarlo. Por primera vez. Aunque por llorar no era más débil; llevaba meses sin llorar, y sólo necesitaba eso, descargarme y desahogarme.

- Patrick... Patrick utilizó una espada para darle fin a mi vida.

Seguidamente me levanté la blusa blanca para mostrarles la fea cicatriz de mi estómago, que no parecía curada del todo. Diana se tapó la boca con las manos, en un gemido ahogado.
Pero esa herida no sólo era un corte superficial. También era interna, y había dañado mi estómago; eso era lo más lento, el proceso más lento de curación, y me temía que aún no se había curado de todo.

- Y ese fue el final de mi vida, o lo que debió ser el final de mi vida. -continué. -Brittany, una criada de Patrick, me ayudó. En varias ocasiones, y creo que la debo demasiado. Ella le hizo creer que estaba muerta, pero en vez de eso, paró la hemorragia como pudo, y cinco días después, me llevó a una posada, para que me trataran como necesitaba.

Sabía que eso no se lo creerían. Una herida de espada en el estómago no se curaba con una venda y ya está. Eso sólo conducía a la muerte. Pero no iba a contarles que fue Harry el que me ayudó. Tal vez eso sí que no se lo creerían.

- Y fue un milagro. Estuve tres meses inconsciente, supuestamente muerta para Patrick. No me acuerdo de nada, sólo sé que gracias a Brittany, estoy aquí.

Pero Liv no era tonta. Nada tonta.

- Una herida así no se cura con el tiempo, Kathy. -rebatió, mirándome fijamente. -Una herida así te mata.

Cogí aire, y traté de tragar saliva, pero fui incapaz, pues tenía un enorme nudo en la garganta.

- No sólo fueron cuidado externos. -añadí, en voz baja, desviando la mirada. -Alguien impidió que muriera, pero no hizo que despertara. Por eso estuve inconsciente tanto tiempo. Alguien impidió que mi corazón dejara de latir, mientras mi propio cuerpo trataba de curar internamente el corte sufrido.

- ¿Quién...? -preguntó Diana.

Me mordí el labio inferior, y me decidí a decirlo.

- Fue un auténtico milagro, y estoy segura de que no os lo creeréis. Pero... de alguna manera, él lo hizo.

- ¿Quién? -repitió Diana.

- Harry. -contesté simplemente, sintiendo cómo el nudo de la garganta se deshacía, para instalarse en mi estómago.

Lo sabía porque noté su presencia. Porque oí su voz en mi mente, impidiéndome morir, impidiendo que mi corazón dejara de latir, impidiendo que mis pulmones no respiraran. Fue... fue como un juego. Me obligó a activar mi propio organismo, me ayudó a mantenerme viva. Fue un milagro, y no me lo creí.

- ¿Qué? -susurró Diana, incrédula.

- Sé que es difícil de creer, pero... pero no estoy loca. Harry estuvo ahí. Lo sé. Él me ayudó, me ayudó a mantenerme con vida, mientras mi cuerpo se encargaba de curar los daños. Y todo eso me costó tres meses.

Diana desvió la mirada, y vi que tenía los ojos brillantes por las lágrimas.

- No me lo estoy inventando. -susurré, inclinándome levemente hacia ellas.

Diana asintió, y se llevó las manos a los ojos para secarse las posibles lágrimas.
Estaba segura de que creían que la herida y los golpes me afectaron. Pero no estaba mintiendo. No mentiría con una cosa así.

- No os estoy mintiendo. -dije, alzando el tono de voz. -Por favor, creedme. Jamás mentiría con eso, ¿qué gano yo diciendo eso si es mentira? Nada. Podría haber dicho simplemente que fue un milagro, pero Liv tiene razón. Esa herida no se curaba sólo con cuidados externos, y debí morir. Así que supongo que no podía ocultarlo durante mucho tiempo.

Diana alzó la mirada hacia mí, y le tembló el labio inferior. Negué con la cabeza, para decirla que no estaba mintiendo.

- Te... te creo. Es sólo que... cuesta asimilarlo.

Suspiré de alivio, y me erguí, cerrando los ojos. Al menos me creían. Me froté los ojos y la cara con la palma de las manos, y deseé que Jacob estuviera a mi lado. Justo a mi lado.

- Siento mucho por lo que has pasado, Kathy. -dijo Liv. -No quiero ni imaginármelo.

Alcé la vista hacia ella, y asentí de manera imperceptible. Ojalá nadie pasara por lo mismo que yo.

- Yo odio tener que recordarlo a cada segundo que pasa de mi vida. -contesté.

- Tiene que ser horrible.

- Demasiado. -susurré, tocándome la frente con la mano.

Oí los pasos de Jacob acercándose a mí, y noté su mano acariciando mi hombro. Aquel gesto me reconfortó. Cerré los ojos, aunque no estaba cansada, y me imaginé sobre el suelo encharcado de sangre, y a Patrick de pie junto a mí, con la espada en la mano, y una sonrisa victoriosa.

- ¿Queréis comer algo? -interrumpió Jake, al ver el silencio que nos envolvía.

Diana negó con la cabeza, ella aún no se encontraba con fuerzas como para levantarse de la cama. Liv negó también.

- Bajad vosotros, yo me quedo con Diana. Me apuesto lo que queráis a que deseáis pasar más tiempo solos. -rió la pelirroja.

- Sería un detalle por vuestra parte, Olivia, la verdad. -contestó Jake, sonriendo. -No os preocupéis, trataré de no besarla demasiado...

- No, no, guárdatelo para ti, tranquilo. No necesitamos explicaciones. -gruñó Liv, interrumpiéndole, haciendo una mueca y riendo.

Jacob rió también, y se descruzó de brazos, para tenderme una mano. Agarré su mano, y me levantó del borde de la cama. Me miró de arriba abajo, y no pude evitar volver a sentirme algo incómoda, porque aún no me creía que ese chico fuera... mío.

Soltamos nuestra manos, y nos despedimos de Liv y Diana, y también de la pequeña Kathlyn. Me adelanté y salí la primera de la habitación, para ir a ver a Brittany. Tal vez quisiera tomar algo con nosotros.

Pero Jake me frenó, agarrándome de la muñeca, y me obligó a mirarle. Alzó las cejas, y negó con la cabeza.

- Lo siento, pero voy a ser egoísta. -dijo, sin soltarme. -Te quiero sólo para mí.

Bajé la mirada, sonriendo, y con un ligero rubor en las mejillas. Asentí, y solté el pomo de la puerta.

- Está bien. Pero tal vez no te deje acercarte mucho. -añadí, sonriendo. -Yo primera.

Pasé a su lado, y comencé a caminar, con él por detrás. Y entonces eso me recordó al día en que Jacob bajó a la bodega, y le dejé muy claro que en ese viaje yo era la capitana. Y que si hacía algo que no me gustara, no dudaría en matarle. No pude evitar sonreír. Tal vez podría recuperar esa actitud, tal vez podría ser así de atrevida, casi arrogante. Como antes.

- Oh, ya entiendo. -rió Jacob. -¿Echas de menos al Jacob arrogante del primer día? -hico una pausa, asintiendo. -Me imaginaba a la Princesa de los Mares... diferente.

Me giré hacia él, recordando a la perfección aquel momento.

- Y yo nunca pensé que el Príncipe de los Mares fuera un chico tan estúpido como tú, Jacob Fellon. -me crucé de brazos, sonriendo.

Jacob rió, y también se cruzó de brazos, en medio de aquel pasillo.

- Nos hemos presentado como es debido. Vamos, como... como es debido entre nosotros. -resoplé, imitando lo que dije aquel día.

- Vaya, aún lo recuerdas, ¿eh, Green? -comentó Jacob.

Recordaba a la perfección aquel momento, y recordaba nuestra irónica conversación.

- Es difícil olvidar a los imbéciles como tú. -bufé. -Ya nos podemos marchar. No quiero perder más tiempo con esta asquerosa babosa...

- Sin corazón, ¿no? -completó Jacob.

Asentí, sonriendo por aquella pequeña interpretación del día en que nos encontramos para realizar la expedición a la Isla de las Voces. Las palabras tan bordes que intercambiamos estaban grabadas en mi mente a fuego.

- Pero una babosa sin corazón que te encantaba. ¿Me equivoco?

Desvié la mirada, frunciendo los labios, con ganas de decirle que no, que se equivocaba. O no.

- Me exasperabas. -le corregí. -Una babosa que me exasperaba con esa media sonrisa...

Entrecerré los ojos, señalando sus labios a la vez que hablaba. Después volví a cruzarme de brazos, y cambié el peso de una pierna a otra. Entonces volví a mirarle, y vi que estaba esbozando su media sonrisa.

- Me encantaba exasperarte. Tengo que admitirlo. E incomodarte, ya sabes. Era bastante divertido verte a punto de tirarte sobre mi cuello para ahogarme.

- Para mí no era divertido, créeme. Mis instintos asesinos aumentaban cada vez más, gracias a tu intento de confundirme. Una vez tratabas de besarme, y al día siguiente besabas a la víbora.

Recordé a Elizabeth. ¿Dónde estaría? Tampoco me importaba mucho lo que la hubiera pasado, pero en el fondo, no la deseaba nada malo...

- Te puedo asegurar que besarla no era agradable. Pero bueno, si con eso conseguía captar tu atención...

"¿Qué? No necesitas besar a otras chicas para captar mi atención. Desde el primer momento llamaste mi atención." Lo pensé, pero preferí no decirle que mis sentimientos jamás cambiaron. Nunca dejé de quererle.

- Y era peor aún, porque no conseguía imaginar que eras tú a la que estaba besando. -hizo una mueca y se encogió de hombros.

Me quedé boquiabierta durante unos segundos, y dije lo primero que se me pasó por la cabeza.

- Pues podrías haberme besado.

- Ya, pero... Espera, ¿qué? -exclamó, sonriendo. -¡O sea, que querías que te besara! Lo has admitido.

- ¡No, no! -dije, tratando de arreglarlo. - Podrías haberme besado si no te importaba morir. Eso quería decir.

Jacob negó con la cabeza, riendo:

- Buen intento, Kathy. No lo intentes arreglar, acabas de admitir que querías que te besara. -rió, para molestarme. -Además, no te preocupes, porque se te notaba. Lo sé.

Fui a decir algo, pero me quedé en blanco. ¿Que se me notaba? ¡No! O, bueno, quizás sí... Pero jamás quise que se notara. Tal vez tuviera razón, pero no iba a admitirlo.

- Lo que pasaba es que no querías admitirlo, porque claro... Era Jacob Fellon, el que se había aprovechado de cientos de chicas a lo largo de su vida. ¿Cómo ibas a decirle, después de lo que te hizo, que querías besarle?

Sí, en eso tenía razón. Mucha razón. Me encogí de hombros, y él sonrió.

- Sé que pensabas eso, no lo intentes ocultar. ¿O me equivoco?

No, no se equivocaba, como nunca, a pesar de que yo tratara de convencerme de lo contrario. Me mordí la lengua, alcé la cabeza, y pasé a su lado, sin dejar de caminar. Él me siguió, victorioso, pero sin dejar de hablar.

- Pero a ese pobre estúpido le estaba ocurriendo algo diferente. -continuó, hablando de sí mismo. -Jamás había sentido eso por un chica. Nunca. Nunca había deseado estar a su lado, nunca había deseado besarla, nunca había deseado mirarla. Pero había una excepción, había una chica que conseguía eso.

Seguí caminando, sin pararme, pero escuchando atentamente sus palabras.

- Jacob se levantaba todas las mañanas pensando en alguien especial, y en ver qué hacer para estar un rato a su lado. Y lo único que se le ocurría era acorralarla cuando no había nadie cerca, e incomodarla. Muy caballeroso. Pero eso era peor para él mismo, pues se enamoraba cada vez más de su voz y de sus ojos. Y de ella, de esa excepción.

Mi corazón dio un brinco en uno de sus latidos, y me obligué a respirar, porque sentí que desfallecía. Nunca me acostumbraría a ninguna de las facetas de Jacob; ni a la suave, tierna y tranquila, ni al chico que me besaba y acariciaba con tanta intensidad, que dejaba a un lado las palabras. Ambas caras me encantaban, y ambas me hacían sentir lo mismo. Pero de diferentes maneras.

- De hecho, una noche, la excepción se fue a sus aposentos, enfadada por el comportamiento del joven que se estaba enamorando, quien había intentado besarla, después de decirla que no amenazara a otra chica.

Inmediatamente, me transporté al pasado, a aquella misma noche. Recordé las palabras de Jacob, y las mías.

- Un tal Dan protegió a la hermosa joven, y después intentó besarla también. Supongo que eso le enfadó al que se estaba enamorando, por lo que cuando la joven se marchó, amenazó al tal Dan, diciéndole que no le hiciera daño, o le destrozaría. Porque el joven enamorado no quería que la besaran. Porque él quería besarla. Sólo él. Y eso puede sonar egoísta, pero tampoco quería que la hicieran daño... como él mismo hizo antaño.

Frené, y giré lentamente. ¿Aquella noche amenazó a Dan...? ¿Cómo... cómo podía ser tan... increíble...?

- A veces creo que lo haces aposta. Que te lo inventas todo, para ver si se me para el corazón, o algo por el estilo.

Jacob rió, y sacudió la cabeza. Su suave y dulce risa me produjo un escalofrío.

- Prefiero pararte el corazón haciendo otras cosas, sinceramente. -dijo, mirándome, con algo de picardía. -Las palabras no son lo mío, se me dan mejor otras cosas. -sonrió.

Tragué saliva, y me concentré en respirar profundamente, o estaba segura de que me daría un infarto. ¿Que las palabras no se le daban bien? Claro, porque se le daban rematadamente bien. Como todo lo que hacía.

- Sí, ya veo, las palabras no son tu fuerte. Por eso has estado a punto de parar mi corazón. Pero, eh, no se te dan bien. -comenté, intentando parecer desinteresada.

- Bueno, pues entonces me corrijo; prefiero hacer otras cosas, en vez de hablar.

Buscó mi mano, y entrelazó sus dedos con los míos. Ese contacto tan cálido me recordó que a su lado estaba a salvo. Me guió por los pasillos, y bajamos juntos las escaleras, dispuestos a tomar algo para desayunar.

Por fin podía decir que todo había acabado, o al menos la mayoría. Estaba con Jacob, y él me iba a proteger de todo. No necesitaba que me lo dijera, porque lo veía en su mirada, en su forma de mirarme. Pero había algo de lo que no podía protegerme: de mis pesadillas.


***


Cuando terminamos de comer, me sentí persona. Había saciado mi hambre, y me sentía con bastantes fuerzas.
Jacob me propuso ir al muelle, para pasar un tiempo juntos, ante el mar. Nuestro hogar. Salimos fuera, y en ningún momento me soltó. Le brillaban los ojos de pura felicidad, y se le notaba bastante alegre. Ya no tenía el rostro demacrado cuando se ponía serio, y supe que a pesar de mi pesadilla, había podido dormir, por fin, bien. Odié que hubiera estado mal sin mí, porque yo no quería que aquel joven sufriera, y menos por mi culpa.

El cielo estaba totalmente despejado, y brillaba con un intenso azul claro. El sol iluminaba la bulliciosa ciudad, y la gente hablaba animadamente. Jamás pensé que podría estar todo tan calmado en mi vida. En mi interior ya no se libraban esas eternas batallas de antaño, porque mis sentimientos eran claros en cuanto al amor. Mi corazón pertenecía a Jacob, a pesar de cuantas veces lo pisoteara. Tampoco me preocupaba por mis padres, pues sabía que estaban en un lugar mejor, juntos, por fin.

¿Qué más pedir?

Pero supongo que bastó pensarlo para que la vida pusiera en mi camino un pequeño problema.

Caminamos juntos hasta el muelle, donde seguían llegando enormes embarcaciones de madera reluciente, descargando gente y más gente. Caminamos sobre el muelle, y nos sentamos al final, con los pies colgando, como cuando éramos niños.

- Si lo piensas bien, nada ha cambiado. -susurró Jacob. -Míralo. Míranos. Recuerdo que también nos sentábamos en el muelle cuando éramos niños.

- Me acuerdo como si hubiera pasado ayer. Pero en realidad todo ha cambiado. -contesté, suspirando. -A nuestro alrededor. Hemos crecido, hemos... hemos perdido a muchas personas.

Jacob bajó la mirada, y seguidamente me pasó un brazo por encima de los hombros.

- Lo que importa es que todo ha pasado. Y que... que estamos juntos, después de todo.

Apoyé mi cabeza en su hombro, soltando todo el aire de mis pulmones de una sola vez. El mar estaba tranquilo, y se movía con lentitud. Y por primera vez en mucho tiempo, pensé en mi barco. ¿Qué... qué habría sido de él? No me lo había preguntado antes porque creí que no viviría para buscarlo. Seguramente se encargaron de destruirlo. O de utilizarlo. Pero lo echaba de menos, mucho, porque había pertenecido a mi padre, y era el barco de la Princesa de los Mares.

Estaba tan ensimismada, tan centrada en el mar y en Jacob, que no me di cuenta de cuánto se estaba alborotando la gente.

- ¿Qué ocurre? -preguntó Jake, incorporándose.

Me levanté con su ayuda, y vimos que la gente se agolpaba en un mismo lugar, para observar algo. Oí gritos, exclamaciones y algún que otro vítor. Oí palabras sueltas, pero la palabra que más me impresionó fue "La Princesa de los Mares".

¿Qué?

Agarré la mano de Jake, y tiré de él hacia el remolino de gente. Me abrí paso entre las personas, hasta quedar en primera línea, en el muelle paralelo.

Se me cayó el alma a los pies.

En el muelle paralelo al nuestro, estaba atracando un barco que conocía demasiado bien.

- ¡¡Mi barco!! -exclamé, hecha una furia.

¿Quién narices había robado mi barco?

Tiré de Jacob, que estaba igual de sorprendido que yo, hasta el muelle en el que estaba atracando el Greenwood Wells. Y no había duda alguna de que era mi barco, porque tenía mis apellidos grabados en la proa. Me giré hacia Jacob, y exclamé:

- ¡Ese es mi barco! ¡Es mi barco! -repetí, furiosa.

Estaba boquiabierto, y se encogió de hombros.

- Nunca antes lo había visto por aquí, pensé que se lo habían llevado.

- Sí, y lo vuelven a traer. Quiero saber quién está detrás de todo esto.

El barco paró del todo, y escuché el ruido del agua al moverse con violencia. Vi gente en la cubierta, pero ninguno me sonaba de nada... Colocaron la rampa de mi barco, para así poder bajar, y abrieron la pequeña puerta de la barandilla para pasar.

Y entonces me quedé en el sitio, al igual que Jacob, que aferró mi mano con fuerza. Sí, que me agarrara con fuerza, porque si no, iba a ir corriendo hacia ella y a destrozarla con mis propias manos. A aquella rubia que bajaba por la rampa de mi barco, con aire elegante y superior, como si fuera... como si fuera la Princesa de los Mares.

Cuando sólo era una víbora.

Sí, esa víbora era Elizabeth.


5 comentarios:

  1. QUE FUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEERTE !
    Empiezas con un capitulo precioso que me deja los pelos de punta y hace que me enamore aún más de Jacob y acabas ¿ASI? PERO ¿COMO SE TE OCURRE?
    Bueno, esto significa que el final de la historia no ha llegado y algo me dice que esta interesante !
    La vibooora :O Es que estoy sin palabras ! ¿COMO SE TE OCURRE? ¿QUE TIENES PENSADO?
    Gracias por publicar y hacerme disfrutar de este maravilloso, perfecto y unico capitulo.
    Me ha encantado ver de nuevo al Jacob 'jugutón' y 'prepotente' es tan perfecto.
    Y a ver nos cuentas que pasó con Gwendolyn ! Ahora que sale la vibora nada me sorprende :O Y buena la criada de Patrick ha desaparecido jajajajajaja
    Pero vamos, que perfecto el capitulo, superinteresante y bonito :')
    Y el final, me has dejado super intrigada Que capitulo mas ASDFGHJKJHGFSDADJSHFKSJDHNIOAKL

    Espero el siguiente impaciente.

    Un saludo enorme de tu MAYOR FAN/ADMIRADORA/LECTORA/SEGUIDORA . Eres increíble, pedazo de escritora :3


    Andrea :)

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    1. *_______* ¿Te ha gustado? :3 Awww muero :')
      Mejor dejar con la intriga ^^
      Pues, si te soy sincera, esto se me ha ocurrido hace poco! El final de la historia estaba muy cerca, si te digo la verdad, y esta idea se me ocurrió hace poquito. Lo que sea por alargar Diario del Mar :3
      La víbora, tenía que meterse en medio, como siempre! jajaja :)
      Oh Dios *muere*
      Uhm, me hacía feliz volver a poner a ese Jacob, la verdad :)
      Sí, falta saber qué pasó con Gwendolyn :) Nah, la criada de Patrick está por ahí perdía jajajaja
      Jo, en serio, que me emociono :') (Como siempre que comentas *___*)

      Un besazo enorme, Andrea, eres increíble! Y jo, es que me emociono :') Y más viniendo de una perfecta escritora como tú! ;)

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  2. NOOOOOOOO! La vibora otra ez no! Ya puede devolverle SU barco... -.-
    El capitulo como siempre perfecto :D espero que subas el siguiente pronto que tengo ganas de ver q pasa jeje
    Un beso de tu suuuper fan
    Nuria

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    1. Si es que... se mete en todos los lados :)
      Aww muchísimas gracias, Nuria! ^^ Piues, el siguiente lo subiré en nada :)
      Un besazo, Nuria, y muchísimas gracias por todo!
      Espero seguir viéndote por aquí, y ya... aprovecho para preguntarte si has votado por esta historia en el blog mencionado en la entrada llamada "¿Me ayudáis?". Un besazo ^^

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  3. Que superfuerte tía!!!!!!
    Me encantó el cap, sigue asi guapa!!!
    Y no me cansaré de decirte que gracias por traer de vuelta a Kathy

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