Diario del Mar

"Me llamo Katherine Greenwood Wells, tengo dieciocho años. Nací en una cuna hecha de olas, mecida por el vaivén del maravilloso océano. El mar corre por mis venas. Mi madre se llamaba Anne Wells, y falleció cuando yo había cumplido seis años. Mi padre, Alfonso Greenwood, me enseñó todo lo que sé sobre el mar, pero por desgracia, desapareció hace dos años, sin dejar rastro. Y desde entonces, no he dejado de buscarle."




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viernes, 3 de mayo de 2013

DDM: Capítulo 72


¡Hola a todos!
Como siempre... me disculpo por haber tardado en subir taaaanto tiempo. No sé cómo lo hago, que siempre que digo que voy a subir pronto, tardo milenios... :(

Bueno, simplemente espero que os guste, como os suelo decir. :)

¡Un beso! :)




(Jacob)


Después de desayunar, nos fuimos a nuestras respectivas habitaciones, salvo Dan y yo, que acompañamos a Katherine a la suya. He de admitir que no me hizo mucha gracia que Dan estuviera cerca.

Pero la verdad era que mi mente estaba siendo ocupada por el hecho de que Katherine había tenido una pesadilla. En la que recibía una paliza, y eso sólo podía ser... lo de Patrick. Tenía que ser eso. Sabía que no era algo por lo que alegrarse, pero eso me dio esperanzas. ¿Y si eso era una señal, una señal de que lo estaba recordando todo? ¿Volvería a tener a mi lado a la Katherine de siempre?

Pero por otro lado, me daba rabia que comenzara a recordar lo malo, aunque ella no fuera consciente.

- No hace falta que vengas, Dan. No necesitamos que vigiles la puerta para que nadie nos interrumpa... -dije, para molestarle.

- Lo mismo digo, Jacob. -gruñó él, algo ofendido.

Esbocé una media sonrisa, y entramos en la habitación después de Katherine. La observé llevarse una mano a la frente, y cerrar los ojos, cansada.

- ¿Estás bien? -preguntó Dan, alzando una mano hacia ella.

- No mucho, la verdad. Estoy algo mareada... -murmuró.

Y seguidamente, se abalanzó hacia el cuarto de baño, y se arrodilló ante el inodoro, colocado en frente de la bañera. Vomitando.

Dan y yo corrimos a su lado, preocupados. Esperamos a que terminara, y alarmados la llevamos hasta su cama, donde la tumbamos. Ella gemía, y no abría los ojos, mareada. Nos dijo que estaba bien, que sólo era un pequeño mareo, y que estaría mejor aún en breve. Pero enseguida se quedó dormida.

Dan y yo nos quedamos con ella mientras dormía, en un incómodo silencio, hasta que Dan habló.

- Puede estar embarazada.

Me eché a reír, pero lo hice aún más alto en cuanto dijo lo siguiente:

- Espero que tú no seas el causante.

Cerré los ojos con fuerza, riendo, y sacudí la cabeza.

- Sí, Dan. Si con un abrazo una mujer puede quedarse encinta, entonces he sido el culpable. -me burlé.

Dan apretó las mandíbulas, y me fulminó con la mirada, de brazos cruzados.

- Voy en serio.

- Yo también, pero al parecer, las indirectas no son lo tuyo. Tranquilo, te traduzco: no seas imbécil, Dan. No la he tocado. -contesté, sacudiendo la cabeza, sin poder dejar de reír.

Dan desvió la mirada, molesto. ¿Cómo podía pensar eso? Además, los mareos y las náuseas de un embarazo no se presentaban tan pronto, sino unos meses después. Eso es lo que había aprendido después de haber... bueno, de haber conocido a tantas jóvenes.
Entonces recordé que Dan era un paranoico de mucho cuidado. Y más si tenía que ver con Katherine.

- Le habrá sentado mal el desayuno, ya está. -añadí, para que el pobre hombre se relajara un poco.

Aunque me traía sin cuidado si estaba relajado o no.

- Eso espero. -susurró.

Después, nos mantuvimos en silencio, y esperamos hasta que Katherine se despertó, con mejor cara. Nos dijo que se encontraba perfectamente, que no había sido nada, y eso pareció tranquilizar a Dan. También debo decir que me moría de celos en cuanto Katherine miraba a Dan sonriendo.

Aquella noche tenía planeado volver a llevarla a ver las estrellas, pero después de lo ocurrido, prefería aplazarlo, por si acaso se volvía a encontrar mal.

Al día siguiente, Katherine me aseguró que se encontraba muy bien, así que decidí llevarla a ver la puesta de sol y las estrellas. Quería verla feliz más a menudo, y esa era una muy buena forma.


***

(Katherine) 


Al día siguiente después de mi pequeño mareo, Jacob me llevó a ver la puesta de sol y las estrellas. Me contaba cosas sobre él, sobre su vida, sobre mí, y sobre algunas de las cosas que vivimos juntos antes de mi accidente.
Pero la verdad era que aquello me importaba cada vez menos. Sólo podía concentrarme en su sonrisa, en su forma de hablar y de pasarse las manos por el cabello. En su forma de mirarme, en su forma de hablarme. En su forma de tratarme.

Mi corazón se aceleraba de manera inmediata en cuanto su mano rozaba la mía, y más aún cuando me apartaba el pelo del rostro.

En una de esas veces, sus ojos se quedaron clavados en los míos más tiempo de lo normal. Sentí un terrible cosquilleo en el corazón, y sentí el deseo de que me besara. Jamás me imaginé pensando eso, dado que apenas le conocía... ¿Quería decir eso que me estaba enamorando?

El cosquilleo que sentía en el estómago cada que le veía, y el acelerado latir de mi corazón, indicaba que así era.

Pero... Había un pequeño problema. Un problema que me hacía estar aún más confusa, y era que aquel cosquilleo no sólo lo sentía con Jacob. También con Dan, aunque algo más débil. Con ambos me lo pasaba genial, ambos me hacían reír... Me sentía algo dividida. Pero por alguna razón, la conexión que sentía con Jacob era aún más fuerte.

He de admitir que más que ver las estrellas, hablamos, porque el cielo estaba bastante nublado, y aunque lo pedimos, no tuvimos ni un minuto de cielo despejado.

Después, ambos volvimos juntos a la habitación, y me despidió con un abrazo. Me señaló dónde estaba su habitación, por si necesitaba algo, y después, se marchó.
No sabía por qué, pero no tenía la enorme necesidad de sentirle a mi lado aquella noche. Tal vez... necesitaba tiempo conmigo misma. Asimilando toda la historia que me había contado, asimilando lo que se suponía que era mi vida.

Y sorprendentemente, no tardé en quedarme profundamente dormida.


***


Al día siguiente, me despertaron unos golpes en mi puerta. Desorientada, miré a mi alrededor, hasta que me di cuenta de que tenía que levantarme, ya que, efectivamente, era mi habitación a la que llamaban.

Me estiré, me froté los ojos y mientras caminaba hacia la puerta, me peiné ligeramente el pelo. La abrí con lentitud y eché un vistazo al exterior.

- ¿Sí? -inquirí.

Mis ojos se toparon con otros de color azul hielo, en un rostro pálido enmarcado por una cabellera rubia. Me quedé unos segundos sin respiración, recordando lo que el día anterior me había dicho aquella misma persona.

Elizabeth esbozaba una amplia sonrisa, aunque me pareció algo falsa.

- Buenos días, Katherine. -canturreó.

La miré, extrañada, pero no hice ningún comentario.

- Venía a avisarte de que vamos a desayunar, por si querías venir con nosotros.

- Cla... claro. Por supuesto. Ahora mismo voy. -contesté, a punto de girarme.

Pero me lo pensé bien, y antes de que Elizabeth se alejara mucho de mi puerta, la llamé. La joven se giró y clavó sus helados ojos en los míos.

- ¿A qué vino lo de ayer? ¿A qué te referías?

- ¡Ah, claro! Sospechaba que le darías vueltas... -hizo una pausa, en la que se acarició la barbilla con aire pensativo. -A ti te encantan las sorpresas, Katherine. Si digo algo... dejaría de serlo, ¿entiendes?

Hizo un puchero, y yo acabé por asentir, sin terminar de entenderlo. Pero preferí dejarlo estar. Se despidió de mí con la mano y otra sonrisa forzada, y se alejó medio trotando.

Seguidamente, me di un rápido baño, sin llenar mucho la bañera para tardar menos, y me vestí con los mismos colores de siempre, ya que es lo que había en el pequeño armario. Cuando estuve lista, salí de la habitación, y allí me encontré a todos.

Sus grandes sonrisas me hicieron sentir bien, y lo agradecí. Tenía una extraña sensación, y no era capaz de descifrarla, como últimamente me pasaba.

Traté de apartar la pequeña conversación entre Elizabeth y yo de mi mente, para centrarme en lo que contaban mis "amigos".

Y por la tarde, por primera vez, me atreví a ir a otra habitación que no fuera la mía; la de Diana, donde solían reunirse todos.
Allí me encontré con la pelirroja, y por alguna extraña razón, me alivié de verla, a pesar de saber que estaba bien.

Su melena roja brillaba con intensidad, al igual que sus increíbles ojos. Tenía la piel pálida, y sus brazos acunaban con cariño a la hija de Diana. La de pelo negro se acercó a la pequeña, y Olivia se la dio.

- Muchas gracias.

- Ya ves, Di. Es un cielo, no ha llorado ni una sola vez. -sonrió Olivia.

"Di."
Sentí una punzada en el corazón, y otra vez noté que algo en mi interior trataba de aflorar a la superficie.

Miré a mi alrededor, y me di cuenta de que faltaba gente; Elizabeth, Dan... y Jacob. No estaba ninguno de los tres.

Observé con atención a la pequeña, y con timidez, me atreví a preguntar su nombre:

- ¿Cómo se llama?

Diana alzó la mirada, llena de dulzura, y contestó con una sonrisa algo triste.

- Kathlyn. -hizo una pausa, en la que tragó saliva. -Es una mezcla de dos nombres, ambos de dos personas que significan mucho para mí.

Ladeé la cabeza levemente, sin apartar mi mirada de la suya, dejándola tiempo para hablar.

- Katherine y Gwendolyn.

- ¿El... mío? -susurré, sorprendida.

Diana asintió, soltando una risa que me pareció de lo más dulce.

- Sí, el tuyo. -afirmó, sin poder dejar de sonreír. -Eres una persona muy importante para mí, como habrás podido observar.

Asentí vagamente, sin apartar la mirada de la pequeña Kathlyn. Por una parte me sentía agradecida, porque eso significaba que verdaderamente yo le importaba. Pero por otro lado, me entristecía, porque, como solía decirme... ¿no les dolía que yo no les recordara?

- ¿Puedo... cogerla? -murmuré, con demasiada timidez.

- ¡Por supuesto!

Se acercó a mí, y me colocó a Kathlyn en los brazos con suavidad y lentitud, tratando de no despertarla.  No pude evitar esbozar una amplia sonrisa, a la vez que algo se derretía en mi interior. Y entonces la pequeña abrió los ojos.

Unos enormes y preciosos ojos castaños, que instantáneamente me transportaron a la única pesadilla que había tenido desde mi despertar.

"Me dejaste morir."

Sentí otra punzada en el corazón, y me quedé congelada, sin moverme, y sin poder apartar los ojos de los de la pequeña. Como si me estuvieran atrapando.

Aquellos ojos me sonaban de algo, pero no conseguía hallar qué. Mi cabeza trabajaba a toda velocidad, intentando conseguir una respuesta, una imagen, algo que me hiciera ver que, efectivamente, ya conocía aquellos ojos.

Y entonces, un nombre.

"Harry."

A su lado aparecieron aquellos dos ojos castaños, de color miel, tan brillantes e intensos.
Mi corazón se aceleró, y lo sentí martilleando en mi pecho.

Justo en aquel momento, alguien entró en la habitación y suspiré al ver a Dan. Después miré a Diana, tratando de formular una pregunta coherente. Tenía que saber si aquel nombre existía.

- ¿Y... el padre...? -susurré.

Pero en cuanto vi su expresión de tristeza, supe que no tenía que haberlo preguntado. Tragó saliva, y desvió la mirada durante unos segundos.

- Él... -comenzó, pero no terminó.

- Perdón. Perdón, de verdad. No es de mi incumbencia, no debería haberlo preguntado.

- Se llamaba Harry. -contestó de todas maneras.

Para mí, todo se quedó en suspensión. El nombre que acababa de pronunciar Diana era el mismo que había aparecido hacía unos minutos en mi mente. Harry.

Un escalofrío me recorrió de arriba abajo, y sentí vértigo. Cerré los ojos con fuerza, y oí sus voces, pero no sabía qué decían, ni quién era.
Hasta que alguien colocó una mano sobre mi hombro.

- ¿Estás bien? -oí.

Me obligué a abrir los ojos y asentí de manera automática. Pensé en Jacob, y en ir a buscarle, para contarle lo que acababa de pasar.

Que había soñado con unos ojos castaños.
Que en mi mente había aparecido un nombre en relación con dichos ojos.
Y que aquel nombre existía de verdad.

Sería una buena idea contárselo a Jacob y que fuera él quién me contara quién era aquel hombre llamado Harry. Porque sabía que preguntarlo en aquella habitación no sería una buena idea, no estando él presente, y estando Diana cerca. Porque estaba claro que el padre de aquella pequeña niña era el tal Harry. Y también estaba claro, por su expresión de tristeza, que ya no estaba aquí.

Y nada más pensar en eso, en que ya no debía estar en este mundo, sentí una enorme punzada en el corazón.

Todo era demasiado extraño. Me sentía extraña. Todo mi alrededor era extraño. Sentía una débil presión en el pecho que parecía querer hacerse más intensa, mientras ese nombre y los ojos castaños tintineaban en mi mente.

Sin pensarlo dos veces, le entregué a Diana a Kathlyn, y miré hacia la puerta.

- Ah, por cierto Katherine... Jacob te estaba buscando. Creo que quería hablar contigo. -saltó Dan.

- ¿Dónde está? -inquirí, nerviosa.

El nombre seguía brillando en mi mente, y la presión en el pecho aumentaba. Y de pronto, imágenes.

Hay una tenue luz, anaranjada, la cual es arrojada por varias antorchas. La pared es de piedra, estoy en cueva. En el centro, unos dibujos que no entiendo. Y por las paredes, nombres. Hay más personas conmigo, pero no soy capaz de reconocer quiénes. Entonces distingo unos ojos castaños que me miran, llenos de lágrimas. Son los ojos castaños de mi pesadilla. Oigo voces, llantos, y luego, yo misma grito. Veo algo verde, pero está borroso. Un cuerpo. Más gritos. Entonces el cuerpo desaparece, y siento una angustia indescriptible. Tengo el pecho oprimido y apenas puedo respirar. Jadeos. Más llantos. Y entonces, oscuridad. 

Abrí los ojos con rapidez, y miré a Dan, nerviosa. Aquellas imágenes me habían hecho sentir algo diferente. Me habían puesto la carne de gallina.

- En su habitación, creo. -contestó entonces.

Asentí, y le di las gracias en un suave murmuro. Me despedí de todos los presentes moviendo la mano ligeramente, y salí de la habitación.

Por alguna extraña sensación, me temblaban las manos. Y eso no me había pasado con ninguna de las anteriores veces que había visto "cosas" extrañas en mi mente. Y tampoco me habían cortado la respiración, pero esta vez sí.

"Harry."

Caminé por el pasillo, algo desorientada, pero por suerte, sí sabía dónde estaba la habitación de Jacob. ¿De qué quería hablar conmigo? Esa era una de las preguntas que rondaban por mi mente, pero había otra, y era cuál sería su reacción al oír lo que me había pasado.

Sin pensarlo dos veces, abrí la puerta, aunque me costó, ya que estaba ligeramente atascada.

Jamás pensé que aquello iba a ocurrir. Había dado por hecho tantas cosas... que no me paré a pensar en las consecuencias que podía tener el entrar en la habitación de un joven.

Fui a hablar, pero las palabras se quedaron atascadas en mi garganta. Me quedé sin aliento, mientras mi corazón se obligaba a seguir latiendo.

Y de pronto, me sentí la criatura más estúpida de todo el universo.

Era una ingenua. Una ingenua que se creía mil mentiras. Y en aquel momento, entendí cuál era la sorpresa de Elizabeth. Entendí a qué se refería con lo de que esta vez, yo no iba a salir ganando.

Lo entendí al ver sus labios rozándose en un beso.



8 comentarios:

  1. Siguiente. YA. Gracias.7
    EN SERIO CORRE ASDFGHYUJDUFRSGZEDZCBGTHYNJUUGTJBFXIMPRESIONANTECAPITULOASFDIOEBMVZDP

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    1. ARESFGDGFH *MUERE*
      Ya sabes que intento ir lo más rápido que puedo, odio haceros esperar T___T

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  2. No otra vez los malos entendidos!!!! achhhh esa víbora de Elizabeth y no quiero pensar que Dan está involucrado en esto porque me da no sé qué :@
    En fin espero con ansias el próximo capítulo.... saludos

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    1. Soy mala :)
      Muchísimas gracias por tus comentarios, Diana, y por pasarte a leer mis capítulos, lo que es aún más importante e increíble :')
      Un beso! ^^

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  3. ¿Hola? ¿Puedes darte una ligera prisa? Pero, enserio, prisa. Dejemos lo de ligera... ¡POR FAVOR!
    Hola Elizabeth. Soy María: CACHO de P....piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.

    La odio ¿Por qué JACOB? ¡¡¿POR QUÉ?!! Asco de mujer.

    Bueno, lo de los vómitos y eso... No me asustes porque no quiero que sea nada. De verdad, pobre Katherine... No sale de una y entra en otra.

    ME ENCANTA. PUF. Todos los capítulos... FAN FAN FAN. PERFECTO.

    Un besito linda.

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    1. COMO SIEMPRE, HE MUERTO.
      Adoro tus comentarios, en serio JAJAJAJAJAJAJA

      Lo sé, soy muy mala... :(

      Muchas gracias, cielo! :)
      Un beso! ^^

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  4. No me hagas estooooooo sube ya el siguiente por favor que katherine tiene que recordar a jacob. Ya piede explicarle el malentendido...
    Como siempre, el capitulo genial (pero arregla pronto el malentendido porfa :'( )
    Besos Nuri
    P.D.: ODIO a elisabeth

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    1. ¡Hola Nuria! ^^

      Sé que siempre tardo muchísimo en subir, a pesar de que intento con todas mis fuerzas subir pronto...
      Muchísimas gracias por leerme, Nuria :')
      Un beso! ^^

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