Diario del Mar

"Me llamo Katherine Greenwood Wells, tengo dieciocho años. Nací en una cuna hecha de olas, mecida por el vaivén del maravilloso océano. El mar corre por mis venas. Mi madre se llamaba Anne Wells, y falleció cuando yo había cumplido seis años. Mi padre, Alfonso Greenwood, me enseñó todo lo que sé sobre el mar, pero por desgracia, desapareció hace dos años, sin dejar rastro. Y desde entonces, no he dejado de buscarle."




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viernes, 22 de junio de 2012

DDM: Capítulo 27

Sé que he tardado mucho, y lo siento :) Pero no he tenido tiempo entre exámenes, fin de curso y cosas así. Pero aquí esta el 27 :) Espero que os guste!



Harry se quedó boquiabierto, observando a Diana, que estaba pálida y temblando.

- ¿En serio? -susurró Harry.

El hombre asintió a su pregunta, y miró a Diana. Yo no podía creérmelo, y me sentía traicionada. Mientras mis sentimientos habían estado disparados por uno y por otro, Harry había dejado embarazada a Diana. Y ni siquiera lo sabían.
Harry corrió hacia Diana y la abrazó con fuerza. Ella le devolvió el abrazo, pero bastante más débil.

- Estoy muy cansada... -musitó ella.

Me quedé en la entrada, paralizada, y noté que Gwendolyn me daba la mano.
Nada era lo que parecía, nada. Y me acababa de dar cuenta, del todo, de que Harry no era mi estrella. En el fondo me alegraba por ellos, iban a ser padres. Pero yo no me había enterado, ni siquiera de su amor, y me sentía totalmente traicionada y humillada. Había caído presa del amor con Harry, pero era un amor no correspondido. Y hasta ahí llegaba. Pero no me imaginaba que mientras yo estaba hecha un lío, más que confundida, ellos habían estado haciendo sus cosas.

- Me alegro por vosotros. -conseguí decir, bastante bajo.

Harry y Diana me sonrieron débilmente y yo fingí ser feliz.
Notaba el enfado, la traición y la humillación en mi corazón. No sabía cómo actuar. ¿Bien, o mal? ¿Haciéndoles ver mi enfado, o haciéndoles creer que estaba feliz y alegre por ellos? No lo sabía, porque ya no sabía nada. Estaba hecha un auténtico lío de sentimientos que ni yo hubiera imaginado que existían. No sé describir como me sentía, y qué sentía exactamente, pero sabía que no era bueno para mí.

Y allí estaba yo, fingiendo una sonrisa, fingiendo que todo aquello me alegraba profundamente, fingiendo algo que no era. Como solía hacer. Siempre había fingido, tal vez por miedo a mostrar cómo era, o simplemente para que la gente creyera que yo era fuerte. Pero en el fondo, todo me afectaba.

Gwendolyn seguía aferrando mi mano, y me miraba algo preocupada.

- ¿Estás bien? -preguntó.

- Lo que estoy es harta de fingir. -susurré, mirándola.

Gwendolyn alzó una ceja, algo confusa por mis palabras.

- Me alegro por ellos, sí, pero no puedo fingir algo que no siento.

Me di la vuelta, y salí de la cabaña, sin ganas de caminar. Ya no tenía ganas de hacer absolutamente nada. Porque todo me salía mal, todo me hacía daño. Por eso fingía.

Respiré la suave brisa del día veraniego, y me apoyé en la madera de la cabaña, por fuera. Cerré los ojos con fuerza, pensando, intentando recoger los pedazos de mi corazón.

Mi Harry, el que había creído que era mi Harry, mientras yo me hundía en la miseria, había dejado embarazada a mi mejor amiga.
Creí que el rechazo fue la peor parte, pero no, me equivocaba. Ésta es la peor parte.

No sé cuánto tiempo estuve ahí, ya que eso era lo que menos me importaba en ese momento. Pero sí sé que el ruido de la puerta abriéndose me sacó de mis pensamientos. Oí sus pasos, y supe enseguida quién era. Pero no me gire, simplemente observé lo que tenía en frente.
Noté cómo se apoyaba a mi lado, en la pared de la cabaña, como si nada. Como si nada hubiera ocurrido.
También noté que se había girado, y me miraba. Abrió la boca para decir algo, pero yo le interrumpí.

- Ahora no quiero hablar. -mi voz sonó triste, pero no enfadada ni fría. Tal vez algo dulce.

Harry me miró preocupado, pero no me importó.
Me giré, con la cabeza bien alta, como si no me sintiera traicionada u ofendida, y caminé -supuestamente- hacia mi cabaña, que estaba bastante más lejos.

Caminé sin fijarme en nada, sin pensar en nada, sin sentir nada. Porque de pronto, me sentía como anestesiada. Tenía el corazón anestesiado de tanto dolor, y ya de repente, no sentía nada.

Mis piernas me guiaron hasta una selva, no sabía muy bien a dónde iba, pero tampoco me paré.
Acaricié el tronco nudoso de un árbol, mirando al infinito, hasta que alguien me agarró del brazo.

- Katherine.

Me giré, como ida, y me encontré cara a cara con Jacob.

- Katherine. -repitió mi nombre, suplicante.

Esperé unos segundos, como dormida. Parecía cualquier cosa, porque he de admitir que no sentía absolutamente nada.

- Ahora no quiero hablar, Jacob. -respondí a mi nombre, con un tono carente de sentimientos.

- Pero, Katherine.. -susurró.

- ¿Qué?

- Lo que pasó el otro día...

Imediatamente me di la vuelta, echando a caminar a través de la selva.

- Tal vez más tarde, Jacob.

Le dejé atrás, sin decir palabra, y atravesé esa selva. Ni idea de adónde me dirigía.
Finalmente, llegué a mi misterioso destino: la cueva del retrato de mi madre.
Entré en ella, que estaba en penumbra. En la pared, pude observar el retrato de mi madre, y lo único que hice fue tumbarme a sus pies, sobre el suelo, y cerrando los ojos. Y mis recuerdos son borrosos de aquel momento.

Me eché a llorar, y descargué cualquier sentimiento que quedaba en mi corazón. Grité nombres, de gente que odiaba y de gente que quería con todo mi corazón. Lloré durante horas enteras, soltándolo ante la atenta y viva mirada de mi madre.

Y después de aquellas interminables horas de incansable llanto, salí de la cueva, con los ojos hinchados y enrojecidos, endeble y frágil como el pétalo de una rosa.
Y lo más extraño era que tampoco sentía nada, después de aquel paréntesis.
Volví a atravesar la selva, hasta el poblado. Me fijé en que era bastante tarde, el sol se estaba metiendo por el horizonte.

Me dirigí a mi cabaña, como un zombie, ya que estaba muy cansada, y no tenía nada de hambre. Cuando abrí la puerta, vi que Harry estaba sentado en una silla de mimbre, y se levantó de un salto al verme.

- ¿Ya puedes hablar? -preguntó.

¿Por qué todos querían hablar conmigo? Yo no quería hablar con ninguno de los dos.

- No sé qué hay que hablar. -respondí solamente.

- Sí, Kathy, lo sabes.

- Claro que lo sé. -mi voz seguía estando carente de sentimientos. -Claro que lo sé, Harry, pero ya no sé qué siento, y ya no sé qué está bien y qué está mal.

Él suspiró, y se alisó los pliegues de la camisa blanca, sin saber muy bien qué decir.

- Sólo tengo una pregunta. ¿Cuándo? Espero que puedas decírmelo, ya que últimamente todo son secretos.

- Dios, Kathy... ¿En serio quieres saberlo? -preguntó, haciendo una mueca.

Yo simplemente asentí, inexpresiva.

- No lo sé, tal vez en el barco...

- Vamos, al empezar el viaje. -terminé yo.

Él me miró, triste y arrepentido.

- Mientras yo me hundía en la miseria por los maldito sentimientos hacia ti. -remarqué "ti". -Tú consumabas tu amor hacia Diana. -solté simplemente.

- Mira, Kathy, en serio que lo siento... No sabíamos lo que hacíamos, ni siquiera me imaginé que fuera a quedarse embarazada... Nos dejamos llevar.

- Ya, si esa es la excusa de todos, no te preocupes. -suspiré.

- Kathy, por favor, no empecemos otra vez... Olvidémoslo.

- ¿Que lo olvidemos? Mira, tú puedes olvidarlo si quieres, pero Harry, no pretendas que haga como que no ha pasado nada. Me he enamorado de ti, y sólo estoy recibiendo dolor.

Harry se intentó acercar a mí, pero yo me alejé, casi saliendo de la cabaña.

- Harry, no estoy de humor para hablar. De hecho, no sé qué humor tengo. El caso es que ahora no quiero hablar. Lo siento.

Me di la vuelta, y salí de la cabaña. No quería hablar con nadie, salvo con Liv. Ella aún no me había traicionado, y esperaba que así siguiera siendo.

Caminé por el poblado, hasta la cabaña de Liv. Sabía que podía estar dormida, pero yo sólo quería sentir su presencia. Llamé suavemente a la puerta, y esperé, pero nadie me abrió.
Sabía que lo que iba a hacer era algo egoísta, pero sólo quería estar a su lado.
Abrí la portezuela, que chirrió con suavidad, y entré, cerrándola tras de mí.

Liv estaba tumbada sobre el colchón, plácidamente dormida. Respiraba con lentitud y acompasadamente, su tez pálida, sus ojos azules cerrados, y se pelo del color del fuego desparramado sobre la almohada, que parecía brillar con luz propia.

Cerca de la cama, había una especie de sofá, y no dudé en tumbarme. Era bastante blando y cómodo.
Observé el lento subir  bajar de pecho de Liv, su lenta respiración, su figura en la oscuridad de la noche.

El sueño no tardó en visitarme, y los párpados se me cerraban solos. Pero antes de dormirme del todo, susurré.

- Liv, tú nunca me traicionarás, ¿verdad?

Y después de aquellas palabras, me sumí en un profundo sueño.

5 comentarios:

  1. Dios mío, está genial.
    Y espero que ahora que llega el verano y se acaban las clases escribas más a menudo. La tardanza, no ha sido mucha pero bueno (:D), ha sido... difícil de soportar.
    JaJaJa
    Espero el siguiente y está genial, me encantaa!!

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    1. Me alegro de que te guste!! ^^
      Sip, estoy segura :)
      Muchos besos!

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  2. Me encanta cari ^.^ Aunque ha hecho lo que ha hecho,Harry ya me cae muuuuchísimo mejor ^.^ Espero que puedas subir el siguiente cuanto antes ;) Te quiero osito <3

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    1. Es que Harry en el fondo es bueno :) Pobrecito, lo dejo caer...
      Te quiero osito!

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