Diario del Mar

"Me llamo Katherine Greenwood Wells, tengo dieciocho años. Nací en una cuna hecha de olas, mecida por el vaivén del maravilloso océano. El mar corre por mis venas. Mi madre se llamaba Anne Wells, y falleció cuando yo había cumplido seis años. Mi padre, Alfonso Greenwood, me enseñó todo lo que sé sobre el mar, pero por desgracia, desapareció hace dos años, sin dejar rastro. Y desde entonces, no he dejado de buscarle."




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jueves, 1 de noviembre de 2012

DDM: Capítulo 47

Hola a todos!
Aquí os dejo el capítulo 47, y como siempre os digo, espero vuestras opiniones :)




La furia incontrolada, se transformó en un miedo inmenso, y eso se reflejó en mi temblor violento. No podía dejar de llorar, y mi pulso estaba tan acelerado, que parecía un flan.

Temía por mi vida, por lo que me pasaría en aquel lugar. Añoraba mi carácter frío y duro, añoraba a esa Kathy valiente que salía de todos los aprietos victoriosa; pero no sabía dónde estaba.

La necesitaba, porque tenía que ser fuerte, e intentar encontrar una solución. Pero a pesar de todo, no le iba a ser fácil dominarme, ni matarme. Porque iba a luchar por mi vida, aunque fuera simplemente por no darle el placer de verme muerta. No me iba a rendir tan pronto, no aún, porque todavía tenía fuerzas.

Le iba a demostrar que la sangre Marina no era tan fácil de eliminar... Pero paré mis pensamientos.
Si yo moría, al igual que Jacob, la sangre Marina no desaparecería. No si Diana seguía viva.
Pero jamás se lo iba a confesar a ese hombre.

En aquella habitación hacía demasiado frío, y eso no mejoraba mi situación.

Y de pronto, en ese momento, la luz de aquella habitación desapareció por completo, dejándome a oscuras. Giré la cabeza, justo para ver cómo la ventanita era tapada.

- ¡¡No!! -grité, aterrada de quedarme ahí para siempre.

Pero mi grito no valió para nada, porque las sombras me rodeaban. Suspiré temblando, y apoyé la cabeza en la pared. Aquello iba a ser una verdadera tortura, y esperara que no hubiera daño físico...

Aparté esos pensamientos de mi mente, sustituyéndoles por Jacob.

- Jake... -musité.

Sus ojos verdes inundaban mi mente cansada, su sonrisa me hacía creer que aún había esperanza, para salir y buscarle.
¿Pero y si él ya había...?
No quería ni pensarlo. Sacudí la cabeza, y cerré los ojos, apoyada en la pared, ligeramente inclinada. Lo único que podía hacer era dormir, entre aquella siniestra oscuridad.

***

(Jacob)


- ¿Qué se siente ahora? -exclamó.

- No... no siento nada. -contesté.

Su puño cerrado volvió a golpear mi mejilla con demasiada fuerza, pero yo me mantuve firme. No iba a demostrar que esa paliza estaba siendo demasiado.

Notaba la sagre rodar por mi piel, mi ceja abierta con una enorme brecha, el labio inferior partido, ardor en la mandíbula, intenso dolor en las costillas, la espalda y el estómago. Pero el recuerdo de Kathy me hacía seguir a flote.

- Mírate... Ya no pareces el Príncipe de los Mares; sólo un hombre moribundo, un criminal que está obteniendo su castigo.

Bajé la mirada, con los ojos entrecerrados. Tenía las manos en alto, atadas a una barra de metal.
Al no obtener respuesta, recibí una fuerte patada en la cara, lo que me hizo gemir ligeramente. Escupí sangre, y jadeé.

- ¿Qué se siente ahora, eh? Ser un ser inferior, estar en la manos de alguien que te va a matar.

- Dais pena... -contesté. -Mucha...

Volví a escupir a sus pies, casi sin fuerza.
La paliza estaba siendo brutal.

- Qué gracioso...

Esta vez, su patada fue directa a mis costillas, y sentí que moría.

- ¿Y tu Princesa? Me pregunto qué la estarán haciendo ahora... -rió.

Apreté la mandíbula, sin importarme el dolor que eso conllevaba y cerré los ojos. Kathy, my Kathy. Ojalá estuviera bien.

El hombre se arrodilló ante mí, y me cogió de la barbilla, para que elevara el rostro hacia él.

- Es una joven muy hermosa, ¿sabes? Es difícil mantenerse alejado de un dama de esa belleza... Seguro que se lo pasará genial con ella. -susurró en mi oído.

Sus palabras me hicieron temblar de rabia, y sin pensarlo dos veces, le pegué un cabezazo, aunque sin mucha fuerza. Eso le apartó de mí instantáneamente, acariciándose la frente.

- Ni se te ocurra decir eso. -jadeé, mientras la ira hervía en mi interior.

- Tú no estás para protegerla, Príncipe. Y puedo hablar de ella como y cuando quiera. Lamento que te moleste.

Cerré los ojos con fuerza, para no centrarme en sus palabras. La ira hacía que mi corazón latiera con fuerza sólo de pensar en Kathy y lo que podría hacerla ese hombre...
Y era verdad. Yo no estaba ahí para impedirlo, pero deseaba que ella fuera fuerte, y resistiera. Y lo intentara impedir; que recuperara su carácter frío y valiente.

- De todas maneras, no te preocupes, te mantendremos informado, ya que vemos que ella te importa mucho...

Maldita sea.
Ya no había nada que hacer.
Eran unas sucias ratas, que utilizarían mi amor por Kathy para destruirme. Estaba seguro de que la harían lo peor, y me lo dirían.
Mierda.

Me quedé en silencio, para dar a entender que no me importaba.

- Así no conseguiréis nada. -susurré.

- Ya, bueno. El caso es que ambos debéis morir. -se acercó a mí, y se arrodilló frente a mí. -Y está claro que el que disfrutará más haciéndola sufrir, es el que la tiene presa. Lo lamento, Jacob.

Movido por la rabia, me intenté levantarme, y fui suficientemente rápido, para pegarle un rodillazo, que le hizo encogerse.

- Kathy no se merece eso. -gruñí, entre jadeos de dolor.

Volví a caer de rodillas al suelo, y entrecerré los ojos.
No obtuve respuesta, sino algo peor. El hombre se levantó, y la paliza retomó su curso. Por suerte, no volvió a mencionar a Kathy.

Los puñetazos y las patadas, junto a los rodillazos, me dolían como si fuera la primera vez.
Pero yo sólo pensaba en Katherine.

Mi Kathy...

***

(Diana)


El miedo se había apoderado de mí. Daba las gracias por tener, al menos, a Gwendolyn a mi lado.

- Gwen, tengo mucho miedo...

- Tranquila, Di. No nos pasará nada. -susurró.

Me envolvió en sus brazos, y me apoyé en su hombro, llorando en silencio.

- ¿Qué nos va a pasar?

- Nada, Di, estaremos bien. -respondió, no muy convencida.

Pero en su voz no había ni rastro de miedo.

- ¿Tú no tienes miedo...?

- No. -contestó secamente. -Para nada.

Cerré los ojos, mientras el labio inferior me temblaba por el llanto.

- ¿Y Kathy, y Jacob...?

- Ellos... no lo sé. No sé qué les pasará, ni qué será de ellos. Pero ahora, aunque te cueste, debes olvidarte de ellos, y pensar en ti, en mantenerte viva y a salvo.

Sus palabras resonaron en mi mente, mientras el carro se tambaleaba a causa de las piedras.
La mina no era un destino tan malo, me dije.

Pero no era eso lo que me preocupaba.

Era mi bebé.

***

(Katherine)


Estaba acostumbrada a la oscuridad, y eso ya no era lo peor. Era la intensa sed, y el rugir de mis tripas muertas de hambre.

Habían pasado tres días, según me había dicho el hombre, pero por ahora, esa era mi única tortura; no comer, ni beber, ni ver la luz.

Pero era horrible.

Me encontraba algo débil, más por la deshidratación que por el hambre. Y a pesar de que gritara, nadie venía.

- ¡¡Por favor!! -grité, mientras mi voz se quebraba.

Decidí parar, abatida, y cerré los ojos.
Sabía que podía aguantar mucho sin comer, pero sin agua, aguantaría como mucho cinco o seis días... Y ya iba por el tercero.

No podía parar de pensar en Jacob, ni en Diana, ni en Gwendolyn. Ni en Dan, y bueno, ni en Elizabeth. En qué les estaría pasando...

De pronto, el sonido metálico del pestillo me sacó de mis pensamientos. Por primera vez, ansiaba la presencia del hombre, por si traía agua.

- He oído que gritabas, Princesa.

Me quedé en silencio, sin moverme, mirando al hombre. Traía una vela, y deseé poder ver la luz del día. No me valía con ver esa luz artificial.

- Ten... tengo sed... -susurré.

El hombre rió, y asintió.

- ¿Te crees que te iba a dejar morir de inanición? Por favor, con eso no me lo paso bien... Prefiero verte sufrir de otras maneras, Katherine. -me acarició la mejilla y susurró en mi oído. -Eres una dama, y esa forma de morir es demasiado... suave.

Su malvada risa resonó en toda la habitación, mientras se levantaba. Salió de la habitación, cerrando la puerta sin pestillo.
Ojalá pudiera liberarme, y salir corriendo...

- Jacob... -susurré. -Ayúdame. No dejes que me haga daño...

Una lágrima rodó por mi mejilla, porque esas palabras se quedarían conmigo en esa habitación. Sabía que Jacob no podía venir a ayudarme, y que ese monstruo me haría sí o sí daño, hasta matarme.

A los pocos minutos, me obligué a mantenerme firme, ya que la puerta volvía abrirse, dejando pasar al hombre, con una copa de agua.

- Aquí tienes, Princesa.

Alcé las manos temblorosas, y me bebí el agua con desesperación, hasta acabarme la última gota.  Pero eso no había servido para saciarme.

- Te estoy tratando demasiado bien, Princesa, deberías agradecérmelo.

Yo desvié la mirada, cerrando los ojos.
¿Agradecerle qué? ¿Dejarme sin beber ni comer durante tres días, mantenerme en un sótano oscuro y frío? No.

- Te estoy hablando, cielo.

Me colocó una mano en la mejilla, acariciando mi piel, lo que me produjo un escalofrío. Sus dedos acariciaron mi mejilla, y llegaron hasta mi cuello.
No. Le aparté de un empujón.

- Aléjate de mí.

- Esa no es forma de agradecérmelo, Princesa. No te lo recomiendo.

- ¿Agradecerte qué? ¿Que me tengas en un sótano, a oscuras, sin agua ni bebida?

El hombre rió, y me quitó el pelo de la cara, pero me aparté de él.

- Exacto. Porque aún no me estoy divirtiendo, ¿entiendes? Aún no te he dejado sin respiración por una paliza, aún no te he tocado. Deberías estar agradecida por eso.

- Nunca. -gruñí.

- Se nota que te gusta sufrir, querida. Pues tendrás tu merecido. Estoy harto de intentar ser bueno. Ya me toca divertirme por verte sufrir, Princesa.

Su voz me hizo temblar; llena de furia, de ira, con sed de venganza.

- No te tengo miedo... -susurré firmemente.

- Lo tendrás, Princesa, créeme. Voy a hacer de tu vida un auténtico infierno, vas a sufrir tanto, que vas a desear estar muerta.

- Una paliza no me hará desear estar muerta... -contesté.

- Recuerda una cosa, Princesa. Todo lo que estás diciendo, va a repercutir en el futuro, y todo lo que te haga, no sólo te va a hacer daño a ti. -hizo una pausa, en la que sonrió con maldad. -También a Jacob, al que pondremos al corriente de todo.

- No... -gemí. -No, por favor. ¡No!

- La cosa cambia, ¿verdad? Ya no hay vuelta atrás, lo dicho, dicho está. Tú sufrirás por mi culpa, y Jacob sufrirá por la tuya.

- No, por favor, eso no... Se lo ruego, haré lo que quiera, prometo que no me resistiré, pero no haga eso, por favor... No le haga eso a Jacob... -sollocé.

Jacob era mi punto débil. Y habían dado con él.

- Ya no eres tan valiente, ¿eh? -rió el hombre. -Eres como todas. Pero no eres nada, esa es la realidad. Ya te dije que conmigo, debías ser buena y obediente.

Y de pronto, se abalanzó sobre mí, agarrándome del cuello. Me levantó con lentitud y fuerza, hasta que estuve de pie. El aire no me llegaba, y traté de retirar su mano de mi cuello, pero era casi imposible.

- Y esto no es lo peor que puedo hacerte, preciosa.

Me dejó coger aire, y caí al suelo, temblando, y respirando con dificultad.
Pero me daban igual sus palabras. Yo sólo pensaba en rogarle que dejara a Jacob.

- Por favor... -gemí. -No le haga eso a Jacob, se lo ruego... Haré lo que me pida, pero prométame que no le dirá a Jacob nada...

"Eso le mataría. Sería más letal que cualquier paliza, lo sé".

- ¿Lo que te pida? ¿Sin resistirte? -sonrió. -Me lo pensaré, Princesa.

Cerré los ojos, asintiendo lentamente, a duras penas. Aquello iba a ser más difícil de lo que creía.
Se arrodilló a mi lado, y me agarró del pelo. Pegó su nariz a mi cuello, y aspiró con fuerza.

- Sin resistirte, ¿verdad? -susurró cerca de mi oído.

Yo me mordí la lengua, con los ojos cerrados para contener el llanto, y asentí con lentitud.

- No te oigo, preciosa.

Fruncí los labios, mientras una lágrima rodaba por mi mejilla. La voz no me salía. Demasiada presión.

- Sí... -musité, apenas audible.

- Así me gusta...

Me agarró de la barbilla con violencia, hasta obligarme a mirarle.

- Obediente eres más hermosa aún, Princesa.

Su voz me provocó arcadas.
Y por suerte, se apartó de mí. Se levantó del suelo, y se alejó, marchándose por donde había venido. Cerró la puerta con pestillo, y aquel sonido metálico fue la chispa que encendió mi llanto.

Me dejé caer al suelo, pegando mi mejilla al frío suelo, dejando que las lágrimas salieran, vaciándome por dentro.

4 comentarios:

  1. Hay pobres, tienes que escribir ya pero ya como no escribas te como.
    ja,ja,ja,ja.
    Me encanta tu forma de narrar y me encanta el cap.
    Besssssssooooooosssssssss
    Pasate por mi blog

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    1. El siguiente estará en nada ^^ En realidad ya está escrito muajajaa
      Muchísimas gracias, me emociona que me digas eso :')
      Besos!
      PD: Por supuesto ^^

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  2. April!! Me encantaa!! Que Kathy haga lo que sea por Jacob... Y que a Jake le duelan mas las palabras que una paliza... :)
    GENIAL!!! A ver cuando puedo leer el siguiente, tengo unas ganas...
    Besoss April, escribes genial!

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    1. Me alegro de que te gustee!! ^^ El amorrr jajajaja
      En breve subiré el siguiente, y cómo no, esperaré con ganas tu comentario ^^
      Un besazo, Criskti, y gracias por todo!

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