Diario del Mar

"Me llamo Katherine Greenwood Wells, tengo dieciocho años. Nací en una cuna hecha de olas, mecida por el vaivén del maravilloso océano. El mar corre por mis venas. Mi madre se llamaba Anne Wells, y falleció cuando yo había cumplido seis años. Mi padre, Alfonso Greenwood, me enseñó todo lo que sé sobre el mar, pero por desgracia, desapareció hace dos años, sin dejar rastro. Y desde entonces, no he dejado de buscarle."




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sábado, 29 de noviembre de 2014

DDM: Capítulo 90

¡Hola a todos! O mejor dicho, a aquellos que seguís aquí, si es que queda alguien, la verdad.

Sé que soy una pesada, y que tardo milenios en subir capítulos, y la gente se acaba aburriendo y por eso se acaban marchando... Lo sé, y lo asumo, es mi culpa, y me arrepiento jo :( Aún así, espero que aún quede alguien, al menos para sentirme realizada conmigo misma, pues la realidad es no quedan muchos capítulos para que esta historia termine... desgraciadamente para mí, afortunadamente para vosotros JAJAJAJA.

A pesar de todo, lo siento muchísimo, y espero que os guste este capítulo :)



¿Estaba viva?

Sentí una brisa acariciarme la piel, como si quisiera hacerme despertar.

Seguía haciendo frío y no sentía nada de dolor. Mi cuerpo no existía en aquellos momentos.

Alcé ligeramente el rostro, para observar lo que había a los lados, pero sólo divisé... playa.

Había arena bajo mi cuerpo, sólo arena. Y no había nadie, nadie a mi alrededor. Estaba sola.

Entonces llegaron las arcadas. Y el dolor. Y vomité. El agua salió en grandes cantidades de mi organismo y respirar se me hizo más fácil. Es más, después de vomitar, me di cuenta de lo que era respirar realmente. Supongo que el frío me había anestesiado tanto que ni siquiera me había dado cuenta de que no podía respirar...

Después de deshacerme de todo el agua salada que había en mi estómago y en mis pulmones, me obligué a incorporarme, pero todo comenzó a dar vueltas y se me desenfocó la vista. Me llevé la mano a la cabeza y al rostro, donde sentía un dolor que palpitaba bajo mi piel. Cerré los ojos y la oscuridad en la que me sumergí me sentó mejor, aunque el dolor seguía ahí, zumbando en mi oído derecho.

Apreté las mandíbulas y cuando abrí los ojos, el mundo parecía haber parado y mi vista volvía a estar clara. Pero el dolor que recorría mis nervios y mis músculos seguía ahí. Fui consciente de que moverme era una tarea imposible. Mis pies y mis manos seguían entumecidos, y no me creía capaz de moverlos ni un poco.

El corazón se me aceleró de miedo, pensando que quizá eran partes que había perdido, pero poco a poco comencé a sentir un cosquilleo que me demostró lo contrario y apagó mis dudas.

No recordaba qué había ocurrido después de que mi barco fue a engullido por el mar, pero si recordaba la ola gigante, y cómo Dan trató de protegerme con sus brazos... y cómo Jacob, Liv y Diana inundaron mi mente... Y deseé que siguieran con vidas. O por el contrario, que sus muertes hubieran sido rápidas...

Y el llanto llegó. Llegó porque estaba sola, y porque ellos podían estar muertos mientras yo seguía con vida. Lloré porque eso era injusto.

Enterré el rostro entre mis manos llenas de arena y lloré hasta que no me quedaron más lágrimas, que tampoco fue mucho, la verdad...

No tenía ganas ni de llorar. Es más, hasta me dolía llorar.

Aún con los ojos húmedos, traté de levantarme, aunque fue una decisión errónea, porque todo me dolía. Mis extremidades parecían haber envejecido cien años; mi cuerpo en general parecía haber envejecido. Me dolía cada centímetro del cuerpo y no podía siquiera mantenerme erguida.

Volví a mirar a mi alrededor, sin pararme mucho en ningún punto determinado, para no hacer peor lo que acababa de confirmar; que efectivamente, estaba sola del todo.

Las lágrimas volvieron a bañar mi rostro, pero esta vez yo no era consciente. Estaba sola. Y jamás me había sentido tan aterrada. Porque sabía que si estaba sola, era porque el resto había... muerto.

- ¡¡¡Diana!!! -grité a todo pulmón, tambaleándome.

Y así lo hice con el nombre de Jacob, el de Liv, el de Dan, el de Gwendolyn... hasta con el de Dylan y el de la pequeña Kathlyn.

Me cubrí el rostro con las manos y grité. Grité porque de verdad tenía miedo. Un miedo igual de intenso y aterrador que el que sentí cuando estaba encerrada en aquel sótano. Porque volvía a estar sola, y nadie podía salvarme. Esa vez no.

Me abracé a mí misma, sintiendo un frío helador. Estaba en la Isla de las Voces, el sitio más macabro del mundo y del universo, y estaba sola.

Otra punzada de dolor en la cabeza y me llevé la mano al mismo sitio que anteriormente me había cubierto. Estaba segura de que me había golpeado con algo al hundirme en el agua, porque era un dolor insoportable.

Me miré los brazos pálidos por el frío y vi algunas cadenas moradas recorriendo mi piel, y supe que se debían a más golpes, aparte de arañazos rojos y una herida abierta en el antebrazo.

Tenía la vista nublada por las lágrimas, mientras pensaba en lo débil que es el cuerpo humano, no sólo yo. En lo fácil que es lastimarlo, ya sea física como psíquicamente.

Y entonces lo oí.

No sé cómo, porque estaba demasiado concentrada en mi soledad y en el dolor, pero lo hice.

Descubrí mi cara otra vez, oteando el horizonte y mi alrededor, para descubrir de dónde provenía aquel gemido.

Quizá... quizá sólo se trataba de la Isla y de las alucinaciones que te provoca...

Pero lo volví a oír, y estoy segura de que mi corazón se paró cuando divisé algo en las rocas más cercanas de la costa.

Era un ser humano, pero desde aquel punto no podía distinguir de quién se trataba.

Eché a correr. Por increíble que parezca. Mis piernas quemaban, ardían totalmente pero no me importaba, porque no estaba sola. Y lo único en lo que pensaba era en ayudar a aquella persona. Estaba desesperada. Tan desesperada que ignoré los latigazos de dolor que sentía.

Me tropecé varias veces y estuve a punto de caer, pero conseguí llegar a las rocas. Ni siquiera sentí los cortes que estaban provocándome en las rodillas y en las manos, y los golpes que estaba recibiendo en las espinillas cada vez que resbalaba y chocaba contra las puntiagudas rocas.

Era un chico.

Y el chico había conseguido aferrarse a una roca, y trataba de subirse mientras tosía con violencia.

Pero no me hizo falta acercarme más porque ya sabía quién era.

Lo que me hizo arrastrarme más rápido sobre las piedras y llegar antes a él.

Alargué una mano y agarré con desesperación su brazo. Saqué fuerzas de donde no las había y tiré de él, ayudándole a subirse del todo a las piedras. Dejé su piel marcada de un rojo aguado, y sabía que la sangre provenía de mis manos pero me daba igual.

Tosió con más violencia y escupió todo el agua que había tragado y había encharcado sus pulmones, a cuatro patas sobre la piedra en la que estábamos.

No le solté. Sentía que si lo soltaba, desaparecería o se ahogaría otra vez. Desplacé mi mano hasta su hombro, sin dejar de mirarle, demasiado preocupada por él y en shock como para decir algo.

Cuando dejó de toser y giró su rostro hacia mí, deslicé mi mano hasta su cuello de manera lenta, midiendo mi contacto, sin dejar de mirarle, demasiado emocionada.

- Estás viva... -murmuró con la voz ronca.

Se me nubló la vista por culpa de las lágrimas, en el momento en que Jacob me abrazó con fuerza y yo le rodeé el cuello, acercándole aún más a mí, como si fuera mi salvación. Y en verdad, así era.

Sentí su cálido aliento en mi oreja, y cómo suspiraba de alivio, y algo se removió en mi interior. No sabía exactamente qué...

Me temblaba todo el cuerpo, y no sabía si era porque ya no estaba sola, o por el hecho de que Jacob había sobrevivido. Volví a sollozar, pero sentí que el miedo comenzaba a disminuir, y supe que era porque estaba entre los brazos de Jacob.

Enterré el rostro en el hueco de su cuello y seguí llorando.

- Estoy aquí... Kathy... No pasa... nada... -murmuró a duras penas.

Conseguí alejarme un poco de él, y entonces enmarcó mi rostro con sus manos y me obligó a mirarle.

- Estoy aquí. -repitió.

Y yo asentí, porque lo sabía.

No en el sentido físico, pero en el emocional.

Jacob estaba allí. Siempre lo había estado.


***


Nos ayudamos mutuamente, apoyándonos el uno en el otro, y conseguimos llegar a la arena, lejos de las rocas que habían arañado mi cuerpo entero en aquella desesperada carrera.

Estaba temblando. Por frío, por dolor, por angustia y por miedo.

El miedo no se había ido del todo. Y me odié porque me sentí débil, aunque supongo que eso era lo que era. Yo era débil.

Jacob no me soltó en ningún momento, y yo tampoco lo solté a él, y no dejó de repetirme que estaba allí.

Ni siquiera cuando me dejé caer al suelo porque el temblor era demasiado fuerte. Se colocó frente a mí y sus manos volvieron a enmarcar mi rostro. Me apartó el pelo del rostro y yo me perdí en sus ojos verdes.

- Todo va a salir bien.

Y seguidamente, cerré mis puños alrededor de su camisa mojada y le obligué a acercarse a mí. Apoyé la frente en su hombro y cerré los ojos, tratando de calmar mi respiración. Sentí su aliento en mi cuello y cómo sus manos me acariciaban la espalda y los brazos con suavidad y delicadeza.

- No tengas miedo, Kathy. -susurró en mi oído. -Soy yo, estoy aquí.

- Lo sé. -contesté en un susurro, antes de que todo se desvaneciera.



***


Cuando abrí los ojos, Jacob no estaba a mi lado. Y por un fugaz momento pensé que igual todo había sido un sueño y que estaba, efectivamente, sola.

Pero oí voces a mi alrededor, y reconocí a la perfección la de Jacob, así que el miedo que acababa de sentir desapareció de un plumazo.

Traté de incorporarme, aunque el dolor seguía siendo igual de intenso que antes. Entonces, una mano se posó en mi espalda, cosa que me sobresaltó ligeramente. Me giré, todavía en el suelo, para encontrarme con los cálidos ojos verdes de Jacob. Algo se removió en mi interior.

Me dirigió una media sonrisa que me petrificó.

- ¿Te encuentras mejor?

- Creo que sí. -murmuré.

Buscó mi mano con la suya, y yo sentí que se me paraba el corazón. Luego me di cuenta de que sólo era para ayudarme a levantar.

Una vez en pie, agarrando mi mano, y la otra aún apoyada en mi espalda, nuestras miradas se cruzaron otra vez en lo que a mí me pareció una eternidad.

- ¡Jacob! -llamó una voz. Una voz que conocía muy bien.

Entonces Jacob apartó la mirada para mirar con total seguridad a la joven que estaba hablando, y me sentí vulnerable y pequeña. Reemplazada.

- ¡Veo otro cuerpo!

No me lo podía creer. Pero tampoco podía creerme lo que estaba sintiendo; me estaba sintiendo reemplazada. ¿Por qué? Jacob y yo no éramos nada.

El contacto existente entre ambos se disolvió en la nada en cuanto Jacob corrió hacia la joven que había hablado.

Mejor dicho, hacia la víbora.

Me giré lentamente, en el sitio, para ver la perfecta figura de una chica rubia y de increíbles ojos azules que miraba con pasión a Jacob.

- ¡Hola, Greenwood! Cuánto tiempo, ¿no? -exclamó poniéndose de puntillas para poder ver por encima de Jacob.

No estaba segura de si su voz había sido amigable o no.

- No el suficiente. -siseé.

Y me giré, dándoles la espalda, y chocándome con otra figura.

- ¡Kathy!

Su voz activó un mecanismo en mi interior que me hizo abalanzarme hacia ella y abrazarla.

- ¡Diana!

Diana estaba sana y salva.

Pero...

- Di, ¿y...?

- Tranquila, está bien. Es un milagro, lo sé. -contestó, temblándole la voz. -No la solté en ningún momento. Fue... Liv la que me ayudó a salir a la superficie. Bueno, la que nos ayudó a todos los que estábamos en la bodega.

Nada más oír su voz, se me heló la sangre. Me giré, buscando a mi alrededor una melena hecha de fuego, pero no había nadie.

- ¿Dónde está Liv? -inquirí, con los ojos muy abiertos.

Diana sacudió la cabeza, negando.

- No lo sé, pero Kathy, no pasa nada. Seguro que aparecerá. No han dejado de llegar cuerpos a la orilla.

Diana no completó esa frase, pero ambas sabíamos que que llegaran no implicaba que siguieran vivos.


***


Gwendolyn también estaba bien. Y Dylan, que estaba con Diana y la pequeña Kathlyn. Y algunos más de mi tripulación, pero no me interesé en saber quiénes eran.

Me limitaba a acercarme a ellos para ver sus rostros, buscando a alguien en especial. Alguien que faltaba. Mi corazón latía con fuerza, y la angustia me rodeaba el cuello como si fuera una serpiente a punto de ahogarme.

No sé cuántas veces les obligué a mirarme, desesperada. Pero por mucho que buscaba y buscaba, no estaba. Ninguno de los presentes era quien yo buscaba.

Me paré, quedando entre un remolino escaso de gente, que se trataban de ayudar unos a otros por las heridas que las astillas de mi barco les habían causado, o por haber tragado demasiada agua, o por golpes.

No estaban entre los vivos. Giré la cabeza para mirar hacia la orilla, donde estaban colocados los pocos cadáveres de la gente que no había conseguido sobrevivir, aquellos que no se habían perdido en la profundidad del océano, en una perfecta línea paralela a la costa. Se me encogió el corazón, y no sabía si mirar sería una buena idea, pero tenía que hacerlo. Tenía al menos que comprobar que las personas que trataba de encontrar no estaban entre ese grupo de desafortunados.

Caminé con lentitud, sintiendo cómo el imaginario olor a muerte se instalaba en mi organismo. Sólo olía a sal, pero me daba la sensación de que la muerte tenía un olor, un olor que sólo yo notaba. Y lo estaba notando.

Sentí arcadas, pero me contuve y me acerqué más.

No le tenía miedo a los cadáveres. Era la Princesa de los Mares, y ver gente muerta se había convertido en algo normal, algo que veía casi con normalidad.

Lo que me daba miedo era descubrir quiénes eran los cadáveres.

Repasé sus rostros pálidos, quedándome con ese color morado que pintaba sus labios y con ese color grisáceo que pintaba sus pieles frías y sin vida.

A pesar de estar buscando otra cosa, recé por todos ellos y pedí perdón de corazón a sus familias, si es que tenían, y a ellos mismos.

Algo se desinfló en mi interior, porque Dan y Olivia no estaban entre esos rostros. Pero tampoco estaba entre los vivos.

- Faltan cinco personas. -dijo de pronto Jacob, que se acercaba a mí.

Sostuve su mirada, que estaba llena de compasión, y apenas fui consciente de que las lágrimas rodaban por mis mejillas.

- No te preocupes, Kathy. Van a aparecer, estoy seguro. En cualquier momento.

Me apresuré a secarme las lágrimas y a desviar la mirada, tratando de ser fuerte, aunque me parecía imposible.

Ambos sabíamos que podían aparecer, pero nadie nos aseguraba que fuera con vida.


***


Esperamos y esperamos. Esperamos hasta la puesta de sol. Llevábamos casi un día entero en aquella playa, atendiendo a mi tripulación magullada.

Yo estaba sentada en la arena, lo más lejos de la orilla posible, como si desde esa posición pudiera abarcar más océano con mis ojos, y así encontrar a Dan y a Olivia.

El sol se ocultaba en el horizonte con lentitud, como si él tampoco pudiera irse sin encontrarles. Las nubes que pintaban el cielo estaban coloreadas de rosa y naranja.

Mientras tanto, los supervivientes estaban cavando tumbas en la arena, cerca de la línea del bosque de entrada a la Isla, y enterraban a los cuerpos que estaban ordenados en fila en la orilla. Yo ni siquiera miré.

De pronto, la voz de Jacob me sobresaltó. Se dejó caer a mi lado, con sus ojos clavados en mí.

- Déjame ver tus heridas.

Parpadeé para volver a la realidad y me encogí de hombros, enseñándole las palmas de mis manos y los cortes que tenía en las piernas. Mi pantalón marrón había quedado destrozado, al igual que el cuero desgastado de mis botas.

- No merece la pena. Son simplemente cortes. -murmuré, desviando la mirada.

Sentí sus dedos acariciando la piel de mis manos, y tuve la sensación de que esa caricia iba más allá de estar palpando simplemente mis heridas.

- Sería bueno limpiar la sangre. -añadió él.

- Es imposible limpiar la sangre que mancha mis manos, Jacob.

Lo dije. Me salió. Como si fuera algo normal, como si hubiera dicho hola, o buenos días. Lo dije, no me molesté en tratar de arreglarlo, porque era la verdad.

Jacob se quedó en silencio durante unos segundos, mirándome fijamente a los ojos, y entonces sacudió la cabeza, en desacuerdo con lo que acababa de salir de mi garganta.

- No, Katherine. No creerás encima que es tu culpa.

Desvié la mirada y me encogí de hombros, dando a entender claramente que así era.

- Mírame. Katherine, mírame.

No miré. No podía.

Colocó su mano bajo mi barbilla y me obligó a mirarle. Nuestros rostros estaban a escasos centímetros el uno del otro, y no sé en qué estaba pensando en aquel momento, la verdad.

- Tú no has hecho nada, Katherine. ¿Crees en serio que lo que ha pasado es tu culpa? Nada de lo que ha ocurrido es tu culpa. Tú no eres responsable de la muerte de nadie, Katherine. Dime, ¿les has matado personalmente, tú, clavándoles una espada? ¿Les has ahogado tú?

- Pero me seguían a mí, Jacob. Yo les he metido en esta estúpida aventura, yo les he guiado a la muerte. Yo les he condenado a morir.

- Ellos aceptaron a seguirte. No les obligaste. Ellos te siguen y te seguían porque querían. Sabían que seguirte era arriesgado, pues el mar hace lo que le da la gana. Pero lo hicieron de todas formas porque ellos querían. -hizo una pausa, en la que cogió aire. - Tú no nos has metido en esta estúpida aventura; nosotros lo hemos hecho, porque hemos decidido seguirte. No les has guiado a la muerte, Katherine. No les has condenado a morir. Ellos te han seguido, conociendo perfectamente los riesgos que el mar puede tener.

Sus ojos verdes brillaban con intensidad, y nos imaginé a los dos cuando éramos unas críos, observando la puesta de sol en el muelle de la ciudad.

- Mírame, yo sigo vivo. Y te seguí. Decidí seguirte a pesar de los riesgos que conllevaría para mí. Y bueno, te seguí, ignorando los problemas que supondría para ti, pero eso es otra historia.

La segunda parte de su frase me confirmó lo que estaba pensando; que no se refería a seguirme físicamente, o a seguirme por el motivo por el que mi tripulación me seguía. Sabía que se refería a algo más allá... a lo que éramos Jacob y yo.

- Y te seguiré hasta donde haga falta, y moriré en el intento si es necesario. -murmuró.

Recordé nuestro último y humillante encuentro, y por un momento pensé en actuar fría y cortante, pero él parecía haberlo olvidado, y no tenía fuerzas como para actuar falsamente, así que decidí hacer lo mismo; decidí olvidar lo que ocurrió, al menos por unos instantes.

- Serías un imbécil completo si de verdad pensaras eso. -sonreí, olvidándome por un momento del dolor.

- Y lo pienso de verdad. Pero ya sabes que lo soy, Katherine. -contestó Jacob, esbozando una de sus medias sonrisas, sin apartar sus ojos de mí.

- Estás loco, Jacob.

- Pero en el fondo es lo que más te gusta de mí, Kathy.

No lo iba a negar, pero sólo era parte de la verdad.

Los dedos de Jacob se acercaron a mi muñeca y remangaron mis camisa, para poder ver lo que yo ya había visto antes; las manchas moradas de mis brazos y la herida que ya había dejado de sangrar hacía bastante.

- No está tan mal como tu frente... -murmuró.

Alzó la mirada hacia mi sien derecha y seguidamente sentí sus dedos acariciando mi piel justo encima de la ceja.

- Te has dado un buen golpe... Tiene muy mala pinta.

- Deberías mirarte a ti.

En ese momento me di cuenta de que antes no había reparado en el golpe de su rostro; tenía el pómulo ligeramente hinchado y de un morado que se mezclaba con rojo. Jacob volvió a mirarme a los ojos, en completo silencio, y alejó su mano de mí, posándola sobre la arena.

No sé por qué lo hice, pero lentamente acerqué mi mano hasta su mejilla, y después de debatirlo intensamente con mi yo interior, acaricié su cálida y morena piel, sintiendo demasiadas cosas a la vez.

- ¿Te duele? -susurré.

- Un poco, pero estoy bien. Créeme, he sufrido cosas peores... -terminó la frase con una media sonrisa, y el contacto terminó.

Y ahí nos quedamos, contemplando lo que quedaba de la puesta de sol, en un completo silencio que no fue para nada incómodo.

Me gustaba. Me gustaba ese Jacob, y me gustaba lo que me hacía sentir. Y me gustaba yo misma cuando estaba él cerca. Me gustaba que al fin y al cabo, después de todo, pudiéramos mantener conversaciones así, pudiéramos parecer... amigos.


3 comentarios:

  1. EQUISCUUUUU,no quiero que se acaben tus capítulos tete :( SUBE OTRO PLSSS
    Me ENCANTA. Team Jacob 4ever.

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  2. JO TEA, QUE CAPÍTULO TAN BONITO-GENIAL-TRISTE-INTENSO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Me encanta, es que me da igual que los capítulos no los subas seguidos, porque sé que siempre voy a tener ganas de leerlos, SIIIIIIII y ahora después de la amabilidad y de regalarte el oído!!!!!!!!!!!!!!! QUIERO SEGUIR LEYENDO Y QUE ME CUENTES QUE VA A PASARLES!!!!!!!!! Y QUIERO ESE BESO QUE NECESITAN DARSE YA!!!!!! Y QUE DAN ESTÉ BIEN (aunque realmente Jacob y ella tienen que estar juntos y si Dan muere quizá fuera algo más fácil... aunque suene algo macabro. Que también. Lo sé)
    No sé que me encanta todo, la expresión, la calidad de las descripciones, la pasión de los personas... Y ME DA IGUAL REPETÍRTELO Y SONAR PESADA PERO ES QUE ES ASÍ.
    Bueno, desvarío JAJAJAJ Así que por nuestro bien, de las personas que te leer, porque si la cosa promete siempre va a ver quien te lea, y lo sabes, ESCRIBE please
    Un besito preciosa

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  3. Ohdiosmio!! acabo de encontrar mi antiguo blog y he pinchado en tu url y un monton de recuerdos han venido a mi :O ahora mismo me pongo a leer tu historia otra vez!!!!

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