Diario del Mar

"Me llamo Katherine Greenwood Wells, tengo dieciocho años. Nací en una cuna hecha de olas, mecida por el vaivén del maravilloso océano. El mar corre por mis venas. Mi madre se llamaba Anne Wells, y falleció cuando yo había cumplido seis años. Mi padre, Alfonso Greenwood, me enseñó todo lo que sé sobre el mar, pero por desgracia, desapareció hace dos años, sin dejar rastro. Y desde entonces, no he dejado de buscarle."




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domingo, 5 de mayo de 2013

DDM: Capítulo 73

¡Hola a todos!

Bueno, he decidido publicar hoy, dado que estoy... feliz. ¿Cuál es el motivo? Hace unas semanas participé en un pequeño concurso literario, que consistía en escribir capítulos de entre 400 y 500 palabras, para continuar una historia. Y sorprendentemente, mi capítulo salió elegido. Sí, uno de los capítulos de este relato me pertenece. No sabéis lo contenta que estoy... Y hoy ha sido la entrega de premios, así que es por eso por lo que estoy tan feliz. Por haber podido salir finalista en un concurso literario... Me parece irreal.

Ya no os aburro más con mi vida, así que me dispongo a dejaros el capítulo... No sin antes decir que todo, últimamente, ha estado muy... calmado. Dentro de lo que cabe, claro. ¿Cambiará esa calma?

¡Espero que os guste! ^^







Los latidos de mi corazón retumbaban en mis oídos, los sentía por todo el cuerpo. Parpadeé, congelada, sin poder moverme. Entonces, como un resorte, cerré la puerta que hacía unos segundos había abierto. Me giré, boquiabierta, sin poder decir ni pensar nada. Simplemente sentí cómo se me empañaban los ojos por culpa de las lágrimas.

Sin ser consciente de ello, eché a correr por el pasillo. Me tropecé varias veces, pero al final conseguí llegar hasta las escaleras. Sin darme cuenta de que una de las puertas del pasillo estaba entreabierta, y que alguien miraba a través de ella.

Bajé las escaleras de madera, y estuve a punto de caerme, pero no me importó. Me agarré al pasamanos para no resbalarme, y me quedé en esa posición durante unos segundos, notando cómo una lágrimas rodaba por mi mejilla.

Cogí aire y continué con mi camino. Sólo tenía un lugar en mente, y pretendía llegar hasta él a pesar de los tropiezos.

Mi corazón latía con lentitud, latía por latir. Latía porque tenía que bombear la sangre de mi cuerpo.

Mis ojos estaban nublados a causa de las lágrimas, y no veía nada con nitidez. Corrí a través de las calles, sin saber exactamente por dónde ir. Y aún así, conseguí llegar al puerto. Lo supe por el olor a sal y por el crujido de la madera del muelle bajo mis pies.

Parpadeé varias veces, y más lágrimas rodaron por mis mejillas. Miré a mi alrededor, en busca de mi barco, y con el corazón en un puño corrí hacia él. Subí por la rampa, y me caía varias veces. Gemí, maldiciendo en voz baja mi maldita torpeza, y finalmente, conseguí llegar a la cubierta.

Me quedé allí de pie, respirando con fuerza y de manera costosa, con las lágrimas bañando mis ojos, y con mi corazón latiendo de forma dolorosa.

Caminé hasta mi camarote, sin levantar la vista hacia el cielo, para no ver el resplandor de la luna que ahora me parecía burlón. Saqué la llave de la bota, ya que siempre la guardaba ahí desde que Jacob me la dio, y abrí la puerta del camarote.

Una vez dentro, cerré de un portazo, un portazo que también resonó en mi interior. Jadeé, a la vez que me llevaba la mano al pecho. La rabia y el dolor hervían en mi interior, dando como resultado una explosión que me quemaba por dentro.

Temblando, me coloqué frente al escritorio, repleto de objetos que al parecer, no eran míos. Coloqué ambas manos sobre la mesa, y arrastré todo lo que tenía encima hacia un lado, tirándolo todo al suelo con fuerza. La chaqueta de cuero, los mapas con señales. Oí el sonido del papel vibrando con el aire hasta chocar contra el suelo. Oí el tintineo de las monedas de oro hasta en mi interior, y luego el zumbido que produjeron al esparcirse por el suelo. También oí el golpe seco del tintero al chocar contra el suelo, y cómo se rompía en mil pedazos. La tina se desparramó por el suelo, cubriéndolo de negro.

Mi corazón estaba acelerado. Se había acelerado por la rabia y la adrenalina que corría por mis venas. Traté de respirar, pero ni siquiera me vi capaz de hacerlo. Seguidamente me abalancé hasta el catre, y quité toda la ropa que había encima, más las sábanas. Lo tiré todo en un mismo rincón, furiosa y dolida. Después, corrí hacia el armario de madera pegado en la pared y abrí la puertas con violencia. Observé la ropa que había dentro. La ropa que no me pertenecía. La ropa de Dan. Y de Elizabeth.

Agarré varias prendas a la vez con cada mano, y tiré de ellas bruscamente. Las eché hacia atrás y cayeron al suelo sin hacer apenas ruido. Oí los crujidos de los camisones y las camisas al rajarse por la fuerza con la que tiraba de ellas. Pero me dio igual. Es más, intenté romper el máximo número de prendas de Elizabeth.

Me mordí la lengua y noté el sabor metálico de la sangre, para contener el llanto. Me quedé frente a un armario ahora vacío. Me giré y aparté toda la ropa con el pie, como si así consiguiera hacer más daño a Elizabeth.

Respiraba con fuerza y de manera entrecortada, sin seguir un ritmo normal, y la rapidez de mi desbocado corazón no ayudaba.. Cerré los ojos durante unos segundos, y después caminé hacia el espejo de color oro, oxidado y antiguo.

Observé mi reflejo durante largos minutos en silencio. Sólo acompañada del latido de un herido corazón. Observé mis ojos aguamarina, brillantes por las lágrimas que amenazaban con salir. Mis pómulos marcados a causa de mi delgadez. Mis labios serios. Mi expresión.

Aparentemente, todo en calma. Pero en mi interior rugía una batalla escalofriante y dolorosa.

"¿Sabías que Elizabeth es más hermosa que tú?"

Ese pensamiento retumbó en mi mente, con voz burlona e hiriente. No aparté la vista de mi reflejo, y vi cómo me temblaba el labio inferior por el llanto, cómo las lágrimas bañaban mis ojos, y cómo rodaban por mis mejillas. Vi cómo se hacía presente la batalla de mi interior.

"Lo sé."

Y de pronto, el silencio y la calma fueron sustituidos por el mayor caos existente.

Empecé a gritar. Grité y grité para desahogarme, mientras lloraba. Mi corazón saltaba en mi pecho con fuerza y dolor. Seguí gritando. Y la rabia me controló. Agarré el antiguo espejo, y con odio, lo tiré contra el suelo.

Oí el estruendoso choque contra la madera, y pude oír todas y cada una de las esquirlas de cristal rodar por el suelo. El espejo se había roto en mil pedazos. Sólo quedó el marco de oro vacío y magullado por el tiempo.

Caí de rodillas sobre el esqueleto del espejo, sobre los enormes y pequeños trozos de cristal, clavándomelos en las palmas de las manos y en las rodillas. Pero me daba igual. La sangre manchaba el suelo, y no paré de gritar, hasta que me dolió la garganta. Apreté los puños alrededor de los cristales, y éstos se clavaron en mi piel, produciéndome un enorme dolor.

Pero nada comparado con el dolor que sentía por dentro.

La sangre recorrió mi piel, y se abrió paso entre mis dedos, hasta el suelo. Cerré los ojos con fuerza, y sollocé con intensidad, a la vez que abría las manos y soltaba los cristales, que rebotaron sobre el suelo, tintados de rojo.

Me llevé las manos al rostro, y me tapé los ojos, manchándome de sangre.

- Maldito imbécil... maldito imbécil... -repetí para mí misma.

Me encogí sobre mi misma, en el suelo, rodeada de esquirlas de cristal que dolían menos que lo que me había hecho Jacob.

Me convulsioné a causa del llanto, a pesar de que hice lo imposible por frenarlo.

No sólo me dolían las heridas externas. También me dolía el corazón, como si fuera la única parte de mi cuerpo que estuviera recibiendo los cortes de los cristales. Pero sabía perfectamente a qué se debía aquel dolor, y no eran simples cortes.

Era el dolor del amor.

Apreté las mandíbulas, mientras las lágrimas caían por mis mejillas, y observé la palma de mi mano derecha, aunque ambas estaban heridas.

Traté de incorporarme, y sacando fuerzas, alcé las manos para secarme las lágrimas. Me quedé sentada en el suelo, rodeada de cristales y de gotas de sangre.

"Esta no es la solución."

Y lo sabía. Y me sentía estúpida, por estar ahí tirada, por hacerme daño a mí misma sólo porque un joven me había mentido. Pero eso era lo que tenía el amor. El maldito amor.

Me sorbí la nariz, pero a pesar de eso, las lágrimas seguían humedeciendo mis mejillas. Sentía que me ahogaba el dolor del pecho, y me llevé la mano al corazón. Cerré los ojos y sentí el latido de mi corazón a través de la piel; abatido, herido.

Y a causa de los sollozos, y de lo concentrada que estaba en mi propio dolor, no me di cuenta de que alguien había abierto la puerta de mi camarote, hasta que oí su exclamación.

- ¡Katherine!

Parpadeé, a la vez que me giraba, como si estuviera desorientada.
Dan estaba en el marco de la puerta, y boquiabierto, se abalanzó sobre mí.

- Katherine, mírame, mírame. ¿Estás bien? Vamos, Katherine.

Enmarcó mi rostro con sus manos y me obligó a mirarle. Con sus pulgares me secó las lágrimas de los ojos. Resopló y se levantó, volviéndome a dejar libre. Apoyé las manos en el suelo y ahogué un gemido al sentir los cortes en las palmas.

- Dios mío, Kathy... -murmuró.

Agarró varias prendas de ropa y se arrodilló a mi lado. Arrancó un trozo y me tomó las manos. Puso las palmas hacia arriba, y con extremo cuidado, retiró de mi piel los pequeños trozos que se me habían clavado.

- Cómo... cómo has hecho esto, Kathy...

Me obligué a contener el llanto, mientras Dan me limpiaba las heridas y secaba la sangre que cubría mis manos.

- Ven. -ordenó.

Me agarró con firmeza de la cintura y me ayudó a ponerme en pie, para después guiarme hasta el catre desnudo, sin sábanas, las cuales había quitado yo. Una vez sentados, continuó limpiando mis heridas, y consiguió vendarlas con trozos de tela que arrancaba de las prendas.

- Ya casi está... -me tranquilizaba cuando gemía por el dolor.

Una vez hubo terminado con las manos, alzó la mirada y me observó fijamente, mientras suspiraba. Me apartó el cabello del rostro, y con otro trozo de tela, me limpió la sangre con la que me había manchado.

- Por qué has hecho esto, Katherine. -murmuró, sin apartar la mirada.

Parecía enfadado, pero también apenado.
Yo también sentiría pena por mí misma y más en ese lamentable estado en el que me había encontrado.

Una lágrima resbaló por mi mejilla y me tembló el labio inferior, pero tampoco aparté mi mirada de la suya.
Con lentitud, alzó la mano y me secó esa lágrima, suavemente.

- Jacob. -susurré y entonces aparté la mirada.

Dan chasqueó la lengua y negó con la cabeza, entrecerrando los ojos.

- ¿Y por él te haces esto? -señaló mis manos.

- No pretendía hacer esto. No sabía lo que hacía.

Bajé la mirada y me mordí la lengua con fuerza, intentando frenar el llanto que se agolpaba en mi garganta. Y en ese momento, Dan me atrajo hacia él, envolviéndome en sus brazos. Me eché a llorar sobre su hombro y él me abrazó con más fuerza, acariciándome el pelo.

No sé cuanto tiempo pasó. Pero Dan no me puso nerviosa, simplemente dejó que llorara a su lado, se limitó a darme apoyo con su abrazo.

- Venga, deja de llorar. Olvídate de lo que acaba de pasar. -se apartó de mí y se levantó.

Le observé con los ojos llorosos, sorbí y me limpié las lágrimas con la manga de la camisa, la cual estaba manchada de rojo.

- Vamos fuera, necesitas relajarte.

Me tendió la mano y yo acepté. Tiró de mí y me puso en pie, para después llevarme fuera del camarote. La luz de la luna lo iluminaba todo con su brillo plateado y fantasmal. Y sentí una punzada de dolor, así que mantuve la vista fija en el suelo.

Me dejó en la barandilla del barco sola, y él abrió la bodega. Le vi bajar las escaleras de madera, y minutos después, subir por ellas. Me centré en sus ojos, extrañada, y él se limitó a dedicarme una sonrisa dulce.

Se apoyó en la barandilla a mi lado, y observó el mar.

- ¿Para qué has bajado? -pregunté con un hilo de voz.

Él alzó la mano, con la cual sostenía una botella marrón oscuro.

- Ah, es verdad... -susurró. -Es ron, y es una de mis bebidas favoritas. La tuya, en cambio, no. -rió.

Sacudió la botella y bebió un pequeño trago.
Nos quedamos en silencio, y entonces me vi obligada a decirlo.

- ¿Cómo me ha hecho esto?

Dan se giró hacia mí, algo confuso, pero pareció recordar lo que había visto en el camarote minutos antes.

- ¿Quién? ¿Jacob? -preguntó él por su parte.

Yo me limité a tragar saliva y a mirar al frente, sin atreverme a moverme después de oír su nombre. Y Dan lo tomó por un sí.

- Tú ya sabías que Jacob es así. Antes de... lo de tu memoria. Antes del accidente, y todo eso. -contestó. -Ya te hizo daño una vez. De la misma manera. Ya has sufrido por él antes.

Suspiré y bajé la mirada, sintiendo que el llanto volvía a asentarse en mi garganta.

- Entonces, a tus ojos, parezco una estúpida que siempre comete los mismos fallos. -se me quebró la voz.

Dan sacudió la cabeza y dio otro trago a la botella.

- Bueno, ha sido... estúpido por tu parte. -rió. -Eso es lo que pensarías si... bueno, si lo recordaras todo. -hizo una pausa, en la que tomó aire. -Lo cierto es que no me pareces una estúpida que comete siempre los mismos fallos, pues sé cómo es el amor. Un sentimiento que simplemente te hace perder la noción de todo.

- Entonces, oficialmente, odio el amor.

Dan rió levemente, mientras volvía a sacudir la cabeza.

- Eso decimos todos después de salir heridos. Pero después volvemos a caer. Como si el dolor que sentimos en su momento no existiera. Eso es lo que tiene el amor.

Suspiré largamente y bajé la mirada al mar, pintado de negro, con destellos plateados sobre su superficie. Sentí una punzada en el corazón, porque mirara donde mirara, siempre veía el reflejo de las estrellas y de la luna, aunque no quisiera. Aunque hubiera nubes de por medio.

Tal vez me lo estaba imaginando.

- De todas maneras, no tienes por qué hacer esto. No tienes por qué herirte, porque eso no te va a hacer olvidar el dolor interior. Sólo hay una solución, y es ser fuerte.

Sus palabras eran suaves y bajas, pero a la vez estaban llenas de fuerza. Como si supiera de lo que hablaba, como si hubiera vivido aquello antes. Y tal vez así era.

- Y sé que lo que te voy a proponer no es ser precisamente valiente, pero... por una noche... -susurró. -No va a pasar nada por ser cobardes durante unos minutos.

Me giré hacia él, algo perdida por su última frase. Entonces vi que tenía la botella de ron ligeramente alzada hacia mí, ofreciéndomela.

- Dicen que el alcohol ahoga las penas.

No le dejé decir nada más, porque le arrebaté la botella de la mano, observando el líquido que tenía dentro. Necesitaba sentir algo que no fuera el dolor de la mentira. El dolor del amor. Necesitaba... ahogar las penas.

Me acerqué la botella al rostro y olí el fuerte olor a alcohol que emanaba de ella.

"¿De verdad quiero beber ron con Dan en mi barco?"

Hice una mueca, pero no sentí la necesidad de responder a esa pregunta, pues sólo era consciente de que aquel líquido podía hacer que me olvidara de Jacob, al menos por un tiempo.

Me acerqué la botella a la boca, y dudosa, dejé fluir el contenido. Lo sentí en la lengua, y me obligué a tragarlo. La garganta me ardía, y seguí sintiendo ese ardor hasta en el estómago. Pero quería más. Así que di un segundo trago.

- Bebe cuanto quieras, Kathy. -dijo.

"Kathy".

Sin contestar, volví a alzar la botella y dejé que el ron entrara otra vez en mi boca. Pero esa vez más cantidad. Necesitaba alejarme de ahí cuanto antes.

- Le odio. -mascullé de pronto.

Y yo misma me sorprendí de mis propias palabras. Pero no hice ademán de disculparme o sentirme mal por haberlas dicho; en vez de eso, volví a beber más ron.

Comencé a sentirme algo mareada, así que me obligué a parar durante unos minutos. Me limpié la boca, sin soltar la botella, y miré a Dan. Las lágrimas nublaban mis ojos, y ni siquiera me había dado cuenta de que estaba llorando. Pero aún veía la figura de Dan frente a mí.

- Sé que le odias. -murmuró él.

Parpadeé para disipar las lágrimas, las cuales cayeron de mis ojos y rodaron por mis mejillas. Pero yo apenas era consciente de ello.

- ¿Por qué me ha hecho esto?

Sentí un terrible pinchazo en el estómago, y cerré los ojos al sentirme enormemente mareada. Solté todo el aire de una vez y gemí levemente.

- Mierda. Ya sé que Elizabeth es preciosa, es atractiva... lo tiene todo. Pero no hacía falta ilusionarme a mí, mentirme a mí, para luego hacer lo que ha hecho. -exclamé.

Volví a llevarme la botella a la boca y bebí un largo y abundante trago. El ron iba disminuyendo cada vez más.

- La ha besado. -susurré. -Y la quiere. ¿Verdad?

Las lágrimas volvieron a brotar de mis ojos, a la vez que alzaba la mirada hacia Dan.

- ¿Verdad? -repetí.

- Verdad. -contestó él, con un hilo de voz, como si temiera decirlo en voz alta.

Cerré los ojos con fuerza y me eché a llorar, con las piernas temblándome. Y por eso bebí más ron. Durante largos segundos. Me ardía la garganta, me ardía todo. La adrenalina corría por mis venas, y empecé a sentir que el dolor de mi corazón remitía.

- Es mejor que yo. Cualquiera es mejor que yo.

No era consciente de que estaba hablando más de la cuenta. Estaba bajo los efectos del alcohol. O faltaba poco.

Bebí otro trago y abrí los ojos, notando la calidez de mis lágrimas rodando por mis mejillas. Pero era extraño, porque no me parecía estar llorando. El tiempo pasaba ajeno a mí. Perdí la cuenta de cuántas veces volví a beber ron. Sólo me "desperté" cuando sentí que me tambaleaba y me caía hacia atrás. Pero en realidad fue la botella la que cayó al suelo.

- Oh, maldita sea... no. -conseguí decir.

Me tropecé con mis propios pies y me tiré al suelo, de rodillas, ante el líquido alcohólico. Dan se inclinó frente a mí y me agarró de la barbilla con una mano, obligándome a mirarle.

- Eso no es verdad. No es mejor. -susurró.

Sentí unas enormes ganas de reírme ante su respuesta.

- Se... se me ha caído. -articulé, en vez de reírme.

- No te preocupes por eso, cielo. Da igual.

Su voz estaba distorsionada, y volví a sentir ganas de reír. Eso era lo que tenía el alcohol.
Dan me agarró de ambas manos y tiró de mí, levantándome como pudo. Me tambaleé una vez en pie y choqué contra su cuerpo. Solté un suspiro y me quedé apoyada sobre su pecho, con los ojos cerrados.

- Tu corazón... late deprisa.

Las palabras salían a borbotones de mi boca, de manera desbocada, apenas entendible.

- Porque estás cerca. -oí su voz cerca de mi oído.

Solté una carcajada ante sus palabras, sin motivo alguno. Noté un pinchazo en la sien, de pronto, y cerré los ojos con más fuerza aún, riendo.

- ¿De qué te ríes? Es verdad. -sonrió Dan. -¿Es que Jacob no te lo ha dicho nunca?

No pude parar de reír, mientras negaba con la cabeza.

- No... no me acuerdo de nada...

Me aparté de su cuerpo ligeramente, consiguiendo no tambalearme.

- ¿Acaso Jacob te demostraba cuánto te quería?

Su nombre llegó perfectamente a mi interior, y después de atravesar las capas de la burbuja de alcohol que había conseguido formar, se clavó en mi corazón. Y quise gritar.

Deseaba responder que sí, que sí lo había hecho, aunque fuera mentira. Pero en vez de eso, me encogí de hombros, a la vez que emitía un ruido extraño, parecido a un gruñido.
Fui a girarme, cuando las manos de Dan me agarraron de los codos.

- Elegiste mal, Katherine.

No entendía a qué se refería. ¿De qué hablaba?
En vez de hacer lo que una persona sobria haría, solté una risita estúpida.

- ¿Elegí... mal? -inquirí, entrecerrando los ojos.

En el fondo, mi corazón estaba sobrio. Y entendía perfectamente sus palabras. Pero el alcohol me hacía actuar así.

- Yo jamás te habría hecho daño. Jamás.

Noté un deje de tristeza en su voz, y me sentí confusa en cuanto sus ojos se tornaron serios, incluso apenados.

- Te habría querido como nunca.

¿Estaba... llorando? Pero estaba borracha. Todo podía ser producto de mi imaginación. Mis oídos podían estar imaginándose esa vibración característica de la voz cuando estás a punto de echarte a llorar.

- Sois hombres, habrías hecho lo mismo... -murmuré, cerrando los ojos.

Dan no me soltaba, y yo sentí la necesidad de que lo hiciera.

- Quizás... sea tarde. Quizás sea muy tarde, pero tengo una oportunidad, una última oportunidad de hacerte ver que elegiste mal. Elegiste a la personas incorrecta.

¿Se refería a... Jacob?
Me limité a asentir como una estúpida borracha. Bueno, eso es lo que era.
Dan tomó mi rostro entre sus grandes manos, y se inclinó levemente sobre mí. Me miró intensamente durante varios segundos, y yo ni me moví.

Lo único que se me ocurrió pensar fue que tenía las manos muy suaves, y que su piel era cálida y agradable.
Sus labios estaban a escasos centímetros de los míos, y todo mi cuerpo estaba en tensión. Mi cerebro trataba de eliminar la bruma del alcohol, pero no servía de nada; no podía pensar con claridad. Pero sí pensar, a secas. Y en ese momento, pensaba en... besarle. En sus labios.

Quería besarle. Necesitaba besarle. Supongo que en parte porque me daba igual si aquello le iba a hacer daño a Jacob.

Las lágrimas se acumularon en mis ojos, nublando mi vista. Mi corazón vibraba, en tensión. El dolor me invadió, mezclado con la rabia de los últimos minutos.

Necesitaba que me besara.

Un pinchazo en el corazón, y la imagen de Jacob apareció en mi mente. Pero entonces recordé que él era el motivo de aquello. Que Jacob era el motivo de que quisiera que Dan me besara. Porque sentía un tremendo vacío, y sentía la necesidad de llenarlo. De cualquier manera. Y ya me daba igual lo que Jacob pensara o sintiera.

Tenía los músculos en tensión. Toda mi vida estaba al borde de un enorme precipicio. Pero no sabía si besar a Dan significaba caer...

... O estar a salvo.

Sin embargo, mi mente parecía estar totalmente segura: "Katherine, Jacob es sinónimo de peligro. Él puede empujarte, y entonces caerás."

La confusión me invadía por momentos. Y al juntarse con la rabia y el dolor, hacía que todo fuera peor. El vacío ardía en mi interior, como un círculo de llamas en mi pecho. Y era fácil leer el nombre que estaba escrito justo en el centro:

Jacob.

Entonces mi tiempo se acabó. Se acabó e cuanto sus labios rozaron los míos. Se acabó en cuanto me besó con intensidad.

- He soñado con este momento durante tanto tiempo... -murmuró, con sus labios pegados a los míos. -Lo triste es que te encuentres bajo los efectos del alcohol.

Todo daba vueltas a mi alrededor, a una velocidad vertiginosa. Todo salvo Dan y yo. Salvo nuestros labios, fundidos en un beso.

Aún no sabía si ese beso había sentenciado mi caída o había firmado mi protección. Pero no necesitaba saberlo. Sus labios se parecían a los de Jacob. Y era... placentero. Sentí el enorme deseo de que no parara nunca. Pero había algo en mi interior que no estaba de acuerdo con lo que estaba sucediendo. Y ese algo era el ardiente vacío de mi pecho, ese que tenía el nombre de Jacob grabado a fuego.

Los labios de Dan recorrieron mi mandíbula hasta el cuello, y gemí por el mareo que sentía. Me tambaleé ligeramente hacia atrás, jadeando, hasta que sus labios volvieron a besar los míos. Y no me aparté, no me negué. Porque algo me decía que siguiera. Que hiciera daño a Jacob, tal y como él me había hecho a mí.

- Siempre te he querido, Katherine. Y sé que es tarde para decírtelo...

El alcohol me manejaba. Me dirigía. Recorría mis venas. Me envenenaba.

- Jamás... volveré... a estar con Jacob. -susurré. -Jamás volveré a estar con él...

Dan se apartó de mí unos centímetros, y cogí aire, con la respiración y el corazón agitados. Y fue entonces cuando sus palabras me despertaron.

- Jamás volverás a estar con él porque yo lo voy a impedir. No podrás estar con él, Katherine, al igual que tampoco podrás estar con Diana, o Liv. Porque... es tarde.

Le oí suspirar, per no había nada claro en mi interior. El alcohol... no había sido buena idea.

- Lo siento, Katherine. Pero esto debió haber acabado hace mucho tiempo.

Grité mentalmente, justo después de escuchar sus palabras, sintiendo el miedo en el cuerpo.

Al igual que sentí el frío metal de un cuchillo en mi estómago, bajo la camisa.


14 comentarios:

  1. WTF? ME DEJAS DESCONCERTADA. Ahora sufro.

    PD: Mil enhorabuenas más por el premio amor
    PD2:Te sigo debiendo comentarios,apúntamelos.

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    1. LO SÉ, JEJEJEJE. SOY MALA. NO SUFRAS.

      PD: Mil gracias, cielo :')
      PD2: Tú no me debes nada :3

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  2. Que!!!! o sea si en el capítulo anterior me quede
    intrigada ahora me dejas al borde de un ataque cardíaco jajaja, excelente capítulo
    y muchas felicidades por el premio que te han dado ;-)

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    1. ¡muchísimas gracias por este increíble comentario, Diana! ^^
      De verdad, te lo agradezco muchísimo!
      Un besazo! ^^

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  3. Aver o a ti definitivamente se te a ido la olla... o Kathy a consumido cantidades industriales de ron.
    WTF!!!!!!!!!!!!!!
    Osea como que un cuchillo, como que es demasiado tarde, como que..... ahhhhh!!!!
    Sube yaaa!!! me va a dar un ataque!!
    Osea mañana cap osea yaaaaaaaaa!!!!
    jajajajajaa xD
    bueno por donde iba a si MAñana o mi socia alba y yo te matamooosss y preparamos un linchamiento.
    me alegro mucho por el premio no me estraña que te lo den, te lo mereces ;) eres la mejor :3 muackkkk!!!!!
    mañana cap!!!!

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    1. Sí, Kathy ha bebido demasiado... JAJAJAJAJA.
      Muchísimas gracias, Bella!! Ay, que maja :')
      Un besazo!

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  4. ERES INCREÍBLE. No hay más palabras para definiros a ti y a tu historia jaja :) Jo, y mil enhorabuenas por tu premio, no será el último de seguro :)) ¿Publicarás por aquí lo que escribiste para el concurso? Tengo interés por leerlo ;3 y te lo mereces, cielo. Un besito<3

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    1. HO-LA. MUE-RO.
      ¿SABES LO QUE ES QUE TÚ, PRECISAMENTE TÚ, ME DIGAS ESTO?
      Muchísimas gracias, cielo, eres increíble :')
      Pues... tal vez ^^
      Un besazo, perfecta escritora :')

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  5. ESPERA... ESPERA ¿WHAT THE FUCK? OMG OMG............................................................................... SERIOSLY????????????????????????????????????
    Pero tía, como me dejas así... Que poca piedad tienes.
    Bueno, en mi defensa diré que Dan nunca me ha caído bien ¿Vale? HP.
    En serio... POR FAVOR SUBE YAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA Es que no entiendo nada. NA-DA.Joder me va a dar algo. Yo que sé.

    PD: ENHORABUENAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA POR EL PREMIO. Te mereces ese y muchos más. Vales para esto... Espera, creo que me he equivocado... SE TE DA DE LUJO. ERES MARAVILLOSA EN ESTO Y TIENES UN DON.
    Vale, cielo. SUBE YAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA :)

    Besitos :)

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    1. Por cierto, se me olvidaba: PER-FECT.

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    2. AERFDTYEHFWHGEGWFJGREHJFGY24GFJHRGFJHRGFJHERGFHEGRFJHGREFHJKGHRHK3VGBJRHVGJR4HG2FKHT4K2

      Creo que mi respuesta es clara. Muy clara. HE MUERTO CON TU COMENTARIO. DE VERDAD.

      Ay, en serio, que me emociono, ¿vale? No me hagas creer estas cosas JAJAJAJA Y más viniendo de ti... ;))) (aclaro: una escritora que vale infinito :))

      Un besazo, cielo, y muchísimas gracias por todo :')

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  6. Ö Quuueeeeeee???? Tu también has bebido demasiado ron eeh?? como que demasiado tarde? Un cuchillo?!??!?!? Siguieeenteee por favooor ;3
    Me ha encantado como siempre (:

    Un besitoo,
    S. García

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    1. PD: Enhorabuena por tu premio! (;

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    2. Muchísimas gracias, de verdad!! ^^ Agradezco muchísimo estos comentarios, y más aún que utilicéis vuestro tiempo para leerme :')

      Y muchísimas gracias por la enhorabuena! ^^

      Un beso!

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