Diario del Mar

"Me llamo Katherine Greenwood Wells, tengo dieciocho años. Nací en una cuna hecha de olas, mecida por el vaivén del maravilloso océano. El mar corre por mis venas. Mi madre se llamaba Anne Wells, y falleció cuando yo había cumplido seis años. Mi padre, Alfonso Greenwood, me enseñó todo lo que sé sobre el mar, pero por desgracia, desapareció hace dos años, sin dejar rastro. Y desde entonces, no he dejado de buscarle."




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lunes, 8 de octubre de 2012

DDM: Capítulo 42

Hooola! ^^
Bueno, aquí está el 42, y como siempre os digo, gracias por emplear parte de vuestro tiempo en leerme, en serio, me ayuda mucho a seguir adelante con la historia.

Un besoo!


Tuve que parpadear varias veces para verlo todo claro. Pensé que estaba en una habitación, por eso me desconcertó la luz del solo bañando mi piel y el entorno; un bosque.
Me asusté, y me intenté incorporar, algo desorientada. Pero me di cuenta de que que alguien me abrazaba. Y que estaba pegada al cuerpo de alguien. Y que estaba desnuda; solamente me cubría el vestido blanco que había llevado anteriormente.

No me hizo falta nada más, para recordar lo que pasó la noche anterior. Se me encendieron las mejillas cuando giré la cabeza, para comprobar que era Jake el que estaba abrazándome por detrás. El corazón comenzó a latirme con fuerza, y sentí que me faltaba el aire. ¿Por qué me pasaba eso...?

Quité su brazo de encima de mí, y me tapé medianamente con el vestido, el cual me puse con extrema rapidez. Seguidamente, con el miedo en el cuerpo, me levanté. Le dirigí una última mirada, antes de creer que me daba algo.

Me temblaban las piernas, por el miedo que sentía. ¿Y si Jacob se hubiera aprovechado de mí, a pesar de haberlo negado...? Yo estaba dolida, y necesitaba su consuelo. Y le había dado lo que quería. ¿Y si al fin y al cabo, lo había hecho por diversión? No podría soportarlo. No podría soportar verlo con otras chicas, después de aquella noche, en la que mi corazón había admitido que le amaba con mi alma.

¿Por qué pensaba de pronto eso?

Eché a correr, con la mano sobre el pecho, notando los latidos de mi corazón.
Creí que llegaría al poblado, pero no pude avanzar mucho. Me apoyé contra el tronco de un árbol, mientras cerraba los ojos, dejando que las lágrimas humedecieran mis mejillas.

- Qué he hecho... -susurré.

¿Y si resulta que todo lo que me dijo era mentira? ¿Y si seguía siendo un cretino? ¿Y si.. se había aprovechado... de mi dolor? No me lo podía imaginar.
Apreté mis manos contra mi pecho, a punto de dejarme caer al suelo. Pero tenía que ser fuerte.

¿Qué me pasaba? ¿Por qué me estaba pasando eso?

Me tapé el rostro con las manos, para secarme las lágrimas, aunque me era imposible frenar el llanto.

Hasta que oí su voz.

- ¿Kathy?

No me quise girar, por miedo a parecer débil ante él. Me sobresalté al notar que Jacob rodeaba mi cintura con sus dos brazos.

- Es por lo de anoche, ¿verdad? -me susurró al oído.

Yo no tardé en asentir.

- Kathy, no me aproveché de ti. Jamás lo haría. Nunca, ¿me oyes? Y si así te sentiste, entonces... lo siento. Quizá fui demasiado rápido, pero... te puedo asegurar que me controlé lo máximo que pude.

Me giré con lentitud, para observar sus preciosos ojos verdes.

- De verdad que lo siento. Pero deberías saber que jamás lo habría hecho para divertirme simplemente; Kathy, te deseo, desde que el destino nos volvió a juntar. No sabes las ganas que tenía y tengo de besarte, y de abrazarte, de protegerte, de despertar cada mañana a tu lado, de amarte como te lo mereces. Y de... de... bueno, de lo que pasó anoche, para serte sincero, aunque es lo menos importante.

Me mordí el labio inferior.

- Green, ya no existe nadie más para mí. Sólo tengo ojos para ti. Sólo te deseo a ti. Y créeme, ahora mismo, por ejemplo, me estoy controlando, y mucho.

Esbocé una leve sonrisa, que poco a poco fue ensanchándose, hasta que no quedó rastro del miedo de antes, ni de ninguna lágrima.

- No te controles. -susurré, sonriendo, mientras creía que mi corazón iba a salírseme del pecho.

Entonces, con un brazo, me rodeó la cintura, y me pegó a él, para seguidamente, besarme con fuerza, pero con ternura.

- No me tientes de esa manera, Kathy. -susurró en mi oído.

Sus palabras me hicieron sentir un cosquilleo en el estómago, que se convirtió en un escalofrío que me recorrió de arriba abajo. Rodeé su cuello con los brazos, dejándome llevar, sintiendo la avidez con la que sus labios buscaban los míos.

Yo sonreí, mientras buscaba sus labios sin poder evitarlo.
Era como un imán. Un imán que me atraía con fuerza, que me atraía sin yo que pueda ofrecer resistencia. Él es la luna, yo soy la marea. Actúo bajo su influencia, estoy en su poder. Él es mío, yo soy suya. No podemos vivir separados, al menos desde mi punto de vista.

Se giró, y agarrándome de la cintura me apoyó contra el tronco del árbol, sin dejar de besarme.

- Debes... debes ponerme freno, Green... -jadeó, con los ojos cerrados, a escasos centímetros de mis labios.

Yo no quería ponerle freno. No ahora, que le tenía a mi alcance. No ahora que me sentía tan afortunada.

Se separó unos centímetros de mí, y observó mis labios, y mis ojos.

- Cuando estás cerca de mí, no puedo pensar con claridad. Eres tú la que debes pararme, porque yo no puedo.

- No creo que yo sea capaz de pararte. -susurré yo, mientras él me besaba.

- Pues os pararé yo. -dijo una voz de pronto.

Instantáneamente, Jacob se separó de mí, pero sin soltarme una mano.

- ¿Qué haces aquí, Elizabeth? -siseó Jake.

- Oh, perdona, ¿interrumpo algo?

Yo la miré con odio y rabia, pero me callé.

- Vaya, Jacob. Veo que me has dejado muy atrás, ¿eh?

Entonces Jacob se echó a reír.

- Tú nunca estuviste a mi lado, Elizabeth.

Ella puso los brazos en jarra, fulminándole con la mirada.

- ¿Y qué significaban todos esos besos? -esbozó una media sonrisa malvada.

- Mira, Elizabeth, no significaban absolutamente nada, al menos para mí. -sacudió la cabeza. -Eres pasado. Es más, nunca fuiste mi presente. Fuiste una después de muchas.

Elizabeth se mostró sorprendida, pero no dejó asomar ningún sentimiento derrota.

- ¿Y ella? ¿Ella no es una detrás de aún más? -escupió.

- No, Elizabeth. Ella es la primera y la última a la que amo de verdad.

Ella se quedó cortada, y yo sentí miles de mariposas revoloteando en mi estómago. Su voz y sus palabras me hacían temblar de la emoción.

- Debéis ir al poblado. -acabó diciendo, antes de darse la vuelta para marcharse, derrotada y humillada.

Cuando Jacob se giró para mirarme, con una amplia sonrisa, sentí que el corazón volvía a acelerárseme a pesar de que no me había tocado. Su simple mirada me hacía temblar.

- Me temo que debemos ir al poblado. -dijo, esbozando una media sonrisa.

Y al ver esa media sonrisa, esa media sonrisa que había llegado a gustarme con locura, la cual odié más tarde, hizo que sintiera un cosquilleo en el pecho, en el corazón.

Me quedé observándole, mientras él se daba la vuelta y se marchaba, sin ni siquiera mirarme. Yo sacudí la cabeza, y le seguí por detrás, pensando que era obvio que no iba a estar besándome por siempre, no iba a estar siempre conmigo. Es más, algo me decía, en lo más profundo de mi corazón, que después de lo de anoche, no tardaría en cansarse de mí. Quise desear que fueran rarezas mías.

Pero... ¿Por qué Jake iba a ser diferente a los demás? Por ahora, para mí, lo era.

Aparté esos pensamientos de mi mente, y antes de que quisiera darme cuenta, ya estábamos en el poblado. Gwendolyn se encontraba despidiéndose de un chamán cuando nos vio. Se acercó al trote a nosotros, y nos dijo:

- Sé que no soy la capitana, pero creo que deberíamos marchar ya. Diana, Dan y Elizabeth están de acuerdo. Necesitamos llegar a Inglaterra, e informar a la reina de lo ocurrido en esta isla.

Yo tardé en asentir, volviendo a la realidad; que estábamos ahí por encargo de la reina. Que Harry había muerto porque la reina quería un tesoro inexistente.

Suspiré, y sin mirar a Jake, me di la vuelta, para caminar hacia mi habitación asignada. Ahí, encontré a Liv, que me estaba colocando la ropa sobre las sábanas.

- Kate. -susurró. -Sé que ya marcháis. Por eso te he preparado tu ropa de siempre. La he lavado yo misma.

Sonreí con ternura. Esa chica jamás dejaría de sorprenderme. Se disponía a dejarme sola, cuando la pedí que se quedara conmigo.

- He estado con el chico guapo. -recordar ese apodo suyo me hace añorar los antiguos momentos. Cuando Harry aún seguía a mi lado.

- ¿En serio? -sonrió ella. -¿Cómo ha sido?

- Ayer. Por la noche. -contesté yo, bajando la mirada. -No era mi intención, yo ni iba ahí para hacer eso... Pretendía consolarle.

- Y le consolaste como él quería. -rió Liv, tapándose la boca.

La fulminé con la mirada, aunque no pude evitar reírme. Puse los ojos en blanco, y me dispuse a quitarme el vestido, para cambiarme de ropa. Liv se giró, por respeto, aunque a mí no me importaba. No tardé en estar vestida del todo, y cuando me puse las botas de cuero, que parecían nuevas, a pesar de los años, avisé a Liv.

- Oye, Kate... -me susurró, mientras salíamos. -Verás... Es que... No sé cómo decírtelo... Pero... Me gustaría ir contigo.

La miré, mientras una sonrisa asomaba de mis labios poco a poco.

- Es que nunca he salido de esta isla, todo lo que conozco me lo enseñó tu madre. Me gustaría ver Inglaterra. Me gustaría ver cosas diferentes, salir de esta rutina, de esta monotonía.

Yo asentí, y entonces la abracé con fuerza. Sabía que aquí, ya no la quedaba nada ni nadie. Sus padres habían muerto asesinados, creía recordar.

- Por supuesto que sí, Liv. Ni lo dudes.

***

Después de aquel momento, llegamos a donde se encontraban el resto de mis compañeros. Todos se llevaban muy bien con los aldeanos, así que se estaban despidiendo.
Por fin vi a Diana, después de tantas horas, que tenía el rostro demacrado, y un aspecto horrible. No tardé en correr hacia ella, y sin que dijera nada, la abracé con fuerza.

- Te quiero, Di. -susurré.

No la quise preguntar nada, porque sabía que eso la pondría peor, y prefería hablar con ella en mi barco, con tranquilidad y solas.
Ella enterró el rostro en mi pelo, y supuse que se había echado a llorar. No me creía capaz de aguantar su dolor. Muchísimo más hondo que el mío, más intenso. Más grande.

- Sssh... -susurré yo. Aunque sabía que las palabras, en estos casos, no servían para absolutamente nada.

Me entraron ganas de llorar, pero sabía que debía ser fuerte. Aunque abandonar aquella isla, dejando atrás para siempre el cuerpo de Harry, me iba a costar. A mí y a Diana.
Cuando estuvo más calmada, se secó las lágrimas, y con la mirada baja, se apartó de mí.

Observé a Liv, que estaba abrazando a un chico bastante guapo de su edad. Yo me despedí de varios aldeanos, los que más me sonaban, y cuando creí que estábamos todos listos, grité;

- ¡Tripulación! ¡Debemos partir ya!

***

Llevábamos cajas de víveres, suficiente para el trayecto de vuelta. Por un momento, me horrorizó pensar que teníamos que volver a atravesar la cueva que atravesamos cuando llegamos, pero uno de los chamanes me dio una gran sorpresa al decirme que mi barco estaba atracado cerca de la playa oeste. Con lo cual, sólo teníamos que atravesar un bosque, y ya llegaríamos.

Nos acompañaron hasta la playa, y cuando llegamos, observé mi nave, mi querido Greenwood Wells. Estaba algo dañado por el abordaje, pero a mí me parecía igual de maravilloso que la primera que lo vi. Recordé a Harry, recordé aquellos momentos felices, en los que él y yo corríamos en la cubierta del barco, con espadas de madera, jugando a piratas. Jugando a lo que un día queríamos llegar a ser.
Y ahora, él ya no estaba para continuar con esa aventura que iniciamos en un pasado, cuando éramos unos críos. Pero unos críos con la amistad más fuerte que jamás he visto.

¿Y dónde había quedado esa amistad? En verdad, ya no existía, no realmente. Pero yo no lo quería ver así. Quería que esa amistad fuera inalterable, que permaneciera así de fuerte hasta que yo abandonara este mundo.

Pero los gritos femeninos de alguien me sacaron de mis densos pensamientos.
Me giré, sobresaltada, y vi que Dan agarraba por el estómago a Diana, que lloraba y gritaba el nombre de "Harry", mientras intentaba correr hacia el bosque.

- ¡¡Harry!! -sollozó. -¡¡Harry!!

Me quedé petrificada, clavada en la arena, observando a la rota Diana. Observando a una Diana vacía, una Diana que desde la muerte de Harry, estaba totalmente herida y demacrada.
Oír su llanto me hizo temblar de auténtico dolor, y por un momento deseé tirarme en la arena de aquella isla, y llorar por Harry, y por lo que había perdido y dejado atrás en esa maldita cueva.
Las lágrimas humedecieron mis ojos, aunque contuve el llanto. Debía ser fuerte, por Diana. Porque verme llorar a mí, no la ayudaría en nada.

Me mordí la lengua hasta que noté el sabor metálico de la sangre. Pero me dio igual. Ahora sólo corría, corría para abrazar a Diana y calmarla, por muy doloroso que me fuera.

- Di, no llores... No llores, por favor... Cálmate... -musité, con un hilo de voz.

- Mi Harry... No puedo irme... No sabiendo que le he abandonado aquí... Quiero que vuelva, quiero que siga a mi lado... Le echo de menos, Kat, no puedo vivir sin él... ¡¡No puedo!!

Me tembló el labio inferior, por el llanto que estaba conteniendo a duras penas.

- Tranquila, Di, lo superarmos. Juntas. Como hemos hecho siempre... No olvides que yo estoy a tu lado... -hice una pausa, dudando en si decir lo siguiente... -Y Harry también.

Pronunciar su nombre me rompió aún más por dentro. Jamás pensé que pronunciar un simple nombre, de la persona que ya no estaba en este mundo, fuera tan difícil. Pero lo era.

- Le quiero, Kat... Le quiero demasiado... No puedo vivir sin él a mi lado, Kat, no puedo...

- Yo también, Di, yo también... Pero lo conseguirás. Encontrarás a otra persona...

- Yo no quiero encontrar a otra persona, Kathy, le quiero sólo a él...

Cerré los ojos, apretando más a Diana contra mí, para intentar ahogar su llanto, que me afectaba a mí.

- Sssh, Di... Él no te ha abandonado...

Pero en el fondo, sabíamos que era verdad. Que Harry se había marchado, que estaba muy lejos de nosotras. Y que jamás volvería.

- Vamos, ven conmigo... -musité.

Me temblaban las piernas, al igual que el labio, al igual que mi voz. Temblaba entera por el dolor, pero debía ser fuerte por Diana, porque alguna de las dos tenía que ayudar a la otra a seguir adelante, y estaba claro que esa se trataba de mí.

La pasé un brazo por los hombros, y la conduje por la arena, hasta las escaleras plegables de mi embarcación. Una vez en la cubierta, mientras ella se convulsionaba por el llanto, la guié hasta las escaleras de la bodega.
Antes de bajar del todo, Diana lanzó una mirada llena de nostalgia hacia la isla, una última mirada hacia donde se hallaba el cuerpo de su amado.
La acomodé en una hamaca de la bodega, y la acaricié la frente.

- Duerme. -susurré.

- No puedo... -musitó ella.

- Claro que puedes, Di. Sueña... sueña con él.

Me arrepentí de mis últimas palabras, y lo vi en sus ojos, cuando me miró, cuando vi ese brillo que indicaba que se iba a echar a llorar.

- Descansa.

Deposité un beso en su pelo negro, como el ala de un cuervo, y subí a la cubierta del barco, dejando atrás los leves gimoteos de dolor de Diana.
Me sequé la lágrima que había caído de uno de mis ojos, esa lágrima que no pude contener. Volví a bajar a la playa, y ahí, nos despedimos de los aldeanos, que se perdieron entre el bosque.

Yo me quedé abajo, frente al bosque, de espaldas a mi barco, observando fijamente aquella isla. Aquella isla que dejaba atrás, aquella isla que se había llevado parte de mi dañado corazón, junto a mi mejor amigo.

"Harry, siempre juntos. ¿Me lo prometes?"

Sacudí la cabeza con tristeza, bajando la vista hacia la arena blanca de la playa. Me quedé un rato así, recordando a Harry, dedicándole unas palabras en silencio.

- Ya no estás aquí, pero, ¿sigues junto a mí, aunque yo no pueda verte? -susurré. -No quiero irme. No quiero alejarme de aquí, del lugar donde teje perdido. Porque siento que es mi culpa, que debí salvarte. Y que debo pagar por ello.

Me mordí el labio inferior com fuerza, a punto de echarme a llorar.

- Te echo de menos, Harry. Te quiero con lo que queda vivo, pero dañado, de mi corazón. Y siempre serás así. Hasta el final. -musité, aunque la voz se me quebró al final de la frase.

El viento ondeó mi largo cabello, tapándome la cara, limpiando las lágrimas que habían conseguido salir al exterior.
Cuando creí que tenía fuerza suficiente para aplacar el llanto, me di la vuelta, y me fijé en que sólo quedaban en tierra Jacob y Elizabeth.
Caminé hacia ellos, con la mirada posada en el suelo, sin ganas de dejar atrás ni siquiera aquellos granos de arena, porque algo me decía que debía volver; que debía dar media vuelta, correr al poblado, meterme en la cueva, y llegar a esa cavidad donde había muerto Harry. Algo me instaba a seguirle a él, a seguir a Harry y abandonar este mundo, a pera de todo, como castigo.

- ¿Acaso se lo has dicho, Jacob? -siseó Elizabeth. -¿Acaso le has dicho la verdad?

Intrigada, con gran curiosidad, alcé la vista, para mirar a Elizabeth. Pero la curiosidad mató al gato.

- ¿Qué debes decirme...? -dije, posando la mirada sobre Jacob.

- Que estoy embarazada. -soltó ella. -De él. De tu apuesto príncipe.

Me quedé helada. Eso había sido un golpe bajo.

- ¿Q... qué...? -musité, mientras me ardían los ojos.

- Ah, ¿que no te lo había dicho aún? Lo que me temía.

Elizabeth se cruzó de brazos, mientras yo me derrumbaba emocionalmente.

- ¿Es... eso... verdad?

Jacob me miró con preocupación, boqueando sin saber qué decir.

- Dios, Kathy, qué boba eres. Yo soy la madre, y te lo puedo asegurar. No hay duda; estoy embarazada... Y sí, Jacob no es como tú piensas. Asúmelo. Te ha utilizado. Como a mí, y como a muchas otras.

Las lágrimas amenazaban con salir, pero la tristeza y la ira estaban compensadas, por lo que hice lo primero que se me pasó por la cabeza.
Alcé mi mano, y automáticamente, le pegué una bofetada en la mejilla.
Y después, corrí hacia la orilla, para subir a mi barco, con enromes lagrimones rodando por mis mejillas.

Lo que me faltaba.

Me encontré con Dan, y con una sola mirada, él ya supo que le tocaba dirigir el barco.

- ¡Kathy! -gritaba Jake.

Pero era tarde, yo ya me encerraba en mi cuarto-escritorio. Me apoyé contra la puerta, mordiéndome el labio inferior, completamente rota.

- Por qué... -susurré. -Cómo he sido tan tonta...

Jacob no era especial, ni diferente. Era como todos.
Había sido un simple juguete aquella noche. Simple diversión para él.
Pero desgraciadamente, para mí había significado mucho; había confirmado que le amaba con toda mi alma.


7 comentarios:

  1. Liv y su ladom pornoso.. e.e ME HA ENCANTADO,PERO QUE PERFECTAMENTE ESCRIBES,incluso cuando te CREES que lo has hecho mal,va y te sale genial :') QUE FURCIA FULANA ELIZABETH.LA ODIO.QUITA BISHO.
    Te quiero cielo,PRONTO PRONTO EL SIGUIENTE!

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    1. JAJAJAJAJAJAJAJJAJJAJAJ OLE LIV. Ya sabes, que lo acabo de cambiar... Porque no sé, había algo que no me convencía del todo... LA ODIO YO TAMBIÉN JAJAJAJAJA.
      Un besazo cielo ^^

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  2. EScribes perfectamente, mujer! No sé como lo haces tia! Si no es molestía podrías pasarte por mi blog? tu tranqui yo te seguire comentado!

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    1. Awwww, muchísimas gracias *_* Justo justo, acabo de editar el capítulo, lo acabo de reescribir xD Porque había algo que no me convencía.. mm...
      Por supuesto *_* Y estoy en ello, pero prefiero comentarte en el último ^^
      Un besooo!!

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  3. Genial April!!
    EM-BA-RA-ZA-DA??!!?!?!?!?!?!!??! Maldita Elizabeth!! La madre la la PARIÓ!!
    Podre Dianaaaa...
    Espero el siguiente, que lo sepas!
    Eres la mejor, eres maravillosa y una GRANDÍSIMA ESCRITORA!!
    Muchos besoss de tu seguidora FOREVER ;)

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    1. Crisktiii! ^^ Sí, todos la odiamos con nuestra alma xD
      Calla, que me emociono :') Sobretodo si esos adjetivos te describen a ti también... Vamos, que recibir críticas de tu parte me emociona muchísimo :)
      Un besazo enorme Criisktii! ^^

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    2. Yo solo digo verdades verdadosas (palabras textuales de mi hermano)
      Sigo esperando el siguiente!
      Que pasess un puente genial!!
      Besoss

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