Diario del Mar

"Me llamo Katherine Greenwood Wells, tengo dieciocho años. Nací en una cuna hecha de olas, mecida por el vaivén del maravilloso océano. El mar corre por mis venas. Mi madre se llamaba Anne Wells, y falleció cuando yo había cumplido seis años. Mi padre, Alfonso Greenwood, me enseñó todo lo que sé sobre el mar, pero por desgracia, desapareció hace dos años, sin dejar rastro. Y desde entonces, no he dejado de buscarle."




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lunes, 18 de junio de 2012

DDM: Capítulo 25

Aquí os dejo el 25, espero que os guste!


Me quedé inmóvil. Sentía que todo daba vueltas, salvo aquel retrato, que me miraba, sonriente.

- ¿A que es guapa? He de admitir que se parece a ti. -sonrió Liv, mirándome.

Escuché sus palabras, mezcladas con el latido desbocado de mi corazón. Sentía el ardor de mis ojos, y cómo se me humedecían, sin llegar a caer lágrimas.

- Es preciosa. -contesté simplemente, tapándome la boca, ya que me temblaba el labio inferior.

- Lo que yo te decía. -sonrió Liv.

Se acercó a mí, y se colocó a mi lado, observando el retrato.

- Eh, ¿te encuentras bien? -preguntó.

Asentí con rapidez, conteniendo el llanto. No sabía que sentía, tal vez felicidad por verla, por poder contemplar su rostro como nunca pude hacer.

- Venga, no llores, no pensé que te ibas a poner así por ver un retrato. -rió.

Esbocé una triste sonrisa, y noté la calidez de una lágrima rodar por mi mejilla. Si sólo fuera un retrato en la pared de una cueva...
Cogí aire, para soltarlo segundos después, en silencio, sin decir nada.
Y detrás de la primera lágrima, vino otra, y después, otra.

- Venga, Kate, no.

Me secó las lágrimas con sus suaves manos, pero no había manera de pararlas. Eran una mezcla de tristeza y de felicidad. Tristeza por saber que era un retrato, y felicidad por poder al menos contemplarla.

Hipnotizada por aquel rostro, por aquella maravillosa sonrisa, y por la viveza y la expresión de sus ojos, di unos pasos temblorosos hacia el retrato. Los colores eran bellos, y captaban la hermosura de ese rostro.
Alargué un brazo con lentitud, y acaricié la pintura. Pero esa caricia no tenía sentido, porque simplemente era pintura y debajo roca.
Me llevé la mano a la boca, para no sollozar. Quise parecer fuerte, así que me concentré en llorar. Aunque las lágrimas humedecieran mis ojos.

- ¿Qué... qué hace aquí? -pregunté.

- Bueno, ya te lo dije. Vino aquí cuando yo tenía tres años, es decir, hace doce años. Vino con un hombre, tengo entendido que su marido. -hizo un a pausa, en la que esbozó una sonrisa. -Hacían la pareja perfecta, jamás he visto tanto amor entre dos personas.

Yo sonreí tristemente, sin poder parar las lágrimas, y nos acabamos sentando en unas rocas, sin separarnos del retrato.

- Ella me enseñó muchas cosas, no te lo puedes imaginar. Ella me llamó Liv. Me enseñó a hablar, entre otras cosas. -hizo una pausa, en la que soltó un suspiro de felicidad. -Aprendí mucho con ella. Creo que es la mejor persona que he conocido, aunque ahora estás tú, claro. -rió.

Me retorcí las manos, escuchando.

- También me enseñó a ver la belleza interior, lo que hay aquí dentro -se señaló el corazón -lo que hay debajo. Me enseñó que no había que ser superficial, y también aprendí a ver la verdadera belleza de lo que me rodeaba, a apreciarlo.

Asentí, mientras esbozaba esa sonrisa triste, y las lágrimas humedecían mis ojos.

- Me enseñó a ser tal y cómo yo era, me explicó lo que era amar de verdad.

Asentí, mientras los recuerdos acudían a mi mente con generosidad.

- A mí también me lo enseño. -dije, por fin.

- ¿Qué? -preguntó Liv, algo sorprendida.

- Que a mí también me enseñó eso. -las lágrimas acudían a mis ojos otra vez. -Era mi madre.

Liv abrió los ojos, demasiado sorprendida.

- Lo siento... -se llevó la mano al rostro, arrepentida por lo que estaba diciendo. -Lo siento, lo siento, es que soy tonta. Hablar de ella y verla no te hará ningún bien.

- No, no, tranquila. Me alegra haberla visto, después de tantos años sola. Volver a poder ver su rostro es... una bendición.

Seguía con esa expresión de sorpresa y arrepentimiento, y sentí como otra ola de lágrimas acudía a mis ojos.

- Lo siento, lo siento, en serio... Entonces, tiene que ser un horror haber venido a esta isla, Kate... Saber que tu madre está aquí...

Ahora era yo la que la miraba con sorpresa.

- Bueno, su cuerpo.

- ¿Qué? -exclamé, conteniendo el llanto con éxito.

- Pues, Kate, ya sabes... No quiero ser yo la que te lo recuerde.

- Pero no sé a qué te refieres, Liv... ¿Recordarme qué?

- Su muerte aquí, Kate, no me hagas hablar...

Me senté en el suelo, y gateé hasta ella, medio arrastrando mi cuerpo.

- Liv, no. Mi madre murió después de un viaje junto a mi padre, de una terrible enfermedad. Y está claro, por lo que acabo de ver, que mi madre volvía de esta Isla. -señalé su retrato. -Pero murió en mi casa, Olivia, lo sé.

Y entonces vi que parecía comprender algo, algo que la apenó, porque sus ojos se humedecieron. Tomó mi rostro entre sus suaves manos, diciendo:

- La verdad duele, Kate...

"Me lo suelen decir" pensé.

- Pero esa no es la verdad, Liv, no es lo que tú crees.

Ella desvió la mirada, esbozando una pequeña sonrisa, y no muy feliz.

- Kate. ¿Has pensado alguna vez que la gente puede mentirte para protegerte?

Me quedé sorprendida por sus palabras. No, nunca me lo había planteado.

- Creo que mereces saber ya la verdad, por lo que veo. Esto lo hicieron para protegerte, la mentira. Y sé que a tu padre le costó hacerlo. -bajó la mirada. -Tu madre no murió en tu casa, Kate.

Abrí los ojos, escuchando atentamente, y más lo que venía a continuación.

- Si estamos hablando de la misma persona, que está claro que sí, no murió como tu dices.

Me quedé inmóvil, conteniendo el aliento, y más seria que nunca.

- Mi madre murió de una enfermedad después de su viaje desde esta Isla. Estaba en su habitación, y no me dejaban entrar por lo que me podía pasar.  Lo recuerdo perfectamente, Liv.

Ella negó con la cabeza, y se cruzó de brazos.

- Te mintieron, Kate, o estamos hablando de personas diferentes.

- No, no, esa es mi madre, indudablemente.

- Pues no hay más, Kate. Te mintieron. Tu madre no murió después de un viaje de una enfermedad. -hizo una pausa. -Siento lo que vas a escuchar, Kat... Katherine.

Me llevé la mano al rostro, para taparme la boca de la sorpresa. No podía estar más confundida.

- No te entiendo, Liv, lo siento.

- Lo siento. -susurró, y en voz muy baja, en un susurro apenas audible, continuó. -Después de estar con nosotros, se internó en el interior de la isla, en busca del supuesto tesoro, o de lo que haya ahí dentro...

Nos inundó un profundo silencio, y sólo se oía mi respiración agitada, deseando saber lo que diría:

- ...Y jamás regresó.

Aquellas palabras me golpearon como un mazo lleno de púas. Escuché mi corazón desbocado y nervioso, a punto de salírseme del pecho.
Miles de recuerdos juntos.

Y sin yo quererlo, mi mente se puso a hacer cálculos.
Yo tenía dieciocho años. Liv quince. Cuando mi madre la enseñó a hablar, la pelirroja tenía tres años, y cuando murió, yo tenía seis exactos.

No.

No.

Todo encajaba. Las edades, todo. Y supe que me habían mentido, que Liv tenía razón.

Me deshice en lágrimas, fue un impulso. No me obligué a parar, porque algo así no se podía frenar de ninguna manera.
Temblaba entera, y agaché la cabeza, cerrando los ojos. Clavé los dedos en el suelo rocoso, hasta hacerme daño, para no gritar.

- Lo siento, Kate, lo siento... -susurró, mientras me acariciaba el pelo.

Me habían mentido.
Y recordé todo lo que pasé, creyendo que el cuerpo de mi madre estaba en su habitación, tendida sobre la cama, cuando en realidad estaba perdida en el interior de esta isla.
Mi padre vino solo, y para no hacerme sospechar, se inventó todo eso.

Recordé el día en que entramos en la isla, cuando vi a mi madre, que me intentó ahogar en un lago. Sabía que no era ella, pero estaban utilizando su espíritu; porque su cuerpo estaba en esta isla.

- Vamos, Kate, salgamos de aquí.

Me condujo hasta la entrada, y antes de salir de aquella cueva, en la que había descubierto la maldita verdad, eché un último vistazo al retrato de mi madre, que en ese momento estaba iluminado por un rayo de sol que se coló por entre las rocas del techo.
Más lágrimas de dolor.

Caminamos con lentitud por la selva, apartando las ramas de los árboles, atravesando la extensa vegetación. Olivia me rodeaba los hombros, e impedía que cayera al suelo, porque no me extrañaba que pasara eso.

- Mi padre me mintió... -dije, mirando al suelo, llorando.

- Lo hizo por tu bien, Kate... -susurró Liv.

- ¿Por qué por mi bien? Habría sido más fácil decirme la verdad...

- Oh, Kate, piénsalo. Para una niña es mejor creer que su madre está en su habitación, aunque sea sin vida, que saber que su cuerpo está en una isla perdida del mundo.

Tal vez tuviera razón, pero me costaba creer en eso. M padre me había mentido, sin aparente motivo.

Tras varios minutos de llanto en una selva, cerca d e una cueva con el retrato de mi madre, llegamos al poblado, y mi primer impulso fue ir a ver a Harry, para que me consolara, pero recordé nuestra pelea.
Per sus abrazos... Con él rodeándome todos mis problemas se esfumaban sin dejar rastro. Con sus palabras, mi corazón podía volver a latir con normalidad. Con su sonrisa, la alegría volvía a mí.
Pero habíamos peleado. Bueno, yo me había enfadado con él, por algo que me había herido también bastante, y no creía oportuno ir buscando su consuelo después de lo pasado.

Y mi siguiente opción fue buscar a Jacob, así, además, aprovecharía para aclarar lo que sentía. Si es que era verdad que sentía algo.

- ¿Por qué no vas a hablar con el chico guapo? -me preguntó Olivia.

- En eso estaba pensando, voy a buscarle. -respondí, como pude, sacando fuerzas de no sé donde.

Nos dimos un abrazo, y repitió al menos quince veces "lo siento". Pero ella no tenía la culpa de nada, es más, había sido lo mejor, porque gracias a ella, conocía la verdad. Lo que me habían ocultado durante tantos años.

Caminé por el poblado en compañía de mi dolor, de los recuerdos, y del llanto.

"- ¡Dila a mamá oso que la quieres! -ríe ella. 

Me coge en volandas, y me acuna entre sus brazos, sonriéndome. 

- ¡Te quiero, mamá Osa! ¿Y tú a mí? -digo yo, con mi vocecita infantil. 

- ¿A Osito? Imposible no hacerlo. -responde ella."

Recordar aquello no me hizo ningún bien, porque estuve a punto de caer al suelo. La echaba mucho de menos, demasiado, diría yo.
Echaba de menos a mamá Osa. Y a papá Oso.
Y pensar eso me hizo sonreír con tristeza.

Seguí caminando, sin poder frenar las lágrimas, llorando en silencio, hasta llegar a la cabaña de Jacob.
Llamé a la puerta, pero muy suavemente, y no me di cuenta, porque sólo escuchaba el latido de mi corazón.
Me decidí a abrir la puerta.

- ¿Jacob...? -susurré.

Pero el chico guapo no estaba disponible para mí, estaba ocupado con otra.
Sólo me fijé en que Jacob estaba contra la pared, y Elizabeth le besaba, agarrando su rostro con las manos.

No quise saber si era en contra de su voluntad, o no. Salí, dando un portazo, y corrí para alejarme de ahí.  Las lágrimas volvían a nublar mi vista, y corría y corría, sin ni siquiera fijarme en si me estaba llamando.
Lo único que tenía claro era que estaba destrozada, y que mi corazón ya no podría resistir más. Y que el amor era un asco.

"-Te daré todo el tiempo que necesites, Katherine. " Oía su voz en mi cabeza.

6 comentarios:

  1. Guaaoo!!!
    Dios me has dejado con unas ganas de ver el siguiente...
    "Sólo me fijé en que Jacob estaba contra la pared, y Elizabeth le besaba" Maldita Elizabeth!!
    Espero que cuelgues el siguiente cuanto antess!!

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    1. Ya, es una... En fin, que todos la odiamos xD
      Me alegro de que te guste! Si me da tiempo, igual lo subo ahora :)
      Un beso!

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  2. Buuuff!!! Me encanta!! sobretodo Liv que es muy mona cuando le dice:
    -¿Por qué no vas a hablar con el chico guapo?
    jajajajaja el chico guapo!! Me encanta!! *_*
    Besos :)

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    1. Me alegro!! ^^ A mí me encanta Liv jajaja
      Un besazo!

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