Diario del Mar

"Me llamo Katherine Greenwood Wells, tengo dieciocho años. Nací en una cuna hecha de olas, mecida por el vaivén del maravilloso océano. El mar corre por mis venas. Mi madre se llamaba Anne Wells, y falleció cuando yo había cumplido seis años. Mi padre, Alfonso Greenwood, me enseñó todo lo que sé sobre el mar, pero por desgracia, desapareció hace dos años, sin dejar rastro. Y desde entonces, no he dejado de buscarle."




Seguidores

martes, 4 de diciembre de 2012

DDM: Capítulo 54

Hola a todos! ^^
Creo que este capítulo es bastante largo, como recompensa por lo cortos que fueron los anteriores ^^
Espero que os guste, como siempre os digo, y espero vuestros comentarios :)



(Jacob)


Katherine no salía de mi cabeza. Miles de preguntas, todas sobre ella. ¿Llegaría a tiempo? ¿Podría salvarla? ¿Podría vivir una vida junto a ella? Lo deseaba.

No quería perderla, no podía perderla. Jamás me lo perdonaría.

El frío me abrazaba, como si de una manta se tratara, pero no me importaba, porque ése era el menor de mis problemas. Yo sólo quería encontrar a alguien que me ayudara para llegar a la Isla de Man lo antes posible.

Si ella moría, sería mi culpa. ¿Y qué haría yo sin ella cerca? Mi vida no sería nada. Y por supuesto, todo sería mi culpa. Debía darme prisa, si quería llegar pronto.

Eché a correr, orientándome con extrema facilidad. Aspiré profundamente, y capté un ligero olor salino, de mar. Estaba cerca, no tardaría mucho en llegar. Continué con mi camino, completamente fuera de mí, sin poder dejar de pensar en ella.

Pero no tenía tiempo para seguir mi propio mapa, tenía que preguntar.

- ¡Perdone! -exclamé. -¡Necesito que me ayude!

- ¿Príncipe de los Mares? -susurró aquella mujer.

- Necesito que me ayude. -supliqué. -Por favor.

La mujer se quedó unos segundos en blanco, pero acabó asintiendo con fuerza.

- No tengo tiempo que perder, necesito ir al puerto lo antes posible.

La mujer murmuró un suave "Acompáñame", y yo la seguí corriendo, calle abajo. En ese momento, no me importaba nadie más, así que me abrí paso entre la multitud a base de empujones. Algunos más suaves, otros más fuertes. Pero no podía ir lento.

La vida de Katherine estaba en juego.

Pero quién me iba a decir a mí, que ese juego había acabado.

- ¡Rápido! -exclamó la mujer. -¡Ya casi!

Me coloqué a su altura, un poco por detrás, alerta, esperando ver el puerto. Y por fin, tuve el mar delante de mí. Tan imponente como siempre, agitado por el tiempo nublado y lluvioso.

- Se lo agradezco muchísimo, señorita. -conseguí decir.

- No le entretengo más, Príncipe. Encuentre lo que está buscando, que parece muy importante.

- Lo es. Es demasiado importante. -susurré. -La Princesa de los Mares.

- ¿La Princesa de los Mares está en peligro?

- Eso me temo.

La mujer miró a los lados, y volvió a posar su mirada sobre mí.

- Veo que necesita un barco. -bajó la mirada, y se mordió el labio inferior. -Pero yo no tengo ninguno, no conozco a nadie que pueda prestárselo, sin cobrárselo por cantidades de dinero muy elevadas.

- No se preocupe. De eso me encargo yo.

La mujer asintió, y sin yo decir nada, me giré y eché correr al puerto. ¿Que nadie podía dejarme un barco? No era problema. Por mi Princesa, haría lo que fuera.

Observé los diferentes barcos, todos naves muy grandes, pero ninguna tan imponente como mi antigua nave... La gente caminaba ajetreada, ajena a mis problemas, ajena a lo que pasaba en la realidad; que la Princesa de los Mares podía estar a punto de morir, y que yo debía huir cuanto antes, y poner rumbo a la Isla de Man.

Mis ojos se posaron sobre un pequeño barco, que me serviría a la perfección. Tenía dos remos bien colocados en la cubierta húmeda. Respiré hondo, y cuando estuve seguro de que nadie miraba el barco, me acerqué a él corriendo.

Por Katherine haría lo que fuera.

Me subí a la baja cubierta, y desaté las sogas que ataban el barco en el muelle. Una vez listo, no perdí tiempo, y agarré los dos remos. Comencé a remar, alejándome del puerto, cuando oí los gritos de un anciano enfadado.

- ¡Eh, tú! ¡Mi barca! -exclamaba furioso.

Miré al frente, sin darme la vuelta, y remé con todas mis fuerzas, alejándome a gran velocidad.

- ¡Te cogeré! -y seguidamente, un chapoteo. El hombre había caído al agua.

Con un movimiento rápido, me descolgué la cartera del hombro, y seguí remando.
Mi corazón latía a gran velocidad, pero no paré. Aún no estaba cansado, y no me permitiría estarlo.

Respiré con fuerza, de manera lenta y calmada, para no cansarme demasiado pronto.

La lluvia empapaba mi cuerpo, las pequeñas gotas se resbalaban por mi piel, aumentando el frío.

Lo iba a conseguir. Porque no se trataba de cualquier joven con la que hubiera estado. Se trataba del único y verdadero amor de mi vida, Katherine Greenwood. Green.
Se trataba de la única persona que me importaba de verdad, la única que había conseguido robarme el corazón, que había dejado huella en mi alma; aquella joven que me había dado una segunda oportunidad, a pesar de no merecérmela.

Sus ojos, inmóviles en mi mente, me movían a seguir adelante. Su voz, su pelo, su rostro, toda ella me obligaban a no rendirme.

Creí que me estaba volviendo loco, porque comencé a imaginármela delante de mí, sentada con una leve sonrisa, instándome a seguir remando para llegar cuando antes. Pero por desgracia, aún así, tardaría mucho. Porque eran varios días de viaje, y ya comenzaba a sentirme solo. Y tal vez algo derrotado.

No. No podía abandonar. No ahora que era libre.

Mi objetivo era encontrarla, salvarla si era posible, o vengarme. E iba a cumplirlo. Porque si no, ser libre no tendría sentido.


"Cierro los ojos con fuerza, sin atreverme a mirar. ¿Qué me está pasando? Abro los ojos, decidido a ser fuerte. Miro al frente, y veo la silueta perfectamente definida de... de Katherine Greenwood Wells. 

- ¿Qué miras? -gruñe Violet. - ¿A ella? 

- No. -contesto con frialdad. -No es importante para mí, ni siquiera la conozco. 

Demasiadas mentiras en una sola frase. Vuelvo la cabeza hacia Violet, y la observo detenidamente. 
No se parecen en nada, ahora que la miro. En absolutamente nada. Ni en los ojos, ni en el carácter, ni en el pelo, ni en el cuerpo, ni en la sonrisa. En nada. Ni siquiera en la piel. 

Vuelvo a mirar al frente, para observar de nuevo a Katherine, que sonríe ampliamente. ¿Me habrá olvidado? 

Su padre y Harry la ayudan a meter cajas en el barco, en su nuevo barco, mientras su tripulación la espera en la cubierta, riendo. Se va. Katherine se va. 

- ¡Voy a coger la última! -ríe Katherine. 

Y al oír su voz, y ver que trota hacia la última caja, que está cerca de nosotros, me yergo. Me cruzo de brazos, para parecer más indiferente y tranquilo. 

Sin perder su... su preciosa sonrisa, carga con la caja, pero antes de darse la vuelta, me dirige una fugaz mirada, que lo dice todo. En ese momento, las palabras sobran. Porque sus ojos lo dicen todo. 

Me quedo en silencio, con la boca abierta, repasando esos ojos; cargados de dolor, enfado y tristeza. Todo por mí. 
No se había olvidado de mí, pero no se acordaría de mí precisamente por haber estado conmigo; se acordaría por lo que la hice. 

¿Qué te pasa, Jacob? ¿Ahora te importa lo que una chica piense de ti? ¿O es que hay algo más? 

Katherine sube por las escaleras del barco, después de despedir con un abrazo y un beso a su padre. 

- ¡Te echaré de menos, papá! -exclama. -¡Nos volveremos a ver!

- ¡Claro! -responde su padre, no muy convencido. 

Katherine se ríe, y veo cómo el barco zarpa, alejándose con lentitud del puerto. 

Y entonces, mi corazón late con velocidad. Soy consciente de ello demasiado tarde. Acabo de perder la mejor oportunidad de mi vida, acabo de perder algo que realmente quiero. 

Su padre se da la vuelta, cabizbajo, y cuando pasa delante de mí, alza la vista. 

- ¿Jacob? -pregunta. -¿Qué haces aquí?

- Simplemente pasaba por aquí. 

Alfonso asiente, y desvía la vista. 

- No te has despedido de ella. 

Me quedo boquiabierto, y antes de contestar, se marcha. 

Lo sé. Soy un estúpido. 

Porque, aunque no quiera admitirlo, está más claro que el agua. Me he enamorado de Katherine Greenwood Wells, una de las Princesas de los Mares."


"Nikki está delante de mí. Otra vez. Y no sé por qué, por qué está conmigo. Tal vez porque fue con ella con la que le rompí el corazón a Kathy.

Nikki se acerca a mí y me besa suavemente, pero no es lo mismo. Yo no quiero a Nikki, ni a Violet, ni a ninguna chica. Quiero a Kathy. A pesar de que me cueste admitirlo. 

Rodeo su cintura, y ella rodea mi cuello. Me mira con una sonrisa. 

- Te quiero, Jacob. 

No contesto, porque no soy capaz. Sólo trato de olvidarme de Katherine, y por eso, busco a cualquier chica que aún vaya detrás de mí. Puede que sea rastrero, pero necesito olvidar a Katherine. El problema es que no sale de mi cabeza. 

Ni de mi corazón."


"Después de varios días de viaje, por fin voy a conocer a una de las Princesas de los Mares. Me ajusto la camisa, y sonrío ante el espejo no muy limpio que hay en mi escritorio. El barco se ha parado, y sé que en frente del nuestro, se encuentra el de una de las Princesas de los Mares. ¿Cómo será, cómo se llamará? 

Pero mi sonrisa se pierde al pensar que tal vez, puede ser Katherine. 

Sacudo la cabeza, y vuelvo a sonreír. 

Salgo del escritorio, y marcando mis pasos como de costumbre, con la suela de mis brillantes botas, bajo las escaleras de madera. Oigo voces. Pero me es indiferente lo que dicen. 

Alzo la mirada, justo cuando llego a la altura de Harry y...

- ¡¿Jacob?!

Su voz. Su voz. Es ella. Su voz. Sus ojos. Es ella. Su pelo. Es ella. 
Al mirarla, miles de sentimientos explotan a la vez. 

- ¿Katherine...? -hago una pausa, y esbozo mi común media sonrisa. -El destino nos vuelve a unir, Green. 

La miro fijamente, de arriba abajo, esperando su reacción. Con mi tono irónico y burlón, oculto lo que acaba de ocurrir en mi interior, que no sé muy bien qué es. 

¿La olvidé del todo, o quedó algún resto de lo que sentí hacia ella en su día...?"


Esos recuerdos atravesaron mi mente con extrema rapidez. Mi Katherine.
Apreté las mandíbulas, tratando de no ponerme a gritar por la furia que hervía en mi interior, capaz de prender fuego al mismísimo océano.

Pero acabé gritando. Lo solté, para desahogarme.

Ella estaba sufriendo, y yo me permitía el lujo de ir tan despacio... De estar lejos de ella.

Moví mis brazos con mayor intensidad y rapidez, sin cansarme, mirando con furia al mar que me impedía ir más rápido, que me separaba de Katherine.

Y así, con la lluvia mojando mi piel, haciendo que mi corazón tiritara de frío, sin dejar de remar, las horas pasaron.

***

Parpadeé, desorientado. Dolor en ambos brazos. ¿Me había quedado dormido? ¿Cómo?
Todo estaba oscuro, y sabía que llevaba unas cuantas horas dormido.

La luna coronaba el cielo, cubierta por un dosel de espesas nubes, que aún descargaban su lluvia. Apreté los puños, y cerré los ojos, notando el terrible dolor de mis brazos. No podía parar por eso. Mi amor era mucho más grande que aquel dolor.

- Vamos, Jacob, vamos. -murmuré, para darme ánimos a mí mismo.

Agarré los remos, y comencé a remar, al principio con lentitud. Pero luego aumenté la intensidad y la velocidad, hasta que fui consciente de que avanzaba con mayor rapidez.

El mar estaba revuelto, pero eso no era impedimento.

- ¡Soy más fuerte que tú! -exclamé, tratando de mantenerme en calma.

Las olas movían con violencia la barca, pero no me iba a rendir. Yo seguí remando, mirando al frente, con una dirección concreta. Sabía a dónde iba, e iba en la dirección correcta.

Ni el océano embravecido iba a ser un obstáculo. Mi amor hacia Katherine era inmenso, y con él podía superar cualquier barrera; natural y artificial.

Gracias a Katherine.

***

¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Estaba ya cerca?

Sólo sabía que llevaba mucho tiempo remando contra la fuerza del mar, que parecía estar en mi contra. No dejaba de tiritar por el frío, no sentía los brazos, pero mi corazón seguía latiendo. Porque no dejaría de latir hasta ver a salvo a Katherine, o hasta vengar... su muerte, si es que no llegaba a tiempo.

Algo me dijo que estaba cerca. Que iba a conseguir llegar a la Isla de Man, después de tanto esfuerzo y dolor.

Pero el mar se creía más poderoso que yo, y al parecer, no se iba a rendir, al igual que yo.
Las olas mecían con violencia la indefensa barca en la que me encontraba, amenazando con hundirla. Las nubes grises hacían que el mar tomara un aspecto fantasmagórico. Pero no tenía miedo.

Las olas chocaban contra la madera, pero hubo algo que me dio fuerzas. En el horizonte, no muy lejos de mí, tierra. Tierra. La Isla de Man.

Me quedé boquiabierto, y el choque de una ola contra mí me hizo despertar. Pero no fui demasiado rápido. Esa masa de agua volcó mi barca, y yo quedé sumergido bajo la pequeña nave. Salí a la superficie, y cogí aire, tratando de calmarme. No debía ponerme nervioso.

Volví a hundirme, y buceé hasta salir de debajo de la barca. Intenté situarme, y cuando localicé la costa lejana, comencé a nadar. Me olvidé del dolor de mis brazos, de mi cansancio, y de todo. Los ojos de Katherine, junto a su sonrisa, me impulsaban. Me la imaginé nadando junto a mí, como si fuera una carrera contra el propio tiempo. Debía ganar aquel reto.

El mar jugaba conmigo como si de un muñeco de trapo se tratara, me hundía bajo el agua, me retorcía, me frenaba. Pero no me iba a rendir.

Saqué todas las fuerzas que me quedaban, y seguí nadando, sin fijarme en cuanto faltaba para llegar a la orilla. No tenía meta. Sólo había camino, y debía recorrerlo. Mis brazos estaban entumecidos, los músculos agarrotados. Dolor. Pero no iba a frenar.

Cerré los ojos, notando cómo el frío se apoderaba de mí, cómo me hacía sentir más pesado y moribundo. ¿Me iba a rendir ya? ¿Después de lo que había pasado? ¿Estando tan cerca de conseguirlo?
No.

"- Te quiero. -susurra ella, mientras noto cómo tiembla de placer. 

Sonrío, en medio de un beso, y mientras rozo con mis labios su mandíbula, contesto:

- Yo te amo, Green."

Eso me dio suficiente fuerza para no rendirme. Continué nadando, como si fuera automático, pero el mar parecía estar ganando este reto. El agua me inundaba, entrando en mis pulmones, haciendo que tosiera con fuerza. Pero no podía rendirme.

Creí que moría.
El agua entraba en mi garganta, haciendo que ardiera por la sal, no sabía cómo respirar, y el frío me mataba lentamente. El mar ganaba.

Hasta que sentí arena bajo mis manos en una brazada. ¿Había llegado?

Me obligué a seguir, y me agarré con fuerza al suelo marino, tirando de él, para acercarme más a la posible orilla. Y por fin, pude tirarme sobre la arena mojada, bañada por las olas del mar.
Había llegado.
Había sido más fuerte que el propio océano.

Tosí con fuerza, escupí toda la posible agua que había tragado, y traté de recuperar mi respiración normal. Estaba temblando de frío, pero no podía parar. Con los ojos de Kathy mirándome, conseguí levantarme, aunque tambaleándome. Abrí los ojos, y me obligué a continuar. Había perdido la cartera en el mar, pero me daba igual.

Eché a correr, sin saber ni siquiera cómo lo conseguí.
Mis piernas se movían solas, tratando de entrar en calor. Había un paseo de madera que atravesaba la playa, pero estaba desierto. Seguí el paseo, hasta llegar a un puerto. Allí, los marineros que trabajaban en sus barcos me miraron sorprendidos y extrañados.

Mirando a mi alrededor, busqué una salida del puerto, hasta que la encontré. Y antes de darme cuenta, ya estaba pisando los adoquines mojados de una calle llena de gente con sombrillas para detener el agua que caía sobre ellos.

Oía murmullos de desprecio por mi apariencia, pero me daba igual. Temblando de frío, miré a mi alrededor.

- ¡Por favor! -grité. -¡Necesito ayuda!

Pero la gente pasaba a mi lado, sin hacerme caso. Sólo me dirigían miradas cargadas de compasión.
Caminé calle abajo, sin dejar de preguntar. Hasta que una anciana, de pinta desquiciada, con pelo enmarañado y blanco se paró, y me miró.

- Príncipe de los Mares... -sus ojos estaban desorbitados.

- Ayúdeme, por favor.

- La profecía se va a cumplir. La Sangre Marina va a desaparecer. Los Príncipes de los Mares van a ser exterminados, a causa de su amor. -la anciana hizo una pausa, boquiabierta. -La sangre de ella ha sido derramada sobre el suelo. La sangre de él no tardará en mezclarse con la suya. Juntos, pero lejos de aquí.

Miré a la anciana, temiendo lo peor. "La sangre de ella ha sido derramada sobre el suelo".

- Por favor, necesito que me ayude. -hice una pausa, tragando saliva. -Busco el palacio de un tal Patrick. Se lo pido por favor.

- La joven con expresión de angustia, tira de un carro, tratando de salvar lo insalvable. Sale de un palacio, cuyo símbolo es una gran serpiente de piedra. En esa dirección.

Asentí. Sabía que me estaba dando la dirección, pero no tenía tiempo de adivinanzas.

- No cometa una estupidez, Jacob Fellon. Porque ya es tarde.

La miré con miedo. ¿Tarde?
Sin decir palabra, eché a correr en la dirección indicada, calle abajo, tratando de encontrar esa simbología obtenida. Hasta que por fin, divisé un carruaje tirado por un caballo marrón, dirigido por una joven vestida de criada, de expresión angustiada.
Sin perder más tiempo, seguí corriendo, porque estaba seguro de que iba bien. ¿Cómo lo había sabido la anciana...?

Y por fin, llegué ante una verja de metal, rodeada por un marco de piedra, en el cual había tallado una larga y enorme serpiente. "Aquí".
En el buzón, una pequeña placa de metal, con el nombre de "Sir Patrick Connor".

Por suerte, la verja estaba medio abierta, seguramente por las prisas de la criada...
Entré en el enorme jardín, y cuando estuve seguro de que no había nadie cerca, corrí hacia la entrada. La enorme puerta de madera, también estaba bordeada por una serpiente, al igual que la verja. Me mordí el labio inferior, y decidí buscar una ventana. Encontré una sin cortinas, que daba a una habitación totalmente desierta. La golpeé con el codo, y clavándome algún cristal en las manos, entré dentro.

La furia me hacía temblar. ¿Seguiría Katherine ahí... o había llegado muy tarde?
En la habitación había una chimenea, con varios instrumentos al lado. Entre ellos, un atizador, que es lo que cogí. Agarré fuertemente aquel instrumento, y salí de la habitación, apretando las mandíbulas.

Ni un solo sonido. Salvo suaves pasos en el piso de arriba. No parecían los pasos fuertes de Patrick, así que no me preocupé. Recordé que Aaron había hablado de un sótano...

Busqué con desesperación puertas que parecieran conducir a un sótano, y encontré una entreabierta... Sin decir palabra, y con el atizador en alto, abrí la puerta. Unas escaleras. Oscuridad, pero algo de luz. Las bajé con lentitud, aguzando el oído, pero no oí la voz de Kathy.

Tenía el corazón en un puño.

Seguí bajando, hasta que de pronto, entreví una silueta, sentada en una silla, de espaldas a las escaleras.

- Seas quien seas... ¿bajas a contemplar este milagro?

Abrí los ojos, y me quedé congelado, temblando de frío y dolor.

- Obsérvalo bien... -susurró el hombre.

Sabía que era Patrick. ¿Y Katherine...? Comencé a agobiarme, así que sostuve con más fuerza el atizador. De la pared salían unas cadenas, que estaban sueltas, sobre el suelo... Sobre un suelo cubierto por pequeños charcos de sangre.

- Jamás verás algo igual. Es tan... placentero... -murmuró. -La auténtica sangre de la Princesa de los Mares, como prueba de que ya no existe. Aún no quiero limpiarla. Hace cinco días que ocurrió, y me parecen unos segundos.

No.
No.
No.

- ¿No crees? -su voz era monótona, carente de sentimientos. Tal vez una nota de victoria. -¿Por qué no contestas? Sé que estás ahí. ¿O es que ver esto te ha dejado sin respiración?

Fruncí los labios, tratando de no echarme a llorar. Me había quedado bloqueado, no podía moverme. No sabía cómo reaccionar. Mi corazón latía por obligación, porque aún quedaba algo por hacer. El dolor era indescriptible, podría tirarme en el suelo y morir, simplemente. Cualquier sonido me parecía molesto y doloroso. Y en ese momento, el hombre se giró hacia mí.

Y en cuanto nuestras miradas se cruzaron, pude ver auténtico pánico en sus ojos.

- Pe... pe... pero... qué... qué... demonios... -balbució.

Las lágrimas humedecieron mis ojos, pero no aparté la vista de Patrick.

- ¿Qué... qué haces... aquí...?

- Unas... cadenas no pueden aprisionarme. -susurré, mientras una lágrima rodaba por mi mejilla.

Mi Kathy.
Patrick había asesinado a mi Kathy.
Me la había arrebatado.
La ira crecía en mi interior, haciendo desaparecer las lágrimas.

Patrick se levantó, y se echó hacia atrás al ver el atizador.

- ¿Qué... qué pretendes hacer con eso...?

- Está suficientemente claro. -contesté, apretando las mandíbulas.

Bajé las escaleras restantes, movido por la auténtica ira, mezclada con el terrible dolor.

- Prometí que te mataría. -susurré.

Me acerqué a él con lentitud, dando pasos lentos pero firmes, mientras Patrick se echaba hacia atrás, con miedo.

- Prometí que te mataría. -repetí, alzando el tono, y con lágrimas en los ojos. -Y yo cumplo mis promesas.

Alcé el atizador, sin perder tiempo, sin escuchar sus súplicas, golpeé su rostro con el metal.
Las lágrimas rodaban por mis mejillas pálidas y frías.
No oía nada.
Sólo un eco lejano del gemido de Patrick.
Nada más era importante, sólo la suave risa de Katherine. Producto de mi imaginación.

"¡Por favor, no me mates!" gemía Patrick.

Le fulminé con la mirada, y volví a golpearle con el atizador, desfogándome con él.

- Maldito bastardo... -susurré. -¡Maldito bastardo!

Y volví a golpearle. Patrick cayó al suelo, encogido sobre sí mismo, gimiendo de dolor, retorciéndose por el miedo.
Pero no había compasión en mi mirada. Sólo chispas de odio y dolor.

Sir Patrick Connor me había arrebatado lo único que me quedaba en esta vida. Me había arrebatado mis ganas de vivir, me había arrebatado mi amor. Me lo había arrebatado todo, de una sola vez.

- La... la has matado... -musité.

Alcé el tizón, y golpeé su espalda con la máxima fuerza posible.
El dolor y el frío ya no existían.

- Prometí que te mataría. -repetí.

Y seguidamente, volví a golpearle.

- Prometí que arderías entre las llamas del infierno. -hice una pausa, en la que aspiré con fuerza. -Y no descansaré hasta que lo hagas.

Patrick se cubrió el rostro cuando el atizador descendía hacia él con fuerza y rapidez.

- Vas a morir. Por lo que le has hecho a Katherine. Por lo que me has hecho a mí. Por lo que nos has hecho.

Y descargué el atizador sobre él varias veces seguidas, gritando para desahogarme, mientras su sangre caía al suelo, mientras sus gritos de dolor y gemidos se perdían en aquel sótano, sin yo escucharle.

Y no paré.
Ni siquiera cuando dejó de gritar.
Ni siquiera cuando sólo quedó su cuerpo totalmente inerte, sobre el suelo donde había matado a Katherine.

"Por ti, Katherine. Porque tu muerte no va a quedar en el olvido."

8 comentarios:

  1. PERO QUE NO ME HAGAS LLORAR,JOPELINES T______T
    KATHY,NOOOOOOOOOOOO(Jake tío bueno...e.e)
    DEMASIADO PERFECTO,LO AMO :')

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. AIIIISH, QUE EMOCIÓN :')
      Gracias por todo, cielo :)))

      Eliminar
  2. ¡¡¡¿¿MUERTEEEE??!!!
    April!!! Ahora soy yo la que busca venganzaaa!!!! Todavía estás a tiempo de decirme que Katherinee sigue vivaaa!! Estás a tiempoo!!
    O la próximaa en morir seráss TÚ!!!
    En serio, ¿como nos dejas así?
    Este es el final?? Nos quejas a nosotros con ganas de matartee!!
    Me ha encantadoo y menos mal que era largo o me habria dado algo...
    Me encantaaa como escribesss!!
    Muchos besoss

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. *____________*
      Lloro de auténtica emoción con tus comentarios. Me sacas SIEMPRE una sonrisa, en serio! Muchísimas gracias por todo, y te agradezco que a pesar de lo que ha pasado con Kathy, aún no me hayas matado :3
      Un besazo enrome, Cris ^^

      Eliminar
  3. YO TE MATO!!!!!!! TENGO YA PREPARADO EL LINCHAMIENTO!!!!
    YA PUEDES ESTAR ARREGLANDOLO O TU SERAS LA PROXIMA EN MORIRRRRR!!!!
    PUEBLICA PRONTO!!!!!!
    MUCHISIMOS besitos <3!!!!
    pasate por mi blog, que hace una vida que no te veo comentando

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muerteee :3
      Muchísimas gracias por todo, Bella! ^^
      Un besito cielo :)

      Claro, lo voy leyendo, pero nunca puedo comentarte T___T

      Eliminar
  4. Ahora es cuando nos dices que sigue viva ¿no? PORQUE SIGUE VIVA ¿VERDAD?
    PORQUE HE DEJADO DE ESTUDIAR Y ME HE LEÍDO TRES CAPÍTULOS SEGUIDOS NO PARA QUEDARME CON ESTA ANGUSTIA SINO PARA UN FINAL FELIZ ! Y MI JACOB Y KATHY DEBEN ESTAR JUNTOS ! QUE MIRA LO QUE HA LUCHADO EL POBRE... :'( OYE NO, EN SERIO, SALVADA, SI TU SABES YA LO QUE VA A PASAR NO NOS HAGAS SUFRIR !
    ME LO DEBES EH, COMO TU FAN NUMERO UNO ME LO DEBES :)
    Yo me uno a tu linchamiento así que tu veras, que aquí Jacob no es el único que puede vengarse eh !
    Y a parte de este asqueroso drama decirte que me encanta como escribes, que la descripción esta superlograda, que juegas con nuestros sentimientos porque nos haces vivirlo y que me encanta ! Que no lo dejes nunca, que es una maravilla en serio, y por favor, que publiques prontito, que ya ves que estoy desaparecida de todos lados y aún así he sacado tiempo para leer tu historia, no puedes dejarme asi :)
    Un besazo, escribe pronto !

    P.D: que si por una aliniacion de los planetas o por algo del destino Kathy a muerto de verdad... sin parecer insensible JACOB ES MIO ! jajajaja

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. MUAJAJAJAJA Soy mala, lo sé.
      *O* Oh, Dios, ¿lo dices en serio? ¿LO ESTÁS DICIENDO EN SERIO? ¿HAS DEJADO DE ESTUDIAR PARA LEERME? *O*
      ¿Quieres matarme de amor? ¿Hacerme llorar como una niña pequeña?
      Muchísimas gracias, oin oin :')
      Un besazo enorme, Andrea :)

      Eliminar