Diario del Mar

"Me llamo Katherine Greenwood Wells, tengo dieciocho años. Nací en una cuna hecha de olas, mecida por el vaivén del maravilloso océano. El mar corre por mis venas. Mi madre se llamaba Anne Wells, y falleció cuando yo había cumplido seis años. Mi padre, Alfonso Greenwood, me enseñó todo lo que sé sobre el mar, pero por desgracia, desapareció hace dos años, sin dejar rastro. Y desde entonces, no he dejado de buscarle."




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viernes, 10 de enero de 2014

DDM: Capítulo 84

¡Hola a todos!

Lo sé. Sé que hace milenios que no aparezco por el blog, que hace milenios que no subo capítulo... Y sé que encima dejé de actualizar el blog en una parte... crítica. Soy cruel. Pero no lo he hecho queriendo, os lo prometo :(

Espero que sepáis, de todas formas, que no he dejado de escribir ni de pensar en los siguientes capítulos. Y hoy por fin, 10 de Enero, me he puesto a escribir. Bueno, ya sé que ahora mismo es 11, pero dejadlo pasar e imaginad que aún estoy a tiempo... ¿Y por qué subo hoy? Pues porque es mi cumpleaños, (bueno, vale, ya no es 10... pero, ¿cuenta? jajaj) y he decidido que me tomaba este viernes de descanso para poder terminar de corregir este capítulo y subirlo. POR FIN.

Y nada, espero que me perdonéis por todo este tiempo ausente... Y espero que os guste este capítulo :)

¡Un beso! <3



La gente siempre me había considerado una persona fuerte y decidida, capaz de actuar con rapidez y de manera inteligente en cualquier situación. Me conocían por mi carácter frío y la ausencia de calidez en mi persona. Y tal vez esos no sean los mejores atributos en un ser humano, tal vez todo eso sea lo peor, pero a mí me gustaba. Porque nada me hería, nada me importaba. No me guiaba por mis sentimientos.

Entonces volví a encontrarme con Jacob, para empezar juntos una cruel aventura que me hizo ver que, en realidad, mi personalidad era falsa. Se trataba de una coraza, una coraza que ha ido despedazándose poco a poco desde aquel día: por Jacob apareciendo de manera inesperada en mi vida otra vez, por la Isla, por la realidad de la muerte de mi madre, así como la confirmación de que jamás iba a volver a ver a mi padre, por la muerte de Harry, por el secuestro y todo el trauma que eso causó en mí, por Jacob abandonándome con Elizabeth... por estos meses de tortura y desesperación.

Pero esa noche, en ese mismo momento, delante de aquella figura que decía llamarse Garrett, lo que quedaba de mi coraza explotó en mil pedazos, dejando al descubierto la verdad: una persona frágil, tratando de recuperarse de tantas pérdidas, tratando de ser fuerte. Una persona que sí tenía sentimientos, multitud de ellos; una persona que no sabía cómo actuar en todas las situaciones, y menos de manera inteligente. Una persona rota que trataba de recomponerse sin éxito alguno.

Mi corazón latía porque yo no podía pararlo de manera voluntaria. Mis pulmones seguían llenándose de aire porque tampoco podía hacer que pararan. De pronto, me pareció que el mundo giraba demasiado rápido, y todo mi alrededor se volvió una masa borrosa y oscura, amenazante, que parecía estar riéndose de mí tratando de jugarme una mala pasada, porque aquello no podía ser real.

Lo único inmóvil eran aquellos ojos verdes que me miraban fijamente, como si también se rieran de mí. Pero lo único que no había cambiado era el color: porque no encontré añoranza, o tristeza, o dolor, o algún sentimiento que me indicara que me había echado de menos. Tampoco encontré amor. Sólo frialdad, como si me odiara o no supiera quién era.

¿Cómo actuar cuando la persona que amabas se marcha, y regresa siete meses después, sin siquiera habiéndote echado de menos? ¿Cómo actuar cuando la persona que amabas se marcha y regresa siete meses después, sin sentir absolutamente nada por ti? ¿Cómo actuar cuando esa persona te prometió que jamás te dejaría de querer, y rompe esa promesa?

Tal vez eso fue lo peor; darme cuenta de que, a pesar de todo, una parte de mí quería correr hacia él y abrazarle y no soltarle nunca.

¿Por qué?
¿Por qué te fuiste?
¿Por qué no volviste, ni siquiera cuando más te necesitaba?
Te he echado de menos.
¿Me has echado tú de menos?
¿Por qué me abandonaste?

Pero en vez de decir alguna de esas dolorosas frases, dije otra que en parte, era real. O al menos, yo quería creer que lo era.

- No te conozco.

Parpadeé con rapidez, lo que provocó que una lágrima rodara por mi mejilla. Una lágrima cálida, que dibujó una línea sobre mi fría piel. No sentía nada. Mis músculos estaban agarrotados, y sólo notaba frío. Frío. Dolor. Rabia. Angustia.

- Entonces tal vez me conozcas por el nombre de Jacob. -repuso él, con calma, algo que me hizo aún más daño.

No. No podía llorar. No podía hacerlo, no podía demostrarle que había conseguido lo que quería: herirme.

-No se quién eres. -rebatí al instante, con la voz temblorosa.

Los músculos de su rostro se contrajeron de manera leve, ligeramente decepcionado, como si esas no fueran las palabras que estaba esperando escuchar. Pero aquella expresión apenas duró un segundo.

- Vaya. Creo que me esperaba otra bienvenida.

Otra lágrima recorrió de manera lenta mi mejilla, pero esta vez no quería llorar. Ya no. Porque ahora, la confusión, la sorpresa y el dolor del primer instante habían desaparecido. Ahora sólo quedaba la rabia y el enfado.

Porque me había abandonado. Me había dejado atrás, como si nunca hubiera significado nada para él. Se marchó y me olvidó. Se marchó como si nunca me hubiera amado. Y en aquel momento, Jacob esperaba otra bienvenida.

- Cómo te atreves... -murmuré, casi para mí.

Sentí que el calor volvía a mi cuerpo, reptando como una serpiente bajo mi piel, devolviéndole la vida a mis paralizados y rígidos músculos.

Y lo hice.

No fui consciente de que mis nudillos habían golpeado su pómulo hasta unas milésimas de segundo después, cuando un latigazo de dolor recorrió los huesos de mi mano.

No fue una bofetada. Fue un puñetazo. Un puñetazo cargado con todos los sentimientos que consumían mi corazón en aquel momento.

Me retiré, dando unos pasos atrás, observando cómo se llevaba la mano al rostro y se cubría la zona herida, la cual estaba segura de que iba a empezar a enrojecer en cualquier momento, porque no había sido un puñetazo especialmente suave.

Apreté las mandíbulas, tratando de calmar mi entrecortada respiración y los temblores que agitaban mi cuerpo. Sí, sabía que era una persona frágil, débil y completamente destrozada, pero en aquel momento me sentí fuerte.

Jacob volvió su rostro hacia mí, con una clara expresión de sorpresa.

Había sido reconfortante. Muy reconfortante. Y quise hacerlo otra vez.

Quise hacerlo tantas veces como fuera posible, hasta que estuviera completamente vacía de aquellos sentimientos que habían envenando mi cuerpo y mi corazón durante ocho meses.

Así que me adelanté, acercándome a él, reuniendo fuerzas para otro golpe. Pero cuando quise darme cuenta, los dedos de Jacob se cernían sobre mi muñeca, parándome.

- ¡¿Creías que te iba a dar las gracias por destrozarme?!

Una mezcla entre gruñido y gemido de frustración salió de mi garganta, y antes de que pudiera reaccionar, mi otra mano también estaba inmovilizada.

Cerré los ojos y lancé un grito, tratando de empujarle y de hacerle soltar mis brazos, pero su agarre era mucho más fuerte que el enfado que me dirigía. Me resistí, me revolví, y sin saber muy bien cómo lo hice, conseguí golpear su pecho a pesar de todo. Supuse que la realidad era que no estaba usando toda su fuerza, tal vez para dejar que me desahogara... tal vez.

No paré. Luché. Dejé que la rabia y el dolor me guiaran: grité y traté de golpearle para descargar esos sentimientos que eran demasiado fuertes para mí.

Y cuando estuve vacía por dentro, me quedé paralizada, con la cabeza apoyada en el pecho de Jacob al igual que las manos. No abrí los ojos, no hice nada. Simplemente esperé.

Entonces el llanto no tardó en llegar. Las lágrimas brotaron de mis ojos y no fui capaz de reprimirlas. No sé exactamente cuando, pero Jacob soltó mis manos con lentitud, mientras yo me convulsionaba apoyada en su pecho.

De pronto, sentí que su mano acariciaba mi cabello, pero apenas duró dos segundos, y me planteé si estaba demasiado desesperada como para imaginármelo, o si había sido real.

Quise moverme, apartarme de él y alejarme lo máximo posible, pero en vez de eso, hice lo peor que podía hacer. Me deslicé hasta el suelo, sin apartarme ni un milímetro de él, hasta quedar tumbada en el suelo, a sus pies.

En aquel momento me odié. Me odié con toda mi alma. Pero no podía parar, no podía hacer otra cosa más que ser consciente de que el fin de aquel llanto era decirle todo lo que sentía pero sin palabras. Lloraba para que Jacob viera el maldito desastre que era mi interior desde que se fue. Es más, desde que le conocí por primera vez.

No era consciente de que el tiempo pasaba. Para mí, todo se había detenido en aquel momento. Todo salvo mis lágrimas y mi dolor. Y por unos minutos me olvidé de que Jacob estaba a mi lado.


                                                                        ***

Me incorporé del suelo, con los ojos pegajosos a causa de las lágrimas. Miré a mi alrededor, y me pregunté durante cuánto tiempo había estado llorando, porque allí no había ni rastro de Jacob.

Se había ido.

Me levanté, boquiabierta, con el corazón latiéndome a mil por hora. Giré sobre mí misma, observando los árboles y la oscuridad que me rodeaban. Me abracé a mí misma, y después de dar tres vueltas, me di por vencida y fui consciente de que, efectivamente, Jacob se había marchado.

- Eres... eres un cobarde... Eres un maldito cobarde... -susurré, siseando.

Y entonces las lágrimas, aquellas que había dado por acabadas, humedecieron mis ojos por segunda vez en aquella noche.

- ¡¿Me has oído?! ¡¡Eres un cobarde, Jacob Fellon!! Sé que estás ahí, sé que me estás escuchando... -mi voz sonaba débil y temblorosa, pero aún así traté de alzar el tono. -Lo sé porque te conozco. Sé que no habrías venido para irte sin decir absolutamente nada. Sé que eres un cobarde, pero no tanto. O tal vez estoy equivocada y en realidad no te conozco. Igual estoy equivocada y es verdad que has venido para irte sin decir nada...

Y me callé. Cerré los ojos, sin dejar de mirar a mi alrededor, esperando ver algún movimiento que me confirmara lo que pensaba; que Jacob seguía ahí. Pero nada. Sólo el suave balanceo de las ramas desnudas de los árboles debido al viento.

- Eres... un cobarde...

Cada latido de mi corazón era doloroso. Un pinchazo en el pecho que me hizo darme cuenta de que estaba sufriendo porque Jacob no estaba ahí. Y eso no era bueno.

Volví a girarme, otra vez, sin saber exactamente qué hacer, a dónde ir, pues estaba totalmente desorientada. Traté de secarme las lágrimas y de frenar el llanto, porque no tenía ningún sentido. Mis ojos aún recorrían la oscuridad como si creyeran que iban a encontrar a aquel chico rubio de ojos verdes. O tal vez a Dan... Pero estaba completamente sola en aquel bosque.

Llegué a plantearme si le echaba tanto de menos como para imaginarme que había estado allí. Si aquello había sido simplemente el fantasma de mis recuerdos. Y deseé que no fuera así.

Me obligué a caminar, de manera mecánica, moviendo las piernas porque no tenía otra opción, a excepción de quedarme ahí durante toda la noche... pensando. Pensando en mi vida si Jacob no se hubiera ido, pensando en sus ojos verdes, pensando en qué hubiera pasado si aquel día él no se hubiera marchado. Qué habría sido de mi vida si él hubiera cumplido su promesa de quedarse a mi lado.

Tal vez debería olvidarme del todo. Tal vez debería borrar su imagen de mi cerebro. Suprimir los recuerdos. Tal vez debería superarlo de una vez por todas. Porque sentía que daba igual que hubieran pasado ocho meses. La realidad era que no le había olvidado, que no estaba recuperada. Que simplemente me había engañado a mí misma, haciéndome creer algo que era muy diferente a la realidad; pensaba en él, y hacerlo me dolía.

Todo estaba en silencio, exceptuando el suave rumor del viento agitando las ramas de los árboles. Pero a mí me parecía que había demasiado ruido. La cabeza comenzaba a dolerme ligeramente, y deseé poder llegar cuanto antes a mi camarote. Poder tumbarme y simplemente dormir. Olvidarlo todo...

No. No podía olvidarlo. Había visto a Jacob. Jacob. Jake.

"Mi Jake."

Oí mi propia voz pronunciando esas palabras, en aquel tiempo en el que de verdad sentía que era mío. Una punzada en el corazón me hizo encogerme sobre mí misma al darme cuenta de que esas palabras ya no significaban lo mismo para mí.

Me apoyé en el tronco de un árbol, con los ojos cerrados y tratando de calmar mi respiración. De pronto, la oscuridad me pareció terrorífica, y me imaginé que Jacob caminaba saliendo de ella, con los brazos abiertos, y me envolvía entre ellos pidiéndome perdón y queriéndome en silencio. Sin palabras.

Vislumbré un pequeño claro el cual estaba cerca del final del bosque, así que caminé hacia él. No pude evitar pararme y alzar la mirada al cielo, cubierto por nubes. Pero aún sí, fui capaz de entrever la luna, otorgando a la noche ese característico brillo fantasmal suyo.

Entonces, el silencio nocturno se vio interrumpido por una voz masculina. Una voz que me pareció ligeramente familiar.

- Pero si es la Princesa de los Mares...

Mis músculos se tensaron automáticamente y no tardé en bajar mi mirada hasta posarla sobre el hombre que había hablado. Me puse completamente frente a él, sin apartar mis ojos de los suyos, los cuales eran fríos como el hielo. Y sus facciones... había algo en él que me resultaba familiar... y me provocaba un miedo irracional, que no entendía a qué venía.

- No, no sabes quién soy. Pero yo sí sé quién eres tú.

Tragué saliva, barajando las posibilidades que tenía: salir corriendo o luchar.

- ¿Te acuerdas de... Patrick?

"Patrick"
Su nombre me dejó paralizada. Y estuve completamente segura de que lo que tenía que hacer era huir. Sin ninguna duda. Porque, sí, Katherine la luchadora y la valiente había vuelto, pero había algo a lo que aún no podía enfrentarme, y eso eran mis pesadillas y Patrick.

- Yo soy otro integrante de esa alianza cuyo fin era exterminarte. A ti y a toda la gente que tiene tu sangre corriendo por sus venas. Esa sucia sangre que se hace llamar Sangre Marina. Como si fuerais diferentes, mejores. Y sólo sois calaña que trata de ir haciendo el bien por el mundo... para creerse que son buenas personas, cuando la realidad es que vuestra sangre está emponzoñada, llena de maldad, crueldad e insensibilidad.

Sus palabras rezumaban asco y odio, unos sentimientos tan intensos que penetraron en mí, dejándome con una ligera sensación de pavor.

- ¿Maldad, crueldad e insensibilidad? -murmuré, confundida.

- ¿Cómo describirías tú el asesinato de mi hermano Patrick si no es malvado, cruel e insensible? -replicó el hombre de manera inmediata.

Sentí que estaba a punto de caer. Eso era. El hermano de Patrick. Mismos gestos. Facciones semejantes y la misma oscuridad en la mirada.

- Justo. -murmuré.

El hombre me dirigió una mirada asesina, y me quise reír al darme cuenta de cuántas veces me había encontrado en la misma situación: un hombre amenazando mi vida.

- Doy por hecho que ni Aaron ni Patrick hicieron bien su trabajo... porque ambos os escapasteis. Jacob y tú.

"No, Patrick hizo su trabajo. Destrozó y marcó mi vida. Me hizo sentir miserable, inútil, inferior. Sucia. ¿No era ese el objetivo?"

- Así que aquí estoy en esta preciosa noche, con el fin de vengar su muerte y terminar lo que Patrick, en tu caso, no acabó. 

Bam.

Me giré con rapidez, con la idea de echar a correr... Pero mi camino se vio obstruido por otro hombre. Frené en seco, conteniendo la respiración y dando unos pasos para alejarme del nuevo individuo que me miraba con una sonrisa burlona. 

Me quedé en el centro del claro, a la misma distancia de ambos hombres, girando sobre mí misma para no perderles de vista. 

- Tu plan ha fallado, ¿no? ¿Creías que ibas a salir de aquí? No, cielo. No estoy solo.

Y entonces vi aparecer a otros tres hombres de la nada, rodeándome por completo. Cinco hombres y cero posibles salidas. 

- Sabía que este día llegaría. Por fin. Después de tantos meses siguiéndote la pista... y aquí estás. Así que dime. ¿Dónde está ese guardaespaldas tuyo que mataba a todos mis hombres cada vez que estaban a punto de encontrarte? ¿Está en tu barco y esta noche no puede salvarte...? Cuánto lo siento. 

"¿Qué? ¿Guardaespaldas?"

- Despídete, Princesa. 

Cerré los puños y apreté las mandíbulas, justo en el momento en que se abalanzó sobre mí, agarrándome de la camisa blanca y lanzándome contra el suelo. Rodé un par de veces antes de frenar, después de gemir por el golpe.

Me levanté tambaleándome ligeramente, clavando mi mirada en su figura, alerta y a la defensiva. Entonces volvió a la carga, esta vez golpeando mi espalda contra el tronco de un árbol, con su antebrazo sobre mi cuello tratando de cortarme la respiración. 

La última vez que alguien usó ese método para quitarme la vida... me quitó la memoria en su lugar. 

Oí el sonido que produce el metal al ser rozado con una tela, y fui consciente de que el hombre empuñaba un cuchillo. 

- No sé si rajarte el cuello y ver cómo te ahogas con tu propia sangre o atravesarte el estómago completamente con este cuchillo...

Me debatí ligeramente, cogiendo todo el aire que fui capaz de coger. Mi primer pensamiento fue: "Jacob, aparece, por favor."

Pero alejé esas palabras de mi mente porque sabía que yo era fuerte y no necesitaba que ni Jacob ni nadie me salvara. Podía yo solita. Era la Princesa de los Mares, ¿no?

No le dejé tiempo a decir nada más, porque le golpeé en la entrepierna con mi rodilla. El hombre gritó y se dobló por la cintura, sorprendido por el golpe. Con un movimiento rápido, le arrebaté el cuchillo y de un codazo en la espalda le hice caer por fin al suelo, mientras se retorcía de dolor. 

Los otros hombres no dudaron en correr hacia mí, y yo no dudé en usar el cuchillo contra el primero que llegó a mí. Me agaché para esquivar el obvio puñetazo que quería propinarme y le derribé golpeándole en la rodilla derecha. Y justo antes de que cayera al suelo, hundí el filo del cuchillo en su estómago. No estaba segura de si eso había sido suficiente para quitarle la vida, pero al menos le mantendría un rato en el suelo. 

Me giré con rapidez, pero no lo suficiente, pues lo último que vi fue a otro de los hombres saltando sobre mí. Caí de espaldas al suelo y el impacto me dejó sin aliento por unos segundos. El hombre estaba encima de mí, y aproveché para clavar el cuchillo en su ancha espalda antes de que pudiera erguirse. Le oí gritar y entonces golpeó mi rostro con su puño. Hundí aún más la hoja del cuchillo y me lo quité de encima de un empujón. 

Dos fuera de juego, aunque probablemente vivos.

Me levanté del suelo hasta quedar frente a los otros tres, que esperaban el momento oportuno para atacar. Empuñé el cuchillo apuntando hacia ellos, de manera amenazante. 

Uno de ellos dio unos cuantos pasos hacia mí y otro hizo lo mismo, pero simplemente rodeándome, para colocarse tras de mí. Les miré alternativamente, sintiendo cómo mis músculos se tensaban más y más, esperando algo que podría llegar en cualquier momento. 

Entonces el hermano de Patrick trató de incorporarse, aún dolorido, acción que me distrajo... y entonces el que estaba a mi espalda me agarró de los brazos, inmovilizándome. Gruñí, aferrando con más fuerza el cuchillo. El otro se acercó a mí por delante y un latigazo de dolor me recorrió el rostro en cuanto su puño golpeó mi pómulo. Seguidamente, su rodilla impactó en mi estómago, haciendo que me encogiera sobre mí misma. Pero no iba a rendirme. 

Usé al hombre que me sujetaba como apoyo para alzar las piernas y golpear en el pecho al que me estaba atacando, haciendo que cayera de espaldas. Y lo que pasó después ocurrió muy rápido.

Traté de propinarle una patada en la entrepierna al hombre que inmovilizaba mis brazos, mientras el tercero trataba de frenarme. Pero llegó demasiado tarde, y lo único que consiguió fue una puñalada en el cuello. Hizo un ruido extraño, entre jadeo y gruñido, antes de caer al suelo, sin vida. 

Rápidamente me giré, para ver cómo tres de los que había derribado (el hermano de Patrick, el hombre al que había golpeado en la entrepierna y el que me había sujetado) estaban en pie. Los tres en línea frente a mí. Y por el rabillo del ojo, vi dos cuerpos tumbados sobre la hierba del claro: ambos muertos. Entre ellos el de la puñalada en la espalda, lo que me sorprendió.

Y lo siguiente que vi fue el filo de dos espadas sobresaliendo del pecho de dos de los hombres, y a un chico rubio de ojos verdes detrás de ellos, empuñando las espadas. Y en un acto reflejo, lancé con fuerza mi cuchillo hacia el hermano de Patrick, antes de que pudiera reaccionar. El filo se hundió en su pecho, de manera certera, acabando con su vida. 

No aparté la mirada de sus ojos, que estaban clavados en mí, llenos de odio, un odio que jamás olvidaría, hasta que quedó boca abajo y no fui capaz de ver su rostro. 

- Yo soy el guardaespaldas del que hablaban, por si te interesa. -comentó, con una media sonrisa.

Su media sonrisa.





8 comentarios:

  1. feliz cumpleaños y excelente capítulo

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  2. OMG! Bueno, antes de nada: ¡Feliz cumpleaños! (aunque sea atrasado). Descubrí bastante tarde tu blog mientras ganduleaba por Internet y tengo que decir que es genial, no genial tipo "no sabía que decir" si no genial tipo "askdflcjdnñn". El cap estuvo del segundo tipo de genial, estaba desesperada esperando que subieras otro. Besos y abrazos asfixiantes.

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    1. ¡Muchísimas gracias atrasadas! <3
      Ay Dios, adoro tu comentario, en serio. *___* AERFDHEGRJFHJ Mil gracias!!!!!! En serio, no sabes lo feliz que me has hecho... Mil gracias por decir eso de mi blog, me acabas de alegrar la vida <333
      Un besazo enorme!!!!!

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  3. ¡Un capítulo perfecto de una cumpleañera aún más perfecta! JACOOOOB,I LOVE YOUU!! TEAMJACOB, SI ERES DEL TEAMDAN TE MATAMOS,JEJEJEEJJEEJEJ #TeamJacob #WeLoveYouJake #KatherineAndJacob4ever

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    1. JAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJAJJAJA POR ESTO TE QUIERO JAJAJAJAJAJJAA

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  4. AMO TU BLOOOOG,
    Eres la mejor y tus personajes son geniales...
    ...me he creado uno, pasate pliis
    Besos:
    -Pat-
    http://elreinodelasmentiras.blogspot.com.es/

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    1. FUREHFUGHRTGTJHGJREH AY DIOS. MUCHÍSIMAS GRACIAS, CIELO *___*
      No sabes lo increíblemente feliz que me hace leer este tipo de comentarios.. Me subís la moral, y eso es algo bueno, debido a que la mía no está muy alta cuando pienso en mi limitada forma de escribir y mi limitada imaginación...
      En cuanto pueda me paso, obviamente *_*

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