Diario del Mar

"Me llamo Katherine Greenwood Wells, tengo dieciocho años. Nací en una cuna hecha de olas, mecida por el vaivén del maravilloso océano. El mar corre por mis venas. Mi madre se llamaba Anne Wells, y falleció cuando yo había cumplido seis años. Mi padre, Alfonso Greenwood, me enseñó todo lo que sé sobre el mar, pero por desgracia, desapareció hace dos años, sin dejar rastro. Y desde entonces, no he dejado de buscarle."




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domingo, 30 de diciembre de 2012

DDM: Capítulo 61

¡Hola a todos! :3
No os enfadéis conmigo si estos capítulos son casi todos... románticos. No lo puedo evitar. ¡No puedo! Así que no me odiéis si no os gusta... jajaja. Porque creo que Jake y Kathy se merecen estos momentos después de haber estado varios meses separados, ¿no?

Y, como últimamente os digo... ¿Habéis votado ya? ¡Aún tenéis tiempo para hacer que Diario del Mar obtenga una buena posición! Sólo tenéis que pinchar en el enlace que os voy a poner, y en esa entrada os explico cómo tenéis que hacerlo :3

                                                         ¿Me ayudáis?

Espero que os guste, como siempre os digo, y también espero vuestros increíbles comentarios. :3
¡Un besito!





Me limité a morderme el labio inferior y a desviar la mirada. Jake miraba a Kathlyn con deseo y añoranza, porque estaba segura de que quería formar una familia... Y no dudaba que me quería con toda su alma, pero, ¿estaría dispuesto a formarla conmigo?

Aparté esos pensamientos de mi mente, y suspiré.

- Kathy. -me llamó Diana, y agradecí la interrupción.

Me giré, esbozando una amplia sonrisa. Caminé hacia la cama y me senté al borde. Busqué su mano, y la rodeé con la mía.

- ¿Cómo... cómo es que estás aquí...? -consiguió susurrar. -No es posible...

Desvié la mirada, y asentí.
Sabía que las preguntas no tardarían en llegar, y no tenía ningún inconveniente en responderlas, pero la respuesta era algo difícil para mí. ¿Sería capaz de contarle a Diana que sobreviví gracias a... a Harry? Tal vez no.

- Yo también creí que había muerto. -comencé. -De hecho, debí morir.

Diana me miraba fijamente, esperando que dijera más cosas, que contara cómo es posible que alguien al que le han clavado una espada más grande que mi brazo en el estómago esté vivo. Sí, yo tampoco me lo creí en cuanto desperté y Brittany me contó parte de lo que pasó. La otra parte... la otra parte la sé gracias a Harry.

- ¿Y entonces? ¿Qué ocurrió? Kathy, entiéndeme... Aún no me lo creo. Jacob... Jacob vio tu sangre en aquel sótano. Incluso Patrick le aseguró que él te había matado. Es imposible que estés viva, aquí, bien...

Esbocé una leve sonrisa, y apreté levemente su mano.

- No estoy del todo bien. -sonreí.

En cuanto dije eso, Jake se irguió, y se acercó a mí con rapidez.

- ¿Cómo? -inquirió, arrodillándose al lado de la cama, obligándome a mirarle.

- Las espadas cortan, y esos cortes dejan una cicatriz. Interna y externa. -dije simplemente, acariciando su barbilla con una leve sonrisa.

Pero las heridas no sólo eran físicas. También lo eran psíquicas. ¿Quién puede borrar el recuerdo de un secuestro?
Suspiré algo cansada, ya que no quería recordar nada de lo que ocurrió, aunque sabía perfectamente que jamás dejaría de revivir aquellos terribles momentos.

- Sé que es increíble. -dije, mirando a Diana. -Sé que es imposible que ocurra algo así. Ni yo me lo creí.

Diana apretó las mandíbulas:

- ¿Y qué ha pasado para que estés aquí, Kathy? -preguntó Liv.

- ¿Os importaría preguntarlo mañana? -murmuré, cerrando los ojos. -Estoy... estoy muy cansada, y es muy tarde.

Pero en el fondo, no quería ir a dormir. No quería enfrentarme a las mismas pesadillas de siempre. Pero por otra parte, era la única opción para no revivir las torturas despierta. Y estaba muy cansada, tenía que intentar dormir algo. A lo mejor al lado de Jake, me podía calmar más...

- Claro. -contestaron las dos a la vez. -Duerme. -sonrieron.

Se acercaron a la vez y me abrazaron con fuerza.

- Me alegro muchísimo de que estés bien, Kathy. -susurró Diana en mi oído, en voz muy baja. -Perdí la esperanza desde el principio.

Me aparté de ellas unos centímetros, y les dediqué una sonrisa algo cansada.

- Estamos juntas de nuevo. -contesté. -Ya nada nos separará.

Liv asintió, y vi cómo sus ojos brillaban por las lágrimas, la cuales estaba tratando de contener. Sin éxito. Soltó un sollozo, y enterró el rostro entre las manos. Diana frunció los labios y pasó un brazo por los hombros de Liv.

- Ve y descansa. -murmuró la joven de pelo negro. -Descansad. -añadió, mirando también a Jake.

Jake asintió, con una leve sonrisa. Estaba segura de que él tampoco había podido dormir...

- No lloréis, por favor. -susurré, mientras me levantaba de la cama.

Noté las manos de Jake en mi cintura, sujetándome y ayudándome a incorporarme. Como si temiera que fuera a romperme en mil pedazos y caer. O desaparecer.

- Tranquila, es algo normal. Ya que te creíamos muerta... Y estás delante de nosotras. -dijo Diana, sonriendo entre lágrimas. -Ve, mañana nos vemos, Kathy.

Asentí, y automáticamente busqué la mano de Jake. Éste la agarró, pero después de dos segundos la soltó. Me extrañé, pero sonreí levemente al ver que en vez de agarrarme de la mano, prefería sujetarme de la cintura y pegarme a él.

Me guió hasta la puerta, y me despedí de las dos jóvenes con voz apagada. Jake cerró la puerta, y me giré levemente para mirarle.

- Seguro que en este pasillo nadie puede hacerme daño, y seguro que llego sana y salva a tu habitación. -dije, sonriendo.

- Quién sabe. -contestó, mirando al frente. -Podría soltarte y dejarte ir, pero resulta que no quiero.

Me dedicó su típica media sonrisa y tuve que apartar la vista para no morir de asfixia. Entramos en la habitación contigua, la última de todas, y encontramos a Brittany mirando por la ventana. Oí que Jake resoplaba levemente, de manera que sólo pude oírlo yo. En cuanto entramos en la habitación, Brittany se giró hacia nosotros y esbozó una sonrisa.

- Me dijisteis que esperara aquí, y eso he hecho. Sólo para deciros que ahí al lado hay otra habitación libre, y que duermo ahí. Seguramente no venga nadie a ocupar justo esa habitación, así que por una noche no les importará. -sonrió la criada.

- Gracias, Brittany. -susurré, agradecida.

Se despidió de nosotros y salió de la habitación de Jake, dejándonos solos. Miré hacia la cama, un escalofrío me recorrió la espalda y por un momento pensé que el hombre que tenía justo detrás era Patrick.

Pero no era Patrick. Era Jake.

- ¿Estás bien? -susurró, cerca de mi oído, y colocando una de sus manos en mi espalda.

- Sí. -contesté, con un hilo de voz. -Estoy mejor que nunca.

Pero no estaba bien del todo. Quería besarle. Quería que él me besara. Que me hiciera sentir otra vez a salvo, que me aprisionara entre sus brazos, para hacerme sentir segura. Quería que me demostrara que me había echado de menos, y yo quería demostrarle que también lo había echado de menos. Quería olvidarme del dolor, de las palizas, de la tortura, de la inconsciencia, de Patrick.

Jake me apartó el pelo del cuello, y depositó un suave beso, un leve roce, que me produjo un escalofrío de placer. Me dejé caer hacia atrás, para apoyarme contra su cuerpo, mientras me acariciaba el pelo. Solté un leve suspiro.

Acarició mis brazos con la punta de los dedos, y sentí que la piel se me ponía de gallina. Paró en el dorso de mis manos, y seguidamente las colocó en mi cintura, abrazándome por detrás.

- ¿Por qué... por qué ibas al muelle...? -pregunté, rompiendo el silencio.

Oí el suspiro de Jake en mi oído, y su voz me produjo escalofríos en cuanto respondió:

- Porque no podía dormir. Y el agua del mar me tranquiliza.

- ¿Por qué no podías dormir? -me atreví a preguntar, aún apoyada contra su cuerpo, y con los ojos cerrados.

- Porque las pesadillas me suelen asaltar.

Me libré de sus brazos, y me giré con lentitud hasta poder mirarle a los ojos. Ahora no había ningún contacto entre nosotros, y lo eché de menos.

- ¿Qué pesadillas? -murmuré.

- Tú.

Alzó la mano derecha hacia mí, dudando. Pero al final decidió acariciar mi mejilla con suavidad. Cerré los ojos durante unos segundos, disfrutando de su cálido contacto.

- Pero ya no tengo miedo de irme a dormir y verte en sueños. Porque ahora sé que estás a mi lado. Y que es mentira. Que las pesadillas no son reales.

Entreabrí la boca, mirándole fijamente. Nada más decir aquella frase, se inclinó hacia mí y sus labios rozaron los míos con extrema suavidad y cuidado. Sentí que desfallecía, que caía al suelo, así que coloqué una mano sobre su hombro, para evitarlo.

Sus labios se separaron de los míos unos centímetros, y apoyó su frente contra la mía. Ambos respirábamos entrecortadamente, a pesar de haber sido el beso más lento y suave que me había dado. Cerró los ojos durante unos segundos, y cuando los abrió vi que le brillaban por las lágrimas.

- Te he... te he echado demasiado de menos, Kathy... -murmuró, cerrando otra vez los ojos. -Creí... creí que jamás volverías. Lo pensaba.

Apreté las mandíbulas, y seguí mirándole fijamente, sintiendo cómo la tristeza de sus palabras me invadía.

- Tuve en mente la idea de... -hizo una pausa, en la que pareció morderse la lengua para no llorar. - de quitarme la vida. Sólo para estar contigo.

Se me congeló la sangre en cuanto terminó de decirlo. ¿Quitarse la vida? Jamás lo habría soportado. Volví a respirar entrecortadamente, tratando de que el aire llegara a mis pulmones. La simple idea de pensarlo me ahogaba por dentro y no me permitía respirar.

- No, Jake, no... -me atreví a contestar, con un hilo de voz.

Una lágrima rodó por su mejilla. Por fin pude ver la verdad, de cómo se sentía, detrás de la felicidad de verme. Tristeza y dolor, una expresión de auténtico cansancio y agotamiento. Noches enteras sin dormir. Odiaba que hubiera tenido que pasar por eso. Y por eso, aparte de por lo demás que me hizo a mí, odiaba a Patrick.

- Jamás volveré a perderte. Jamás volveré a arriesgarme a perderte. Te aseguro... te aseguro que mataré a cualquiera que te roce. -dijo, y noté el enfado y la dureza en su voz.

- No llores. -le rogué. -No llores, Jake. Por favor. Estoy aquí. A tu lado, y no me pasará nada. Y a ti tampoco, porque no permitiré que nos alejen.

Jake abrió los ojos, y mi corazón dio un salto de emoción al ver otra vez ese intenso color verde. Y esa vez, sin darle tiempo a contestar, fui yo la que le besó, de la misma manera que Jake a mí. Y unos segundos más tarde, me aparté ligeramente para secarle las lágrimas.

Estaba cansada para hablar y contar todo lo ocurrido, pero sinceramente, no lo estaba para pasar tiempo junto a Jake.

Coloqué una mano en su mejilla, y le dediqué una leve sonrisa.

- Te quiero, Kathy. Te quiero más de lo que puedes imaginarte.

Bajó su mano hasta mi cintura, y me atrajo hacia él, justo en el momento en que sus labios se apretaban contra los míos, en un beso más rápido, apasionado, aunque igual de dulce.

Jake podía hacer que mi corazón latiera desbocado con cualquiera de sus besos. Con el más suave y lento de todos, o con el más rápido y apasionado. Incluso con el más mínimo roce. Y ya ni hablar del más intenso.

Me tambaleé hacia atrás, pero no me dejó caer. Como siempre. Su mano estaba firme en mi cintura, y con la otra sujetaba mi cabeza por la nuca.

Se separó unos centímetros para poder respirar, y vi que jadeaba. Al igual que yo. Observó con atención mis labios, y esbocé una pequeña sonrisita.

- Me entran unas ganas enormes de besarte cuando sonríes, ¿sabes? -murmuró, sonriendo a su vez, sin dejar de respirar de manera entrecortada.

No pude evitar reírme. Y estuvo bien reír, me sirvió para liberarme de cualquier tensión o miedo que pudiera tener, y concentrarme sola y exclusivamente en Jake.
Jake se mordió el labio inferior y volvió a besarme, con la misma rapidez e intensidad de antes.

Me guió con lentitud y cuidado a través de la habitación, hasta llegar a su cama. Por un momento tuve miedo. Yo no quería dormir. Temía a las pesadillas. Pero los labios de Jake contra los míos me hicieron olvidarme de las malditas pesadillas.

Me tumbó con suavidad en la cama, y apartó sus labios de los míos. Me miró fijamente, inclinado sobre mí.

- Estás aquí. -repitió, como si me acabara de ver. -No me lo puedo creer. Jamás llegaré a creérmelo. ¿Es  un sueño?

Esbocé una leve sonrisa y me incorporé levemente hasta poder apretar mi boca contra la suya.

- ¿Te parece esto suficientemente real? -susurré, sonriendo.

- Creo que me vale. -respondió, mientras se volvía a inclinar sobre mí.

Me arrastré hacia atrás, para tumbarme del todo en la cama, obligándole a seguirme. Me dio un suave beso en los labios, antes de tumbarse a mi lado. Me encogí contra su cuerpo, notando su cálida piel contra la mía. No hacía frío, pero necesitaba su calidez.

Me dio un beso en la frente, y me pasó un brazo por encima, como si intentara protegerme de algo. Ojalá fuera de mis propias pesadillas.

- Yo también te he echado mucho de menos, ¿sabes? -susurré, rompiendo el cómodo silencio que se había asentado entre nosotros. -Todos y cada uno de los segundos después de que nos separaran por primera vez. Y eso fue lo que usó Patrick en mi contra. -murmuré. -Porque tú eres mi punto débil.

Jacob me acarició el pelo, enredándolo entre sus propios dedos.

- También dio con el mío. -respondió. -Por eso te trajo hasta mí. Para que viera... cómo estabas. Y para que me contaran todo lo que te habían hecho.

Me apreté más contra su pecho, sintiendo el subir y bajar de su pecho por la respiración. Un escalofrío me recorrió la columna vertebral al volver a recordar todos y cada uno de los golpes que recibí en las numerosas palizas. El llanto se agolpó en mi garganta otra vez, pero no quise parecer débil... aunque lo era. No quise preocupar a Jake más. Pero empecé a temblar sólo por intentar frenar el llanto.

- Eh, Kathy. Estoy contigo. Nadie puede hacerte daño...

Alcé las manos hasta colocarlas sobre su pecho y cerré los puños en torno a su camisa. Apreté las mandíbulas, pero se me escapó un sollozo ahogado.

- Tuve miedo. Tuve miedo cuando me creía fuerte de aguantar cada una de sus palizas.

Su mano tembló de rabia mientras acariciaba mi pelo.

- Eh, escúchame.

Me obligó a alzar el rostro hacia él. Me mordí la lengua para contener el llanto.

- Estoy contigo. Patrick está muerto. Yo le maté. ¿Quieres que te digas cómo le maté? A golpes. Le maté a golpes con un atizador. Me suplicó que parara. -dijo Jake, mirándome con seriedad. -Es decir, si siguiera vivo, jamás se acercaría a ti.

Asentí, cerrando los ojos. Cogí aire, y hasta la inspiración tembló.

- Lo siento. -me disculpé. -Lo último que necesitas es que me ponga así.

Jake sonrió levemente, y me acarició el labio inferior con el pulgar. Y sentí la necesidad de volver a tener mis labios pegados a los suyos. Para ahuyentar los malos recuerdos por última vez.

- Bésame. -le pedí.

Jake sonrió, y se inclinó lentamente hasta que nuestros labios volvieron a juntarse.

Después de aquel último beso, comencé a sentir que mis párpados pesaban demasiado, y no tardé en caer rendida, entre los brazos de Jake.


***


Todo da vueltas a mi alrededor. No veo nada. Sólo oscuridad, penumbra. Hasta que de pronto, todo para. Noto algo muy frío debajo de mí, y cuando lo palpo con las manos veo que se trata del suelo. Miro a mi alrededor, y decido incorporarme. Y de pronto, un sonido metálico. Un leve "clic" que me pone la piel de gallina. Mi corazón se acelera, porque ese ruido metálico del pestillo descorriéndose indica algo malo.

Trato de moverme, pero de pronto veo que unas cadenas me aprisionan contra el suelo. No me puedo mover. ¿De dónde han salido esas cadenas, si antes no estaban? Resoplo, con miedo, y trato desesperadamente de liberarme de su peso muerto.

Pero es tarde. Se me congela la sangre en cuanto la puerta se abre, y la luz anaranjada de una vela se arroja por toda la habitación, iluminándola. Me quedo boquiabierta, mirando a la figura que agarra la vela. Oigo su risa malvada, esa que tanto miedo me mete dentro.

- ¿Princesa? ¿La he despertado? -es lo único que dice.

Oigo sus botas chocar contra el suelo firmemente, mientras entra en la habitación, cerrando la puerta tras de mí. El sonido se amplifica cuando camina hacia mí. Me tiembla todo, y no puedo moverme por culpa de las cadenas.

Patrick no dice nada. Se limita a ladear la cabeza, antes de propinarme la primera patada, que me alcanza en el costado. Suelto un chillido de dolor, y cierro los ojos con fuerza. La siguiente patada llega sin previo aviso, esta vez en la cabeza, con la punta de su bota.
Vuelvo a gritar, y me vibra la garganta de dolor. Noto un pequeño hilillo de sangre recorrerme la piel del rostro, hasta el suelo.

Golpea las cadenas y estas se rompen con un ruido que zumba en mis oídos. Se agacha y me agarra del cuello. Estiro los brazos para zafarme de él, pero es más alto, más fuerte y más grande que yo, así que estoy perdida. Me levanta del suelo con extrema facilidad y me empuja contra la pared. Al golpearme contra ésta, gimo de dolor, y me quedo unos segundos sin aire. Trato de respirar, pero Patrick lo impide al colocar su antebrazo en mi cuello. Siento que aplasta mi tráquea, y trato de gritar.

Me suelta y caigo al suelo instantáneamente. Me golpeo el hombro, pero ese dolor no es nada comparado con el de los demás golpes. Trato de coger aire, a cuatro patas, y como puedo. Siento que me ahogo, hasta que el aire entra en mis pulmones. Pero entonces llega su rodilla, que impacta contra mi rostro. Caigo al suelo de lado, gimiendo y gritando de puro dolor. Me duele la mandíbulas, mucho, y la sangre de la brecha de la cabeza sigue bañando mi piel.

Grito y grito cuando siento sus uñas clavarse en mi piel para ponerme boca arriba. Trato de moverme pero se sienta encima de mí y me inmoviliza. Oigo tacos. Gritos. Le suplico que pare. Su puño no tarda en llegar, y me golpea en la mandíbula repetidas veces, tanto, que llego a creer que me la ha roto.

Muevo la cabeza de un lado a otro, tratando de evitar sus golpes, pero llegan igual. Como si yo no me estuviera moviendo. 
Y de pronto, parece que eso es lo que ocurre. 

Cierro los ojos con fuerza, para no ver su mano llegando para golpearme, pero sus golpes no llegan. Vuelvo a abrir los ojos, desorientada y con dolores y calambres por todo el cuerpo. Trato de levantarme, pero no puedo. Mis extremidades no responden. Sólo puedo mover la cabeza, así que eso es lo que hago, para ver qué ocurre. Y mientras paseo la vista (completamente aterrorizada) por la habitación, se me encoge el corazón al ver a Jacob cruzado de brazos. Intento gritar y decirle que me ayude, que me saque de aquí, antes de que vuelva Patrick. Pero entonces Patrick se coloca a su lado, y me sonríe malvadamente. Patrick se acerca a mí, mientras Jacob me mira desde su posición indiferente.

Y los golpes comienzan otra vez, como una lluvia de meteoritos. 

El dolor es sordo, y zumba en mi interior, en cada terminación nerviosa de mi cuerpo. Siento la sangre bañando mi rostro y mi busto, pero no puedo moverme. Ni gritar. No puedo hacer nada, sólo quedarme ahí, con los ojos abiertos, viendo cómo Patrick me golpea una y otra vez. 

¡¿Por qué no me ayudas?! ¡¿Por qué demonios no te acercas y me ayudas?! ¿Por qué no me sacas de aquí? ¿Por qué no le apartas de mí? ¿Por qué dejas que me haga esto? ¡Por qué! grito mentalmente, mirando a Jacob cuando Patrick me lo permite. Le insulto a gritos mentalmente.

El dolor continua, y Jacob no se acerca. No me salva. Y le odio. Vuelvo a insultarle mentalmente. Le odio con toda mi alma por no hacer algo contra Patrick. Por dejar que me haga tanto daño, por dejar que me hunda. Por permitirle pegarme para matarme.

Patrick no frena. Y yo sigo sin poder gritar. Sólo siento las lágrimas bañando mi rostro, mezclándose con la sangre. Hasta que la pérdida de sangre es demasiado grande, hasta que el dolor me ciega, hasta que mi corazón deja de latir. 


Comencé a gritar de puro terror. Todavía sentía el dolor en mi piel, la sangre rodando por la misma, hasta el frío suelo. Paré, y jadeé, tratando de respirar. Las lágrimas salían de mis ojos sin yo poder controlarlo. Temblaba de miedo, y sollocé entre gritos.
No fui consciente de que me hablaban hasta que noté un peso encima de mí. Con miedo, me agité y grité, creyendo que se trataba de Patrick.

- ¡Suéltame! -exclamé.

Sollocé, aún con el dolor en el cuerpo, y tratando de librarme de aquel peso. La persona que estaba encima de mí me pegó las muñecas a la cama, impidiendo que moviera los brazos. Oí que alguien gritaba mi nombre. Dejé de gritar, rindiéndome, y simplemente me eché a llorar.

- ¡Kathy! -repitió mi nombre. - ¡Kathy, vamos! ¡Soy yo!

Me obligué a abrir los ojos, y entre las lágrimas, pude distinguir la figura que estaba sentada encima de mí e inmovilizándome los brazos.

- ¡Despierta! -gritó. -¡Despierta, por favor! ¡Mírame, ha sido una pesadilla!

Tragué saliva, y traté de respirar. Jake era el que estaba sentado encima de mi estómago. Sentí un leve pinchazo, pero era más grande el dolor de la pesadilla.

- Kathy, mírame.

Pero las lágrimas no pararon. Seguían saliendo de mis ojos, y el llanto hacía que mi garganta ardiera. Me dolía de tanto gritar, y tenía los músculos entumecidos por culpa de los golpes de la pesadilla. Cerré los ojos, y me eché a llorar desconsoladamente.

- Sólo ha sido una pesadilla. No pasa nada, ¿me oyes? Estoy aquí.

Se atrevió a soltarme las muñecas, y no me moví. Abrí los ojos y fruncí los labios para no dejar escapar los sollozos. Le miré, asintiendo.

- Tranquilízate.

Pero el miedo seguía en mi interior, clavándome sus garras en las entrañas. No abrí la boca, no emití ningún sonido pero las lágrimas seguían saliendo de mis ojos.

- ¿Crees que puedo quitarme de encima de ti? -susurró.

Fruncí lo labios con fuerza, y con una especie de gemido ahogado asentí. Jake se retiró de mi estómago, y se tumbó a mi lado, de lado. Yo me quedé boca arriba, tratando de respirar con normalidad y de frenar las lágrimas. Jake me apartó el pelo de la cara, y me acarició la frente, las mejillas, los labios y la mandíbula.

- Sssh... Estoy contigo. -susurró cerca de mi oído.

Pasó una mano por encima de mí, apoyándola sobre mi pecho, como si de una manta se tratara y me estuviera cubriendo.

- Sólo ha sido una pesadilla. -dijo, con su boca pegada en mi oído.

Sentí un leve cosquilleo en todo el cuerpo, y me giré hasta estar tumbada en su misma posición, pero frente a él. Ahora, la mano que había colocado sobre mi pecho, cubría mi espalda, y con ella me acercó aún más a él, en un cálido abrazo. Temblé ligeramente, todavía con el miedo en el cuerpo. Necesitaba que lo sacara, porque yo no podía.

- Lo... lo siento. -me disculpé, con la voz temblando. -Lo siento, Jake, de verdad...

Me colocó el dedo índice sobre los labios, y me mandó callar.

- No tienes que disculparte por absolutamente nada. -respondió.

Cerré los ojos durante unos segundos, y respiré profundamente, para tratar de calmarme del todo.

- Así... así son siempre mis pesadillas, Jake... -musité, atreviéndome a abrir los ojos.

Jacob se acercó más a mí y depositó un suave beso en mi frente. Me colocó el pelo tras la oreja, y volvió a colocar la mano en mi espalda, manteniéndome pegada a él. Busqué su calor, y ambos entrelazamos nuestras piernas, para estar lo más juntos posible.

- Creo que me he acostumbrado al hecho de que vas a estar siempre a mi lado... Es más, soy yo la que te lo ruega. -murmuré contra su pecho. -Abrázame fuerte y nunca me sueltes. Por favor.

Jake soltó una suave risa ahogada, y con la mano que tenía en mi espalda, me sujetó por la barbilla, obligándome a mirarle:

- ¿Cómo te iba a soltar?

- No lo sé, Jake... Tal vez por el hecho de que aún no entiendo por qué...

- ¿Por qué...?

- Yo. -contesté. -Por qué yo.

- ¿A qué te refieres?

- Lo sabes perfectamente, Jake. -murmuré. -Tienes a todas las jóvenes del mundo, puedes conseguirlas a todas, y, y... y no lo has hecho.

Jake volvió a reír, y sacudió la cabeza. Me acarició la mejilla con el pulgar. Gracias a él, el efecto de la pesadilla se estaba pasando.

- ¿Cuántas veces tendré que repetirte que para mí, ya no existen esas "otras jóvenes"? -contestó, sin dudarlo. -Sólo quería conseguirte a ti, ¿sabes?

Noté que mis mejillas ardían, y mi corazón comenzó a latir desbocado.

- Cuántas chicas desean oír eso de tus labios, Jake... -murmuré. -Está claro que soy la más afortunada.

Jake cerró los ojos, y pude ver por unos segundos rastro de tristeza en ellos.

- No. Aquí soy yo el afortunado, por tenerte ahora aquí. Porque me diste una segunda oportunidad que no me merecía.

- Si no llego a dártela, ahora mismo no sé dónde estaría. Tal vez insultándome por haber sido tan estúpida. -rebatí en un susurro apenas audible.

Jake tragó saliva, y alcé la mirada hacia él en cuanto me di cuenta de que él me miraba. Sus ojos brillaban, y me di cuenta de que estaba amaneciendo. La tenue luz bañaba su rostro, marcando sus duras pero increíbles facciones. Su pelo rubio ceniza, gracias a la luz, lanzaba destellos.

Alcé una mano y la coloqué en su nuca. Le acaricié el pelo, sin poder evitar esbozar una pequeña sonrisa. Todo iba bien. Jake estaba conmigo otra vez, y estaba completamente segura de que sería para siempre. Nadie nos iba a separar. Y él estaría siempre a mi lado para consolarme cuando sólo quiera llorar. Para despertarme y salvarme de las pesadillas. Para hacer que me olvidara de todo el dolor que se había ido acumulando en mi pecho, y que ahora me oprimía.

Seguidamente, se inclinó hacia mí, y me besó dulcemente. Mi corazón se aceleró, y lo podía notar brincar en mi pecho de la emoción. Se apartó de mí, con una media sonrisa. No. No podía hacer eso, dejarme así. Suspiré levemente, sin apartar mi mirada de sus ojos verdes.

- Te quiero. -susurré, acariciándole el pelo.

Las palabras me produjeron un cosquilleo en el estómago, y mi corazón latió con fuerza, golpeando mi pecho.

- ¿Eso indica que te he conseguido, Kathy? -preguntó Jacob, sonriendo. -¿Eso quiere decir que eres mía?

"Mía".

- Desde el principio, Jake. -contesté, apoyando mi frente contra la suya y esbozando una sonrisa.

Alzó la mano que había colocado en mi espalda, y me dio un toque en la nariz. Sonrió, y después me acarició los labios. Esperé un beso, pero me quedé con las ganas.

Aunque lo que recibí no fue menos.

- Te quiero más que a mi propia vida, Katherine Greenwood Wells.



8 comentarios:

  1. Vaya forma de cerrar el capitulo :')
    Yo estoy contigo, quiero algún capitulo de amor empalagoso después de todo lo que he sufrido eh !
    TODO EL CAPITULO PRECIOSO aunque la pesadilla hizo que se me encogiese el corazón, es decir, sabía que era una pesadilla pero lo describías tan bien que era como vivirlo...

    Espero el siguiente April :)

    Un saludo enorme maravillosa escritora!

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    1. Es que Jacob mola :')
      Sí, probablemente haya más de estos... o no, quién sabe muajaja.
      Aww MUCHÍSIMAS GRACIAS! ^^ Tendrá más pesadillas, seguramente jajaja :)
      Un besazo enorme, Andrea, eres increíble :) Y muchísimas gracias por absolutamente todo!

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  2. Es que..Me dejas sin palabras.Las lágrimas que caen al ver esta perfección creo que lo dicen todo.

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    1. ¿Perfección? ¿Como tú y tus capítulos dices? Deberías estar acostumbrada :)

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  3. Como siempre FANTÁSTICO! Y estoy de acuerdo contigo, despues de tantos capitulos tristes me apetece leer un monton como este :)
    Por cierto, creo que acabaras escribiendo libros en papel. Se te da genial! :)
    Nuria.

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    1. Aww ¡Muchísimas gracias, Nuria! Uff, me alegra ver que no me odiáis por hacerlos tan empalagosos :3
      ASDDGEH Esa última frase. Esa que has escrito. OH DIOS. Muero. Jo, muchísimas gracias, de verdad, me he emocionado!
      Un besazo enorme, Nuria, y espero verte por aquí más veces :)

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  4. Perfecto <3
    Dices que es demasiado romántico?? Pues yo creo que es increíble y maravilloso. Las pesadillas de Kathy son horribles, pero Jake... ;)
    Me encanta en capítulo!!
    Estoy deseando el siguiente!!
    Feñiz Año!! Besoss

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    1. Aww muchísimas gracias, Cris! ^^
      Por si acaso, avisaba jajaja Espero que no os importe que haya más así :3
      Muchísimas gracias, Cris, de verdad, por todo tu apoyo!
      Feliz año! Un besazo enorme :)

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