Diario del Mar

"Me llamo Katherine Greenwood Wells, tengo dieciocho años. Nací en una cuna hecha de olas, mecida por el vaivén del maravilloso océano. El mar corre por mis venas. Mi madre se llamaba Anne Wells, y falleció cuando yo había cumplido seis años. Mi padre, Alfonso Greenwood, me enseñó todo lo que sé sobre el mar, pero por desgracia, desapareció hace dos años, sin dejar rastro. Y desde entonces, no he dejado de buscarle."




Seguidores

viernes, 8 de junio de 2012

DDM: Capítulo 17

Aquí os dejo el 17, y como siempre os digo, espero que os guste :)


En ese momento, me invadió un torbellino de sentimientos. Pena, admiración, compasión, miedo, y duda.

Gwendolyn no ha dicho nada, miraba al frente. Pero yo no podía apartar la mirada de su rostro, que seguía impasible, a pesar de que sus palabras habían vibrado por la pena y la tristeza.

No entendía muy bien cuál fue el motivo de su muerte, me había quedado inmóvil, sin saber qué hacer.
Y entonces, Gwendolyn se giró, y pudo descifrar mi expresión, así que dijo:

- No sé por qué te lo he contado...

- No, no, tranquila. Yo estoy bien. -dije, desviando la mirada.

Suspiré, y me retorcí las manos.

- Mi madre murió por una enfermedad. -dije, al final.

Ella fue a hablar, pero se calló al instante, bajando la mirada. Sé que me ocultaba algo, pero no quería decirlo.
Y yo hice lo mismo. Me callé, a pesar de tener tantas preguntas atravesando mi mente. Pero, claro, me fui casi imposible retenerlas, así que acabé por preguntar.

- ¿Y por qué protegieron a mis padres?

Ella carraspeó, y me miró, con compasión.

- A veces las cosas hacen daño, Katherine. Y más la verdad. No lo hago por mí, lo hago por ti.

Y seguidamente, sin darme tiempo a contestar, se levantó del suelo, y se marchó.
Tenía el corazón en un puño, y la curiosidad me invadía por momentos. Tenía ganas de saber qué pasó en realidad, pero debía tener paciencia. Porque aunque no lo creyera, pronto, iba a saberlo.

Después de quedarme sentada durante largos minutos, unas voces me obligaron a levantarme. Seguiríamos con nuestro camino, para ver si encontrábamos alguna posible salida.

No pude evitar mirar de reojo a Jacob, y para mi sorpresa, le sorprendí mirándome. El problema era que Elizabeth también me miraba. La víbora, la misma.

Evité mirarla, hasta que se acercó con paso severo y enfadado.

- Eh, estás mirándole mucho, Green.

Cuando dijo mi apellido, sonrió, satisfecha, y lanzó una mirada de complicidad a Jacob, que se acercaba. Sentí una punzada de dolor en el corazón. No, no me gustaba que me llamaran así. Pertenecía al pasado, a esos sentimientos que me hicieron ser como soy ahora.

- Y a ti qué más te da, víbora. -escupí, con asco.

Ella abrió la boca, como si fuera un pez que boqueaba para intentar respirar.

- Es MÍO. ¿Comprendes ya? Me importa porque es sólo mío.

Resoplé, y miré a Jacob:

- Menuda pieza has encontrado, ¿eh? A ver si la controlamos. -dije, furiosa, mirándoles a los dos.

- Oye, algo de respeto, Green. Que estás hablando conmigo, Elizabeth Gray.

- Oh, sí, perdona, Elizabeth Gray, la diva del mundo. -dije, mirándola de refilón. -Que sepas que estás hablando con la Princesa de los Mares, sucia rata.

Esa chica me sacaba de mis casillas, y temía matarla con mis propias manos. Deseé que alguien me sujetara. ¿Y si me lanzaba...? Vale, la Princesa de los Mares era una chica fría, y también asesina, en parte. Una debe saber defenderse, y era lo que yo hacía.
Tal vez matarla en aquel momento, ante la atenta mirada de Jacob, no sea una buena idea, así que me contuve con mis actos, pero no con las palabras.

- ¡Háblame con respeto! ¡Aquí la única rata eres tú! ¿No tienes otra cosa mejor que hacer que robarme a Jacob? -hizo una pausa, en la que no dije nada. -Te rechazó, eso es todo. Pero chica, si eres... poco lista, qué se le va a hacer. Porque, querida, se ve que a pesar de todo, no lo entiendes.

No lo aguanté. La rabia, y el dolor del pasado, se unieron, para formar una mezcla de odio y enfado, que no pude aguantar. Las palabras no servían para nada con las víboras, era mejor utilizar la fuerza. Era la única manera de hacer callar a un animal.
Me lancé contra ella, empujándola con fuerza hasta una pared rocosa, haciendo que gritara de dolor al clavarse las piedras.

- ¡Déjame ya en paz! ¡Jacob es tuyo, y sólo tuyo, olvídame!

Jadeé, y la solté, con violencia, dejándola helada. Ella no conocía esa faceta mía.
Dirigí una mirada a Jacob, mientras hervía por la rabia. Él no se movió. Y Elizabeth se quedó quieta, inmóvil, respirando con miedo, y mirándome con terror.
Me alejé de ellos, resoplando, y me interné entre el grupo, intentando aplacar esa rabia contenida.
Entre tanto, llegué a escuchar su conversación.

- ¿Y tú no me defiendes...? Me ha hecho daño, creo que estoy sangrando por la espalda...

- Elizabeth, asume tus responsabilidades, y las consecuencias de tus actos. Créeme que tú te estás pasando. Y no lo pienso consentir...

Y hasta ahí escuché, porque me agarré a la mano de Harry, y nos sonreímos. Al ver sus preciosos ojos color miel, me olvidé de todo. De mi dolor, de mis desordenados sentimientos, de la estúpida de Elizabeth, y del... del estúpido -en realidad perfecto- de Jacob por no hacer nada.

Diana estaba a su lado, y mostraba esa preciosa sonrisa de siempre. Recordé a mi madre, y la curiosidad creció, por saber qué pasó aquel día, hace años, cuando los padres de Gwendolyn, protegieron a los míos, muriendo por esa causa.

Gwen iba por delante, con paso firme y serio, mirando de vez en cuando a los hombres, y pude identificar ese brillo de sed de sangre.
Yo la ayudaría a matarles. Por ella, por su pasado.

Vi a Dan entre las filas delanteras. Recordé lo que había pasado apenas unas horas. ¿Se sentiría avergonzado? No me importaba, entendía que estaba algo borracho, y se hacen tonterías. Aunque yo, afortunadamente, nunca he tenido que pasar por eso. El alcohol no es lo mío.

Y las horas, como de costumbre, pasaron y pasaron, sin ninguna novedad. No solté en ningún momento a Harry, y deseé con todas mis fuerzas que hubiera una salida de aquella cueva, para poder salir todos con vida, sanos y salvos.
Y también que hubiera un milagro que ordenara mis sentimientos, y todas mis ideas. Y que recompusiera mi corazón.

Finalmente, paramos a descansar y comer algo, porque todos estábamos sedientos y hambrientos.
 El río a nuestro lado era un pequeño charco. Parecía mentira todo lo que había disminuido.
Me senté en una zona apartada, como solía hacer desde que estaba ahí. Me sentía diferente, ya no sabía como actuar.
La voz de Dan me sacó de mis pensamientos.

- Katherine, tenemos que hablar... -me dijo, sentándose a mi lado.

Yo le miré, y simplemente, esperé. Suponía que se iba a disculpar por lo que pasó.

- Mira... Yo... Comprenderás que estaba... bueno, que no estaba en condiciones, y me arrepiento de lo que he hecho... -hizo una larga pausa. -En parte.

¿En parte? Tendría que arrepentirse del todo. Le miré, y preferí callarme. Sabía que ese enfado que sentía era más bien por lo de Elizabeth, así que me intenté calmar, y escuché lo que me decía.

- No pienses mal. Sé que no fue lo correcto, y menos en mi estado. Pero por otra parte, es lo que deseaba. -soltó, atropelladamente.

Dios, esto es lo que me faltaba. Una... ¿declaración de amor?
Es lo último que necesitaba mi herido corazón. Tener que sufrir, haciendo sufrir a alguien. Vaya.

- Verás, Katherine, yo... Quiero decir... Me gustas desde hace años. Pero nunca me atreví, tal vez porque pensé que no tenía competencia, pero ahora... Ahora sé que hay más chicos que sienten lo mismo, y tengo miedo.

Ni que fuera un juguete, o algo con lo que jugar o adueñarse cuando hay competencia... Y lo dije.

- Soy una persona, Dan, no una cosa. No soy de nadie.

- Sí, lo sé, pero entiéndeme... Ahora sé que puedo perderte, y que ya no tendré más posibilidades, así que mejor decírtelo ahora...

Una larga pausa, en la que sólo escuché el latir de mi corazón, con ritmo pausado y sereno, a pesar de que mi interior en un auténtico caos.

- Te quiero, Katherine Greenwood. Desde que te conocí.

Me quedé inmóvil, y mi mente se quedó en blanco. Nada, ni un pensamiento. Noté un dulce tacto en mi cuello, no sabía qué, pero no me dio miedo.
Hasta que sentí que el aire no llegaba a mis pulmones, y sabía que no era a causa de las palabras de Dan. Más presión sobre mi cuello, esta vez no era un dulce contacto. Punzadas en los pulmones por la falta de oxígeno, y lo vi todo desenfocado. Oí gritos, pero las manos no cedían.
Intenté lanzar una exclamación, pero nada. La voz no me salía. No podía moverme, ni hacer nada.

Y tuve la ligera sensación de que caía de espaldas al suelo, sin aire. Pero sobre mí, vi un rostro. Una cara inconfundible, que ya había visto en esta Isla.
Me dedicaba una extraña sonrisa, que no era suya.
Pero sí sus facciones.
Mi madre. O lo que aparentaba ser mi madre.


*****

(Gwendolyn Thompson)

La joven vio cómo Katherine caía de espaldas, más pálida que nunca, y Dan la zarandeaba, sin respuesta. Sus ojos se mantuvieron abiertos, hasta que todos nos acercamos, y los cerró.

Le pareció ver una leve figura a su lado, con las manos sobre su cuello, y le vinieron a la mente los recuerdos, esos que no le había contado a Katherine por miedo a herirla, a mostrarla la realidad.

Flashback de Gwendolyn...

"Le miro, con los ojos llorosos. Él me mira, apenado, y se seca las lágrimas.

- Fue... fue hace dos o tres días. En un puerto poco conocido de esta ciudad. Ellos... iban con Anne Wells y su marido, Alfonso Greenwood. Habían dejado a su hija a cargo de uno de sus tíos. 

Cojo aire, sin poder dejar de llorar, con la imagen de mis padres en la cabeza; trágica, pero bonita. Están juntos. Es lo mejor que podía desear para ellos en estos tristes momentos.

- Anne y Alfonso tenían que ir a un sitio llamado la Isla de la Voces. Y alguien les perseguía. Desconozco el motivo. El caso es que llegaron todos al mismo lugar, y sus atacantes estuvieron a punto de matar a los Greenwood. Pero tus padres les entretuvieron, mientras la otra pareja se marchaba, zarpando en su barco. -hace una pausa, con los ojos llorosos. -Yo lo vi todo. Pero no pude hacer nada. 

Respiro con dificultad, pero lo intento. Quiero gritar sus nombres, que vuelvan a mi lado, que sigan con vida, y que me ayuden en este mundo. Porque, ¿qué haré sin ellos?
 Ya no había esperanzas, estaba completamente perdida y hundida, sin el apoyo de unos padres. 

Me coge una mano, y la acaricia cono suavidad. Me da igual su consuelo, nada lo va a arreglar. Sé que él también lo siente, pero nada hará que todo vuelva a ser como antes. La vida es así, y sigue su curso, sin importarle las injusticias del mundo. 

- Recuerdo sus últimas palabras.

Y eso me hace más daño. Quiero oírlas, saber qué dijeron, pero por otra parte... saberlo me herirá más.

- Me dijeron que debías ser fuerte, que sintieron abandonarte, pero que jamás te olvidaron. Que sienten mucho lo que has vivido, y lo que vivirás sin ellos. Pero que nunca te abandonarán, siempre estarán a tu lado.

Más ganas de llorar, que por supuesto, no pude reprimir. Sollozo, y sollozo, no existe consuelo que pueda calmarme. 
Necesito a alguien, algo de apoyo, y en ese momento, solo tengo a aquel hombrecillo, que al parecer, conocía a mis padres. 
No lo soporto más, y me tiro sobre él, abrazándole, para intentar frenar mis lágrimas. Él me envuelve en un cálido abrazo, pero eso no consigue nada.

- Has de ser fuerte, Gwen. Después de la tormenta, siempre viene la calma. 

Le miro. 
Ahora, en estos momentos, no puedo creer que después de esta tormenta, haya un momento de calma. Porque, sencillamente, me parece imposible. 
Pero una parte de mí quiere creerle, que sea verdad.

- Yo estaré a tu lado, Gwendolyn. Fue una de las cosas que me pidieron a mí. Que cuidara de ti, pasara lo que pasase, y eso haré, Gwendolyn.

Cierro los ojos con fuerza, escuchando mis gemidos, sintiendo mis cálidas lágrimas rodar por mis mejillas, oyendo el suave viento veraniego que nos envuelve. Notando la atenta mirada del cielo nocturno, con su ejército luminoso. 

- ¿Me lo prometes...? -consigo articular.

- Te lo prometo, Gwendolyn Thompson, te lo prometo..."



Todos habían acudido a ella, y la intentaban reanimar, pero se había desmayado. Respiraba. Por suerte, estaba viva.
La incorporaron, algo más aliviados, pero no abría los ojos. Debían esperar.

Pero ella no pensaba en eso. Gwendolyn pensaba en su pasado, en todo lo que le contó aquel hombre. Pensaba en lo que podría ocurrir si Katherine se enterara de la dura verdad.
Y sospechaba que, desafortunadamente, lo descubriría, y pronto.

8 comentarios:

  1. Me encanta!!
    Y cada vez odioo muchoo máss a la asquerosaa de Elisabeth!!!
    Espero que mañana subas el siguientee!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Graciaas! ^.^
      Yo también la odio jajajaja
      No se si me dara tiempo para hoy, es que he estado muy liada x)
      Besos!

      Eliminar
  2. Me encanta :') Amo a Jacob,Odio a Dan y Harry...Ya me va cayendo mejor el chiquitín jajajaja Te quiero guapa <3

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo a Harry no le odio, que quede claro xD Pero a Dan si xD Te quiero amor! :)

      Eliminar
    2. No si ya Harry es aceptable jajaja Dan es feo,caca,culo!!
      Te quiero :)
      SUBE EL SIGUIENTE,POR FAVOOOOOOOOOOOOOR Att: Tu amiga desesperada..

      Eliminar
    3. Harry es muy aceptable ¬¬ y si, Dan es tonto, feo, caca xD
      Te quierooo!

      Eliminar
  3. Esta genial April!!
    Espero que subas el siguientee cuanto antes!!
    <3 Jabob and I Hate Elisabeth!!!
    :D

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchísimas gracias, Ranun!
      Y yo espero a que tú subas el siguiente cuanto antes! :)
      Besooos!

      Eliminar