DDM: Capítulo 12

Aquí está el 12!! :) Espero que os guste ;)


No sé dónde estoy. No sé qué está pasando. No sé qué siento. No sé nada.
Me veo rodeada por la más densa oscuridad, no me puedo mover. 

Un eco lejano, una voz que gritaba mi nombre, hizo que brotara en mí una chispa de esperanza. Pronto, el eco se hizo más audible, hasta llegar perfectamente a mis oídos.

- ¡Katherine, Katherine! ¡Despierta, dime algo! ¡Vamos!

"¡Estoy aquí, ayúdame, por favor, estoy aquí...!" gritaba mi interior. Pero esas palabras no salían de mi boca. Deseé moverme, e indicarles que seguía allí, pero que no sabía qué hacer...

Una fuerte presión sobre mi pecho, que se repitió durante más veces, acompañada de la voz. Más presión, y los gritos desesperados. No podía morir, no podía quedarme así.
A lo lejos, divisé un halo de luz. Y supe que debía ir hasta allí. La velocidad aumentó, y...
Escupí todo el agua que había en mis pulmones, abriendo los ojos con rapidez, y jadeé. Estaba mareada, y respiraba con dificultad, pero con desesperación; necesitaba el aire, ahora más que nunca.

- ¡Katherine!

Veía varias figuras a mi alrededor, pero no enfocaba bien sus rostros.

- ¡Estás viva!

Otra persona me cogió de la mano, y reconocí ese tacto. Harry también me sujetaba la cabeza, para que me fuera más fácil respirar.
De pie, y algo preocupada, Diana, junto a Dan, y Gwendolyn, una chica rubia, de ojos azules, muchísimo más guapa que Elizabeth, eso sí.

Más lejos, de pie, otras dos figuras, que caminaban para irse de allí. No les reconocí, pero uno parecía esta calado...
Miré a Harry:

- Mi madre. ¡Mi madre! -grité, recordándolo todo.

Me levanté, pero sentí un fuerte dolor en el pecho. Punzadas en los pulmones. A pesar de eso, conseguí levantarme, y eché a correr hacia el lago, pero Harry me agarró por la cintura.

- ¡Katherine, para!

- Mi madre... ella... se está ahogando... -musité, con lágrimas en los ojos.

- Katherine, tu madre no está allí, ¿me oyes?

Me giré, temblando, hacia él, y tuve que abrazarme a su cuerpo para no caer al suelo.

- ¿Qué ha pasado...? -susurré.

- Oímos gritos, y supimos que estabas en apuros. Estabas dentro del agua, te ahogabas. Menos mal que llegamos a tiempo. ¿Por qué te metiste en el agua?

- Ya te lo he dicho, por mi madre... ella... me llamó, para que la siguiera. Y vi cómo se ahogaba... Tenía que haberla salvado...

- Katherine, mírame.

Me obligó a alzar la vista hacia él, y con preocupación, dijo:

- Ahí abajo no había nadie más. Sólo estabas tú.

Enterré el rostro en el hueco de su cuello, e intenté reprimir las lágrimas. ¿Qué me estaba pasando...?

- Gracias por salvarme... -musité, algo más calmada.

- No me las des a mí. Jacob fue el que te sacó de ahí. -hizo una pausa. -El que te oyó, y el que nos despertó.

Vaya. Tenía que tragarme mi orgullo, y tenía que darle las gracias... me había salvado. Esta vez sí.
Diana me dio un cálido abrazo, y Dan me preguntó si me encontraba bien. Estaba como ausente, así que no me importó que Dan me diera la mano, y me guiara hasta la cueva.

Jacob estaba apoyado en la pared, sentado al lado de Elizabeth, y ella le ayudaba a secarse la ropa, al menos a escurrirla.
Cogí aire, y volví a sentir esas punzadas en los pulmones. Me solté de Dan, y caminé hacia Jacob. Este miró a Elizabeth, y con una simple mirada, ella entendió que se tenía que marchar.
Me senté a su lado, primero sin decir nada, simplemente esperando. Él seguía escurriendo el agua de su camisa, tampoco quería decirme nada.

- Gracias, Jacob. Por... por haberme salvado.

- No ha sido nada. -contestó, sin mirarme.

Estaba muy serio.

- ¿Por qué... me has salvado? -conseguí decir.

- Limítate a darme las gracias, Katherine.

Tenía razón. Que desagradecida.

- No hagas caso a Elizabeth. -dijo, después de largos minutos en silencio. -Por favor.

- ¿Qué?

- Sé lo que te dijo cuando te amenazó. No quiero que hagas lo que ella te pide, Katherine.

Noté que me miraba, así que alcé la vista hacia él.

- Elizabeth te ve como una amenaza para nuestra relación. Cree que siento algo por ti. -dijo, mirando al frente, serio.

- ¿Y tú... sientes algo por mí? -acabé por preguntar.

En vez de responder, me miró fijamente.

- Ese es el problema, Katherine.

Y esa fue su última respuesta, porque después de eso, se levantó, y se marchó de ahí, hacia donde estaba Elizabeth.
Me quedé ahí sentada, inmóvil, pensando en la conversación que acabábamos de tener Jacob y yo. No podía sacarme de la cabeza sus brillantes ojos verdes.
Me encogí sobre mí misma, pensando en Jacob. Y así me dormí, con su imagen en mi cabeza, recordando todo lo que llegué a sentir por él.


Alguien me zarandeó:

- Mmm... ¿Qué pasa...? -dije, desorientada.

- Despierta ya, que vamos a continuar caminando.

Uno de nuestros captores me agarró por un brazo, y tiró de mí con violencia, hasta levantarme del todo. Di un paso hacia atrás, desorientada.
Alguien me agarró de la mano con dulzura, y me ayudó a mantenerme en pie.

- Buenos días, Princesa. -sonrió.

Yo le sonreí, y me froté los ojos, para despejarme. Pasados unos minutos, me di cuenta de que ya habíamos salido de la cueva, y Harry me explicó:

- Nadie ha querido adentrarse en la cueva. Uno de nuestros enemigos, ha dicho que al final, había una empinada bajada, y que podía matarte al bajarla. Además, ha dicho que oía ruidos extraños, y que para no correr peligro, ha preferido salir de allí. Veremos a ver si encontramos algo.

- ¿Qué estamos buscando exactamente? -pregunté.

- El tesoro del que todos hablan. -sonrió.

Tenía miedo. Mi padre me había escrito una carta pidiéndome que defendiera su tesoro por encima de todas las cosas. Si lo encontrábamos... los hombres podrían llevárselo, y yo habría fallado a mi padre.
Pero les seguí, porque no tenía otra, y después de lo que pasó anoche, no quería separarme de los demás.

Caminamos durante horas, entre los maldito árboles. Sí, me gustaba más el mar que la tierra, sin duda. Resoplé, apartando las ramas de mi camino, aunque sin mucho éxito.
Elizabeth iba detrás de mí, lo más extraño era que iba sola. Jacob iba más adelante.

- Sé que lo hiciste para llamar su atención. -susurró.

Me giré, y alcé una ceja. Harry me soltó, y siguió con su camino.

- ¿De qué hablas?

- Pf, lo de tu madre. Ambas sabemos que sólo lo hiciste para llamar su atención y tenerle a tu lado unos segundos. No soy tonta.

- No sabes lo que estás diciendo, Elizabeth.

- Claro que lo sé, Green. -me llamó. -Eso explica el por qué le llamaste a él mientras te "ahogabas". ¿Te crees que no me he dado cuenta? Dios, se puede ser mentirosa, y luego estás tú...

- Elizabeth, déjalo ya. contesté, mientras caminaba delante de ella.

- Ver a tu madre llamándote... Ahogarte con ella, y llamar a mi Jacob. Menuda tontería, por favor. -soltó una leve carcajada. -Ambas sabemos que tu madre está muerta. -soltó, de pronto, sin ningún sentimiento.

En un ataque de furia, desenfundé mi daga, y girándome con rapidez, se la puse al cuello.

- Cállate ya, Elizabeth. Entre que no dices más que tonterías y tu asquerosa voz, creo que me voy a volver loca.

Ella se quedó quieta, y permanecimos en silencio. Retiré la daga de su cuello, y ella se quedó paralizada. Jacob se acercó a nosotras.

- ¿Qué ocurre?

- A ver si amordazas a tu estúpida víbora, no la aguanto más. -resoplé.

Jacob me miró, alzando una ceja, y luego posó sus preciosos ojos sobre Elizabeth.

- No deja de decir tonterías. Me está poniendo nerviosa. -solté, cruzándome de brazos.

- A ver, qué te está diciendo.

- Que lo de ayer fue para llamar tu atención. -dije enfadada.

- ¡Es verdad! -exclamó Elizabeth, como si fuera una niña pequeña. -Sé que te gusta.

Resoplé. Parecía la típica discusión de niños pequeños. Y no podía convencerla de lo contrario. Así que harta de que montara esos numeritos, me di la vuelta, resoplando, hacia el grupo, que ya iba muy avanzado.
Oí a Jacob exclamar:

- ¿Por qué no la dejas en paz?

- Porque siento que te puedo perder...

- Seguro que es eso lo que de verdad te importa... Mira, Elizabeth, estoy con quien quiero, no elijas mis compañías, anda. Tú y yo estamos muy bien, no lo fastidiemos con esto.

- Pero es que sé que a ti te gusta... Y eso no me agrada mucho, que digamos.

- Elizabeth, déjalo. Si me gusta, es mi problema...

Y hasta ahí oí, porque me interné en el grupo, hasta Harry, y le aferré la mano. Él me sonrió, y continuamos juntos con el trayecto.
Pero Jacob seguía en mi mente.
Tal vez sí que me gustaba.
Y tal vez debía luchar por él, no como en el pasado.