Diario del Mar

"Me llamo Katherine Greenwood Wells, tengo dieciocho años. Nací en una cuna hecha de olas, mecida por el vaivén del maravilloso océano. El mar corre por mis venas. Mi madre se llamaba Anne Wells, y falleció cuando yo había cumplido seis años. Mi padre, Alfonso Greenwood, me enseñó todo lo que sé sobre el mar, pero por desgracia, desapareció hace dos años, sin dejar rastro. Y desde entonces, no he dejado de buscarle."




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martes, 19 de marzo de 2013

DDM: Capítulo 68

¡Hola a todos! ^^

Sí, estoy viva. Aunque os resulte raro. Y ya que por fin puedo sentarme un rato a escribir, os traigo el capítulo 68. Yo creo que es un poco más largo de lo normal, como recompensa por la espera... Espero vuestras opiniones, y principalmente, espero que lo disfrutéis y que os guste. :)

Un besito, y os agradezco vuestra enorme paciencia. :')







Me sobresalté en cuanto la puerta rebotó en la pared de la fuerza con la que la habían abierto. Entró Jacob en primer lugar, furioso y resoplando. Segundos más tarde, entraba Dan, un poco más calmado.

Jacob agarró la venda manchada de sangre, y se giró hacia la puerta, dispuesto a marcharse.

- ¿Te vas? Vaya. -dijo Dan, encogiéndose de hombros. -Pensaré en ti.

- Sí, por ti. Disfruta de estos minutos, Dan. -contestó Jacob divertido.

Se había girado levemente, y miraba a Dan con una pequeña sonrisa, que al principio parecía inocente y divertida.

- Aunque supongo que te los pasarás envidiando mi forma de colocar vendas. -soltó, con una media sonrisa bastante arrogante.

Me quedé observando esa media sonrisa. Esa.
Algo se revolvió en mi interior, pero no sabía de qué se trataba. Oh. Con esa sonrisa estaba increíblemente atractivo. Aunque fuera arrogante.

Dan se quedó callado, frunciendo lo labios, mientras Jacob cerraba la puerta. Se había quedado petrificado, sin saber qué contestar. Después de largos segundos pensando, aunque ya fuera muy tarde, alzó su mirada castaña hacia mí.

- ¿Estás bien?

Su voz estaba llena de cariño.

- ¿Te ha hecho daño?

Me quedé varios segundos boquiabierta, mirándole. "¿Que si me ha hecho daño?"

- Ah... -murmuré. -No, no, qué va.

Le miré, y vi algo de duda en sus ojos.

- ¿Estás segura?

- De verdad. Estoy bien. Sólo me ha cambiado... la venda.

"Mentira. Ha hecho más que eso." Aparté ese pensamiento de mi mente. ¿Qué me pasaba? Le acababa de conocer. Por Dios, Katherine.

Me quedé observando los ojos marrones de Dan, los cuales me observaban con fijeza. Eran cálidos, y cuando me miraban... se llenaban de amor. De ternura y de cariño.

Jacob y Dan era iguales, pero a la vez tan diferentes...

Ambos eran dos jóvenes. Pero por lo demás, eran totalmente diferentes. ¿O tenían algo en común?

Dan tenía los ojos castaños, y el pelo del mismo color, un poco más claro. Su sonrisa era tierna, era cálida y amable. Todo él parecía un chico amable, de esos que todas las jóvenes buscan. Alguien capaz de quererte, pase lo que pase. Alguien capaz de tratarte como te mereces.

Jacob tenía los ojos verdes, de un verde intenso e increíble, y el pelo rubio. Un color que brillaba como si tuviera luz propia bajo la luz del sol. Su sonrisa era... bueno, su media sonrisa era más bien arrogante, atractiva. Aunque también cálida. Jacob parecía un chico de esos que... que es capaz de derretirte con una sonrisa, o con una mirada, o simplemente con un contacto. Parecía un chico arrogante, pero a la vez, parecía un joven capaz de luchar hasta la muerte por ti.

Era diferentes. Pero tenían algo en común.

Y lo que tenían en común era su forma de mirarme.


***


Los dos días siguientes, pasaron con normalidad, si a eso se le podía llamar normal.
Me sentía, como siempre, apartada de las conversaciones de aquellos individuos. De aquellas personas que se suponía que eran mis amigos.

También sentía algo extraño en mi interior, y no sabía de qué se trataba. Todo era muy confuso. Las palabras de Jacob retumbaban en mi mente, contándome parte de mi supuesta vida. ¿Me enamoré de él? ¿Me hizo daño? ¿Tenía diecinueve años?

Todo parecía irreal, una historia manipulada.

Pero había algo que tenía claro: no podía apartar la mirada de Jacob. Era... era raro. Algo de su persona me llamaba la atención, algo me absorbía. Algo me atraía. Algo, o él por completo. Y no sabía que era, y por mucho que le mirara, no conseguía averiguarlo.

Dan estuvo conmigo casi todo el día, y él me ayudaba a comer. Parecía como si no le dejara a Jacob acercarse a mí.

Y por fin, pasados dos días desde que Jacob comenzó su historia de mi vida, vino a verme.

La luz del sol entraba por la ventana de manera abrupta, hasta el punto de deslumbrarme. Resoplé, y me metí debajo de las sábanas, cerrando los ojos. Me encontraba bastante cansada. Y no sabía por qué, si llevaba varios días en una cama, sin moverme.

La herida me dolía también demasiado, y pensé que tal vez sería porque me acababan de cambiar la venda. Aquella vez fue Dan el que me la cambió.

Suspiré, y me encogí sobre mí misma, como si fuera un ovillo. Pero el ruido que hizo la puerta al abrirse me hizo salir de entre las sábanas.

- ¿Molesto? -preguntó la voz masculina.

Oírle hizo que algo se revolviera en mi interior. Un ligero cosquilleo en el estómago.

- Claro, como tengo tantas cosas que hacer... -contesté, con ironía.

Me crucé de brazos, y desvié la mirada. Oí su suave risa, y posé mi mirada sobre él. Su pelo rubio brillaba a causa de la luz del sol, y otra vez sentí aquel cosquilleo. Sacudió la cabeza, mientras cerraba la puerta, y cuando se giró hacia mí, me quedé petrificada.

- ¿Qué tal has dormido? -me preguntó, pero yo no le oí.

Sus ojos verdes me habían atrapado. Y no podía apartar la mirada. Nos quedamos en silencio, y yo congelada, como si me tuviera inmovilizada a pesar de estar a varios metros de mí. Sentí mi propio corazón rebotar contra mi pecho.

- Eh, Katherine, ¿estás bien? -inquirió, inclinándose levemente hacia mí.

Sacudí la cabeza, y sentí cómo el rubor se extendía por mis mejillas. Esbocé una sonrisa, avergonzada, y me obligué a desviar la mirada.

- Claro, perdona.

Cerré los ojos, y me llevé la mano a la frente. Me aparté el pelo, tratando de calmar esa sensación de calor.

Abrí los ojos, y le miré, para no hacerle pensar que no había respondido porque estaba demasiado ocupada mirándole. Aunque se había notado demasiado. Y entonces, al mirarle, vi su media sonrisa. Pero no era tan arrogante como la que le había mostrado a Dan. Era más bien... tierna.

Uno. Dos. Uno. Dos.

Mi desbocado corazón trataba de mantener el ritmo de sus latidos.

- ¿Qué tal has dormido? -preguntó.

- Muy bien. Como siempre.

¿Por qué? ¿Por qué me pasaba eso? Apenas le conocía, y no, no me gustaba. Pero... había algo extraño en todo aquello.

Jacob sonrió, dulcemente, y se acercó a la silla de mimbre en la que solía sentarse Dan cuando venía a verme.

- ¿Querías algo, o... o qué? -pregunté, frunciendo los labios.

- Ah, no... ¿Por qué? ¿Prefieres que me vaya? -respondió, señalando la puerta.

- No, no. -me apresuré a responder. -Tranquilo. Sólo... era por saber.

Jacob asintió, y se dejó caer sobre la silla de mimbre, acompañado de un resoplido.

- Pensaba que tal vez no te importaría que te hiciera compañía... Ya sabes, estás sola, y en fin...

- Sí, sí. Te lo agradezco.

Sentí la tensión que había en el aire como si de un zumbido se tratara. Aparté la mirada, y me retorcí las manos, sin saber qué hacer, o qué decir. Y entonces recordé que hacía dos días, Jacob me había empezado a contar la supuesta historia de mi supuesta vida. Y sentía curiosidad.

- Jacob. -le llamé.

Pronunciar su nombre era extraño. Extraño como todo aquella situación. No había nada normal, ni siquiera la actitud de Dan conmigo, o la de Jacob.

Aunque no tenía muy claro el concepto de normal.

Enseguida, posó su mirada sobre mí, y sentí que todo el edificio se me caía encima. Sentí algo aplastante y pesado.

- ¿Podrías... podrías contarme más? -susurré, sin saber muy bien qué palabras utilizar, ni cómo.

- ¿De qué? ¿De la vida de Katherine? -inquirió. - ¿De tu vida?

Tragué saliva, y unos segundos después, asentí con lentitud.

- Sí... mi vida.

Eran palabras que pronunciaba por pronunciar, porque esa vida de la que me hablaba, no era la mía. "¿Y cuál es la tuya? ¿Dónde está?" Ni idea.

- Claro. -contestó Jacob. -A eso venía. -sonrió.

Me quedé observando sus ojos, al igual que él los míos, de una forma... que no era incómoda. Y sonreí levemente.

Me sorprendió la rapidez de Jacob para empezar a hablar. Como si, a pesar de haber pasado dos días, se acordara perfectamente de lo último que me había contado. Bueno, de hecho, eso es lo que había ocurrido; sabía a la perfección a qué altura de la historia se llegaba.

- No sabía lo que estaba perdiendo. Bueno, lo que ya había perdido. Te había perdido a ti. -hizo una pausa, en la que sus ojos se clavaron en los míos. -Te hice daño y te utilicé sólo para conseguir algo aún peor. Para conseguir a alguien que no merecía la pena.

Hizo otra pausa, en la que bajó la mirada.

- Y el tiempo pasó. Tú al principio... al principio tratabas de evitarme, siempre que estábamos relativamente cerca, apartabas la mirada, y huías. Pero eso cambió. A medida que pasaba el tiempo, te daba igual si yo estaba cerca o no. A los dieciséis años, ya ni me mirabas. No te interesaba si Jacob Fellon estaba ahí o no. Te habías olvidado, porque... tú eras tú. Eras diferente.

Suspiró, y volvió a alzar la cabeza, para clavar sus ojos verdes en los míos. Había tristeza en ellos.

- Y entonces eso comenzó a importarme a mí. En aquel momento, era yo el que trataba de buscarte, el que intentaba que nuestras miradas de cruzaran. No sabía qué estaba ocurriendo, ni por qué. Sólo sabía que necesitaba verte.

Su voz era firme, aunque parecía que le costaba.

- Me dolía. Porque tú me odiabas. Y yo... no sabía que sentía. Los de mi grupo me decían que era amor. Que me estaba enamorando. Pero que te olvidara, porque no mereces la pena. Y yo les decía: ¿Amor? Yo nunca me enamoro. Y nunca lo haré. 

Se retorció las manos, y cogió aire.

- Y entonces tú te marchaste. Te marchaste, y fui consciente de que había sido estúpido. De que mis compañeros tenían razón: era... amor. O algo parecido al amor.

Su voz se apagó de pronto, y observé cómo fruncía los labios.

- No te podía sacar de mi cabeza, a pesar de que tú estabas a kilómetros de mí. Quién me lo iba a decir... Quién me iba a decir que iba a acabar echando de menos a alguien. -hizo otra pausa, en la que se apoyó en el respaldo de la silla. -Y tenía casi diecisiete años. Después llegaron los dieciocho, y tú aún seguías aquí dentro. -se señaló la cabeza.

Se humedeció los labios, y tragó saliva.

- Y, oh, Dios, no me siento muy orgulloso de esta parte de mi vida. -sonrió, y frunció el ceño, bajando un poco la mirada. -Digamos que necesitaba... necesitaba intentar que salieras de mi cabeza. Y... bueno, es probable que puedas imaginarte cómo lo hice.

Una idea llegó a mi mente, y tuve que reprimir una pequeña sonrisa algo nerviosa.

- Sí, no... no me siento muy orgulloso. Pero soy un chico, y bueno... era la única forma. La única forma para un cobarde y alguien como yo. ¿Me permites saltarme esta parte?

Sacudí la cabeza, sonriendo. Alcé la mirada hacia él, y asentí.

- Vale... Bien. Pasaron los años, hasta que yo cumplí los diecinueve. Y la reina me envió un comunicado, diciéndome que necesitaba mi ayuda. Y yo acepté, aún más convencido en cuanto mencionó que iba a tener compañía. Compañía femenina. En todo aquel tiempo que había pasado, tú seguías en mi mente. Pero en aquellos momentos, ya no tanto... Ya no con tanta intensidad. Tal vez porque sabía que sufrir por algo imposible era... estúpido e inútil. Pero jamás te olvidé. Jamás.

Hizo una pausa, en la que frunció los labios, y suspiró, bajando la mirada. Juntó ambas manos, y se las frotó con ligereza, como si quisiera entrar en calor.

- Estaba muy emocionado, porque sólo quería ver quién me acompañaría en ese viaje. Siempre me preguntaba cómo sería aquella joven pirata, si sería guapa, y... -hizo otra pausa. - oh, no sólo era guapa. Era hermosa. Era... era increíble. Recuerdo cómo... cómo latió mi corazón en cuanto la vi... En cuanto te vi.

Apreté levemente la mandíbula, y tragué saliva.

- ¿A... a mí? -susurré. -¿Era yo?

- Tú. La misma. Katherine Greenwood Wells. -sonrió Jacob. -Y he de reconocer que estabas demasiado hermosa. Así que de pronto... tu imagen, tan borrosa en mi mente, resurgió y se volvió nítida y clara, junto con todos los sentimientos recientemente... apagados. Fue como volver a caer en la espiral en la que me había sentido meses atrás.

Se acerco a mí, con lentitud, y por si acaso, mis músculos se tensaron. Sólo por si acaso. Me quedé quieta, respirando al principio con normalidad. Sus ojos estaban clavados en los míos, y entonces alargó su mano hacia mi rostro.

- Pero al parecer, tú no sentías lo mismo. Es más, tú me odiabas.

Sus dedos rozaron con extrema ligereza mi oreja, y me colocó un mechón de pelo tras la misma.

- Recuerdo que soltaste un grito de furia, y te diste la vuelta, cabreada. -sonrió ampliamente.

Dejó caer su mano sobre las sábanas, sentado en el borde de la cama. Mis músculos comenzaron a relajarse.

- No querías ni saludarme. Y Diana trató de calmarte, y de convencerte para que pudieras mirarme a la cara al menos dos segundos seguidos sin saltar a mi cuello para matarme.

Todo lo que Jacob me contaba... no estaba en mi mente. No había absolutamente nada en ella, a excepción de los momentos recientemente vividos desde que desperté por primera vez en esta posada.

- Diana te obligó a saludarme como era debido, y después de se bordes y cortantes mutuamente, empezamos nuestro viaje.

Se quedó callado, y alzó la mirada hacia mí. Pero justo en aquel momento, alguien más entró en la habitación: Dan.

- Buenos días, Katherine. Buenos días, Jacob.

Jacob alzó la mano en forma de saludo, y se levantó del borde de la cama. Se cruzó de brazos, de espaldas a mí, y mirando a Dan.

- ¿Qué tal te encuentras, Katherine?

Sus ojos se clavaron en los míos, y me permití disfrutar unos segundos de la ternura y el cariño que irradiaban hacia mí.

- Bastante bien. Casi... casi no me duele la herida. Aunque eso no quiere decir que haya cicatrizado.

Dan asintió, y se acercó. No pude evitar dirigirle una fugaz mirada a Jacob, y me topé con su espalda, y sus marcados músculos ahora tensos por el acercamiento de Dan.

- Al menos ya no sangra. La venda no está, aparentemente, tan manchada. -añadió. -Bien. Venía a preguntaros si teníais hambre. Todos vamos a bajar en unos minutos a comer algo, así que... no sé, quería saber si tú, Katherine, querías bajar.

Fruncí los labios, y me encogí de hombros. No tenía mucho hambre, pero tal vez era hora de empezar a juntarme con los que antes eran mis amigos. O simplemente, tal vez ya era hora de moverse un poco.

- Claro. ¿Por qué no? -acabé diciendo.

Me quedé mirándole, observando todas y cada una de sus facciones, recorriendo su piel con mi mirada. Y me dio un vuelco el corazón. ¿Qué ocurría?

- ¿Tú, Jacob?

- Por supuesto. -contestó fríamente Jacob, probablemente después de ver cómo estaba mirando a Dan... y no a él.

Desvié la mirada hacia él, pero él ya no me miraba. Miraba a la ventana. Cruzado de brazos. Y pude ver el brillo de sus ojos, un brillo que mostraba... temor. Y dolor.


***


La comida pasó con rapidez. Yo apenas hablé, pues no tenía nada que compartir con ellos... no tenía nada en común con ellos. Y por alguna extraña razón, la cual aún no entendía, sentí que mi corazón se encogía. No estaba muy segura de si era malo o bueno no tener nada que compartir con ellos, cuando ellos sí que tenían muchas cosas que compartir conmigo... Pero mi corazón creía que era malo. Y triste.

Después de aquello, sentí que mi herida mejoraba de forma notable, y ya casi ni la sentía, aunque sabía que seguía ahí. Después de ese día, seguí comiendo con ellos, pero en ningún momento salí de la posada, ya que nadie veía la necesidad, no hasta que no estuviera recuperada del todo. Después de pasar un rato con ellos, me retiraba a mi habitación, y simplemente pensaba -en Dan y en Jacob- o dormía.

También me venían a ver ambos jóvenes con frecuencia. Parecía que cada uno se había formado un horario para visitarme, sin que ambos coincidieran. Y he de admitir que fue con ellos con los que reí por primera vez. Jacob no siguió contándome mi supuesta vida, y yo no le presioné para que lo hiciera. Simplemente deseé en secreto que algún día, lo retomara.

Trataba de comparar a Dan y a Jacob, pero eran tan diferentes... Y ambos llamaban mi atención, ambos me atraían con fuerza, pero cada uno de una forma totalmente diferente. Y no sabía por qué. Estaba desconcertada, porque nunca antes había sentido eso. Bueno, nunca antes había sentido algo, y si lo había hecho, mi mente lo había borrado. Era como si hubiera nacido con diecinueve años directamente.

Y así fue todo durante los siguientes cinco días.

Hasta que un día, Jacob decidió hacer algo totalmente nuevo y distinto.

Abrió la puerta con suavidad, y me miró, con una dulce sonrisa.

- ¿Estás ocupada? -preguntó.

- Claro. Como siempre. ¿No me ves, aquí tumbada en la cama, sola? -contesté, con una sonrisa, tal y como siempre hacía.

Jacob sacudió la cabeza, y rió.
Yo misma era consciente de que entre él y yo, y entre Dan y yo, se habían formado dos vínculos relativamente fuertes. Confiaba en ellos, y siempre deseaba que entraran por la puerta, para que me entretuvieran. Ya no les tenía miedo, o no tanto como al principio.

- Quiero que me acompañes. -susurró, ladeando la cabeza.

- ¿A dónde?

Jacob miró a la ventana, sonriendo. Yo seguí su mirada hasta la ventana, y observé el cielo azul algo oscuro, ya que era por la tarde.

- ¿Fuera? -completé yo misma.

No sabía por qué, pero me entró un miedo irracional. ¿Fuera? Si alguna vez había salido fuera, que según Jacob sí, no recordaba lo que sentía al respirar el aire fresco y puro, ni lo que era sentir los rayos del sol en tu piel.

- Quiero enseñarte algo. Bueno, quiero que veas algo conmigo. -dijo Jacob, con una sonrisita tierna y dulce.

- ¿Estás seguro...?

Pero antes de que pudiera terminar la frase, Jacob se acercó a mí con rapidez, me agarró de ambas muñecas, y tiró de mí con suavidad. Me obligó a salir de la cama, y me colocó frente a él. Sus manos rodeaban mis muñecas, y su rostro estaba a escasos centímetros del mío. Sonreía, él sonreía. Sonreía mientras me miraba.

- Por favor. -me rogó en voz baja.

Desvié la mirada por unos segundos, y asentí. Jacob rió, y se giró, soltando mis muñecas. Se acercó al armario viejo y desgastado de la habitación, y encontró algo parecido a un chaquetón, que no parecía hecho ni de lana ni de algodón... No sabría identificar de qué material era.

- No hace mucho frío ahora, pero luego es probable que sí.

¿Cuánto tiempo íbamos a estar fuera? ¿Y qué íbamos a hacer? Me tendió el chaquetón, y me enfundé en esa prenda de vestir. Era algo pesada, o yo estaba muy débil.

- Espera, necesito que te tapes los ojos.

Se sacó un pañuelo del bolsillo del pantalón, y se acercó a mí. Al principio sentí miedo.
Sentí su presencia justo detrás de mí, y seguidamente, noté la suave tela del pañuelo sobre mis párpados. Ató ambos extremos de la tela detrás de mi cabeza, y comprobé que ya no veía nada. Y de pronto, un escalofrío me recorrió de arriba abajo. Una sensación de puro terror me invadió, y no entendía por qué. Unas imágenes... unas imágenes oscuras atravesaron mi mente, y sentí dolor, miedo. Tristeza. No podía distinguir muy bien de qué se trataba, pero los sentimientos eran muy reales. Y todo ello se acentuó en cuanto Jacob rozó mi piel, para colocarme todo el cabello en la espalda.

- Listo.

- Puedo confiar en ti, ¿no? No me vas a llevar a ningún sitio peligroso, ni me vas a asesinar, ni nada de eso, ¿no? -mi voz tenía un punto de burla, pero también seriedad.

No veía nada, y no sabía qué estaba haciendo. Hasta que sentí su mano agarrando la mía.

- Quién sabe.

Me tensé de pronto. ¿Iba... en serio? ¿O yo estaba demasiado paranoica?

- ¡Katherine, por favor! -exclamó, riendo. -No seas boba. ¿Cómo iba yo a hacerte daño?

Solté todo el aire, y se me escapó una carcajada. Era estúpida, sí.
No sabía qué estaba haciendo Jacob, y eso me ponía algo nerviosa. De pronto, sentí que con su brazo libre rodeaba mi cintura, sin soltar mi mano. Mis músculos se tensaron, y ahogué una exclamación.

Me empujó con suavidad, y echamos a andar juntos. Fui consciente de que habíamos salido de la habitación, y de que me conducía por los pasillos, manteniéndome sujeta y pegada a él. Notaba su cadera contra la mía, moviéndose a cada paso que daba.
Oí el crujido de la madera, y supuse que estábamos pisando el primer escalón de las escaleras de la posada. Jacob me condujo también con su voz, indicándome qué piernas tenía que mover.

Y entonces, fui consciente de que habíamos salido de la posada en cuanto una oleada de aire fresco me golpeó el rostro. Aspiré con fuerza, y no pude evitar sonreír. Sentí unas ganas tremendas de ver el cielo, pero no podía verlo a través de la venda. Tampoco podía saber que en aquel momento, Jacob me observaba con una media sonrisa.

- Vamos. No falta mucho.

Volvimos a movernos, caminando por las calles, sin yo ver nada. La gente nos miraba extrañados, y era normal. ¿Qué hacía una chica con los ojos vendados, y un chico agarrándola de la cintura y de una mano, mirándola con demasiado... cariño? Pero eso yo tampoco lo podía ver, así que no me importaba si me miraban o no.
De pronto, comencé a notar algo diferente en el aire que estaba respirando. Otro olor. Un olor a... sal. Y  un extraño sentimiento aprisionó mi corazón. Añoranza. ¿Por qué? ¿Por qué un simple olor a sal me hacía sentir eso? ¿Y por qué las manos de Jacob colocándome el pañuelo y colocando todo mi cabello en la espalda me había hecho sentir miedo, dolor y tristeza?

Y no necesité más que oír el sonido del mar para saber a qué se debía aquel olor.

- Ya casi estamos. -me animó Jacob.

Su voz sonaba muy cerca de mi oído, y sentí otro escalofrío.
Fui consciente de que estábamos pisando más madera, y que después pisamos hierba y tierra. Y que después comenzamos a subir una ligera pendiente. ¿Adónde íbamos?
Hasta que nos paramos.

- Ya hemos llegado.

La brisa agitó mi pelo levemente, y acarició mi rostro con suavidad. Tenía mucha curiosidad por ver dónde nos encontrábamos, y por ver qué me quería mostrar Jacob. Sentí la presencia de Jacob detrás de mí, a mi espalda, muy cerca de mí.

- Estoy seguro de que te va a encantar. -susurró.

Sus manos se posaron sobre el nudo del pañuelo, y se movieron con habilidad para deshacerlo. Y la sensación de oscuridad, temor y miedo se apoderó otra vez de mí. ¿Qué estaba ocurriendo? Y los escalofríos se hicieron aún más intensos, hasta terminar siendo temblores.

- ¿Qué ocurre?

- No... no lo sé. -contesté. -Pero estoy bien, no pasa nada.

Apreté las mandíbulas con fuerza, para alejar esos sentimientos de mí. Pero lo que tampoco sabía era que esas sensaciones... venían de mi pasado. De un pasado que sí existía. Sacudí la cabeza, para despejarme de aquella terrible sensación de agobio, y me obligué a sonreír. Jacob pareció dejarlo pasar, y yo lo agradecí.

- ¿Preparada?

- Sí.

Jacob me quitó por completo el pañuelo de los ojos, y los abrí. Parpadeé varias veces, para acostumbrarme a la luz... naranja. Luz naranja, amarilla y roja. Una explosión de colores cálidos ante mis ojos, recortados sobre el cielo azul. Y en el centro de aquella increíble explosión de colores, el sol. Una bola luminosa que se ocultaba en el horizonte con lentitud, provocando todos esos preciosos colores. Las nubes parecían trozos de algodón deshilachado, colocadas alrededor de esa puesta de sol, salpicadas con aquellos tonos.

Era... increíble. Estaba maravillada, tanto, que me quedé boquiabierta.

- Es... es precioso. Me encanta. -murmuré.

- Sabía que te gustaría. -dijo Jacob, sonriendo.

No podía apartar la vista de esa imagen, y sentí una sensación de añoranza en el estómago.

- Mira, ¿ves ese color de ahí? -me preguntó, acercándose más a mí y señalando al frente.

Al principio no fui capaz de concentrarme en mirar el color que me indicaba, porque sentir su cuerpo pegado al mío era una distracción. Pero finalmente, conseguí relajarme, y observar li que me decía.

- ¿El naranja? -inquirí.

- Sí. Ese naranja que es tan brillante, tan intenso. Entre el más oscuro y el más claro.

- Lo veo. -asentí.

- Ese color... ese color era el favorito de tu madre. Tú me lo contaste. Y siempre que lo veo, me acuerdo de ti. -murmuró, sonriendo.

Me quedé paralizada, observando aquel bello color. Ahora, para mí, ese color era el que más destacaba, y en cuanto Jacob hubo dicho eso, mi corazón vibró de tristeza.

- ¿Era...? -susurré.

- Tu madre... tu madre ya no está aquí. -contestó Jacob, buscando las palabras correctas.

Tragué saliva, y sentí un nudo en la garganta. Pero no sentí ganas de llorar, porque... no la recordaba. No sabía quién era. Aunque algo en mi interior se debatió ante ese pensamiento, algo en mi interior me gritaba que dolía mucho. Que no pensara que no la recordaba.

En aquel momento, deseé que Jacob siguiera contándome la historia de mi vida. Necesitaba oír su voz. Y afortunadamente, él pareció leerme el pensamiento.

- Yo volví a enamorarme de ti. -susurró. -En aquel viaje. Volví a sentir lo que sentí por ti cuando te fuiste. Pero tú me odiabas, y necesitaba que te fijaras en mí. Y lo hice a base de... besar a otra joven cuando tú estabas delante. Quería... tratar de darte celos. Y la verdad es que no sé si lo conseguí. Pero al menos te fijaste en mí. Recuerdo que una vez traté de besarte. No podía reprimir las ganas, necesitaba sentir... tus labios contra los míos. Y claro, tú no reaccionaste muy bien, porque no estuvo bien que lo intentara. Yo estaba con la otra joven, aunque sólo fuera para darte envidia... Y Dan te defendió, y me obligó a marcharme. Para luego intentar besarte él. Y claro, luego yo le amenacé.

Sacudió la cabeza, y rió, con los ojos cerrados.

- Después sólo traté de ponerte incómoda, porque me encantaba cómo te ponías. Verte incómoda era como... como si estuviera consiguiendo lo que quería; ver que aún seguías sintiendo una atracción hacia mí. Y, al final lo conseguí. Conseguí tu corazón. Conseguí que te enamoraras. Te conseguí, Katherine. Eras... mía. -hizo una pausa, en la que frunció los labios. -Me enamoré perdidamente de ti, y lo he estado desde aquella vez hasta ahora.

¿Hasta... ahora? Me quedé boquiabierta, y me giré hacia él. Él clavó sus ojos verdes en los míos, y por primera vez en aquellos días que habíamos pasado juntos, fui consciente del amor que había en ellos cada vez que me miraba.

- Y lo estaré siempre, hasta el fin.

Una nota de tristeza en su voz. Le había temblado, de hecho. Yo sentí un nudo en la garganta.

Y entonces fui consciente de debía de doler. De que todo aquello no tenía que ser fácil para él. Y no llegaba ni a hacerme una ligera idea.

Él seguía enamorado de mí. Yo lo estuve, supuestamente, pero ya... ya no. Y eso tuvo que ser un duro golpe para él. Si era verdad... estaba claro que todo estaba destrozado. Lo que me había ocurrido... lo había destrozado todo.

Giré el rostro hacia él. Sus facciones estaban bañadas por la luz anaranjada de la puesta de sol, por lo que estaban más marcadas. Sus ojos verdes brillaban con intensidad, fijos en el sol, ocultándose en el horizonte. Y sus labios estaban curvados en una ligera y triste sonrisa.

- Jacob... -susurré.

Mi voz era débil, un susurro apenas audible.

- Por qué... ¿Por qué eres así conmigo?

- ¿Así cómo? No sé a qué te refieres... -contestó.

Miré al frente durante unos segundos, y me mordí el labio inferior, pensando en cómo formular la pregunta.

- ¿Por qué me tratas tan bien?

Nada más acabar la frase, volví la vista hacia él, y vi cómo su sonrisa se ensanchaba por unos segundos, a la vez que miraba al suelo. Después, volvió su rostro hacia el horizonte, donde se ocultaba el sol, y pude ver el brillo característico de sus ojos verdes.

- Quiero decir... No deberías hacerlo. Si... si es verdad que antes nos conocíamos, y yo ni siquiera me acuerdo, y ni siquiera sabía tu nombre cuando desperté... Es imposible que puedas ser así. Tiene... tiene que doler. Mucho.

Sacudió levemente la cabeza, y centré mi mirada en su expresión triste, esperando una respuesta lógica. Si la había.

- A veces el amor es más fuerte que el olvido y el dolor que ello conlleva. A veces es el amor lo que te impide rendirte. Porque a veces, el amor tiene más peso que cualquier otra cosa.

Me dio un vuelco el corazón. Sus palabras estaban teñidas de tristeza, lo podía notar. Parpadeó varias veces, y suspiró, sin apartar la mirada del sol, que estaba a punto de ocultarse del todo.

- Pero... pero... es imposible. No consigo entender cómo aún sigues aquí. -musité.

- Tú me das motivos suficientes, Katherine.

Tragué saliva, y sentí mi corazón dando brincos. No alcanzaba a comprenderlo. Y me odiaba a mí misa por todo ello. Por ser la culpable del dolor que había en sus ojos cuando me hablaba de mi supuesta vida anterior. Cuando me hablaba de lo que sentía por mí. Yo era la culpable de que él jamás lo pudiera recuperar.

- ¿Acaso no duele? -pregunté. -¿No duele ver que ni siquiera me acordaba de tu nombre?

Sabía que mis ojos se iban a llenar de lágrimas. Todo era por mi culpa. Y ahora lo entendía.

- ¿No duele saber que esa conexión que tú sientes por mí, no la siento yo por ti?

Mi voz era un susurro apenas audible, que se cortó en el aire por culpa de las lágrimas. Me faltaba aire para respirar, y me faltaba tiempo para llorar.


***

(Jacob)


Mi corazón temblaba, pero no exactamente de emoción, ni de alegría. Temblaba de miedo y de angustia. Sus palabras eran peores que cualquier tortura. Porque eran reales. Katherine tenía razón.

- Duele. -contesté. -Duele y mucho. Pero mis motivos por seguir luchando son más fuertes que ese dolor.

Ver que las lágrimas que bajaban por sus mejillas eran por mi culpa, me rompió el alma en mil pedazos.
Me incliné levemente hacia ella, y agarré su mano, envolviéndola con la mía.

- No espero que lo entiendas, Katherine. Ni que tú sientas esa conexión, porque conozco la realidad. Pero eso no quiere decir que yo vaya a rendirme. Porque si lo hago, significaría que te he perdido. Para siempre. Y prefiero sentir este dolor, y seguir luchando por no perderte, a que desaparezcas de mi vida. Por eso aún no me he rendido. Por eso elegí luchar por ti desde el principio.

Mis palabras eran sinceras. Eran la verdad. Era todo lo que sentía en aquel momento, y lo que pretendía que comprendiera: que sólo la necesitaba a mi lado, aunque fuera una simple amistad.
Porque aunque yo siguiera luchando, algo en mi corazón se había marchitado, y era la esperanza de que Katherine encontrara en su corazón ese enorme sentimiento que un día decidimos empezar a compartir. Que Katherine recordara que un día, lo tuvimos todo, y que nuestro amor era el arma más poderosa de todo el universo habido y por haber.



15 comentarios:

  1. APRIL TE VOY A MATAR!!!!
    1. Por q casi me da un ataque de asma esperando el cap, no enserio osea has tardado un mes!!!!!!!! 1 MES!!!!
    2. Como puedes escribir tan bien
    Bueno sobre el cap simplemente decir q es sencillamente y llanamente perfecto me a encantado me a recordado a viejos tiempo... ( momento nostálgico) y q dios agas q la cabecita de mi queridísima Kathy recuerde todo y ni Jake sonria q el pobre esta mu mal dale una alegría jajajajaja.
    Na q espero q el próximo sea pronto por q mi socia (alba) y yo tenemos planeado matarte buajajajjaja asi q ya sabes próximo cap ya!!!!

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    1. Bella! ^^
      Jo, lo siento de verdad, lo último que deseo es que os de un ataque, porque os necesito aquí!! Vuestra opinión es MUY MUY MUY importante para mí, es lo más importante, mejor dicho.
      Agradezco muchísimo tus comentarios, de verdad, me emociono mucho :')
      Quién sabe qué pasará... Quién sabe que pasará con Kathy ^^
      Jo, nooo, no me matéis D: Que soy buena... muy en el fondo.
      Un besazo, Bella! :)

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  2. excelente capitulo, pero tardastes mucho tiempo!!!!!! esperando ke el proximo no tarde tanto y ke ya recupere la memoria, siiiiiiiiiiii
    saludos sigue asi

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    1. Muchísimas gracias, Diana! ^^ Me alegro mucho de que te haya gustado el capítulo, y espero verte aquí en el siguiente :) Sé que me estoy retrasando mucho con todo, lo sé... Pero espero que aún así me perdonéis :)
      Un besito!

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  3. Te pondría un testamento, te diría que el capítulo ha sido increíble! Pero no tengo tiempo, y espero que tú sepas ya todo lo que me gusta esta historia!!
    Ya te vale con lo de Kathy, espero que pronto le des una ilusion a Jake, y que Dan se aparte de en medio (en serio, me cae fatal)
    Tambien quería decirte que has sido nominada en mi blog:
    http://enunafamiliadelcapitolio.blogspot.com.es/2013/03/premio-eufdc.html
    Besoss

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    1. Jo, Criskti, te agradezco que te hayas pasado, y te agradezco mucho este comentario :') ¡Sabes que siempre me sacáis una sonrisa?
      Buf, ¿qué pasará? :3
      ¡Muchísimas gracias, Criskti!
      Un besazo!

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  4. hola soy lara y me encanta tu blog ;) solo queria decirte q si os podias pasar por mi blog aunque solo acabo de empezar y me gustaria vuestra opinion :
    dependodetidemidependes.blogspot.com.es/

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    1. Hola Lara! :)
      Muchísimas gracias!! Claro! En cuanto tenga un poquitín de tiempo, me paso!
      Espero verte por aquí en los próximos capítulos, Lara!
      Un besito

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  5. hola april!
    wuau que capitulaso mas largo! fantástico! genial como siempre!
    Y para mostrarte mi agradecimiento por estos fantásticos capítulos te e NOMINADO a unos premiso en mi blog! http://amoresenpaginas.blogspot.com/
    Pásate y lo veras!
    Saludos!

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    1. Hola Nicole! ^^
      Buf, muchísimas gracias!!! No sabes cuánto te lo agradezco, es increíble que me digan esto, de verdad. Siempre lo será.
      De verdad, muchísimas gracias!!!
      Un besito!

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  6. Oh dios mio, es precioso el capítulo... El final es chocante, se me rompe el corazón al ver a Jacob así, sinceramente, dale un poco de alegría al muchacho.
    Siento haber tardado en pasarme (Sabes que llevo mucho sin publicar)
    He tenido un chorro de exámenes y miles de cosas más. Mañana me he propuesto hacerlo ya (Tu comentario me ha animado, eres genial.
    Volviendo al capítulo, ME ENCANTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
    Dices que yo escribo bien ¿Y tú señorita? Porque no puedes hacerlo MEJOR. De verdad ESCRITORAZA. NO ES DECIR POR DECIR
    Es que tu historia me encanta, la leo super fácil y además que son largos y eso me encanta. Haces un esfuerzo digno de admiración.
    Tardes lo que tardes, yo estaré esperando tus entradas.
    Con cariño, Jane :)
    Un besito, linda.

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  7. POSDATA: SOY MUY MUY MUY MUY MUY MUY MUY MUY MUY FAN, DE TUS COMENTARIOS EN CADA CAPÍTULO DE MI BLOG! Me divierten mucho :))

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    1. SFDTHGFDEWJGFRJTGHVKJRTH JO, JANE, ESRES ABSOLUTA E INCREÍBLEMENTE GENIAL.
      Ty comentario me ha sacado un sonrisa enorme, y de verdad, no sabes cuán agradecida estoy de leerlo... Gracias a comentarios como estos, sigo con la historia :')
      Ya, sé que soy muy mala...
      Tú tranquila, te entiendo, yo estoy últimamente sin tiempo, pero tu historia no me la pierdo por nada del mundo, a ver cuando vuelvo a comentar... Me alegro mucho de que te gusten! ^^
      ESCRITORAZA TÚ, Y LO SABES.
      Jo, de verdad, no sé cómo agradecértelo!!!! Me emociona mucho que me digas esto :____)
      Un besazo, preciosa, y muchísimas gracias por absolutamente todo!!!

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  8. Hola, sé que no te comento a menudo pero sólo me pasaba para preguntarte cuándo alguien va a publicar este libro. Porque deberían hacerlo. Ahora. Ya. Lo exijo. JAJAJAJA, muchos besitos cielo, ¡escribes perfecto! (bueno, como toda tú u.u) <3

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    1. SGDDWGFJEQGJRTGHJRBWGHJVTY4TUY2KHQRGKWGHJRU24KHGRK.Q,2GHT5IU24QKGHRUQGJJHT4G2 MIRA, HASTA SE ME HAN COLADO NÚMERO PORQUE HE APORREADO EL TECLADO, LITERALMENTE.
      Yo me hago la misma pregunta, pero no con este libro, sino con uno llamado Hijos de Agua y Fuego... Su escritora escribe más que perfecto, y aunque no comente, sigo esa increíble historia (obviamente QUIÉN NO)
      Muchísimas gracias, cielo, no sabes cuánto aprecio tus comentarios, y más viniendo de una escritora así :')
      <333

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