Diario del Mar

"Me llamo Katherine Greenwood Wells, tengo dieciocho años. Nací en una cuna hecha de olas, mecida por el vaivén del maravilloso océano. El mar corre por mis venas. Mi madre se llamaba Anne Wells, y falleció cuando yo había cumplido seis años. Mi padre, Alfonso Greenwood, me enseñó todo lo que sé sobre el mar, pero por desgracia, desapareció hace dos años, sin dejar rastro. Y desde entonces, no he dejado de buscarle."




Seguidores

domingo, 30 de septiembre de 2012

DDM: Capítulo 38

Hola a todos! ^^
Bueno, primero, daros las gracias por los que habéis leído esta historia hasta aquí, de verdad, sois un gran apoyo, y gracias a vosotros, sigo escribiendo Diario del Mar. Un beso para todos vosotros :)

Segundo; Una amiga, la escritora de Primer Vasallaje de los 25, ha creado otros blog, cuya idea me apasiona, en serio. Se llama Bethkatil. Os recomiendo leer este blog, de verdad. :)

Tercero; bueno, creo que debo avisaros de que... bueno, tampoco queda mucho para acabar este blog. Unos cuántos capítulos, que intentaré hacer lo más largos y entretenidos posibles, porque me da pena acabar esta historia... Y bueno, tenía pensado hacer otro blog, pero no de historias, simplemente hablando de sentimientos. Aunque es una vaga idea, algo que tengo en mente y que probablemente no haga jajajaj

Bueno, no os entretengo más, y os dejo con el capítulo :)





Por un momento creí que mi corazón se había parado. Creí que moría. No oía nada, tan sólo sonidos lejanos y distorsionados. ¿Estaba soñando? ¿Es esto real? ¿O es que morí nada más llegar a la isla, y esto es lo que me gustaría que hubiera pasado? Miles de preguntas, miles de sentimientos indescifrables. ¿Qué pasará? O mejor, ¿qué me pasa?

Cero respuestas, nada que me ayudase a entender lo que ocurría.

Pero había algo claro, y era que aquel esqueleto, era el cuerpo de mi padre.

Mis ojos ardían, al igual que mi garganta, a punto de echarme a llorar como nunca lo había hecho antes.  Los recuerdos atravesaban mi mente como lanzas puntiagudas, y no podía pararlos.



"- La niña más guapa del mundo tiene nombre y apellidos; Katherine Greenwood Wells. Como su madre."



"Mi padre me da la mano, y su contacto, cálido como siempre, me hace sentir mejor.  

- Tengo una sorpresa para ti. Ven, acompáñame. 

Yo sonrío, con los ojos iluminados, mirándole. No pierdo tiempo, y echo a correr tras de él, guiado por sus movimientos. Corremos entre la gente, sin importarnos sus comentarios desagradables. 

- Ya casi estamos, Kat. 

Yo asiento, y sigo corriendo detrás de mi padre, hasta que llegamos al puerto. Da un salto, y cae sobre el muelle donde tiene su barco atracado. El imponente e increíble Greenwood. 

- ¿Qué es? -susurro, curiosa. 

- La Princesa de los Mares no puede navegar en un simple bote, ¿no?

Yo reí, y negué con la cabeza, más impaciente que nunca.

- Bien, pues creo que...

- ¿Me vas a regalar un barco? -le interrumpo, gritando.

Le miro con los ojos muy abiertos, y él se ríe, sacudiendo la cabeza. 

- No, pequeña...

Me desilusiona tan rápido como me ilusioné. 

- Es algo mejor que eso. 

Entonces alzo la vista hacia él, con los ojos brillantes, y entonces él dice.

- Katherine, el Greenwood es tuyo. 

Entonces todo a mi alrededor se para. ¿Cómo reaccionar? No sabía. ¡El Greenwood era mío!
Pego un salto de alegría, y me abalanzo sobre mi padre, abrazándole con fuerza:

- Papá, ¡eres increíble!

Oigo su suave risa, mientras me envuelve con sus brazos. Yo cierro los ojos, aspirando el olor salino del mar. Abro ligeramente los ojos, mirando hacia el horizonte, aún abrazada a mi padre, y veo el color. Ese color tan importante para mí. Ese naranja llamado el color del anochecer. 
Una lágrima rueda por mi mejilla, mientras recuerdo el hermoso rostro de mi madre, muerta hace unos años. 

- Papá. 

- Dime. 

- Ya sé cómo se va a llamar. El barco. 

Noto que asiente, y entre sus brazos, con voz muy baja, susurro:

- Greenwood Wells. Por mamá. 

Yo ya tengo dieciséis años, y ya puedo decir que soy, oficialmente la Princesa de los Mares."


Una lágrima rodaba por mi mejilla, mientras yo estaba a cuatro patas sobre el suelo, sin fuerzas, sin nada donde agarrarme para no derrumbarme del todo.
Noté una mano sobre mis hombros, voces que gritaban mi nombre. Pero yo no respondía, porque no sabía cómo.

- ¡Katherine! ¡Katherine, por favor, responde!

Pero yo no iba a responder.
No por ahora.


Mi querido padre. Mi único apoyo en la vida desde que nací, el que me lo dio todo, el que me cuidó lo mejor que pudo. El que me hizo ser quien era.
Él.
Que ya no está. Ha abandonado este mundo, y parecía que hace bastante tiempo.

Mi mundo se derrumbó más aún de lo que estaba, y yo sólo supe llorar. Tanto tiempo, dos años, con la esperanza de que mi padre siguiera vivo. Con la esperanza de encontrarle, cuando la realidad era que estaba en una cueva, en una isla perdida, muerto. Sin vida.

Y por el frío que sentí de pronto, me puse a temblar.

No podía ser. Nada era real. Eso no podía estar ocurriendo. Mi padre... mi padre no... él no había podido morir... No allí.

Una mano sobre mi espalda, y una voz que me llamaba, que no pude situar.
Hasta que sus palabras fueron claras para mí.

- Ven aquí, Kat.

Incapaz de articular una palabra, incapaz de hacer algo, incapaz de sollozar, me di la vuelta con extrema lentitud, y con la mirada vacía, acudí a los brazos que pretendían abrazarme.

Me picaba la nariz, tal vez por las lágrimas, y apoyé la barbilla en el hombro de Harry.

- Tranquila, Kat, no pasa nada.

Oí sus palabras, pero no atendía a lo que me decían. Ni a los que me miraban con pena por detrás. Ya no podía pensar en nada claro.

Temblando, abracé el cuerpo de Harry, pero sin la misma fuerza que él a mí. Su contacto me sirvió de algo, por mínimo que fuera.

- No llores, Kathy, no pasa nada...

Y sin poder frenarlas, las lágrimas brotaron de mis ojos. Lloré en silencio, sin decir palabra, sin hace ni un solo ruido. Simplemente, me limitaba a parpadear, sobre el hombro de Harry, en estado de shock, mientras las lágrimas rodaban por mis mejillas.

- Por favor, no llores... -volvió a susurrar él, abrazándome con fuerza. -Todo está bien, no pasa nada Kat...

Pero ya era muy tarde para esas palabras, porque yo era consciente de que no todo iba bien. Nada iba bien en mi vida, básicamente.

***

Harry colocó sus manos sobre mis mejillas, húmedas por las lágrimas.

- Mírame, Kathy, mírame.

Tardé en reaccionar, en hacer lo que me pedía, hasta que desvié los ojos hacia su rostro preocupado. Tenía la mirada vacía, perdida en la nada.

- Escúchame, Kathy. Reacciona, no puedes quedarte así.

Mi labio inferior tembló ligeramente, mientras escuchaba lo que decía Harry.

- No llores más, ¿me oyes? Eres una chica fuerte, eres la Princesa de los Mares. No debes derrumbarte.

Nos quedamos en silencio, y entonces, me atrevía a hablar.

- No puedo. -musité, incapaz de decir más.

- Kathy, estamos contigo. Tú eres fuerte, esto no te puede hundir. No ahora. Ya casi estamos, y lo podemos conseguir. Podremos salir. Lo haremos, pero debes ser fuerte, ¿me oyes? Debes ser fuerte.

Y otra vez tardé en reaccionar.
Asentí con extrema lentitud.

- Kathy, estamos juntos en esto, desde siempre.

Asentí, esta vez más rápido, y Harry me abrazó con fuerza.

- No podemos quedarnos aquí, Kathy, debemos avanzar. -susurró, minutos después, aún abrazados.

Aunque me costase hacerlo, asentí.
Sabía que debíamos avanzar, pero yo no quería dejar atrás a mi padre. No quería, no ahora que le había encontrado.
Pero llevarle conmigo, no iba a servir de nada. ¿Y después? ¿Qué haría después? No serviría de nada.

Harry se separó de mí con lentitud, y me acarició el pelo.

- Venga. Dormiremos más tarde, en otro sitio.

- Sí, por favor, aquí no. -musité con un hilo de voz.

Recogieron las provisiones, y mientras tanto, yo me acerqué al esqueleto, con miedo y dolor.
Me arrodillé ante él, y una lágrima rodó por mi mejilla.

- Papá... -susurré. -Lo siento.

Otra lágrima.

- Lo siento tanto... No he llegado a tiempo, debí de haberte buscado en cuanto desapareciste, debí haberlo sabido...

Enterré el rostro entre mis manos, y dije acto seguido:

- Debiste haberme avisado...

Volví a mirar a las cavidades del cráneo, lo que antes eran los ojos de mi padre, y susurré:

- Te quiero mucho, papá Oso.

Bajé la mirada, mordiéndome el labio inferior, y me sequé las lágrimas con la palma de la mano. Seguidamente, agarré la daga que había pertenecido a mi padre, y me la guardé en el cinto. Al menos, estaría, de alguna manera, siempre conmigo.

***

Me costó dejar atrás el esqueleto de mi padre, los restos de lo que había sido mi gran apoyo en la vida, pero fui capaz de hacerlo con ayuda de Diana y de Harry.
No me sentía con demasiada fuerza, pero sabía que debía ayudar a Harry a cargar con Jacob, que estaba medio inconsciente. Y a eso me refiero a que decía palabras ininteligibles, y parecía estar moribundo.

Elizabeth estaba pálida, pero cargaba con una de las cajas medio vacías de nuestra comida. Diana caminaba con dificultad, mareada por el embarazo. Emily estaba pálida, y no podía dejar de toser. Dan gemía por sus heridas, y Gwendolyn parecía estar la que mejor.

Harry me estuvo tranquilizando durante el trayecto, me estuvo contando cosas, anécdotas que yo ya conocía, pero que seguían haciéndome gracia. Gracias a él, alejarme de los restos de mi padre se me hizo más llevadero, aunque el dolor seguía ahí.

Jacob se resbalaba infinidad de veces, haciéndonos perder el equilibrio, aunque éramos rápidos, e impedíamos nuestra caída y la suya.
Seguía murmurando palabras que nadie entendía, y sudaba. Tenía la frente ardiendo, por culpa de la fiebre, y la "venda" improvisada que le habíamos hecho, estaba cubierta de sangre.

- Saldrá de esta. -me dijo Harry, cuando me pilló mirándole fijamente.

Yo asentí, teniendo mis dudas, pero quise creer en sus palabras. Yo deseaba que se recuperara, que no sufriera más.

Casi media hora después, fue Elizabeth la que recomendó que parásemos.

- Creo... que deberíamos dormir ya...

Harry asintió, y entre él y yo, tumbamos a Jacob sobre el frío suelo, ya que creíamos que ese frío le vendría bien para la fiebre.

Emily se acomodó contra la pared, pálida y sin dejar de toser fuertemente. ¿Se habría acatarrado?

Dan se tumbó en el suelo, cerca de Emily y de Elizabeth, que no tardó en dormirse.

Harry se acomodó cerca de Jacob, por si necesitaba algo, y yo, en cambio, me alejé de todos ellos.
Sabía que no iba a poder dormirme, así que me senté sobre la roca, y apoyé la espalda en la pared.
Miré hacia la luz que arrojaba el fuego de la antorcha, e intuí que tardaría poco en apagarse del todo, desgraciadamente.

Suspiré largamente, y pensé en mi padre, en todo lo que vivimos juntos. Y en que ya no estaba a mi lado.
Cerré los ojos, abatida, y enterré mi rostro entre las rodillas.

Desde siempre le había querido, y desde que desapareció, le busqué por todos los lados, sin éxito alguno. ¿Quién hubiera imaginado que había muerto en esta isla? Nadie.

Haberle encontrado, había supuesto un duro golpe para mí. Ya no había esperanzas de encontrarle vivo. Porque ya era demasiado tarde. Fue demasiado tarde, quizá hace un año y medio.
El caso es que ya no podía hacer nada más que lamentarme, llorar, seguir adelante, y salir de aquí.

Me froté las manos, intentando así ganar algo de calor, ya que hacía mucho frío, y apenas notaba mis extremidades.

Después dejé caer la cabeza sobre la pared, con los ojos cerrados, y sin pensar en nada.
Seguí frotando mis manos con rapidez, o con toda la que fui capaz, pero no servía de mucho.

- ¿Qué, tienes frío? -su susurro me sobresaltó.

Abrí de pronto los ojos, y le miré, con la poca luz que había.

- Sí. -respondí solamente.

Él sonrió levemente, y me pasó un brazo por los hombros, en un medio abrazo. Me acurruqué contra él, y cerré los ojos.

- Gracias.

- ¿Por esto? Ya ves. -contestó.

- Por todo. -dije finalmente. -Por estar a mi lado siempre.

Él sonrió.

- Lo intento.

- Lo consigues. -le corregí.

Nos quedamos en silencio, nadie dijo nada.

- Oye, Kathy. -dijo él.

Abrí los ojos, algo desorientada, y contesté.

- ¿Sí?

Me mordí el labio inferior, para intentar eliminar el dolor de mi cuerpo, aunque me fue casi imposible.

- ¿Qué sientes por Jacob?

Esa pregunta me paralizó. No supe que contestar, así que me limité a boquear levemente, sin poder murmurar nada.
Sus palabras fueron las que expulsaron temporalmente a mi padre de mi cabeza.

- ¿A... a qué te refieres? -conseguí preguntar.

- La pregunta es fácil, Kathy.

Sacudí la cabeza, y me incorporé, alejándome de Harry y su calor. Me retorcí las manos, pensando en qué responder.

- No lo sé. -musité.

Él suspiró.

- Venga, he visto cómo le miras. ¿Por qué no lo admites? ¿Es posible que aún sigas enamorada?

Abrí la boca para replicar, pero enseguida me callé, sin argumento alguno. Me quedé en blanco, aunque mi cerebro trabajaba a toda prisa para pensar en algo.

Aunque era verdad que le seguía queriendo, una parte de mí no quería admitirlo, y menos en público. Yo siempre había sido la chica que detestaba el amor, que lo rechazaba siempre. No podía admitir que ahora estaba enamorada del que me hizo odiar el amor.

- No. -dije, secamente.

Me sorprendí del tono de mi voz.

- Kat, deja a un lado tu orgullo. No tienes que ser eternamente la chica fría que todos conocen. Ambos sabemos que tienes tus sentimientos, las cosas te duelen, te molestan, o te hacen feliz. Ese muro de frialdad no aguantará mucho, créeme. Muéstrate como eres, no hay por qué ocultarse más tras esa máscara de piedra.

Otra vez me dejó sin habla. No supe que responder, ni qué pensar. Tal vez Harry tuviera razón, pero aún así, me parecía algo muy imposible de conseguir.

- Mira, Kathy. -susurró. -Eres una de esas personas que creen que el amor es odioso. Que es malo para el humano. Que es un sentimiento que hay que arrancar de raíz. Que el amor es soledad, que es dolor y tristeza, que sólo hace daño.

Me mordí el labio inferior. Mientras tanto, mi mente se sentía identificada con esas palabras. Así pensaba yo, y me parecía muy difícil cambiar de opinión.

- Pero no es así, Kathy. -hizo una pausa, en la que cogió aire. -El amor no es solo eso.

Se quedó en silencio, antes de continuar.
Mi mente procesaba sus palabras con lentitud y dificultad.

- El amor es lo único que puede hacerte sentir maravilloso otra vez.

Esa frase quedó suspendida en mi mente, rebotando en cerebro. "El amor es lo único que puede hacerte sentir maravilloso otra vez". Algo en mi interior se movió. No sabría cómo explicarlo, pero así fue. Algo hico "click". No sé. Mi corazón se aceleró, y asentí levemente.

En el fondo, eso ya lo sabía. Estaba enamorada de Jacob, y me sentía el ser más feliz del mundo. Me sentía yo misma, me sentía... maravillosa. Me sentía como la primera vez que vi a Jacob. Sentía que a su lado, todo era perfecto. Un sentimiento indescriptible, que mi corazón ansiaba por aceptar del todo.

- Dime, Kathy. ¿Te hace sentir eso Jacob? Dime la verdad. -susurró.

Me mordí el labio inferior, y no me atreví a hablar.

- Kathy, no me voy a enfadar, ni nada por el estilo. Eres como una hermana para mí, te quiero de una forma diferente. ¿Entiendes? Sólo quiero que aceptes lo que sientes, y que te des cuenta de lo que increíble que puede llegar a ser el amor.

Tragué saliva, y le miré. En sus ojos vi ternura y cariño. Yo sabía que Harry me consideraba como una hermana, y yo a él como tal. Nada más. No le haría daño. Ni a él, ni a mí.

Y entonces, sacando fuerzas de no sé dónde, asentí. Primero con miedo, con timidez. Pero luego acabé haciéndolo con seguridad.

- Sí, Harry. -susurré. - Le quiero.

Él esbozó una amplia sonrisa, y murmuró "Lo sabía".
Es seguridad en mí misma me hizo sentirme bien, por lo que sonreí. Nos quedamos en silencio, mientras yo saboreaba esa experiencia. Era el primer paso. Había admitido lo que sentía, mi corazón ya aceptaba que estaba realmente enamorada de Jacob.

- Kathy. -suspiró él. -Imagínate que este es el último momento que tendremos a solas. El último momento que podríamos llamar íntimo.

- No lo va a ser.

- Tú imagínatelo.

Asentí, alzando una ceja, y extrañada por lo que me pedía.

- No puedo imaginarme eso, Harry. -susurré.

Él suspiró, sonriendo, y sacudió la cabeza.

- ¿Harías lo que te pidiera? -dijo.

Y me extrañó, porque noté algo de tristeza en sus palabras.

- Por supuesto, Harry. Cualquier cosa.

- Cuando salgamos de aquí, cuéntale la verdad a Jacob. Sé fuerte, y atrévete.

Tardé en asentir.

- No es el último momento que vamos a tener, Harry.

- Lo sé, pero de todas maneras, prométemelo.

- Te lo prometo. -susurré.

Y después de eso, nos abrazamos, para darnos calor, hasta que nos dormimos.

***

Cuando despertamos, me vi sola. Harry se encontraba tumbado al lado de Diana, así que supuse que había dormido junto a ella.

Cuando estuvimos preparados, no perdimos tiempo en ponernos en marcha.
Jacob parecía estar mucho mejor, ya no tenía fiebre, y parecía consciente del todo. Emily, en cambio...
En silencio, nos despedimos de su cuerpo vacío, y nos marchamos dejándola atrás, con tristeza.
No había sobrevivido, aunque yo ya lo tenía claro.
Dan y Elizabeth estaban igual que ayer, así que no nos preocupamos.

Cargamos con lo que nos quedaba de comida, y con Jacob, que ya podía medio caminar, y nos pusimos en marcha.

El tiempo se pasó bastante rápido, y de vez en cuando yo miraba a Harry, pero él no me correspondía a la mirada. Le notaba algo diferente. ¿Triste? ¿Cansado? No sabría decir qué.

La antorcha ya no nos servía, y caminábamos a oscuras. No era muy difícil, ya que las rocas eran menos pronunciadas, y tampoco había oscuridad total.

Todo era normal, hasta que vimos una leve luz al fondo del camino.

- ¿Qué es eso? -susurró Gwendolyn, girándose hacia nosotros.

Harry no respondió, simplemente echó a caminar, con lo que nos obligó a mí y a Jacob a ir más deprisa.
Los demás nos siguieron, algo sorprendidos por aquella luz, y por la actitud de Harry.

- ¿De qué se trata? -preguntó Jacob con un hilo de voz, mirándome.

Me encogí de hombros.

- No lo sé. -le contesté.

La luz se iba haciendo más brillante, y por un momento, tuve la esperanza de que fuera la salida. Pero... Aún faltaba el supuesto tesoro, ¿no? O algo, algo que encontrar o que hacer ahí dentro.

Poco a poco, todo se hizo más claro y nítido para nosotros. Pronto, nos encontramos ante dos grandes antorchas, con un luminoso fuego rojo y naranja, enmarcando una gran puerta redonda.

- Hemos llegado. -dijo Harry, tristemente.

Y me pregunté que por qué parecía triste.

- ¿Aquí está el tesoro? -preguntó Elizabeth.

Harry la miró, y volví a mirar hacia la puerta.

- No exactamente... -susurró.

Gwendolyn miró a todos, y tragó saliva. Parecía igual que Harry.

- Ya hemos llegado... -repitió Harry.

6 comentarios:

  1. Primero: AMAMOS TU HISTORIA
    Segundo: Eres boba,te dije que NO NO NO NO.... -.-
    Tercero:VAS A HACER EL OTRO BLOG,Y ESTE NO ACABARÁ JAMÁS JAMÁS.
    ME HA ENCANTADO EL CAPÍTULO,YA LO SABES :') :') Voy a llorar...Y presiento que en el próximo también....Snif snif.....

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Oins, que lloro :') Me alegro de que te haya gustado ^^ Ojalá no acabase jamás... Me da pena acabar la historia, pero debe ser así, me guste o no. Intentaré si eso hacer continuación, o yo que sé... jjajaja
      Lloraré hasta yo. <3

      Eliminar
  2. ¿Y nos dejas así? :)
    Desde luego April...
    Me encantaa!!
    Que Kathy intente parecer siempre fría y que no le afecte nada... Está genial!
    Como siempre, espero el siguiente!
    Besoss

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Chii ^^
      Me alegro de que te haya gustado, Criskti, de verdad! :D
      En breve el siguiente, aunque no sé cuando, ya que voy a intentar hacerlo lo mejor que pueda, porque será uno de mis favoritos de escribir :)
      Besosss!!

      Eliminar
  3. Te prometo que me encantaaaaaaaa!! No sabía que habías publicado, he estado liado, sorry !! Ahora me voy a leer el siguiente! Pero, que ya te digo que tu forma de escribir es..... puf super buena! Tienes mucho talento April :) Gracias por cada comentario que escribes en mi blog porque me alegras el día! Espero que no te defraude nunca un capítulo de como el atardecer en primavera :))

    Un beso :D

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Nada por favor! Me alegro que hayas utilizado parte de tu tiempo para leerme, en serio, lo aprecio mucho :) Me hace feliz, de verdad, que mis historias sean leídas :')
      ¿Que tengo mucho talento? No, no, tu! Yo te agradezco tus comentarios, me alegras también el día... Ya te echaba de menos!
      Jamás podrás defraudarme, ni aunque lo hagas aposta!
      Un besazo!

      Eliminar