Diario del Mar

"Me llamo Katherine Greenwood Wells, tengo dieciocho años. Nací en una cuna hecha de olas, mecida por el vaivén del maravilloso océano. El mar corre por mis venas. Mi madre se llamaba Anne Wells, y falleció cuando yo había cumplido seis años. Mi padre, Alfonso Greenwood, me enseñó todo lo que sé sobre el mar, pero por desgracia, desapareció hace dos años, sin dejar rastro. Y desde entonces, no he dejado de buscarle."




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domingo, 23 de diciembre de 2012

DDM: Capítulo 58

¡Hola a todos!

Aquí os dejo el capítulo 58, y como siempre os digo, espero que os guste :)

Y antes de nada, no os olvidéis de leer esta entrada, y ayudarme. Por favor. Aquí os dejo el link, para que vayáis directamente, por si se os ha olvidado hacerlo.
         
                                                              ¿Me ayudáis?

Ya sabéis que todos vuestros votos significan mucho para mí... :)






La lluvia seguía cayendo pesadamente, empapando mi camisa, mis pantalones, mi piel, mi pelo. Todo. El frío me mordía la piel, y estar cerca del mar no ayudaba mucho.
Las lágrimas seguían cayendo de mis ojos, rodando por mis mejillas, sin descargar del todo el dolor que sentía.

- Vuelve... -sollocé.

Sabía que las palabras eran una de las armas más poderosas, capaces de derrumbar a una persona en tan solo unos segundos; pero no tenían la fuerza suficiente para devolverte a las personas que has perdido.

Apoyé los codos en la húmeda madera del muelle, y me llevé las manos a la cabeza, gritando. Tal vez gritar me ayudara más que llorar, o fingir.

Grité y grité, sin importarme nada. No había apenas luz, así que no veía mucho. Y supuse que no había nadie por el muelle a esas altas horas de la noche

- ¡¡Vuelve!! -grité, entre lágrimas y sollozos, con los ojos fuertemente cerrados.

¿Aquello había ocurrido porque me lo merecía? ¿Acaso era un castigo? Porque de haberlo sabido, de haber sabido que mi estupidez iba a ser la causa de su muerte, jamás me habría comportado así. Jamás.
La necesitaba. La necesitaba a mi lado, pero ella no volvía. No regresaba. No estaba a mi lado, y yo moría lentamente, a cada segundo que pasaba sin ella.

Mi Green.

Jamás me había imaginado la vida sin ella, sin su presencia. Sin su preciosa sonrisa, que cuando aparecía, era capaz de iluminar el más oscuro de mis tristes y deprimentes días. Sin sus ojos color aguamarina, que brillaban aún más que el propio sol.

- Kathy... Por qué me has hecho esto... Por qué te rendiste... -sollocé. -¿No pensaste en mí...?

Pero sacudí la cabeza, apartando esas palabras de mi mente. Porque ya sabía que había pensado en mí; pero había sufrido demasiado, y era obvio que lo único que quería era...

No. No podía pronunciar esa palabra. Demasiado fuerte. Pero por desgracia, demasiado real.
No quería admitir lo que había ocurrido, no era lo suficientemente fuerte para hacerlo. Todo eso era superior a mis fuerzas, y siempre sería así. Lo sabía.

Porque vi la expresión de satisfacción de Patrick.
Porque el filo de una espada es letal, capaz de quitarle la vida a alguien.
Porque vi con mis propios ojos su sangre.
La sangre de Kathy.
Porque Patrick lo afirmó.

Porque...

Y de pronto, me vino a la cabeza la anciana que me ayudó a encontrar la casa de Patrick.
"La joven con expresión de angustia, tira de un carro, tratando de salvar lo insalvable. Sale de un palacio, cuyo símbolo es una gran serpiente de piedra."

Tratando de salvar lo insalvable
. La criada. Con expresión de angustia.

Volví a gritar, llevándome las manos a la cabeza, completamente fuera de mí. La criada... que tiraba del carro... salió del palacio de Patrick... con expresión de angustia... tratando de salvar lo insalvable.

Tratando de salvar a Kathy.

Kathy jamás volvería.

Porque Kathy era lo que trataba de salvar. Lo insalvable.


***


- Oh Dios mío, Jake, ¿estás bien? -exclamó Diana al verme entrar en la habitación, totalmente empapado.

Me daba igual haber manchado el suelo de agua, sinceramente.

- Sí. -murmuré, automáticamente.

- Voy a llenar la bañera. -dijo Liv.

La pelirroja -que me seguía recordando con fuerza a Kathy- corrió al baño, y abrió el desgastado grifo, llenando la bañera. Esa habitación tenía el privilegio del grifo y la bañera privada.

Diana me quitó con rapidez la camiseta, y me pudo una tosca manta sobre los hombros:

- Ve al baño, y no tardes en meterte en el agua. Rápido.

Esbocé una leve y triste media sonrisa, algo extraña, en cuanto aquel pensamiento cruzó mi mente; Diana sería una madre genial. Su hijo iba a tener mucha suerte.
¿Kathy habría sido igual...?
Pero entonces recordé que ella no quería hijos.

Un agudo pinchazo en el corazón, cuando recordé que aquello daba igual, porque ya no estaba ahí, conmigo.

Me acerqué al baño, y Liv me dejó espacio;

- Ya está. -susurró.

Caminé hacia la bañera, pero antes de llegar hasta ella, Liv me agarró del brazo, y me giré hacia ella:

- La venganza no es la llave que cierra la puerta del dolor y la pérdida, Jake.

No bastó decir nombres, ni explicar nada, porque ambos sabíamos a qué se refería.
Fruncí los labios y asentí con la cabeza, a modo de respuesta.

- Corre, métete en el agua. -añadió.

No sé por qué, pero que Liv dijera eso, me recordó instantáneamente a Kathy.
Asentí, y Liv salió del baño, cerrando la puerta tras de mí, dejándome solo. Me quité los pantalones, que chorreaban agua, y me metí en la bañera, sintiendo el cálido contacto del agua en mi piel.

Por un momento, me permití relajarme. Aunque fueran unos minutos.
Sólo quería pensar en Kathy como si aún estuviera a mi lado. Y eso hice.
Me imaginé sus ojos mirándome, sus labios curvados en una leve sonrisa. Su cabello brillando bajo cualquier tipo de luz.

Sólo necesitaba que todo eso fuera real. Sólo una vez más...
Quería tener sus ojos frente a los míos, sus labios cerca de los míos, y su cuerpo pegado al mío. Quería poder volver a abrazarla. Aunque sólo fuera abrazarla.

Kathy me había enseñado que cuando de verdad se ama a alguien, no se necesitan los besos. A veces, un abrazo puede valer más. O la simple presencia de la otra persona basta.

Suspiré, y abrí los ojos, observando el sucio techo.

El silencio era intenso, tanto, que me molestaba. Me molestaba que en el exterior todo estuviera tan calmado, cuando en mi interior se estaba librando la más feroz de las batallas.

Superar o no el hecho de que Kathy... ya no estaba.

Las dos ideas chocaban entre ellas, y podía notar las chispas, podía notar el fuego que utilizaban la una contra la otra. Ninguna estaba ganando, ambas estaban en las mismas condiciones.
¿Y si al final... decidía... irme yo también?
Tenía que decidir una, pero ambas eran malas para mí. Demasiado doloroso.

Diana tenía que ayudarme.

Me miré las yemas de los dedos, arrugadas por toda la humedad, y decidí salir. Estar tan relajado sólo me hacía pensar en ella. Aunque tal vez, eso era lo que realmente quería...
Me envolví con la desgastada toalla que me había dejado Liv sobre un taburete, y me quedé de pie, abrazándome a mí mismo.

- ¿Se puede? -oí la voz de Diana.

- Claro. -murmuré, sin apenas moverme.

Diana abrió la puerta, con un montón de ropa en la mano.

- Liv ha encontrado esto. -susurró.

Se acercó a mí, y me dejó sobre el taburete la ropa. Antes de salir, me miró, aunque yo no la estaba mirando a ella.

- Jake. -me llamó.

Me sacó de mis pensamientos, y me obligué a mirarla.

- Odio verte así.

- Yo odio muchas cosas. -conseguí decir.

Diana suspiró, y bajo la mirada, apoyándose en el marco de la puerta, que crujió bajo su peso.

- Pero al menos, puedes conseguir que yo no odie nada. Algo es algo.

Bajé la mirada, y a los pocos segundos volví a alzar la vista hacia ella.

- No me creo capaz de conseguir hacerlo. -murmuré.

Y se me quebró la voz.
Una lágrima rodó por mi mejilla, y la sequé con la toalla, creyendo que así conseguiría algo. Pero las lágrimas seguían bajando.

- No te preocupes por mí. -susurré. -En serio. Estoy bien.

- No, no estás bien...

- ¡Vete! -exclamé. -Por favor.

Diana se mordió el labio inferior, y acabó asintiendo. Cerró la puerta tras de sí, y me quedé solo, en el baño, escuchando el eco de mi propio llanto.
Cerré los ojos con fuerza, y fruncí los labios, apretando las mandíbulas, de manera que dejé de sentirlos por el dolor.
Me acerqué al taburete, y con una mano temblorosa, cogí lo primero que me iba a poner.

No sé cuánto tiempo tardé en vestirme, pero sé que fue bastante.

Una vez vestido, cerré otra vez los ojos, sintiendo cómo el llanto trataba de ascender por mi garganta, hasta mis ojos. Y así fue. No era fuerte, ni siquiera para poder detener unas malditas gotas de agua salada.

Me apoyé contra la pared con fuerza, haciéndome daño en el hombro, y me dejé caer hasta el suelo. Me encogí sobre mi mismo, mientras me temblaba el labio y las lágrimas humedecían mis mejillas.

- Kathy... -sollocé.

¿Sería capaz de enfrentarme a esa pérdida? ¿Sería capaz de levantarme, y seguir caminando, como si no hubiera pasado nada, o casi nada? ¿Sería capaz de hacer una vida normal, sin desmoronarme y deshacerme en lágrimas cada dos minutos?

Pero no quería olvidarme de ella.
No quería que llegara un día en el que me diera la vuelta, y apenas viera la figura de Kathy. En el fondo, no quería dejarla atrás.

Quería que sus ojos me persiguieran siempre, que su voz me acompañara en todo momento, aunque oírla fuera peor para mí. Quería poder verla con nitidez, no quería perder su imagen. Porque sabía que, con el paso del tiempo, la memoria va perdiendo recuerdos. Y Kathy era un recuerdo. Un recuerdo que podía ir perdiendo brillo y claridad.

Hasta ser un borrón indistinguible.

Hasta desaparecer.



***



No hacía nada.
Me dedicaba a quedarme sentado frente a la congelada ventana, y a observar el paisaje. A observar lo que se veía de lejos, y a observar a la gente. También observaba la espesa y frecuente lluvia, y contaba las gotas que se resbalaban por el cristal.

Diez, once, doce... Trece.

Era lo mejor que podía hacer.

Aparte de llorar y recordar los preciosos ojos de Kathy.

Catorce, quince. Dieciséis, diecisiete.

El sonido de la puerta abrirse me hizo perder la cuenta de las gotas que llevaba.

- ¿Sabes qué? -preguntó Diana.

Me giré hacia ella, para mirarla.

- La gente aún sigue con lo de la muerte de la reina. Hay miles de rumores. Asesinato, incluso por el mismísimo rey, se cree que fue algún guardia herido, o que se suicidó ella misma... O que murió de forma natural, por asfixia.

Tragué saliva y esbocé una media sonrisa.

- No me extraña. -susurré. -Siempre tienen que inventarse cosas.

Me giré hacia la ventana, y observé los adoquines de la calle.

Habían pasado tres semanas desde aquella noche en la que asesiné a la reina por venganza.

Pero para mí, nada había cambiado.
Aquella venganza no me había llenado por dentro, y todavía sentía ese terrible vacío en el corazón. Porque me faltaba alguien.

Me faltaba Kathy.

Me pasaba todas las noches llorando su pérdida, porque sus ojos me asaltaban a todas horas.
Sus gritos me perseguían, y mi mente se imaginaba a Kathy muriendo de miles maneras, todas ellas terroríficas.

- Aún la echo de menos. -susurré de pronto, temiendo que se me quebrara la voz.

Diana se acercó a mí, y me pasó un brazo por los hombros.
Vi de reojo su ya crecido vientre. No pude evitar esbozar una triste sonrisa.

Sabía que Kathy habría sido una madre increíble, pero jamás podría verla ejerciendo ese papel. Jamás podría verla de esa manera; llevando otra vida en su interior.

- Es normal. -contestó Diana en un suspiro. -Pero te prometo que se irá pasando. El tiempo lo cura todo, o al menos lo intenta. Yo... yo también echo de menos a Harry, y estoy segura de que sabes cuánto. Pero echarle de menos y llorar por él no van a hacer que vuelva, ¿sabes? Poco a poco te das cuenta de eso.

Suspiré, y cerré un momento los ojos.

- Espero que sea pronto... y a la vez, que nunca llegue. -murmuré.

                                           

                                             
                                                                     ***
                                           Casi tres meses después...



- ¡¡Respira!! -exclamé.

Agarré sus dos manos, y la miré fijamente a los ojos, esperando a que me devolviera la mirada.

- Vamos, imítame. -grité, para que me oyera.

Diana me miró, y tomó aire imitándome a mí.

- Así, vamos, bien...

Pero entonces gimió y cerró los ojos con fuerza.

- ¡No puedo! -exclamó como pudo.

- ¡Claro que puedes! -conseguí decir.

Volvió a tomar aire, pero lo soltó con rapidez, gimiendo. Se le saltaban las lágrimas del dolor, y me mordí el labio inferior.

- Aprieta mis manos. -le dije, y eso fue lo que hizo.

Cerré los ojos cuando noté que apretaba mis manos con fuerza, y me sorprendió enormemente, ya que no me imaginaba que pudiera tener tal fuerza.

- Querida, a la de tres, empuja. -comenzó a decir el médico. -¿Vale?

Diana asintió con rapidez, y tratando de respirar con calma.

- De acuerdo. -consiguió decir.

- Una... Dos... Tres. ¡Empuja! -exclamó el doctor.

Diana apretó las mandíbulas, y también apretó mis manos. Se le marcó la vena del cuello del esfuerzo, y observé las gotas de sudor que bañaban su pálida piel.

- Sigue, vamos, tú puedes. -murmuré.

Liv estaba al otro lado, nerviosa, acariciando el pelo de Diana.

- Vamos, Di, sólo un esfuerzo más...

El médico volvió a repetir que tenía que seguir empujando, y vi que Diana ya no podía más.

- ¡No puedo! -explotó.

- Di, vamos. -dije. -No queda nada.

Los minutos pasaban, y Diana no podía dejar de gritar del dolor. Las lágrimas salían de sus ojos, y se mezclaban con el sudor.

Hasta que de pronto, Diana dejó de gritar. Ladeó la cabeza, dejándola caer sobre la almohada, y respirando con dificultad.

Y el silencio fue, rápidamente, sustituido por el llanto de un bebé.
El médico lo tomó entre sus brazos, y Liv le tendió una pequeña manta de lana. El médico lo envolvió, y esbozó una pequeña sonrisa.

- Es... es preciosa.

No pude reprimir una sonrisa, y me incliné sobre Diana. La aparté le pelo de la cara, que se le había pegado a la piel a causa del sudor:

- Eh, Di. Ya está. -susurré. -Es una niña.

El médico me tendió a la hija de Diana, y sonreí al ver su preciosa carita.

- Y es una niña preciosa.

Diana me contestó con un gemido, pero pude ver su pequeña sonrisa.
La niña lloraba, pero de una manera que me pareció dulce y suave.

- Dámela... por favor. -murmuró.

Entreabrió los ojos, y trató de incorporarse, temblando.

- Aquí tienes, Di. -conseguí decir.

Ella abrió los brazos, y tomó a su hija entre ellos, sonriendo. Las lágrimas humedecían sus ojos, y supe que se iba a echar a llorar.

- Es preciosa... -añadió Liv.

- Mi pequeña...

- ¿Cómo vas a llamarla? -me atreví a preguntar.

- Aún... aún no lo sé. -contestó Diana, con los ojos bañados en lágrimas.

Esbocé una triste sonrisa.
Ojalá Harry siguiera ahí, para poder ver aquello.
Y como si me hubiera leído el pensamiento, Diana sollozó:

- Ojalá Harry estuviera aquí... Para poder ver a su hija.

Apreté las mandíbulas. Pude sentir el dolor en sus palabras.

- Harry está aquí, y te aseguro que está viendo a su preciosa hija... ¿Cómo iba a perderse algo así? -trató de tranquilizarla Liv.

Diana cerró los ojos, y apretó a su hija contra su pecho, llorando.

Liv la acarició el pelo, y trató de hacer que dejara de llorar.

- Tranquila, Di, no llores. Mira, mira qué hija más preciosa tienes. Deberías estar llorando de felicidad.

Diana respiró con fuerza, y sacudió la cabeza.

- Tienes razón. -murmuró.

Y se echó a reír, mientras las lágrimas brotaban de sus ojos.
Supe que esa vez, lloraba de auténtica felicidad.

Y sentí que la nostalgia me invadía. "Ojalá Kathy estuviera aquí. Sé que le habría encantado ver el nacimiento de la hija de su mejor amiga".

Me sorbí la nariz, y desvié la mirada. Hacía mucho que no lloraba delante de nadie. Y por eso creían que lo había superado todo.

- ¿Y tienes pensado algún nombre? -dije, por cambiar de tema.

- Bueno, sí... -susurró. -Tenía pensado... Gwendolyn y... -dudó unos segundos, y me miró, con la tristeza reflejada en sus ojos azules. - y Kathy.

"Kathy".

Asentí, y me obligué a esbozar una sonrisa:

- Los dos son preciosos. Realmente preciosos. -murmuré.

- Aún tengo que decidirlo. -contestó, con una tímida sonrisa.

Me obligué a devolverle la sonrisa, y desvié la mirada hacia el médico, que guardaba algunos instrumentos en su maletín.

- Bueno, yo ya he acabado mi trabajo aquí, así que me marcho. -sonrió.

- Muchísimas gracias por todo, señor Davison. -añadió Liv. -De verdad.

- No hay de qué, señorita Nisen. -hizo una pausa, y miró a Diana. -Ha sido un placer acompañarla en el parto, señorita Martin. Tiene una hija preciosa.

Diana sonrió feliz.

- Gracias, doctor Davison.

- Que tengan un buen día, damas y caballeros. -sonrió.

Hizo un gesto de despedida, y se marchó de la habitación.

Marcus agarró la mano de Liv, y ésta le sonrió.

- Al parecer, los finales felices sí que existen. -murmuró la joven pelirroja.

Yo asentí, y me froté los ojos. "No para todos".

- Yo... ahora mismo vuelvo.

Y sin decir más, salí de la habitación. Me quedé en el pasillo, de pie, con los ojos cerrados. Apoyé ambas manos en la pared, para evitar caerme, con la cabeza mirando hacia el suelo. Fruncí los labios, pero no pude evitar que el inferior temblara.

Más lágrimas.

Habían pasado tres meses desde que cometí aquel asesinato. Desde que la reina murió.

Habían pasado más de tres meses desde que... desde que perdí a Katherine.

Pero el dolor seguía presente. Sus ojos seguían en mi mente. Sus risa retumbaba en mi interior.
Liv y Diana creían que ya casi lo había superado, pero estaba muy lejos de ese "casi". Demasiado. Creían que ya podía hacer vida normal.

Ojalá.

Oí mis propios sollozos ahogados, para que nadie pudiera escucharlos.

Ya había perdido toda esperanza, porque era verdad, ya había admitido que Kathy había muerto. Pero haberlo asumido era peor para mí, pues estaba claro que jamás volvería.
Debía ser fuerte, y seguir adelante sólo por esa razón; porque ya no volvería, no había ni una pequeña llama de esperanza en mi interior, eso estaba claro. Pero aún así, era difícil despertarse cada mañana. Era difícil caminar, y esbozar una sonrisa.

Pero lo conseguía. Lo hacía.
Sonreía como si no estuviera mal, y todo el mundo se lo creía. Se creían que me había recuperado a mí mismo, que volvía a ser el Príncipe de los Mares sin problemas.

Respiré con fuerza por la boca, y me obligué a erguirme.

"Jamás te olvidaré, Kathy. Yo cumplo mis promesas, y eso nunca cambiará. Tu nombre no dejará de valer infinito para mí, tu nombre jamás saldrá de mi cabeza."

Me sequé las lágrimas con el dorso de la mano, y me obligué a frenar el llanto que se agolpaba en mi garganta. Inspiré profundamente, y me concentré en calmar los latidos de mi corazón.

Uno, dos. Uno, dos. Uno, dos.

Nadie podía sospechar que el nuevo Jacob había vuelto a llorar por Kathy.



7 comentarios:

  1. Jodeeeer que la traigas de vuelta ! Venga, que la haya salvado la criada jope :'(
    Me muero de cansancio sino te escribiria un pedazo de comentario, pero ya sabes que me encanta y espero con ansias el siguiente.
    xoxo

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    1. :((( Soy una mala persona, ¿verdad? :(((
      Me basta con un hola tuyo para morir de la emoción *___*
      Un besazo, Andrea, y como siempre te digo, muchísimas gracias por todo :)))

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  2. Tráela de vuelta, no ves que se nos va a morir de pena Jake, tráela¡¡¡¡¡¡
    Nada guapa, que me encanta el CAP, y deseando el siguiente, pero ya, jeje besosss¡¡

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    1. Parece ser que todos nos morimos de pena... :(
      Muchísimas gracias, cielo, de verdad :) El siguiente pronto... ^^
      Un besito!

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  3. Noooooo... No puedo quedarme quieta, a esperar que Jake (y yo misma) caigamos muertos de la tristezaaaa!!!
    Me encantaaaaaaa muuuuy muuuchooo!!! xD
    Respecto a lo del bebe creo que podrías mezclar los nombres de Kathy y el de Gwendolyn!! Es sólo una idea, y creo que a lo mejor quedaría muy raro, pero estaría bien. :)
    Estoy deseando leer el siguienteeeeeeeee!!!!
    Besoss

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    1. Jo, lo siento :( Tampoco quiero mataros, pero he de admitir ¡que me estoy matando hasta a mí misma!
      Muchísimas gracias, jo, que emoción :')
      Te agradezco la idea, la cual he utilizado, si no te importa... :3
      El siguiente ya está escrito, y lo subiré en breve :)
      Un besazo, Criskti :)))

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    2. Has utilizado lo que te he dicho??? Biiiiiiieeeen :) Me alegroooo muchooo muchoooo muchisimoooo
      Ya estoy leyendo el 59!!!
      Que ganasss!!!
      Me encanta en serioooo!!!
      Besoss

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