Diario del Mar

"Me llamo Katherine Greenwood Wells, tengo dieciocho años. Nací en una cuna hecha de olas, mecida por el vaivén del maravilloso océano. El mar corre por mis venas. Mi madre se llamaba Anne Wells, y falleció cuando yo había cumplido seis años. Mi padre, Alfonso Greenwood, me enseñó todo lo que sé sobre el mar, pero por desgracia, desapareció hace dos años, sin dejar rastro. Y desde entonces, no he dejado de buscarle."




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lunes, 11 de agosto de 2014

DDM: Capítulo 88

¡Hola todos (los que seguís ahí)!

Vuelvo a subir el capítulo 88, pues debí subirlo antes que el 87 y claro... Algo fallaba en el orden jajajaja.

Siento estar desaparecida durante tanto tiempo, y para ser sincera, ahora mismo no puedo prometeros subir con más frecuencia ni nada parecido... Quizás haga como mucho eso de programar las entradas para subirlas automáticamente, pero ya veré. El motivo por el cual voy a estar más ausente de lo debido, al menos más adelante, es mi mudanza. Sí, hace unos días que no estoy en España... Y bueno,   como una adolescente normal fuera del país, también voy a ir al colegio, y es un tema que me tiene un poco estresada... Así que digamos que los estudios en unos días me van a mantener muy entretenida.

Gracias por entenderlo, en serio, y gracias a todos aquellos que seguí leyéndome :)







Parpadeé varias veces seguidas, hasta que mi visión se despejó del todo. Me sentía demasiado cansada como para levantarme de entre las sábanas, pero algo me dijo que mejor cuanto antes.

Miré a mi alrededor, y fui consciente de que Dan no estaba tumbado en la cama. Y justo en ese instante, entró por la puerta, con una amplia sonrisa en los labios.

- ¡Vamos, despierta!

Su voz sonaba alegre, tanto, que creía estar yo también alegre. Me incorporé, sonriéndole, y acepté la mano que me tendía para ayudarme a levantar.

- Hace un día precioso. Es un día precioso.

Sus ojos brillaban, pero no me pareció extraño. Su alegría me contagiaba, y eso me gustaba. Me tendió mi ropa y esperó pacientemente a que me cambiara.

- ¿A qué viene tanto... no sé, alboroto? ¿Felicidad? ¿Alegría? -inquirí, riendo.

- Simplemente es un día precioso, Katherine. ¿No te parece eso suficiente?

Me encogí de hombros, aceptando esa respuesta. Dan y yo salimos de mi camarote, y el sol me deslumbró. Demasiado brillante, como si estuviéramos en pleno verano. El cielo azul claro se reflejaba en el mar, y no había ninguna nube a nuestro alrededor.

Dan tenía razón en cuanto a lo precioso que era el día.

- Katherine, tenemos algo que decirte...

Estoy segura de que mi corazón se paró por una milésima de segundo. Pero recuperó su ritmo normal en cuanto vi la sonrisa en el rostro de Dan. No podía ser algo malo.

- ¿Qué ocurre?

Dan dirigió su mirada hacia la bodega del barco, por la cual salió Jacob, tan radiante y magnífico como siempre. Pero a juzgar por sus caras, supe que esa no era precisamente la sorpresa; Jacob no se iba a declarar ni nada por el estilo, ni tampoco iba a besarme como lo hubiera deseado.

Seguí con la mirada fija en la bodega, expectante, cuando de pronto, Diana ascendió por las escaleras, con lágrimas en los ojos y brillando como si fuera el propio sol de felicidad. Tenía la vista clavada en algo a sus espaldas... o mejor dicho en alguien.

Mi corazón latía cada vez con más fuerza, hasta que una figura masculina perfectamente definida apareció de la bodega, sosteniendo entre sus brazos a Kathlyn... a su hija.

No puedo decir con exactitud si morí en aquel instante porque mi corazón dejó de funcionar o porque mis pulmones se olvidaron de cómo coger aire. Pero fue alguna de las dos opciones.

- ¿Ha... Harry...? -mi voz fue tan leve que temí que no me hubiera oído.

Las lágrimas inundaron mis ojos con rapidez, totalmente en blanco.

- ¿Harry...? -repetí.

Harry sonrió. Era su sonrisa. Sus ojos brillaban más que nunca, jamás le había visto tan vivo, ni tan feliz, ni tan... Me había quedado sin palabras. Harry.

Harry estaba allí.

De pie.

Sosteniendo a Kathlyn, con Diana.

Y me pregunté si aquello era real, porque me pareció imposible.

Me temblaban las piernas, me temblaba todo el cuerpo, y no fui capaz de aguantar el llanto. Automáticamente corrí hacia Harry, que me recibió con los brazos abiertos, después de entregarle a Kathlyn a Diana.

- Kathy... Oh, mi Kathy... -susurró en mi oído.

- Harry. -sollocé. - ¡Harry, estás aquí!

Tuve la sensación de que todo el universo podía oírme gritar aquello, aquella palabras tan llenas de felicidad por el retorno de alguien que creía completamente muerto.

No sabía por qué, pero no era capaz de decir nada más, así que me limité a no soltarle. Le rodeé entero, sujetando su torso con fuerza, aferrándome a él con todas mis fuerzas, sintiendo cómo la vida latía en su interior. Sintiendo cómo su corazón golpeaba su pecho, sobre el cual yo me apoyaba.

No me creía capaz de abrazar con tanta fuerza, pero ahí estaba yo. Sollozando por lo que estaba ocurriendo, abrazando a mi mejor amigo, al que jamás pensé que volvería a ver.

- Estoy aquí... Siempre lo he estado, lo sabes. Te lo prometí, aunque no fuera físicamente.

Asentí, con la cara empapada en lágrimas, segura de que daba pena mirarme, pero no me importaba, porque Harry estaba allí. Conmigo. Con Diana.

No me lo creía. Es que no podía creérmelo.

Y entonces, llegó el momento que siempre lo arruina todo.

Nubes negras aparecieron de la nada, cubriendo el cielo que antes era tan bello, rugiendo y amenazándonos con rayos y truenos, que pronto se convirtieron en una pesada lluvia.

Quise gritar y preguntar qué estaba ocurriendo, pero era como si el mundo se hubiera tornado silencioso, pues yo movía los labios, pero de mi garganta no salía ningún sonido. Tampoco del resto de personas.

De pronto, el barco se zarandeaba con fuerza entre la olas, las cuales lo golpeaban de manera amenazante. Y no pude hacer nada.

Me quedé clavada en el suelo, viendo cómo Harry se deslizaba hasta la barandilla del barco y caía por la borda en el torbellino de aguas oscuras que estaba a punto de tragarnos a todos, sin si quiera gritar, con su rostro serio y sin emoción alguna.

Fue en ese momento de shock cuando abrí los ojos realmente, y me di cuenta de que no estaba en medio de una tormenta huracanada, sino en mi camarote, en la cama, empapada en sudor frío.

Harry tampoco estaba allí. Nunca lo había estado. Porque sólo había sido una pesadilla.

Una pesadilla que me hizo darme cuenta de que estábamos cerca de la Isla de las Voces, pues algo tan malvado y cruel no podía venir de mi propio subconsciente.


Y la fuerte sacudida que sufrió mi barco en aquel momento lo confirmó.

1 comentario:

  1. Bueno... Esto... Te odio mucho Almu. Es que estaba tan feliz, después de tanto tiempo aparece Barry que me encantaba y,... El sueño cambia y descubro que es un sueño Y ME QUIERO MORIR. En el fondo te quiero por escribir taaan así. Pocas personas saben hacer lo que tu haces.
    PERO NO LO HAGAS MÁS. PLEASE. A MENOS QUE SEA CIERTO.
    En fin que me encanta y disfruto leyendote. Por mucho que tardes.

    PD: me encanta tu instagram. Besitos preciosa♥

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